ISEGORÍA. Revista de Filosofía moral y política, N.º 64
enero-junio,  2021, e19
ISSN-L: 1130-2097 | eISSN: 1988-8376
https://doi.org/10.3989/isegoria.2021.64.19

Sobre el proyecto de filosofía social en Dialéctica negativa*Este artículo ha sido elaborado a partir de la investigación realizada para redactar el ensayo del trabajo de fin de grado para la obtención del título de graduado en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y completado gracias a una beca de introducción a la investigación para estudiantes universitarios (JAEINT19_EX_0212) en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Quisiera agradecer a mis tutores en una y otra institución, Nuria Sánchez Madrid y José Antonio Zamora Zaragoza, su apoyo y sus comentarios.

On the project of social philosophy in Negative Dialectics

Jorge del Arco

Universidad Complutense de Madrid

https://orcid.org/0000-0002-6897-5053

Resumen

Este trabajo afronta dos de las objeciones que cabe aducir contra la presencia de un proyecto de filosofía social en Dialéctica negativa. En primer lugar, se matiza la continuidad del diagnóstico social de Adorno con la teoría lukacsiana de la cosificación, interpretando el núcleo de su teoría social como un análisis del proceso de subsunción que se produce con la autonomización de la objetividad social. En segundo lugar, se presenta la noción de constelación como núcleo del razonamiento epistemológico de Adorno en Dialéctica negativa y se cuestiona el argumento acerca de su incompatibilidad con el trabajo de las ciencias sociales, analizando su relación con respecto al método de los tipos ideales de Max Weber y su afinidad con los modelos teóricos de Edward P. Thompson y David Harvey.

Palabras clave: 
Adorno; Dialéctica negativa; Filosofía social; Teoría social; Ciencias sociales.
Abstract

This paper addresses two of the objections that can be raised against the presence of a project of social philosophy in Negative Dialectics. First, I argue that the continuity of Adorno’s social diagnosis with Lukács’ theory of reification should be nuanced by interpreting the core of his social theory as an analysis of the process of subsumption that occurs with the autonomization of social objectivity. Secondly, I present the notion of constellation as the core of Adorno’s epistemological argument in Negative Dialectics and I challenge the idea of an incompatibility between the negative dialectic and social sciences. This is pursued through a discussion of the relation with Max Weber’s ideal types and the affinity between Adorno’s epistemological program and the theoretical models of Edward P. Thompson and David Harvey.

Keywords: 
Adorno; Negative Dialectics; Social Philosophy, Social Theory; Social Sciences.

Recibido: 31  diciembre  2019. Aceptado: 01  diciembre  2020.

Cómo citar este artículo/Citation: Arco, Jorge del (2021) "Sobre el proyecto de filosofía social en Dialéctica negativaEste artículo ha sido elaborado a partir de la investigación realizada para redactar el ensayo del trabajo de fin de grado para la obtención del título de graduado en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y completado gracias a una beca de introducción a la investigación para estudiantes universitarios (JAEINT19_EX_0212) en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Quisiera agradecer a mis tutores en una y otra institución, Nuria Sánchez Madrid y José Antonio Zamora Zaragoza, su apoyo y sus comentarios.". Isegoría, 64: e19. https://doi.org/10.3989/isegoria.2021.64.19

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

 

Situar el término de filosofía social en relación con Dialéctica Negativa tiene que resultar de entrada problemático. No solo porque esta obra de Theodor W. Adorno pertenece a una etapa de su producción en la que la distancia respecto al sentido que Max Horkheimer le daba a esa formulación en 1931 parece cada vez más acentuada. El cambio de paradigma con que Jürgen Habermas o Axel Honneth buscaron superar las aporías a que habrían conducido las derivas de sus predecesores -especialmente Adorno- se presentó como un retorno a la filosofía social que permitiera abandonar el lastre de la filosofía de la conciencia y sus consecuencias irracionalistas o estetizantes, así como superar el déficit sociológico de la primera teoría crítica (Honneth, 1993Honneth, A. (1993). The Critique of Power. Cambridge: MIT Press.). El propio Adorno rechazó el término «filosofía social» en diversas ocasiones por considerar que podía conducir a excesos especulativos que se distanciaran del trabajo de las ciencias sociales (Renault, 2018: 55Renault, E. (2018). «Théorie sociologique, théorie sociale, philosophie sociale: une cartographie critique». Sociologie, vol. 9, núm. 1, 43-59.) o a la restricción de la filosofía a un ámbito específico de especialización (Maiso, 2010: 336Maiso, J. (2010). Elementos para la reapropiación de la teoría crítica de Theodor W. Adorno. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.).

