ISEGORÍA. Revista de Filosofía moral y política, N.º 64
enero-junio,  2021, e07
ISSN-L: 1130-2097 | eISSN: 1988-8376
https://doi.org/10.3989/isegoria.2021.64.07

Biocapitalismo y feminización: transformaciones postfordistas en la economía política del patriarcado* Esta investigación ha sido posible gracias al programa de Ayudas para la Formación de Profesorado Universitario (FPU), en el marco del Programa Estatal de Promoción del Talento y su Empleabilidad, del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2013-2016 (Orden ECD/1619/2013, de 4 de septiembre), financiado por el Ministerio de Universidades.

Biocapitalism and feminization: postfordist transformations in the political economy of patriarchy

María Tocino Rivas

Universidad de Salamanca

https://orcid.org/0000-0003-1252-0989

Resumen

El propósito es abordar el fenómeno de la feminización del trabajo inscribiéndolo en el marco de las teorías que interpretan el paradigma productivo actual en términos de “biocapitalismo”. En un escenario en el que la acumulación de valor se nutre crecientemente de explotación de la totalidad de las facultades vitales del ser humano, se desdibujan las fronteras de la moderna “economía política del patriarcado”, por cuanto las actividades que antes atendían a la reproducción de la vida se vuelven productivas y el trabajo reproductivo se convierte en paradigma del trabajo en general.

Palabras clave:  
Biocapitalismo; feminización; producción; reproducción; división sexual del trabajo; capitalismo cognitivo.
Abstract

The aim is to address the feminization of work by framing it within the theories that interpret the current productive paradigm in terms of “biocapitalism”. In a context in which value accumulation is increasingly based upon the exploitation of the entirety of human faculties, the boundaries of modern “political economy of patriarchy” become blurred, since former reproductive activities are now transformed into productive work and reproductive work is turned into a paradigm for work as a whole.

Keywords:  
Biocapitalism; Feminization; Production; Reproduction; Sexual division of labour; Cognitive capitalism.

Recibido: 26  diciembre  2019. Aceptado: 30  septiembre  2020.

Cómo citar este artículo/Citation: Tocino Rivas, María (2021) "Biocapitalismo y feminización: transformaciones postfordistas en la economía política del patriarcado Esta investigación ha sido posible gracias al programa de Ayudas para la Formación de Profesorado Universitario (FPU), en el marco del Programa Estatal de Promoción del Talento y su Empleabilidad, del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2013-2016 (Orden ECD/1619/2013, de 4 de septiembre), financiado por el Ministerio de Universidades.". Isegoría, 64: e07. https://doi.org/10.3989/isegoria.2021.64.07

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

 

El propósito de este trabajo es indagar en la suerte experimentada por eso que Christine Delphy ha denominado con fortuna “economía política del patriarcado”1C. Delphy. L´ennemi principal. L´economie politique du patriarcat. París: Syllepse, 2009. Apud C. Morini. Por amor o la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo. Trad. J. M. Gual Bergas. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014, p. 199., en alusión a la configuración patriarcal del modo de producción capitalista moderno, asentado sobre la división sexual del trabajo. Quizás el motivo más evidente para atender a dicha cuestión descanse en el hecho de que el sistema de organización institucional que le daba sentido, basado en el Modelo del Proveedor Universal2Cf. N. Fraser. Fortunas del feminismo. Del capitalismo gestionado por el Estado a la crisis neoliberal. Trad. C. Piña Aldao. Madrid: Traficantes de Sueños, 2017. de la familia nuclear heterosexual, se encuentra, desde las décadas finales del siglo pasado, en vías de desaparición. A tal efecto, podría decirse que, si bien la división sexual del trabajo continúa siendo un hecho incontestable en la actualidad3Pues, como sintetiza M.ª Eugenia Rodríguez Palop, las mujeres siguen siendo las principales cuidadoras de manera abrumadora, son mayoría en los empleos que tienen que ver con los cuidados y que están peor remunerados, así como en los trabajos a tiempo parcial, están en mayor riesgo de expulsión del mercado laboral, etc. [Cf. “La marea global feminista”. En: Revolución feminista y políticas de lo común frente a la extrema derecha. Barcelona: Icaria, 2019, 35-46]., el esquema interpretativo que separa la esfera reproductiva -feminizada, no remunerada, orientada al sostenimiento de la vida- de la productiva -masculinizada, asalariada, destinada a la generación de beneficios en los mercados- remite a un imaginario fordista a cuya erosión, inaugurada con el surgimiento del modelo productivo postindustrial, se asiste hoy de forma cualitativamente significativa.

No obstante, la razón por la que aquí se pretende dirigir la mirada al paisaje postfordista de la economía política del patriarcado tiene que ver, primordialmente, con transformaciones recientes en la naturaleza del trabajo productivo que lo asimilan cada vez más a las actividades reproductivas tradicionalmente desempeñadas por las mujeres. Como se verá en las páginas que siguen, se asiste hoy a un proceso de feminización de la producción, que podría resumirse con Judith Revel en la idea de que “allí donde las mujeres han buscado (y frecuentemente han obtenido) una inclusión […] hoy parece, al contrario, que la condición histórica de las mujeres se ha vuelto la medida de la explotación de todas las personas, el paradigma general de la vida puesta a trabajar”4 J. Revel. “Prefacio”. En: C. Morini. Por amor o la fuerza. Op. cit., pp. 16-17.. Podría decirse entonces que, con el surgimiento de un nuevo modelo productivo asentado sobre la creciente explotación de la totalidad de las facultades vitales, tiene lugar una rearticulación del ensamblaje moderno entre el patriarcado y la organización de la producción, pues, como señala Cristina Morini, “[l]a atención del capitalismo por la producción tiende a anularse” y, en su lugar, “[e]s la reproducción lo que atrae su interés y lo que, por tanto, asume la fuerza de un paradigma”5 C. Morini. Por amor o a la fuerza. Op. cit., p. 28..

Para abordar el fenómeno de la feminización del trabajo productivo en el escenario postfordista, será necesario inscribirlo primero en el marco del biocapitalismo. Con este concepto de cuño relativamente reciente, un conjunto de autores italianos vinculados a la recepción de la biopolítica foucaultiana ha pretendido capturar el nuevo paradigma de acumulación en el que la producción abarca de manera creciente el conjunto de lo social (1). Como se verá, esta progresiva subsunción total de la vida en el capital es equivalente a la disolución de toda una serie de binomios recíprocamente excluyentes, propiamente modernos, que daban sentido al capitalismo fordista. Entre ellos, el de producción-reproducción, cuyo desgaste se produce a través de un doble movimiento que constituye precisamente el fenómeno de la feminización del trabajo: por un lado, actividades que antes atendían únicamente a la reproducción de la vida se vuelven productivas, mientras que, por otro, el trabajo reproductivo se erige en paradigma del trabajo en general (2). Finalmente, descritos estos procesos, se abordarán las consecuencias de esta mutación de la economía política del patriarcado moderna sobre la división sexual del trabajo, interpretando su vigencia en un escenario de progresiva disolución de las esferas productiva y reproductiva, a partir de los análisis de teóricas feministas vinculadas a las teorías sobre el biocapitalismo (3).

1. BIOCAPITALISMO: «LA VIDA PUESTA A TRABAJAR»

 

Como tantos neologismos formados con el prefijo bio-, “biocapitalismo”, al igual que “bioeconomía”, aparece en el siglo XXI6“Bioeconomía” comparece por primera vez en el artículo de A. Fumagalli “Conoscenza e bioeconomía” (2004) -si bien su origen se encuentra en los estudios del economista ecológico N. Georgescu Roegen-, mientras que la acuñación de “biocapitalismo” es algo posterior y se debe al sociólogo V. Codeluppi, quien hace uso del mismo de manera inédita en su ensayo homónimo Il biocapitalismo. Verso lo sfruttamento integrale di corpi, cervelli ed emozioni (2008). Aunque cada una de las formulaciones iniciales de estos conceptos poseen matices particulares -por ejemplo, Codeluppi parte de una idea de “vida” entendida en un sentido más somático-, los autores que se analizan en este trabajo los emplean, en líneas generales, indistintamente, por lo que no se discriminará entre ambos en las páginas que siguen.. Más concretamente, su origen está vinculado a la recepción en Italia de la biopolítica foucaultiana -otro concepto que participa de la fecundidad contemporánea de la terminología relativa a la vida- de la mano de una serie de autores vinculados a la revista Multitudes, como A. Negri, M. Lazzarato, A. Fumagalli, C. Morini, S. Mezzadra, L. Bazzicalupo o C. Marazzi7Se excluye deliberadamente el trabajo de Nikolas Rose, quien fundamentalmente a partir de la publicación de The politics of life itself: biomedicine, power, and subjectivity in the twenty-first century (2006) ha hecho también uso de conceptos como “bioeconomía”, “biovalor” o “biocapital”. Como ha señalado Adán Salinas Araya, si bien tanto los autores vinculados al grupo Multitudes como Rose pertenecen a lo que podría entenderse como una segunda recepción de la biopolítica foucaultiana, espoleada por la publicación de Seguridad, territorio y población y El nacimiento de la biopolítica, los análisis de este último no apelan a una transformación general del modelo productivo -como sí lo hacen los autores italianos-, sino que se centran en el surgimiento de nuevos procesos de gestión biológica de la población a partir del desarrollo reciente de las tecnologías biomédicas (cf. La semántica biopolítica. Viña del Mar: CENALTES, 2014, pp. 324 ss.).. No es, por tanto, casual que Fumagalli defina “bioeconomía” partiendo de la siguiente analogía:

Si biopolítica significa la acción sistemática de la dimensión política en el disciplinamiento, directo e indirecto, de la vida y de la salud de los individuos a través del despliegue de instituciones totalitarias, la bioeconomía representa la difusión de las formas de control social (no necesariamente disciplinarias) a fin de favorecer la valorización económica de la vida misma: bioeconomía, esto es, el poder totalizador e invasivo de la acumulación capitalista en la vida de los seres humanos. De forma más específica, por acumulación bioeconómica se entiende el intento de plegar a las razones de la explotación las capacidades vitales de los seres humanos, en primer lugar el lenguaje y la capacidad racional de generar conocimiento a través de la dinámica de las relaciones sociales.8A. Fumagalli. Bioeconomía y capitalismo cognitivo. Hacia un nuevo paradigma de acumulación. Trads. A. Antón Hernández, J. M. Gual Bergas, E. Rodríguez López. Madrid: Traficantes de Sueños, 2010, p. 27.

Si en las breves páginas de La voluntad de saber (1976) que Foucault dedica al que póstumamente se ha convertido en uno de sus conceptos más prolíficos se narra la transformación, acontecida a partir del siglo XVIII, de la vida en un objeto del poder -tanto a través del disciplinamiento somático como de la gestión de los procesos vitales del cuerpo colectivo-, hoy el alcance de este biopoder habría llegado a su máxima expresión. Pues lo que distingue a la bioeconomía es que representa un sistema de control biopolítico destinado, como dice aquí Fumagalli, a “favorecer la valorización económica de la vida misma”, es decir, no ya meramente a intervenir sobre ella para disciplinarla o regularla de acuerdo con las necesidades de la producción, sino a transformar las capacidades vitales de los seres humanos en una instancia productiva per se, esto es, generadora de valor. De ahí que se pueda decir que “la bioeconomía es el aspecto complementario y simétrico de la biopolítica”9Ib., p. 260.. Simétrico porque supone la invasión de la vida por parte de nuevos dispositivos de control ajenos a la formulación inicial de la biopolítica de Foucault; complementario, por esto mismo y porque, además, supone un paso más allá en el desarrollo del biopoder al pretender, como se verá, una “subsunción total” del bios10En este sentido, nótese que se trata de una noción de bios alejada de cualquier lectura biologicista, pues, como señala Fumagalli, en ella se desdibujan las funciones del binomio fordista capital fijo-capital variable: “El cuerpo de la fuerza de trabajo, en tanto sedimentación de saberes codificados, conocimientos históricamente adquiridos y experiencias, en definitiva, trabajo pasado, más allá de contener la facultad del trabajo, funciona también como contenedor de las funciones típicas del capital fijo, de los medios de producción” (ib., p. 266)..

De acuerdo con la ya célebre fórmula de Fumagalli, el biocapitalismo es “la vida puesta a trabajar”11Ib. passim.. El proceso de desmaterialización del trabajo productivo en el Norte global, vinculado al capitalismo postfordista, no solo se experimenta hoy como la explotación del conocimiento, el lenguaje o la comunicación12No se puede dejar de reparar en la breve alusión indirecta a la hipótesis del capitalismo cognitivo con la que concluye la definición de Fumagalli citada más arriba; la cual, como es conocido, hace referencia al concepto originado a principios de los 2000 en Francia de la mano de autores como Y. Moulier Boutang, A. Corsani, C. Vercellone, B. Paulré o los anteriormente mencionados A. Negri y M. Lazzarato. (Sobre los procesos de informatización y digitalización del trabajo vinculados al capitalismo cognitivo, cf. Y. Moulier Boutang et al. Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva. Trads. E. Rodríguez López, B. Baltza, A. García Pérez-Cejuela. Madrid: Traficantes de Sueños, 2004). Conviene aclarar que los teóricos del biocapitalismo no rechazan esta interpretación del paradigma productivo actual que sitúa el fundamento de la acumulación en el trabajo inmaterial que produce lenguajes, códigos e información, pues, como es manifiesto leyendo sus textos, no solo no renuncian al propio concepto de “capitalismo cognitivo”, sino que además, autores como Fumagalli, lo integran en formulaciones originales como “biocapitalismo cognitivo” o “capitalismo biocognitivo”. Estas expresiones muestran por sí solas que la hipótesis del biocapitalismo se plantea como un abordaje superador del capitalismo cognitivo. Considerando que “el capitalismo contemporáneo se encuentra en una búsqueda constante de nuevos ciclos sociales y vitales que absorber y mercantilizar, involucrando cada vez más las facultades vitales básicas de los seres humanos” [A. Fumagalli. “Twenty theses on contemporary capitalism (cognitive biocapitalism)”. Angelaki. Journal of the Theoretical Humanities, 16 (3), 2011, p. 8 (la traducción es nuestra)], los teóricos del biocapitalismo pretenden ir más allá del capitalismo cognitivo ante el riesgo que entraña de ser entendido de manera reduccionista por privilegiar el papel desempeñado por la explotación del conocimiento. Se trata, por tanto, de ensanchar, sin desestimarlo, el imaginario del capitalismo cognitivo. , sino, de manera creciente, como la producción de valor a partir de la “totalidad de las facultades humanas, de las lingüístico-relacionales a las afectivo-sensoriales”, es decir, del “conjunto de las facultades vitales, cerebrales y físicas de los seres humanos”13C. Morini; A. Fumagalli. “Life put to work. Towards a life theory of value”. Ephemera, 10 (3/4), 2010, pp. 235 y 240 (la traducción es nuestra).. Esto es, lo que distingue principalmente al llamado biotrabajo del trabajo asalariado taylorista-fordista es que toma por productiva toda una serie de facultades, saberes y actitudes de los sujetos que en el paradigma anterior constituían un afuera de los espacios laborales, precisamente porque, como se ha señalado al comienzo de estas páginas, estaban confinados en la esfera de la reproducción social. Como es sabido, estos conocimientos y capacidades que ahora son considerados productores de valor en el ámbito del trabajo remunerado llevan décadas siendo analizados desde diferentes ámbitos de la teoría feminista como una indiscutible fuente de acumulación de capital.

El biocapitalismo, entendido de este modo como un modelo de organización productiva en el que “el ser humano y la vida en general son la materia prima”14C. Morini. “Lavorare la vita: attualità della riproduzione sociale”. Comunicación presentada en el Seminario Uninomade “Composizione di classe e frammentazione nella crisi: per una lettura materialista di razza e genere”, celebrado en Nápoles (Italia), el 24/06/2012. https://www.academia.edu/38436559/Lavorare_la_vita_Attualit%C3%A0_della_riproduzione_sociale (la traducción es nuestra). , implica, por tanto, un proceso de subjetivización de la producción. Pues lo que se intercambia en el mercado de trabajo es cada vez menos trabajo abstracto (en el que el valor se mide en el tiempo socialmente necesario para la producción) y más la propia subjetividad del trabajador en sus diferentes dimensiones vitales (relacionales, afectivas, físicas, simbólicas, cognitivas, lingüísticas, etc.). Es por esto por lo que Morini y Fumagalli han señalado que lo que constituye la base del proceso de valorización es la “potencialidad del sujeto”15 C. Morini; A. Fumagalli. “Life put to work”. Art. cit., p. 236 (la traducción es nuestra)., refiriéndose con ello a la imposibilidad de capturar en acto todas esas facultades subjetivas que son explotadas en el biocapitalismo. Efectivamente, la propia imaginación, la inteligencia emocional, las habilidades relacionales o las capacidades comunicativas, por enumerar algunos ejemplos, conforman un tipo de conocimiento “que no puede ser desencarnado de quien lo posee”, esto es, que no es posible trasmitir de unos sujetos a otros, en la medida en que constituye “un conjunto de saberes que está intrínsecamente conectado con la vida del individuo”16 A. Fumagalli. Bioeconomía y capitalismo cognitivo. Op. cit., p. 104..