Con relación a esto último, hay que aclarar que el objetivo no es acotar un ámbito específico para la tarea filosófica relacionado con el objeto de «lo social». Lo que se busca es conectar Dialéctica Negativa con el impulso que movilizaba el programa que Horkheimer trató de articular para el Institut für Sozialforschung.Jacobo Muñoz (1984: 144)Muñoz, J. (1984). «La escuela de Frankfurt y los usos de la utopía». Lecturas de filosofía contemporánea. Barcelona: Ariel, 221-313. ya señaló que el paso de la formulación «filosofía social» a la noción de «teoría crítica» no implicaba un cambio de planteamiento. Más bien al revés, la teoría crítica era la filosofía social «de siempre» en las condiciones exigidas por las sociedades del capitalismo avanzado.1Apoyándose en el escrito tardío de Horkheimer, «Sociología y filosofía», Muñoz traza una contextualización del impulso intelectual de la teoría crítica que destaca su engarce con la «gran filosofía alemana» (1984: 150) como traducción inmanente de la aspiración a la realización de los ideales latentes en la filosofía. La superación de la orientación trascendentalista que habría caracterizado a la «vieja filosofía social, desde las reflexiones políticas de los griegos a los grandes textos político-teológicos de la Era Racionalista» (Muñoz, 1984: 147), exigía, sin embargo, lidiar con la facticidad social que determina las condiciones de dicha realización. Esto habría abierto el marco para la disputa teórica acerca del análisis de la sociedad que enfrentaría a la sociología burguesa y a la crítica de la economía política marxiana, en cuyas filas se desarrolla la propuesta de la teoría crítica, sin renunciar al proyecto de generalizarla en una nueva «filosofía crítica» (Muñoz, 1984: 153). También Honneth ha destacado este vínculo entre la filosofía y el análisis social como aquello que determina a un tiempo «la actualidad de la teoría crítica» y su conexión con «un legado central del idealismo alemán» (Honneth, 2009: 7-8). El adjetivo social, por tanto, está marcando una orientación sustantiva: pese a que la impronta marxista y hegeliana de la reflexión histórico-social sobre las condiciones de posibilidad de la realización de la razón -y los motivos de su fracaso- será sometida a un proceso de crítica inmanente y superación, en Dialéctica Negativa persiste la idea de hacer de la realidad social el sustrato y el ámbito de cumplimiento del anhelo de una vida racional.

Los trabajos de reapropiación de la filosofía adorniana que se han escrito en las últimas décadas (Cabot, 1997Cabot, M. (1997). El penós camí de la raó. Theodor W. Adorno i la crítica de la modernitat. Palma: Universitat de les Illes Balears.; Gómez, 1998Gómez, V. (1998). El pensamiento estético de Theodor W. Adorno. Madrid: Cátedra.; López Álvarez, 2000López Álvarez, P. (2000). Espacios de negación. Madrid: Biblioteca Nueva.; Zamora, 2004Zamora, J. A. (2004). Th. W. Adorno. Pensar contra la barbarie. Madrid: Trotta.; Maiso, 2010Maiso, J. (2010). Elementos para la reapropiación de la teoría crítica de Theodor W. Adorno. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.) han asumido la tarea de depurar los sesgos originados por una recepción excesivamente marcada por la matriz hermenéutica habermasiana. La lectura irracionalista y estetizante de la crítica del principio de identidad puede considerarse refutada. Ahora bien, que la filosofía de Adorno no deba ser tachada de irracionalista no significa que no pueda ser aporética. Intérpretes que se sitúan en coordenadas distintas a las del cambio de paradigma han señalado que la dialéctica negativa acaba cancelando su apertura antisistemática en la permanencia en una negatividad sistemática que lastra su relación con el trabajo científico (Buck-Morss, 1977: 180-190Buck-Morss, S. (1977). The Origin of Negative Dialectics. Sussex: The Harvester Press.; López Álvarez, 1996López Álvarez, P. (1996). «Identidad y conciencia. Consideraciones en torno a la Dialéctica negativa de Adorno». Anales del Seminario de Metafísica, núm. 30, 185-203.). Ello resultaría en un déficit cognoscitivo que afecta a la capacidad de discernimiento de lo singular y particular. Pablo López Álvarez (2000: 181-196)López Álvarez, P. (2000). Espacios de negación. Madrid: Biblioteca Nueva. ha analizado con detenimiento cómo ello deriva de una tendencia a la totalización de la teoría de la cosificación como racionalidad unitaria del proceso social. Aunque no asume la lectura de la deriva esteticista, esta crítica no se sitúa tan lejos de la objeción de Honneth (1993: 74-75Honneth, A. (1993). The Critique of Power. Cambridge: MIT Press.) acerca de la ausencia de una reflexión específica sobre lo social al margen de la relación del ser humano con la naturaleza. Se trata, por tanto, de un problema en que tiene que detenerse la defensa de la pervivencia del proyecto de filosofía social en Diálectica Negativa.

El objetivo de este artículo es tratar ambas cuestiones: la tendencia a la totalización de la teoría de la cosificación y la consiguiente tendencia a la indiferenciación en el análisis social por el predominio de la mirada filosófica sobre el trabajo científico. Para ello se planteará, en primer lugar, una interpretación alternativa sobre la teoría social de Adorno que la separe de las coordenadas lukácsianas de la cosificación. En segundo lugar, se mostrará la viabilidad del modelo teórico de la dialéctica negativa en las ciencias sociales. En este caso, resulta necesario distinguir la noción de constelación de los tipos ideales weberianos, así como señalar la compatibilidad de la reflexión teórica de Adorno con la perspectiva que han desarrollado en su trabajo científico dos autores de referencia en el ámbito de la historia y la geografía como son Edward P. Thompson y David Harvey. Ambas cuestiones permitirán defender con mayor claridad que en Dialéctica negativa sigue presente un proyecto de filosofía social.

EL NÚCLEO DE LA TEORÍA SOCIAL DE ADORNO

 

En su primer estudio sobre el desarrollo de la teoría crítica, Honneth (1993: 5-31)Honneth, A. (1993). The Critique of Power. Cambridge: MIT Press. sitúa el déficit sociológico en lo que interpreta como una filosofía de la historia orientada por la progresiva dominación humana de la naturaleza. El lugar que debería ocupar lo propiamente «social», la interacción entre sujetos, no aparecería en un esquema general en que lo que se destaca es que la otra cara de dicho proceso es el sometimiento del propio sujeto a la objetividad que trata de dominar. Adorno habría exacerbado este problema al encuadrar todo esfuerzo científico, bajo el signo del positivismo, como un modo de conocimiento orientado hacia el control sobre la naturaleza. Al no tener en cuenta las diferencias metodológicas entre las distintas ciencias, habría desatendido aún más esa esfera específica de mediación intersubjetiva (Honneth, 1993: 58-64Honneth, A. (1993). The Critique of Power. Cambridge: MIT Press.).

Es habitual destacar la importancia que han tenido las figuras de Max Weber y György Lukács en el dictamen acerca de la sociedad totalmente administrada. Tanto la ecuación que conecta racionalización y burocratización como la comprensión de un proceso general de cosificación, que se despliega en términos de instrumentalización de la razón, son determinantes en el diagnóstico adorniano de la extinción del sujeto (López Álvarez, 2011: 34-36López Álvarez, P. (2011). «Ocaso del individuo, recuerdo de lo vivo. Sujeto y naturaleza en Adorno». Muñoz, J. (ed.), Melancolía y verdad. Madrid: Biblioteca Nueva, 33-70.). Sin embargo, para precisar el lugar desde el que Adorno pone en juego esta idea central de su teoría social, hay que acudir también al modo en que se produce su particular reapropiación de las categorías de Marx. La lectura de Adorno como una crítica inmanente de la modernización capitalista (Zamora, 2011Zamora, J. A. (2011). «Theodor W. Adorno: Crítica inmanente del capitalismo». Muñoz, J. (ed.), Melancolía y verdad. Madrid: Biblioteca Nueva, 71-94.), más que de la modernidad en un sentido filosófico, ofrece una perspectiva diferente respecto a la totalización de la teoría de la cosificación. Desde este punto de vista, en el diagnóstico social cobra más importancia la noción de fetichismo que el proceso de racionalización interpretado como instrumentalización.

Pero la categoría de fetichismo adquiere una significación diferente al sentido que se le ha atribuido habitualmente en la teoría marxista clásica. No se trata del encubrimiento bajo una falsa apariencia de las relaciones sociales reales, porque «el carácter fetichista de la mercancía no es imputado a una conciencia subjetivo-errónea, sino objetivamente deducido del a priori social, el proceso de canje» (Adorno, 2005: 180Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). El fetichismo en Adorno expresa la forma en que la sociedad se presenta como un todo alienado de las prácticas de los sujetos sociales (Bonefeld, 2017: 13Bonefeld, W. (2017). «Objetividad económica y dialéctica negativa: sobre la lucha». Constelaciones, núm. 8/9, pp. 3-27.). Ahora bien, en la medida en que «lo que es el hombre no se puede indicar» (Adorno, 2005: 123Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.), tampoco la alienación se refiere a la enajenación de algo esencial al ser humano. Expresa la objetivación de las prácticas sociales que se vuelve sobre los propios sujetos como algo que deben obedecer (Gómez, 1998: 29Gómez, V. (1998). El pensamiento estético de Theodor W. Adorno. Madrid: Cátedra.). Contra la mayor parte de la teoría marxista clásica, Adorno no sitúa en el núcleo de la dinámica social la extracción de plusvalor. Lo que le interesa es la particular inversión que hace que la organización de la vida en sociedad deje de estar orientada por la satisfacción de necesidades para establecerse como mecanismo de maximización de beneficios y reproducción ampliada de la acumulación (Zamora, 2011: 79-80Zamora, J. A. (2011). «Theodor W. Adorno: Crítica inmanente del capitalismo». Muñoz, J. (ed.), Melancolía y verdad. Madrid: Biblioteca Nueva, 71-94.). Esta inversión que caracteriza el proceso social capitalista es lo que hace que los conceptos fundamentales de la teoría de la sociedad de Adorno, en lugar de tratar de establecer con precisión una teoría de la acción que asiente los fundamentos de una teoría específica de lo social, busquen captar el modo en que la objetividad social se autonomiza y se impone sobre los sujetos (Zamora, 2011: 73-77Zamora, J. A. (2011). «Theodor W. Adorno: Crítica inmanente del capitalismo». Muñoz, J. (ed.), Melancolía y verdad. Madrid: Biblioteca Nueva, 71-94.).