Esta inseparabilidad entre el sujeto trabajador y el trabajo productivo implica que cualquier actividad humana es potencialmente susceptible de producir valor, o, lo que es lo mismo, que el paradigma bioeconómico es propio de “un capitalismo que para su valorización […] ya ha involucrado a la totalidad de la sociedad”17A. Negri. “Biocapitalismo y constitución política del presente”. En: A. Negri; M. Hardt; S. Mezzadra. Biocapitalismo, procesos de gobierno y movimientos sociales. Trad. L. Mariotti. Quito: FLACSO, 2013, p. 20.. Cuando el hacer general se vuelve productivo se inaugura una nueva fase del capitalismo que Fumagalli ha descrito como de “subsunción de la vida”18Cuando Fumagalli describe este nuevo paradigma acumulativo como de “subsunción de la vida”, está pensando en un nuevo modelo que se instalaría en la historia con posterioridad a las fases de “subsunción formal” y “subsunción real” identificadas por Marx, pero que aunaría aspectos significativos de ambas: con la primera compartiría la extensión de la categoría de “trabajo” a todas aquellas actividades que en el taylorismo fordista se consideraban improductivas (es decir, la ampliación de la base de la acumulación), mientras que de la segunda tomaría la intensificación del proceso de trabajo -característica del fordismo-, que alcanzaría su máxima expresión con la conversión del cerebro en máquina o “en capital fijo y variable al mismo tiempo” [A. Fumagalli. “The concept of subsumption of labour to capital: towards the life subsumption in bio-cognitive capitalism”. En: E. Fisher; C. Fuchs. (eds.). Reconsidering value and labour in the digital age. Londres: Palgrave Macmillan, 2015, p. 233 (la traducción es nuestra)]. y Negri -enfatizando, como se acaba de ver, la dimensión colectiva del bios- como de “subsunción de toda la sociedad en el capital”19 A. Negri. Art. cit., p. 22. . Es más, de acuerdo con lo expresado hasta el momento, posiblemente la mejor fórmula para referirse al régimen de subsunción propio del biocapitalismo sea otra expresión de la que el propio Fumagalli también se hace eco, la de “subsunción total”, pues la asimilación del conjunto de lo social a la producción de valor no resulta sino en un modelo que aspira -cuestión diferente es si con éxito mayor o menor- a una apropiación absoluta de la vida en la que se borran las fronteras preexistentes entre el trabajo y el ocio, entendido este en su sentido latino.

De este modo, cuando Chignola afirma que “[e]n los regímenes postfordistas de producción, los muros de la fábrica colapsan y es la cooperación social entre sujetos lo que es puesto directamente a trabajar”20S. Chignola. “Vida, trabajo y lenguaje. Biopolítica y biocapitalismo”. Trad. E. Sacchi. Barda, 2 (2), 2016, p. 213. no podría ofrecer una metáfora más ilustrativa de la consecuencia de la subsunción total de la vida en el capitalismo, a saber, el desplome de toda una serie de delimitaciones que daban sentido al modelo fordista. Como es conocido, la borradura de estos límites marca el ocaso de un orden productivo-social constituido a partir de un conjunto de dualismos recíprocamente excluyentes: tiempo de trabajo/tiempo de ocio, espacio de trabajo/espacio de vida, actividad productiva/improductiva, producción/consumo, cuerpo/mente, etc. Lo que subyace a la progresiva desaparición de estos binomios es, como se ha dicho más arriba, la subjetivización de la producción, que desdibuja las fronteras preexistentes entre lugares y tiempos de trabajo, así como las de las propias actividades que son susceptibles de ser consideradas como tal, y que, en consecuencia, se traduce en la reducción de la existencia “a un único ciclo socio-afectivo, el de la vida privada”21 A. Fumagalli. Bioeconomía y capitalismo cognitivo. Op. cit., p. 204.. Nótese que, en realidad, este proceso de subjetivización no es sino la fusión de otra vieja pareja fordista, la de trabajador/trabajo, que se encuentra a la base de todas las demás y que puede formularse también a partir de otro conocido binomio:

En el desarrollo del paradigma cognitivo y en la tendencial centralidad del trabajo cognitivo, también la distinción entre el individuo-civis, con sus tiempos de vida, y el individuo-trabajador, con sus tiempos de trabajo, tiende a volverse superflua. Esta distinción alude a otra más amplia entre actividades de producción y actividades de reproducción; en la que con la primera expresión se entiende la actividad que produce excedente, mientras que con la segunda se entiende la actividad que permite ser productiva a la primera.22 C. Morini. Por amor o a la fuerza. Op. cit., p. 210.

Lo que esta correlación implica, apelando directamente a la problemática que aquí se trata, es que el paradigma de subsunción total de la vida del biocapitalismo, en su reducción de la existencia al ciclo de la vida privada, ha de tener una evidente traducción en el orden del género, por cuanto significa también la desaparición progresiva de las fronteras entre el orden productivo (y, recuérdense, sus connotaciones: público, asalariado, masculinizado) y el reproductivo (doméstico, no remunerado, feminizado). O, dicho de otro modo, que el régimen de sentido de ser propio del biocapitalismo lleva consigo una transformación sustancial de lo que en la modernidad había sido la economía política del patriarcado, que alcanza su momento álgido en la división sexual del trabajo fordista y que entra en crisis en el modelo bioeconómico.

2. LA FEMINIZACIÓN DEL TRABAJO EN LA ERA DE LA «REPRODUCCIÓN PRODUCTIVA»

 

Como señala la teórica feminista Sandra Ongaro, no deja de resultar sorprendente constatar “cómo quienes han descrito las grandes revoluciones en el ámbito de la producción” -refiriéndose aquí fundamentalmente a las transformaciones que marcan el final del fordismo- “no hayan pensado que todo ello tendría que haber significado necesariamente una revolución también en el ámbito de la reproducción”23S. Ongaro. “Dalla riproduzione produttiva alla produzione riproduttiva”. Multitudes. Revue politique, artistique, philosophique, 12, 2003 (la traducción es nuestra). . No es difícil de explicar, empero, esta falta de atención suscitada por la relación entre la vida y los poderes que la tensionan hoy más que nunca, que constituye la cara oculta de los procesos productivos que se sitúan en la punta del iceberg económico24Como es sabido, la metáfora del iceberg procede de la economía feminista. Cf. A. Pérez Orozco. Subversión feminista de la economía. Aportes para un debate sobre el conflicto capital-vida. Madrid: Traficantes de Sueños, 2017.. Frente a ella, la hipótesis del biocapitalismo supone una excepción al explicar el fenómeno de la subsunción total de la vida a partir de un doble movimiento que desdibuja las fronteras delimitadoras del ámbito de la producción y el de la reproducción. Por un lado, el paradigma bioeconómico significa, como se ha constatado, que las facultades y actividades que pertenecían con anterioridad al orden de la reproducción de la vida se vuelven potencialmente productivas. Por otro, las características tradicionalmente asociadas a estos trabajos reproductivos se erigen hoy como paradigma del trabajo productivo en general. Estos dos fenómenos complementarios, consolidados apenas en la última década, convergen en lo que los teóricos del biocapitalismo han dado en llamar la “feminización”25Quien más ha trabajado esta idea en el marco de las teorías sobre el biocapitalismo es, sin duda, Cristina Morini, aunque un interesante antecedente del término se encuentra ya en la expresión housewifization (traducido como “domestificación”, pero literalmente “conversión en ama de casa”), que Maria Mies emplea en Patriarcado y acumulación a escala mundial, publicada originariamente en 1986. Huelga señalar que el término “feminización” se emplea en este contexto con un sentido cualitativo, que no se corresponde con el proceso cuantitativo de incorporación de las mujeres al ámbito del trabajo asalariado acontecido en el Norte global desde la década de los años 50 del siglo pasado. Por descontado, tampoco ha de atribuírsele ningún tipo de significado esencialista que conduzca a planteamientos reaccionarios, pues la idea de lo feminizado que aquí se maneja tiene que ver con la posición que históricamente han ocupado las mujeres en la organización sexual de la producción y, especialmente, con los aprendizajes psicosociales derivados de la misma. No obstante, conviene apuntar con A. Corsani el riesgo que el uso de conceptos como “devenir mujer del trabajo” o “feminización de los circuitos productivos” puede entrañar si con ellos se ignoran las distintas posiciones de sujeto que se entrelazan en dichas categorías y se cae en “la tentativa (imposible) de una recomposición de la «multiplicidad» en un «sujeto» único, universal de la resistencia y la acción política” [“Políticas de saberes situados. Emanciparse de la epistemología de la economía política y de su crítica”. En: D. Ávila Cantos; M. Legarreta Iza; A. Pérez Orozco (eds.). Transformaciones del trabajo desde una perspectiva feminista. Producción, reproducción, deseo, consumo. Madrid: Tierradenadie, 2006, p. 38]. del trabajo productivo, precisamente en virtud de la dirección en la que se produce esta confluencia entre los dos órdenes (de abajo hacia arriba en la figura del iceberg).