El concepto clave a la hora de captar el principio que unifica la totalidad social, produciendo la inversión fetichista, es el intercambio. A lo largo de los años sesenta, Adorno se refiere a la sociedad capitalista contemporánea como sociedad de intercambio.2Así aparece conceptualizada en diferentes cursos y conferencias impartidas durante la década (Adorno, 1996: 48-49; 2004a: 13-14; 2004b: 333). También en Dialéctica negativa, «sociedad de canje» es uno de los términos privilegiados por Adorno (2005: 243, 283, 315, 339). El cuestionamiento que arroja sobre el énfasis weberiano en la racionalidad del intercambio de equivalentes, por aproximar demasiado el concepto de capitalismo a su «espíritu» (Adorno, 2005: 160), se refiere más a la falta de articulación dialéctica del concepto que al concepto mismo. Esto se aprecia claramente en las lecciones sobre los fundamentos filosóficos de la teoría social que Adorno imparte al mismo tiempo que prepara Dialéctica negativa. En ese curso, Adorno aborda de manera manifiesta el problema del concepto de sociedad de intercambio al reconocer a su alumnado que los cambios que han tenido lugar en la sociedad de mercado ponen a prueba el uso del concepto. La tendencia a la concentración monopolista de capital, la intervención del Estado en la economía a través de subsidios de desempleo y programas de empleo público o la propia organización de los trabajadores en grandes sindicatos son transformaciones que dificultan seguir concibiendo la sociedad contemporánea sobre la base de la propiedad privada y el principio universal de intercambio (Adorno, 2019: 27-29). No obstante, pese a los cambios cualitativos que ello comporta, y que es obligado reconocer, Adorno (2019: 125) sigue considerando que el intercambio es el principio fundamental que organiza la sociedad contemporánea. Lo que es necesario actualizar es el concepto liberal de sociedad de intercambio. Para ello es necesario analizar en relación con la tendencia social aquellos aspectos que la propia dinámica de la sociedad de intercambio se ha visto obligada a modificar para su supervivencia. Sobre la centralidad del concepto de intercambio en la teoría social de Adorno, escribe Zamora: «En la ley del intercambio Adorno reconoce la misma “objetividad heterónoma” expresada en el concepto de capital, que se presenta a los individuos bajo la forma de coacción. Así pues, el mundo invertido de la objetividad social autonomizada posee su fundamento en la abstracción operada por el intercambio» (Zamora, 2011: 82). Aunque en ocasiones se le imputa tomar una relación que ni es específica del capital ni se puede entender exclusivamente en términos económicos (Ripalda, 2011: 136Ripalda, J. M. (2011). «Lo político imposible». Muñoz, J. (ed.), Melancolía y verdad. Madrid: Biblioteca Nueva, 131-139.), es importante precisar que Adorno no se refiere a cualquier acto de cambiar algo por algo, sino a aquel que está mediado por el trabajo abstracto como forma social general y, por tanto, impone sobre las cosas, las cualidades y las relaciones una media abstracta homogeneizadora (Zamora, 2011: 85Zamora, J. A. (2011). «Theodor W. Adorno: Crítica inmanente del capitalismo». Muñoz, J. (ed.), Melancolía y verdad. Madrid: Biblioteca Nueva, 71-94.).

También es importante tener en cuenta que, para Adorno, la lógica del intercambio no determina solo las relaciones económicas, sino el conjunto de la vida social (Adorno, 2019: 57Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.). Aquí también hay un desplazamiento clave respecto a la comprensión clásica de la crítica de la economía política. Ampliando el sentido de las categorías de subsunción formal y subsunción real, en Marx referidas al paso del momento en que el capital simplemente se apropia de los productos del trabajo al momento en que también condiciona el propio proceso de producción (Marx, 2009: 615-618Marx, K. (2009). El Capital, libro I, tomo I, vol. 2. México D. F: Siglo xxi.), es posible interpretar la identificación del intercambio como principio social general en términos de subsunción real de la sociedad. Ello explica la vinculación entre el intercambio de equivalentes y el principio de identidad: la homogeneización a través de la conmensurabilidad conecta la coacción de la abstracción filosófica con aquella que impone la totalidad social.3«El principio del canje, la reducción del trabajo humano al abstracto concepto universal del tiempo medio de trabajo, está originariamente emparentado con el principio de identificación. Su modelo social lo tiene en el canje, y no existiría sin este; él hace conmensurables, idénticos, seres singulares y acciones no idénticos. La extensión del principio reduce el mundo entero a algo idéntico, a una totalidad» (Adorno, 2005: 142-143). Más allá del proceso de trabajo o la distribución de la riqueza, la lógica del intercambio de equivalentes, en su intento por «tapar los últimos huecos que ha dejado aún abiertos el mundo de las mercancías» (Adorno, 2005: 339Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.), se expande a todas las esferas sociales. Del mismo modo que el capital habría determinado cada vez más el proceso productivo mismo mediante las exigencias derivadas del intento de maximizar su rentabilidad, la abstracción de la equivalencia subsume cada vez más aspectos de la vida bajo la racionalidad de la valorización del valor.4«La tendencia inmanente a la expansión e independización de la administración como simple forma de dominio explica difícilmente, por sí sola, el tránsito de aparatos administrativos, en el viejo sentido de la palabra, a los del mundo administrado; su entrada en ámbitos antes no administrados. Podría ser responsable de ello la expansión de la relación de trueque sobre la totalidad de la vida con la creciente monopolización. El pensar en equivalentes produce por sí mismo, en la medida en que una racionalidad, emparentada en principio con la racionalidad administrativa, como lo es la conmensurabilidad de todos los objetos, da lugar a su subsumibilidad bajo reglas abstractas» (Adorno, 2004c: 117). La misma idea aparece en Dialéctica negativa en relación con el problema de la razón instrumental y la cuestión de los medios y los fines: «La sociedad se ha convertido en el contexto total de funciones como el cual la pensó otrora el liberalismo; el ente es tal en relación con otro, es irrelevante en sí mismo» (Adorno, 2005: 71).

La ampliación de la idea de subsunción real dota al esquema adorniano de un importante potencial para captar las transformaciones de la sociedad capitalista durante el siglo xx. La tesis de que el principio de intercambio posee un carácter universal, que determina y subordina el resto de relaciones en una dinámica de tendencia totalizante, quiere deshacer la contraposición externa entre los conceptos teóricos de capital y trabajo como representantes de las respectivas clases que estructurarían la sociedad capitalista. Si Adorno nunca compartió la centralidad que otros autores marxistas daban a la relación de clase como explicación teórica del mecanismo social capitalista es porque no admite que el trabajo constituya un afuera de la dinámica capitalista que se oponga al capital como su otro. Este es uno de los puntos en que la teoría social adorniana se separa explícitamente de la de Marx: el proletariado no ocuparía una posición externa al proceso social (Adorno, 2019: 30Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.). Situarlo en esa posición de exterioridad buscaba fundamentar teóricamente el lugar de impugnación de las relaciones sociales capitalistas, tanto a nivel de la crítica social como de las esperanzas de emancipación (Zamora, 2011: 88Zamora, J. A. (2011). «Theodor W. Adorno: Crítica inmanente del capitalismo». Muñoz, J. (ed.), Melancolía y verdad. Madrid: Biblioteca Nueva, 71-94.). De manera coherente con su perspectiva de crítica inmanente, Adorno rechaza ese tipo de fundamentación. Pero, además, se trata también de una crítica a Marx que viene determinada por la propia evolución del objeto de análisis. La dinámica de la sociedad capitalista no ha producido el esperado aumento de la miseria, sino todo lo contrario: una paulatina integración del proletariado en los esquemas de la sociedad burguesa (Adorno, 2019: 31Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.).

La tesis de la integración es central en la teoría social de Adorno. La «inmanencia sistémica del proletariado» (Adorno, 2019: 33Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.) es abordada repetidamente en sus cursos de los años sesenta, especialmente a propósito de temas sociológicos clásicos como la conciencia de clase (Adorno, 1996: 38-39Adorno, Th. W. (1996). Introducción a la sociología. Barcelona: Gedisa.). Sin embargo, el propio Adorno advierte contra una excesiva reducción de lo subjetivo a una cuestión de conciencia que minimice la «significación objetiva» (2019: 60Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.) de este proceso. El hecho de que lo decisivo respecto a la tesis marxiana del empobrecimiento radical de la clase trabajadora sea la necesidad de reconocer que el proletariado contemporáneo «tiene algo más que perder que sus cadenas» (Adorno, 2019: 38Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.), demuestra que el «creciente aburguesamiento del proletariado» (Adorno, 2019: 37Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.) supone una dinámica que va más allá de la conciencia de la clase trabajadora. Por eso Adorno se refiere a una «creciente socialización» (2019: 64Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.) en la que cada vez van quedando menos espacios que no estén directamente condicionados por el proceso social general. Lo que anteriormente constituían esferas con relativa autonomía con respecto a la modernización capitalista se ve cada vez más absorbido en el proceso general de acumulación de capital y cada vez más determinado por la lógica que condiciona la valorización del valor.5Así aparece reflejado en un pasaje de la clase del 23 de julio de 1964, donde Adorno (2019: 52) concreta la noción de integración mediante un ejemplo elocuente acerca del chantaje que supone la exigencia de adaptación de los trabajadores a las necesidades de la economía: el eslogan «espiral de precios» describiría una situación objetiva que obliga a los trabajadores a convertirse en socios de sus empleadores y oponentes del resto de trabajadores. Si se sustituye el término «espiral de precios» por «terciarización» o «creación de empleo», la tesis de Adorno sigue siendo siniestramente válida a la hora de describir la tendencia del proceso social capitalista mediante la noción de integración.