La feminización del trabajo asalariado tiene lugar cuando el biocapitalismo moviliza aquellas funciones que la organización social de la producción ha asignado tradicionalmente a las mujeres y que son las implicadas en el proceso de reproducción social, como la afectividad, el cuidado de las redes sociales, la gestión de la carga mental, la disposición a la cooperación o la llamada “inteligencia emocional”. Se produce así eso que Morini ha denominado el ingreso en “la era de la reproducción forzada”26 C. Morini. Por amor o a la fuerza. Op. cit., pp. 29-30. : una generalización de la extracción de valor a partir de los procesos involucrados en el sostenimiento de la vida, que ya no afecta tan solo a las mujeres, sino que ahora “se ha vuelto la medida de la explotación de todas las personas, el paradigma general de la vida puesta a trabajar, incluidos los hombres”27 J. Revel. “Prefacio”. En: C. Morini. Por amor o la fuerza. Op. cit., p. 17.. Pues, efectivamente, que el proceso de valorización se reproduce gracias a las actividades reproductivas realizadas por las mujeres es una realidad abordada por numerosas investigaciones feministas desde hace décadas28Cf. M. Hardt. “Affective labor”. Boundary 2, 26 (2), 1999, p. 89. , pero que la reproducción de la vida sea directamente productiva, es decir, que se convierta en un recurso capitalizable, constituye un hecho cualitativamente diferente y sin precedentes29Aunque no se pretende profundizar aquí en este fenómeno, no está de más señalar que el fin de la separación tajante entre las esferas productiva y reproductiva tiene que ver también con el desdibujamiento de la distinción entre el mercado y el trabajo de cuidados, es decir, con la profesionalización de las actividades reproductivas que antes desempeñaban exclusivamente las mujeres en el ámbito doméstico de manera gratuita. Esta forma de extractivismo reproductivo supone otra vertiente de la feminización del trabajo productivo, desencadenada sin duda por la crisis de cuidados asociada a la incorporación de las mujeres al trabajo asalariado y al desmantelamiento de los Estados de Bienestar del Norte global -entre otros fenómenos vinculados a la contradicción fundamental capital-vida- y, claro está, a los nuevos flujos migratorios feminizados que, especialmente desde mediados de la década de 1980, dan forma al fenómeno del care drain o “fuga de cuidados” [Cf. A. R. Hochschild. “Love and gold”. En: B. Ehrenreich; A. R. Hochschild (eds.). Global woman. Nannies, maids and sex workers in the new economy. Nueva York: Metropolitan Books, 2002, 15-30]. .

Más aún, este “devenir mujer del trabajo”30 C. Morini. Por amor o a la fuerza. Op. cit., passim. no solo implica que exista algo así como una “reproducción productiva”31 S. Ongaro. “Dalla riproduzione produttiva alla produzione riproduttiva”. Art. cit., passim. sino, en un plano de abstracción mayor, que el trabajo reproductivo feminizado es hoy el paradigma de las nuevas formas de trabajo o que, como señala Morini, “el trabajo de las mujeres parece representar un modelo al que el capitalismo mira con creciente interés”32 C. Morini. Por amor o a la fuerza. Op. cit., p. 83.. Es más, este carácter arquetípico de lo reproductivo no es una cuestión que ataña exclusivamente a la naturaleza -podría decirse también al contenido- de las actividades que producen valor en el biocapitalismo, ya que, a su vez, tiene que ver con las condiciones formales en las que se desempeña el biotrabajo. Pues un mercado laboral dominado por la inestabilidad, la precariedad, la fragmentariedad, la temporalidad y, en definitiva, la inseguridad, que consecuentemente exige de los sujetos una disponibilidad total y una capacidad de reinvención infinita, es uno en el que rigen las condiciones de trabajo que han experimentado tradicionalmente las mujeres, tanto dentro como fuera de los espacios social e institucionalmente reconocidos como laborales. Esta conversión de lo feminizado en un elemento paradigmático no afecta únicamente al trabajo asalariado; por extensión, determina igualmente el conjunto de la vida social:

Se puede pensar que el espacio público en su conjunto se está feminizando, en la medida en que introyecta de forma cada vez más visible algunos de los elementos femeninos más estereotipados (la maternidad, el cuidado, la seducción), transformándolos -mediante una interpretación forzada, descontextualizada y deformada- en aspectos centrales de la governance contemporánea. El objetivo es «incorporar lo femenino materno a fin de metabolizar mejor sus frutos, transformándolo en una mercancía de valor consumible en el mercado».33Ib., p. 127.

El fenómeno de la feminización trasciende las fronteras del mercado laboral y determina también las coordenadas experienciales de los sujetos, fundamentalmente las relativas al espacio y al tiempo. Por un lado, como ya se ha apuntado, la condición nómada del biotrabajo se traduce en una hibridación de los espacios doméstico y laboral que remite a la figura del ama de casa; por otro, la prolongación constante de las jornadas laborales revierte en una ausencia de separación entre los diferentes tiempos sociales, que es igualmente distintiva del trabajo reproductivo. En ambos casos, como apunta el sociólogo Jorge Moruno, “el trabajo (asalariado o no) se cubre con la extensión del trabajo que nunca acaba, el trabajo que está siempre presente los 365 días al año, como el de una madre que no descansa”34J. Moruno. La fábrica del emprendedor. Trabajo y política en la empresa-mundo. Madrid: Akal, 2015, p. 72.. Sin duda, el vínculo de la madre con el hijo, que en su determinación social actual “prácticamente carece de límites de tiempo y dedicación35C. Morini. “The feminization of labor in cognitive capitalism”. Feminist Review, 87 (1), 2007, p. 47 (la traducción es nuestra)., representa el culmen del trabajo reproductivo y el paradigma a partir del cual se declina la vivencia del espacio y el tiempo en el biocapitalismo36De igual manera que sucede con el trabajo reproductivo, esta configuración de la experiencia subjetiva supone un inmenso ahorro de costes para el capitalismo al dificultar la identificación, por parte del trabajador, del trabajo como tal. Precisamente debido a la progresiva indistinción entre trabajador y trabajo, el biotrabajo comparte un rasgo esencial con el trabajo doméstico de la economía política del patriarcado: no ya solamente su justificación por la vía de la vinculación afectiva (el hecho de que se realice “por amor” -y no “a la fuerza”, jugando con el título de la obra de Morini-), sino también porque es esta afectividad la que, como en el trabajo reproductivo, justifica la gratuidad del mismo o, al menos, su ausencia de remuneración completa..

En definitiva, frente al modelo de la economía política del patriarcado, el biocapitalismo parece traducirse en un aligeramiento del peso de las diferencias de género en lo que se refiere a su funcionalidad para el sistema productivo, que son sustituidas por una creciente incorporación al sistema de producción de valor de lo feminizado desde su periferia. En un modelo que tiende a la borradura de los binomios fordistas recíprocamente excluyentes, las diferencias dicotómicas son progresivamente sustituidas por la diferencia en sí misma o, como señalan Fumagalli y Morini, por las “diferencias tout court37A. Fumagalli; C. Morini. “Cognitive bio-capitalism, social (re)production and the precarity trap: why not basic income?”. Knowledge Cultures, 1(4), 2013, p. 108 (la traducción es nuestra)., esto es, por aquello que distingue individualmente a los sujetos y cuya puesta a cooperar da lugar a la producción del general intellect. El biocapitalismo se traduciría así en un sistema de explotación de las diferencias singulares que posibilitan la actividad relacional de los sujetos y, ante todo, que no se definen a partir de universales antropológicos. De ser esto estrictamente así, podría pensarse que este proceso de feminización, en el que la organización de la producción aparentemente se disocia del binarismo de género de la división sexual del trabajo, podría converger, accidentalmente, con la lucha contra el régimen de explotación patriarcal de la modernidad en lo que a sus fines se refiere.