Desde la perspectiva de la autonomización de la objetividad social y la subsunción real de la sociedad, la crítica de Adorno se distancia de la teoría de la cosificación de Lukács. No es la alienación de las capacidades objetivadas de un sujeto dado lo que se encuentra en el punto de mira. Ni es el trabajo como actividad la instancia privilegiada de reproducción de la cosificación. El trabajo es la mediación social correspondiente al principio del intercambio de equivalentes que se extiende a la totalidad de esferas sociales (Adorno, 2005: 142-143Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).6La comprensión del trabajo como mediación social es lo que permite a Adorno situarlo como contenido histórico del concepto kantiano de sujeto trascendental (2005: 169-170) y del concepto hegeliano de espíritu (2012: 242-243). Esta remisión constante de las categorías filosóficas a las dinámicas sociales como forma de vincularlas con sus condiciones históricas de posibilidad es uno de los aspectos del pensamiento filosófico de Adorno que habilitan su interpretación como filosofía social. Pero tampoco cabe perder de vista la negatividad con que presenta la categoría de totalidad (Adorno, 2005: 143Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). No solamente en lo que se refiere a su carácter opresivo (Adorno, 2005: 287Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Adorno marca distancias con respecto a la interpretación de la sociedad como un sistema. En primer lugar, destaca que Marx, aun cuando coincidiera con los economistas políticos a la hora de entender la sociedad como un sistema deducible a partir de sus conceptos constitutivos, interrogaba al mismo tiempo dicha deducción para cuestionar la unidad que presupone (Adorno, 2019: 25-26Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.). Mostraba así la no identidad de la sociedad con su concepto. En segundo lugar, también señala que la complejidad alcanzada por las sociedades contemporáneas, tanto a nivel empírico como a nivel de las contradicciones y desviaciones provocadas por su propio principio, vuelve sumamente problemático el esfuerzo de teorizar sobre la sociedad a partir de un concepto uniforme y una unidad sistemática (Adorno, 2019: 27Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.). La reivindicación de una teoría no sistemática de la sociedad se concreta en la articulación dialéctica de la tendencia a la integración con los efectos desintegradores de esa misma tendencia.7La «consolidación del principio de intercambio» y la «capitalización de todas las relaciones interpersonales» rigen el incremento de la socialización según el imperativo de la «adaptación social», pero esto no supone una reconciliación de intereses ni entre las personas ni de estas con la sociedad (Adorno, 2019: 65. Las citas de obras referenciadas en idiomas distintos al castellano son traducciones propias). Por eso la tendencia a la integración produce ella misma una creciente desintegración. Por eso no es posible analizar la sociedad contemporánea a partir de un tipo de racionalidad unitaria. Tampoco la racionalidad del principio social puede equipararse sin más con el concepto de racionalización. Puesto que la sociedad no se ajusta a su concepto, la teoría social tiene que ser sistemática y no sistemática si quiere ser capaz de captar su unidad, sin reducir o eliminar aquellos aspectos no deducibles, y sin negar o escindir su irracionalidad (2019: 77Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.). Lo que establece la necesidad de la perspectiva del todo como mediación es el hecho de que la autonomización de la objetividad social se impone como coacción. Pese a que es reproducida por los propios individuos, adquiere un funcionamiento de carácter automático, como un mecanismo objetivo e independiente de los seres humanos (Adorno, 2005: 290-291Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Para Adorno este es el principal obstáculo que se antepone a una realización de la razón en términos de autodeterminación, pero no supone un diagnóstico que equipare unilateralmente objetivación y cosificación.8 Matthias Benzer (2011: 21) destaca la gran importancia que tiene para Adorno mostrar cómo la sociedad se objetiva al volver opaca su dimensión subjetiva y, al mismo tiempo, descifrar dicha objetivación en términos de su carácter humano e histórico y, por ende, subjetivo. Esto quiere decir que lo central para Adorno no es la denuncia de la alienación que se produce en la objetivación, sino el reconocimiento de la dualidad de la sociedad y el conflicto que ello establece entre sus dimensiones objetiva y subjetiva. De este modo, se aprecia también el sentido principal de la importante noción de historia natural que Adorno presentó como conferencia en el círculo francfortiano de la Kant-Gesellschaft en 1932: «Si la cuestión de la relación entre naturaleza e historia ha de plantearse con seriedad, solo tendrá visos de solución si se logra comprender el ser histórico en su extrema determinación histórica, allí donde es máximamente histórico, como un ser natural, o si se logra comprender la naturaleza, donde parece aferrarse más profundamente a sí misma, como un ser histórico» (Adorno, 2010: 323). Esta idea fundamental es retomada en Dialéctica negativa tras confrontar el pensamiento de Hegel con las categorías marxianas de mistificación y fetichismo (Adorno, 2005: 330). El fetichismo implica la necesidad de mostrar el momento activo de las cosas tanto como el momento objetivado del sujeto. La dialéctica negativa apunta a la constitución social de ambos (Bonefeld, 2012: 127). Tampoco uno que conlleve el rechazo de la capacidad administrativa de la razón per se (Adorno, 2001: 16Adorno, Th. W. (2001). Epistemología y ciencias sociales. Madrid: Crítica.).

DIALÉCTICA NEGATIVA Y CIENCIAS SOCIALES

 

A pesar de lo expuesto hasta aquí, sigue en pie la objeción de que la manera en que Dialéctica negativa presenta cómo debería desarrollarse el trabajo de dirigir el concepto a lo no idéntico muestra insuficiencias respecto a su propia intención. López Álvarez (1996: 198-199)López Álvarez, P. (1996). «Identidad y conciencia. Consideraciones en torno a la Dialéctica negativa de Adorno». Anales del Seminario de Metafísica, núm. 30, 185-203. también problematiza el excesivo énfasis en la limitación del trabajo categorial por conllevar una formulación del método de las constelaciones que apunta a la iluminación del devenir de lo real casi como «pura nominación», lo cual plantearía serias dudas acerca de la viabilidad de la traducción de la dialéctica negativa en una reforma teórica de calado para las ciencias sociales. Un problema similar señala Honneth en su segundo trabajo sobre la historia de la teoría crítica, donde el cuestionamiento del método adorniano se presenta de manera ligeramente modificada respecto a la interpretación expuesta en La crítica del poder. En Patologías de la razón, Honneth (2009: 71-74)Honneth, A. (2009). Patologías de la razón. Buenos Aires: Katz. se concentra en la excesiva similitud de la idea de las constelaciones con la construcción weberiana de los tipos ideales, algo que lastraría el análisis adorniano del capitalismo con una tendencia a la construcción de figuras mediante la exageración como mecanismo de interpretación de los fenómenos. El problema radicaría en que dicha interpretación se mantendría en un nivel superficial, al mismo tiempo que la intensificación conceptual de ciertos elementos introduciría en el análisis el sesgo que ya había actuado previamente en la construcción de la figura.9«El análisis del capitalismo que hace Adorno consiste en esencia en el intento de inferir de las manifestaciones superficiales de nuestra forma de vida, estilizadas mediante construcciones típico-ideales, su característica subyacente, la deformación social de nuestras facultades racionales» (Honneth, 2009: 76). Estas objeciones suponen un desafío a la posibilidad de concretar la discusión filosófica de Dialéctica negativa en el trabajo de las ciencias sociales. A continuación, se propone una interpretación alternativa de la noción de constelación y se plantean dos modelos en el plano de la historia y la geografía que asumen por cuenta propia posiciones epistemológicas adornianas.

Igual que la idea de historia natural, la noción de constelación también procede de la influencia que tuvo en Adorno El origen del drama barroco alemán, en este caso, concretamente, el «Prólogo epistemocrítico» (Zamora, 2004: 137-162Zamora, J. A. (2004). Th. W. Adorno. Pensar contra la barbarie. Madrid: Trotta.; Benzer, 2011: 22-23Benzer, M. (2011). The Sociology of Theodor Adorno. Cambridge: Cambridge University Press.). El influjo de Benjamin resulta decisivo para entender el abordaje de la no identidad entre el concepto y su objeto a través del lenguaje. Adorno (2005: 58-59)Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal. asume la tesis benjaminiana acerca del carácter cognoscitivo de la expresión al entender el lenguaje como punto de partida desde el que superar la insuficiencia del concepto y no como obstáculo que salvar para acceder a las cosas. Ahora bien, esto no significa que comparta las tesis benjaminianas acerca de la relación entre la verdad y el lenguaje. La constelación adorniana está más emparentada con «el uso hegeliano del término “concreto”, según el cual la cosa misma es su contexto, no su pura mismidad» (Adorno, 2005: 157Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Se trata de reconocer la importancia del contexto histórico-social en el análisis de los hechos y fenómenos sociales. Por eso, por mucha función cognoscitiva que se reconozca a la expresión, no es en la idea, como resultado del vínculo entre verdad y lenguaje, donde se intenta salvar la deficiencia del concepto, sino en la agrupación de conceptos.10Esta diferencia de énfasis se aprecia con claridad en el hecho de que el poder cognoscitivo de la nominación no es, para Adorno, más que una esperanza que guía la apuesta por la pluralidad conceptual: «La deficiencia interminable en todos los conceptos obliga a citar a otros; surgen ahí aquellas constelaciones que son las únicas a las que ha pasado algo de la esperanza del nombre» (2005: 59). Adorno alerta de que «incluso en Benjamin los conceptos tienen propensión a disimular autoritariamente su conceptualidad» e insiste en que «solo los conceptos pueden realizar lo que el concepto impide» (2005: 59). Tampoco es la conceptualización en general lo que le interesa cuestionar a Adorno al recordar la importancia de no olvidar esa deficiencia. La crítica al trabajo categorial está dirigida al uso taxonómico de los conceptos, pues es ahí donde la abstracción se impone sobre lo concreto.11«El momento unificador sobrevive sin negación de la negación, aunque también sin entregarse a la abstracción como principio supremo, debido a que de los conceptos no se avanza al concepto más general en un proceso escalonado, sino que se presentan en constelación. Esta ilumina lo específico del objeto, que es indiferente o molesto para el procedimiento clasificatorio. Un modelo de esto es el proceder del lenguaje. Este no ofrece un mero sistema de signos a las funciones cognitivas. Allí donde se presenta esencialmente como lenguaje, donde se convierte en representación, no define sus conceptos. A estos su objetividad se la procura por medio de la relación en que pone a los conceptos, centrados en torno a una cosa. Sirve con ello a la intención del concepto de expresar por completo aquello a lo que se refiere. Solo las constelaciones representan, desde fuera, lo que el concepto ha amputado en el interior, el plus que él quiere ser tanto como no puede serlo» (Adorno, 2005: 156).