3. ALGUNAS CONCLUSIONES DESDE UNA PERSPECTIVA FEMINISTA

 

Sin embargo, es conocido que el progresivo desvanecimiento de las oposiciones dicotómicas en beneficio de la proliferación de las singularidades individuales no puede sino traducirse en una pérdida del significado antagónico de lo diferente, que, como se ha apuntado, en el biocapitalismo es estimulado y producido en tanto que su valorización constituye el motor del proceso acumulativo. Esto resulta especialmente relevante en cuanto que, en el modelo de la economía política del patriarcado, el espacio feminizado de la reproducción de la vida ha constituido históricamente ya no solo un afuera de la lógica de la acumulación de beneficios, sino además una alternativa irreconciliable con la misma. “El tiempo de las mujeres y el tiempo del beneficio entran en contradicción”38 J. Moruno. “La enredadera”. La Circular., esto es, en la contradicción “entre concebir la riqueza basada en el valor frente a la riqueza no basada, medida o mediada por el gasto inmediato de tiempo de trabajo humano”39J. Moruno. No tengo tiempo. Geografías de la precariedad. Madrid: Akal, 2018, p. 58.. Si en el ámbito productivo el fin al que se subordinan todos los demás es la acumulación de valor -medido a través del gasto de trabajo humano-, en la esfera reproductiva la prioridad es, como se ha denominado desde la economía feminista, el “sostenimiento de la vida”40 A. Pérez Orozco. Subversión feminista de la economía. Op. cit., passim., incompatible con dicho imperativo de acumulación sin fin41Aunque no se profundice aquí en esta idea, baste señalar que lo propio de lo feminizado es que no se deja atrapar, sin resto, por lo que en el sistema de acumulación infinita de beneficios es considerado productivo. Roswitha Scholz se refiere a las actividades reproductivas como una “escisión del valor”, en la medida en que poseen un carácter diferente al del trabajo abstracto, basado en la contradicción fundamental entre la “lógica de gasto del tiempo” que las constituye frente a la “lógica de ahorro del tiempo” propia de la producción, utilizando dos conceptos de Frigga Haug [cf. “El patriarcado productor de mercancías. Tesis sobre capitalismo y relaciones de género”. Trads. J. Maiso y J. A. Zamora. Constelaciones. Revista de teoría crítica, 5, 2013, p. 48]. De ahí que el biotrabajo no pueda ser nunca remunerado completamente, pues, como señala Morini, “en el momento en el que el proceso productivo abarca conocimiento y afecto, deseo y cuerpos, motivaciones y opiniones, es aún más evidente que nunca que no puede ser pagado aquello que es efectivamente puesto a trabajar” [“Il lavoro di cura come archetipo del biocapitalismo. Altre ragioni per il diritto al reddito”. Associazione Basic Income Network Italia, 2010. <http://www.bin-italia.org/pdf/morinicura.pdf> (la traducción es nuestra)]..

Así, que la producción se feminice no debe llevar a pensar que, con ello, las otrora lógicas de la esfera reproductiva penetran en las estructuras productivas; al contrario, el antagonismo que su diferencia les podía plantear se desvanece mediante su asimilación y metabolización por parte del nuevo paradigma productivo. De este modo, en el biocapitalismo, el fenómeno de la feminización supone en realidad una fagocitación de los elementos feminizados que resultan disruptivos, que se homologan a la lógica productiva dominante de tal manera que no supongan un obstáculo a la generación de beneficios. En palabras de Morini, “hoy la despotenciación de lo femenino no viene solo a través de la represión (confinamiento, exclusión, expulsión del espacio público y económico) sino también, y sobre todo, a través de la progresiva feminización de la sociedad (absorción, implicación)”42 C. Morini. Por amor o a la fuerza. Op. cit., p. 203.. Esto es, el resultado de este proceso ya no solo tiene que ver con la asimilación de lo feminizado; también, y especialmente, con el precio al que se produce: su perversión a través de su integración en el paradigma acumulativo al servicio de sus fines, así como los efectos retroactivos que esta instrumentalización de lo feminizado tiene sobre la esfera reproductiva, cada vez más invadida por eso que Wendy Brown ha denominado la “economización” de las esferas no mercantiles43Cf. W. Brown. El pueblo sin atributos. La secreta revolución del neoliberalismo. Trad. Víctor Altamirano. Barcelona: Malpaso, 2016. Sobre esta contrapartida del fenómeno de la feminización, esto es, sobre la traslación de las lógicas económicas a la reproducción de la vida, cf. A. R. Hochschild. La mercantilización de la vida íntima. Apuntes de la casa y el trabajo. Trad. L. Mosconi. Madrid: Katz, 2008..

Ahora bien, al margen de esta despotenciación de lo feminizado, ¿tiene la progresiva disolución de las fronteras entre producción y reproducción un efecto atenuante sobre lo que aquí se ha llamado “economía política del patriarcado”? Contra lo que intuitivamente pueda parecer, el nuevo paradigma bioeconómico no resulta incompatible con una organización jerárquica y sexuada de la producción, pues sucede de hecho que la “feminización del trabajo sigue regida por las normas de una sociedad patriarcal y la división sexual del trabajo”44 J. Moruno. La fábrica del emprendedor. Op. cit., p. 72.. Es más, no se trata únicamente de que no se asista hoy al desdibujamiento de la división sexual del trabajo, sino que más bien lo que tiene lugar es una reformulación de la misma, según la cual las mujeres constituyen más que nunca una “cuenca estratégica”45 C. Morini. Por amor o a la fuerza. Op. cit., p. 192. para la producción, precisamente por su idoneidad con respecto a los nuevos requerimientos y estructuras del mercado laboral, además de por su “doble socialización”, que les permite representar indistintamente los roles productivo y reproductivo. Como sentencia Morini, “[s]i existe una modalidad histórica que pueda encarnar la explotación total de la persona por parte del capitalismo, esa figura es femenina”46Ib., p. 84. Pues, como ha señalado la teórica feminista Celia Amorós, si bien el paradigma de la feminización laboral o de la “economía del trabajo doméstico fuera del hogar”, empleando una expresión de R. Gordon, se aplica a los hombres de forma metafórica -en la medida en que se han visto desposeídos de su rol de proveedores universales y se ven afectados por la precariedad en el mercado de trabajo neoliberal-, en el caso de las mujeres su significado es literal, en la medida en que “su trabajo asalariado, aun desempeñado fuera del hogar, lleva todas las marcas de su trabajo doméstico”. La realización de muchos de estos trabajos desde el propio domicilio, en puestos del sector informal y de la economía sumergida -como sucede en la industria maquiladora-, el aprovechamiento de sus habilidades versátiles sin ser reconocidas como trabajadoras cualificadas o la exposición a la violencia sexual ejercida por parte de sus superiores masculinos, según Amorós, son rasgos específicos del trabajo asalariado desempeñado por las mujeres. Por su condición de sujetos infinitamente sustituibles o intercambiables dentro de los marcos de significación patriarcal, las mujeres, “percibidas como sirvientas más que como sujetos de derechos laborales”, entran y salen del mercado laboral de manera reversible y sin abandonar el estatus servil propio del trabajo doméstico (cf. Mujeres e imaginarios de la globalización. Reflexiones para una agenda teórica global del feminismo. Rosario: Homo Sapiens, 2008, pp. 44ss).. Yendo aún más allá, podría también señalarse cómo la nueva organización sexual del biotrabajo se manifiesta en la aparición de nuevas jerarquías basadas en la explotación de lo feminizado, a saber, en el surgimiento de una división intrafemenina del trabajo, fundamentalmente a partir del eje geográfico Norte-Sur.

Con todo, resulta evidente que, si bien las transformaciones en la moderna economía del patriarcado en el marco del biocapitalismo son de todo punto innegables, la asimilación entre los binomios fordistas -especialmente entre la producción y la reproducción- puede convivir con el mantenimiento de las jerarquías sexuadas de producción y, lo que es más, con la intensificación y diversificación de las mismas. La consecuencia lógica de un paradigma en el que la vida es “puesta a trabajar”, además de la generalización de las condiciones de precariedad del trabajo feminizado, es el recrudecimiento de la explotación de aquellas cuyas vidas han sido tradicionalmente (re)productoras, aunque por lo general no reconocidas como tales. Cabría, por tanto, concluir con Roswitha Scholz que “la estructura de la escisión del valor se ha transformado, pero sigue existiendo en lo fundamental”47 R. Scholz. “El patriarcado productor de mercancías”. Art. cit., p. 58.. Pues la feminización social del modelo de la bioeconomía se traduce en una reformulación de la moderna economía política del patriarcado al peor precio posible para todos los sujetos, pero muy especialmente para las mujeres, quienes se convierten en las nuevas “desclasadas”48 J. Revel. “Prefacio”. En: C. Morini. Por amor o la fuerza. Op. cit., p. 17. en el interior de su propia condición feminizada.

NOTAS

 
*

Esta investigación ha sido posible gracias al programa de Ayudas para la Formación de Profesorado Universitario (FPU), en el marco del Programa Estatal de Promoción del Talento y su Empleabilidad, del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2013-2016 (Orden ECD/1619/2013, de 4 de septiembre), financiado por el Ministerio de Universidades.

1

C. Delphy. L´ennemi principal. L´economie politique du patriarcat. París: Syllepse, 2009. Apud C. Morini. Por amor o la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo. Trad. J. M. Gual Bergas. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014Morini, C. Por amor o la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo. Trad. J. M. Gual Bergas. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014., p. 199.

2

Cf. N. Fraser. Fortunas del feminismo. Del capitalismo gestionado por el Estado a la crisis neoliberal. Trad. C. Piña Aldao. Madrid: Traficantes de Sueños, 2017Fraser, N. Fortunas del feminismo. Del capitalismo gestionado por el Estado a la crisis neoliberal. Trad. C. Piña Aldao. Madrid: Traficantes de Sueños, 2017..

3

Pues, como sintetiza M.ª Eugenia Rodríguez Palop, las mujeres siguen siendo las principales cuidadoras de manera abrumadora, son mayoría en los empleos que tienen que ver con los cuidados y que están peor remunerados, así como en los trabajos a tiempo parcial, están en mayor riesgo de expulsión del mercado laboral, etc. [Cf. “La marea global feminista”. En: Revolución feminista y políticas de lo común frente a la extrema derecha. Barcelona: Icaria, 2019Rodríguez Palop, M.ª E. Revolución feminista y políticas de lo común frente a la extrema derecha. Barcelona: Icaria, 2019., 35-46].

4

J. RevelRevel, J. “Prefacio”. En: Morini, C. Por amor o la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo. Trad. J. M. Gual Bergas. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014, 13-20.. “Prefacio”. En: C. Morini. Por amor o la fuerza. Op. cit., pp. 16-17.

5

C. MoriniMorini, C. Por amor o la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo. Trad. J. M. Gual Bergas. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014.. Por amor o a la fuerza. Op. cit., p. 28.

6

“Bioeconomía” comparece por primera vez en el artículo de A. Fumagalli “Conoscenza e bioeconomía” (2004Fumagalli, A. “Conoscenza e bioeconomía”. Filosofia e questioni pubbliche, IX (1), 2004, 141-161.) -si bien su origen se encuentra en los estudios del economista ecológico N. Georgescu Roegen-, mientras que la acuñación de “biocapitalismo” es algo posterior y se debe al sociólogo V. Codeluppi, quien hace uso del mismo de manera inédita en su ensayo homónimo Il biocapitalismo. Verso lo sfruttamento integrale di corpi, cervelli ed emozioni (2008Codeluppi, V. Il biocapitalismo. Verso lo sfruttamento integrale di corpi, cervelli ed emozioni. Turín: Bollati Boringhieri, 2008.). Aunque cada una de las formulaciones iniciales de estos conceptos poseen matices particulares -por ejemplo, Codeluppi parte de una idea de “vida” entendida en un sentido más somático-, los autores que se analizan en este trabajo los emplean, en líneas generales, indistintamente, por lo que no se discriminará entre ambos en las páginas que siguen.

7

Se excluye deliberadamente el trabajo de Nikolas Rose, quien fundamentalmente a partir de la publicación de The politics of life itself: biomedicine, power, and subjectivity in the twenty-first century (2006) ha hecho también uso de conceptos como “bioeconomía”, “biovalor” o “biocapital”. Como ha señalado Adán Salinas Araya, si bien tanto los autores vinculados al grupo Multitudes como Rose pertenecen a lo que podría entenderse como una segunda recepción de la biopolítica foucaultiana, espoleada por la publicación de Seguridad, territorio y población y El nacimiento de la biopolítica, los análisis de este último no apelan a una transformación general del modelo productivo -como sí lo hacen los autores italianos-, sino que se centran en el surgimiento de nuevos procesos de gestión biológica de la población a partir del desarrollo reciente de las tecnologías biomédicas (cf. La semántica biopolítica. Viña del Mar: CENALTES, 2014Salinas Araya, A. La semántica biopolítica. Foucault y sus recepciones. Viña del Mar: CENALTES, 2014., pp. 324 ss.).

8

A. Fumagalli. Bioeconomía y capitalismo cognitivo. Hacia un nuevo paradigma de acumulación. Trads. A. Antón Hernández, J. M. Gual Bergas, E. Rodríguez López. Madrid: Traficantes de Sueños, 2010Fumagalli, A. Bioeconomía y capitalismo cognitivo. Hacia un nuevo paradigma de acumulación. Trads. A. Antón Hernández, J. M. Gual Bergas, E. Rodríguez López. Madrid: Traficantes de Sueños, 2010., p. 27.

9

Ib., p. 260.

10

En este sentido, nótese que se trata de una noción de bios alejada de cualquier lectura biologicista, pues, como señala Fumagalli, en ella se desdibujan las funciones del binomio fordista capital fijo-capital variable: “El cuerpo de la fuerza de trabajo, en tanto sedimentación de saberes codificados, conocimientos históricamente adquiridos y experiencias, en definitiva, trabajo pasado, más allá de contener la facultad del trabajo, funciona también como contenedor de las funciones típicas del capital fijo, de los medios de producción” (ib., p. 266).

11

Ib. passim.

12

No se puede dejar de reparar en la breve alusión indirecta a la hipótesis del capitalismo cognitivo con la que concluye la definición de Fumagalli citada más arriba; la cual, como es conocido, hace referencia al concepto originado a principios de los 2000 en Francia de la mano de autores como Y. Moulier Boutang, A. Corsani, C. Vercellone, B. Paulré o los anteriormente mencionados A. Negri y M. Lazzarato. (Sobre los procesos de informatización y digitalización del trabajo vinculados al capitalismo cognitivo, cf. Y. Moulier Boutang et al. Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva. Trads. E. Rodríguez López, B. Baltza, A. García Pérez-Cejuela. Madrid: Traficantes de Sueños, 2004Moulier-Boutang, Y.; Corsani, A.; Lazzarato, M. Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva. Trads. E. Rodríguez López, B. Baltza, A. García Pérez-Cejuela. Madrid: Traficantes de Sueños, 2004.). Conviene aclarar que los teóricos del biocapitalismo no rechazan esta interpretación del paradigma productivo actual que sitúa el fundamento de la acumulación en el trabajo inmaterial que produce lenguajes, códigos e información, pues, como es manifiesto leyendo sus textos, no solo no renuncian al propio concepto de “capitalismo cognitivo”, sino que además, autores como Fumagalli, lo integran en formulaciones originales como “biocapitalismo cognitivo” o “capitalismo biocognitivo”. Estas expresiones muestran por sí solas que la hipótesis del biocapitalismo se plantea como un abordaje superador del capitalismo cognitivo. Considerando que “el capitalismo contemporáneo se encuentra en una búsqueda constante de nuevos ciclos sociales y vitales que absorber y mercantilizar, involucrando cada vez más las facultades vitales básicas de los seres humanos” [A. Fumagalli. “Twenty theses on contemporary capitalism (cognitive biocapitalism)”. Angelaki. Journal of the Theoretical Humanities, 16 (3), 2011Fumagalli, A. “Twenty theses on contemporary capitalism (cognitive biocapitalism)”. Trad. S. Ovan. Angelaki. Journal of the Theoretical Humanities, 16 (3), 2011, 7-17. <https://doi.org/10.1080/0969725x.2011.626555>., p. 8 (la traducción es nuestra)], los teóricos del biocapitalismo pretenden ir más allá del capitalismo cognitivo ante el riesgo que entraña de ser entendido de manera reduccionista por privilegiar el papel desempeñado por la explotación del conocimiento. Se trata, por tanto, de ensanchar, sin desestimarlo, el imaginario del capitalismo cognitivo.

13

C. Morini; A. Fumagalli. “Life put to work. Towards a life theory of value”. Ephemera, 10 (3/4), 2010Morini, C.; Fumagalli, A. “Life put to work. Towards a life theory of value”. Ephemera, 10 (3/4), 2010, 234-252., pp. 235 y 240 (la traducción es nuestra).

14

C. Morini. “Lavorare la vita: attualità della riproduzione sociale”. Comunicación presentada en el Seminario Uninomade “Composizione di classe e frammentazione nella crisi: per una lettura materialista di razza e genere”, celebrado en Nápoles (Italia), el 24/06/2012Morini, C. “Lavorare la vita: attualità della riproduzione sociale”. Comunicación presentada en el Seminario Uninomade Composizione di classe e frammentazione nella crisi: per una lettura materialista di razza e genere, celebrado en Nápoles (Italia), el 24/06/2012. https://www.academia.edu/38436559/Lavorare_la_vita_Attualit%C3%A0_della_riproduzione_sociale.. https://www.academia.edu/38436559/Lavorare_la_vita_Attualit%C3%A0_della_riproduzione_sociale (la traducción es nuestra).

15

C. Morini; A. FumagalliMorini, C.; Fumagalli, A. “Life put to work. Towards a life theory of value”. Ephemera, 10 (3/4), 2010, 234-252.. “Life put to work”. Art. cit., p. 236 (la traducción es nuestra).

16

A. FumagalliFumagalli, A. Bioeconomía y capitalismo cognitivo. Hacia un nuevo paradigma de acumulación. Trads. A. Antón Hernández, J. M. Gual Bergas, E. Rodríguez López. Madrid: Traficantes de Sueños, 2010.. Bioeconomía y capitalismo cognitivo. Op. cit., p. 104.

17

A. Negri. “Biocapitalismo y constitución política del presente”. En: A. Negri; M. Hardt; S. Mezzadra. Biocapitalismo, procesos de gobierno y movimientos sociales. Trad. L. Mariotti. Quito: FLACSO, 2013Negri, A. “Biocapitalismo y constitución política del presente”. En: Negri, A.; Hardt, M.; Mezzadra, S. Biocapitalismo, procesos de gobierno y movimientos sociales. Trad. L. Mariotti. Quito: FLACSO, 2013, 19-41., p. 20.

18

Cuando Fumagalli describe este nuevo paradigma acumulativo como de “subsunción de la vida”, está pensando en un nuevo modelo que se instalaría en la historia con posterioridad a las fases de “subsunción formal” y “subsunción real” identificadas por Marx, pero que aunaría aspectos significativos de ambas: con la primera compartiría la extensión de la categoría de “trabajo” a todas aquellas actividades que en el taylorismo fordista se consideraban improductivas (es decir, la ampliación de la base de la acumulación), mientras que de la segunda tomaría la intensificación del proceso de trabajo -característica del fordismo-, que alcanzaría su máxima expresión con la conversión del cerebro en máquina o “en capital fijo y variable al mismo tiempo” [A. Fumagalli. “The concept of subsumption of labour to capital: towards the life subsumption in bio-cognitive capitalism”. En: E. Fisher; C. Fuchs. (eds.). Reconsidering value and labour in the digital age. Londres: Palgrave Macmillan, 2015Fumagalli, A. “The concept of subsumption of labour to capital: towards the life subsumption in bio-cognitive capitalism”. En: Fisher, E.; Fuchs, C. (eds.). Reconsidering value and labour in the digital age. Londres: Palgrave Macmillan, 2015, 224-245, p. 233 (la traducción es nuestra)].

19

A. NegriNegri, A. “Biocapitalismo y constitución política del presente”. En: Negri, A.; Hardt, M.; Mezzadra, S. Biocapitalismo, procesos de gobierno y movimientos sociales. Trad. L. Mariotti. Quito: FLACSO, 2013, 19-41.. Art. cit., p. 22.

20

S. Chignola. “Vida, trabajo y lenguaje. Biopolítica y biocapitalismo”. Trad. E. Sacchi. Barda, 2 (2), 2016Chignola, S. “Vida, trabajo y lenguaje. Biopolítica y biocapitalismo”. Trad. E. Sacchi. Barda, 2 (2), 2016, 200-220. , p. 213.

21

A. FumagalliFumagalli, A. Bioeconomía y capitalismo cognitivo. Hacia un nuevo paradigma de acumulación. Trads. A. Antón Hernández, J. M. Gual Bergas, E. Rodríguez López. Madrid: Traficantes de Sueños, 2010.. Bioeconomía y capitalismo cognitivo. Op. cit., p. 204.

22

C. MoriniMorini, C. Por amor o la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo. Trad. J. M. Gual Bergas. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014.. Por amor o a la fuerza. Op. cit., p. 210.

23

S. Ongaro. “Dalla riproduzione produttiva alla produzione riproduttiva”. Multitudes. Revue politique, artistique, philosophique, 12, 2003Ongaro, S. “Dalla riproduzione produttiva alla produzione riproduttiva”. Multitudes. Revue politique, artistique, philosophique, 12, 2003, 22-32. (la traducción es nuestra).

24

Como es sabido, la metáfora del iceberg procede de la economía feminista. Cf. A. Pérez Orozco. Subversión feminista de la economía. Aportes para un debate sobre el conflicto capital-vida. Madrid: Traficantes de Sueños, 2017Pérez Orozco, A. Subversión feminista de la economía. Aportes para un debate sobre el conflicto capital-vida. Madrid: Traficantes de Sueños, 2017..

25

Quien más ha trabajado esta idea en el marco de las teorías sobre el biocapitalismo es, sin duda, Cristina Morini, aunque un interesante antecedente del término se encuentra ya en la expresión housewifization (traducido como “domestificación”, pero literalmente “conversión en ama de casa”), que Maria MiesMies, M. Patriarcado y acumulación a escala mundial. Trads. M. Ponz, C. Fernández Guervós. Madrid: Traficantes de Sueños, 2019. emplea en Patriarcado y acumulación a escala mundial, publicada originariamente en 1986. Huelga señalar que el término “feminización” se emplea en este contexto con un sentido cualitativo, que no se corresponde con el proceso cuantitativo de incorporación de las mujeres al ámbito del trabajo asalariado acontecido en el Norte global desde la década de los años 50 del siglo pasado. Por descontado, tampoco ha de atribuírsele ningún tipo de significado esencialista que conduzca a planteamientos reaccionarios, pues la idea de lo feminizado que aquí se maneja tiene que ver con la posición que históricamente han ocupado las mujeres en la organización sexual de la producción y, especialmente, con los aprendizajes psicosociales derivados de la misma. No obstante, conviene apuntar con A. Corsani el riesgo que el uso de conceptos como “devenir mujer del trabajo” o “feminización de los circuitos productivos” puede entrañar si con ellos se ignoran las distintas posiciones de sujeto que se entrelazan en dichas categorías y se cae en “la tentativa (imposible) de una recomposición de la «multiplicidad» en un «sujeto» único, universal de la resistencia y la acción política” [“Políticas de saberes situados. Emanciparse de la epistemología de la economía política y de su crítica”. En: D. Ávila Cantos; M. Legarreta Iza; A. Pérez Orozco (eds.). Transformaciones del trabajo desde una perspectiva feminista. Producción, reproducción, deseo, consumo. Madrid: Tierradenadie, 2006Corsani, A. “Políticas de saberes situados. Emanciparse de la epistemología de la economía política y de su crítica”. En: Ávila Cantos, D.; Legarreta Iza, M.; Pérez Orozco, A. (eds.). Transformaciones del trabajo desde una perspectiva feminista. Producción, reproducción, deseo, consumo. Madrid: Tierradenadie, 2006, 29-46., p. 38].

26

C. MoriniMorini, C. Por amor o la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo. Trad. J. M. Gual Bergas. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014.. Por amor o a la fuerza. Op. cit., pp. 29-30.

27

J. RevelRevel, J. “Prefacio”. En: Morini, C. Por amor o la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo. Trad. J. M. Gual Bergas. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014, 13-20.. “Prefacio”. En: C. Morini. Por amor o la fuerza. Op. cit., p. 17.

28

Cf. M. Hardt. “Affective labor”. Boundary 2, 26 (2), 1999Hardt, M. “Affective labor”. Boundary 2, 26 (2), 1999, 89-100., p. 89.

29

Aunque no se pretende profundizar aquí en este fenómeno, no está de más señalar que el fin de la separación tajante entre las esferas productiva y reproductiva tiene que ver también con el desdibujamiento de la distinción entre el mercado y el trabajo de cuidados, es decir, con la profesionalización de las actividades reproductivas que antes desempeñaban exclusivamente las mujeres en el ámbito doméstico de manera gratuita. Esta forma de extractivismo reproductivo supone otra vertiente de la feminización del trabajo productivo, desencadenada sin duda por la crisis de cuidados asociada a la incorporación de las mujeres al trabajo asalariado y al desmantelamiento de los Estados de Bienestar del Norte global -entre otros fenómenos vinculados a la contradicción fundamental capital-vida- y, claro está, a los nuevos flujos migratorios feminizados que, especialmente desde mediados de la década de 1980, dan forma al fenómeno del care drain o “fuga de cuidados” [Cf. A. R. Hochschild. “Love and gold”. En: B. Ehrenreich; A. R. Hochschild (eds.). Global woman. Nannies, maids and sex workers in the new economy. Nueva York: Metropolitan Books, 2002Hochschild, A. R. “Love and gold”. En: Ehrenreich, B.; Hochschild, A. R. (eds.). Global woman. Nannies, maids and sex workers in the new economy. Nueva York: Metropolitan Books, 2002, 15-30. , 15-30].

30

C. MoriniMorini, C. Por amor o la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo. Trad. J. M. Gual Bergas. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014.. Por amor o a la fuerza. Op. cit., passim.

31

S. OngaroOngaro, S. “Dalla riproduzione produttiva alla produzione riproduttiva”. Multitudes. Revue politique, artistique, philosophique, 12, 2003, 22-32. . “Dalla riproduzione produttiva alla produzione riproduttiva”. Art. cit., passim.

32

C. MoriniMorini, C. Por amor o la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo. Trad. J. M. Gual Bergas. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014.. Por amor o a la fuerza. Op. cit., p. 83.

33

Ib., p. 127.

34

J. Moruno. La fábrica del emprendedor. Trabajo y política en la empresa-mundo. Madrid: Akal, 2015Moruno, J. La fábrica del emprendedor. Trabajo y política en la empresa-mundo. Madrid: Akal, 2015., p. 72.

35

C. Morini. “The feminization of labor in cognitive capitalism”. Feminist Review, 87 (1), 2007Morini, C. “The feminization of labor in cognitive capitalism”. Feminist Review, 87 (1), 2007, 40-59. <https://doi.org/10.1057/palgrave.fr.9400367>., p. 47 (la traducción es nuestra).

36

De igual manera que sucede con el trabajo reproductivo, esta configuración de la experiencia subjetiva supone un inmenso ahorro de costes para el capitalismo al dificultar la identificación, por parte del trabajador, del trabajo como tal. Precisamente debido a la progresiva indistinción entre trabajador y trabajo, el biotrabajo comparte un rasgo esencial con el trabajo doméstico de la economía política del patriarcado: no ya solamente su justificación por la vía de la vinculación afectiva (el hecho de que se realice “por amor” -y no “a la fuerza”, jugando con el título de la obra de Morini-), sino también porque es esta afectividad la que, como en el trabajo reproductivo, justifica la gratuidad del mismo o, al menos, su ausencia de remuneración completa.

37

A. Fumagalli; C. Morini. “Cognitive bio-capitalism, social (re)production and the precarity trap: why not basic income?”. Knowledge Cultures, 1(4), 2013Fumagalli, A.; Morini, C. “Cognitive bio-capitalism, social (re)production and the precarity trap: why not basic income?”. Knowledge Cultures, 1(4), 2013, 106-126., p. 108 (la traducción es nuestra).

38

J. MorunoMoruno, J. “La enredadera”. La Circular, s. f. . “La enredadera”. La Circular.

39

J. Moruno. No tengo tiempo. Geografías de la precariedad. Madrid: Akal, 2018Moruno, J. No tengo tiempo. Geografías de la precariedad. Madrid: Akal, 2018., p. 58.

40

A. Pérez OrozcoPérez Orozco, A. Subversión feminista de la economía. Aportes para un debate sobre el conflicto capital-vida. Madrid: Traficantes de Sueños, 2017.. Subversión feminista de la economía. Op. cit., passim.

41

Aunque no se profundice aquí en esta idea, baste señalar que lo propio de lo feminizado es que no se deja atrapar, sin resto, por lo que en el sistema de acumulación infinita de beneficios es considerado productivo. Roswitha Scholz se refiere a las actividades reproductivas como una “escisión del valor”, en la medida en que poseen un carácter diferente al del trabajo abstracto, basado en la contradicción fundamental entre la “lógica de gasto del tiempo” que las constituye frente a la “lógica de ahorro del tiempo” propia de la producción, utilizando dos conceptos de Frigga Haug [cf. “El patriarcado productor de mercancías. Tesis sobre capitalismo y relaciones de género”. Trads. J. Maiso y J. A. Zamora. Constelaciones. Revista de teoría crítica, 5, 2013Scholz, R. “El patriarcado productor de mercancías. Tesis sobre capitalismo y relaciones de género”. Trads. J. Maiso y J. A. Zamora. Constelaciones. Revista de teoría crítica, 5, 2013, 44-60., p. 48]. De ahí que el biotrabajo no pueda ser nunca remunerado completamente, pues, como señala Morini, “en el momento en el que el proceso productivo abarca conocimiento y afecto, deseo y cuerpos, motivaciones y opiniones, es aún más evidente que nunca que no puede ser pagado aquello que es efectivamente puesto a trabajar” [“Il lavoro di cura come archetipo del biocapitalismo. Altre ragioni per il diritto al reddito”. Associazione Basic Income Network Italia, 2010Morini, C. “Il lavoro di cura come archetipo del biocapitalismo. Altre ragioni per il diritto al reddito”. Associazione Basic Income Network Italia, 2010<http://www.bin-italia.org/pdf/morinicura.pdf>.. <http://www.bin-italia.org/pdf/morinicura.pdf> (la traducción es nuestra)].

42

C. MoriniMorini, C. Por amor o la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo. Trad. J. M. Gual Bergas. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014.. Por amor o a la fuerza. Op. cit., p. 203.

43

Cf. W. Brown. El pueblo sin atributos. La secreta revolución del neoliberalismo. Trad. Víctor Altamirano. Barcelona: Malpaso, 2016Brown, W. El pueblo sin atributos. La secreta revolución del neoliberalismo. Trad. V. Altamirano. Barcelona: Malpaso, 2016.. Sobre esta contrapartida del fenómeno de la feminización, esto es, sobre la traslación de las lógicas económicas a la reproducción de la vida, cf. A. R. Hochschild. La mercantilización de la vida íntima. Apuntes de la casa y el trabajo. Trad. L. Mosconi. Madrid: Katz, 2008Hochschild, A. R. La mercantilización de la vida íntima. Apuntes de la casa y el trabajo. Trad. L. Mosconi. Madrid: Katz, 2008..

44

J. MorunoMoruno, J. La fábrica del emprendedor. Trabajo y política en la empresa-mundo. Madrid: Akal, 2015.. La fábrica del emprendedor. Op. cit., p. 72.

45

C. MoriniMorini, C. Por amor o la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo. Trad. J. M. Gual Bergas. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014.. Por amor o a la fuerza. Op. cit., p. 192.

46

Ib., p. 84. Pues, como ha señalado la teórica feminista Celia Amorós, si bien el paradigma de la feminización laboral o de la “economía del trabajo doméstico fuera del hogar”, empleando una expresión de R. Gordon, se aplica a los hombres de forma metafórica -en la medida en que se han visto desposeídos de su rol de proveedores universales y se ven afectados por la precariedad en el mercado de trabajo neoliberal-, en el caso de las mujeres su significado es literal, en la medida en que “su trabajo asalariado, aun desempeñado fuera del hogar, lleva todas las marcas de su trabajo doméstico”. La realización de muchos de estos trabajos desde el propio domicilio, en puestos del sector informal y de la economía sumergida -como sucede en la industria maquiladora-, el aprovechamiento de sus habilidades versátiles sin ser reconocidas como trabajadoras cualificadas o la exposición a la violencia sexual ejercida por parte de sus superiores masculinos, según Amorós, son rasgos específicos del trabajo asalariado desempeñado por las mujeres. Por su condición de sujetos infinitamente sustituibles o intercambiables dentro de los marcos de significación patriarcal, las mujeres, “percibidas como sirvientas más que como sujetos de derechos laborales”, entran y salen del mercado laboral de manera reversible y sin abandonar el estatus servil propio del trabajo doméstico (cf. Mujeres e imaginarios de la globalización. Reflexiones para una agenda teórica global del feminismo. Rosario: Homo Sapiens, 2008Amorós Puente, C. Mujeres e imaginarios de la globalización. Reflexiones para una agenda teórica global del feminismo. Rosario: Homo Sapiens, 2008., pp. 44ss).

47

R. ScholzScholz, R. “El patriarcado productor de mercancías. Tesis sobre capitalismo y relaciones de género”. Trads. J. Maiso y J. A. Zamora. Constelaciones. Revista de teoría crítica, 5, 2013, 44-60.. “El patriarcado productor de mercancías”. Art. cit., p. 58.

48

J. RevelRevel, J. “Prefacio”. En: Morini, C. Por amor o la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo. Trad. J. M. Gual Bergas. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014, 13-20.. “Prefacio”. En: C. Morini. Por amor o la fuerza. Op. cit., p. 17.

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