La insistencia de Adorno con respecto al contexto histórico relativiza la importancia que pueda tener la tensión abstracta entre «la perpetua movilidad de lo real» y «la inmovilización del ser, bajo la forma de la conceptualización» (López Álvarez, 1996: 198-199López Álvarez, P. (1996). «Identidad y conciencia. Consideraciones en torno a la Dialéctica negativa de Adorno». Anales del Seminario de Metafísica, núm. 30, 185-203.). Lo verdaderamente importante es que la constelación sea capaz de mostrar «la historia coagulada de las cosas» (Adorno, 2005: 59Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.), es decir, no tanto el devenir en sí mismo, sino el proceso por el cual algo ha llegado a ser lo que es.12«Darse cuenta de la constelación en que está la cosa significa tanto como descifrar la que él porta en sí como en cuanto algo devenido. […] A la historia del concepto solo puede liberarla un saber que tenga también en cuenta la posición histórica del concepto en su relación con otros […]. El conocimiento del objeto en su constelación es el del proceso que este acumula en sí» (Adorno, 2005: 157-158). Solamente entendiendo la realidad social como proceso se puede captar el momento de su cosificación.13 Emmanuel Renault (2016) argumenta que el modo en que Adorno enfatiza la génesis y la dinámica de los elementos sociales resulta un modelo más integrador para el trabajo autorreflexivo de las ciencias sociales que los modelos que ponen el énfasis en los elementos o sus relaciones, pero fracasan a la hora de dar la debida importancia a los procesos en que se configuran. Según Renault, la ontología social procesual que habilita la perspectiva adorniana puede superar la dicotomía en que se encuentran las perspectivas sustancialistas y relacionales. Tanto a nivel micro como a nivel macro es capaz de dar cuenta de que, si bien los individuos nunca se encuentran fuera de las interacciones sociales, y los roles que les imponen esas interacciones, el hecho de que contribuyan activamente a su permanencia implica que tienen la capacidad de transformarlas en el proceso de su interacción social. Lo mismo ocurre con las instituciones: existen en una red de relaciones que las transforma tanto como se transforma ella misma en el proceso. Ambas enfatizaciones, en el contexto y en el proceso, apuntan, por tanto, a la concreción y la desnaturalización antes que a una forma nueva de saber a través de la fuerza del lenguaje. La importancia específica de la historización se demuestra también en el hecho de que el método de las constelaciones se plantea en Adorno como respuesta a los límites que la integración social establece para el análisis de la sociedad (Benzer, 2011: 167Benzer, M. (2011). The Sociology of Theodor Adorno. Cambridge: Cambridge University Press.). Precisamente porque lo que exige la constelación es la tendencia integradora que se ha descrito como una progresiva subsunción de la sociedad bajo la lógica de la valorización del valor,14«[…] precisamente la tendencia creciente a la integración del sistema capitalista, cuyos momentos se entrecruzan en un contexto funcional cada vez más completo, plantea la antigua pregunta por la causa, cada vez más precaria por comparación con la constelación; no solo la teoría del conocimiento, el curso real de la historia obliga a la búsqueda de constelaciones» (Adorno, 2005: 160). la principal discrepancia de Adorno con respecto al modo en que Benjamin utiliza la noción de constelación radica en su insuficiencia para dar cuenta de la mediación social. El descifrado de la dimensión social de los fenómenos investigados requiere una construcción teórica mediante conceptos capaces de lidiar con el todo social. La eliminación de tales conceptos supondría, para Adorno, la principal limitación del método de Benjamin (Benzer, 2011: 171-176Benzer, M. (2011). The Sociology of Theodor Adorno. Cambridge: Cambridge University Press.).

Esta diferenciación entre las nociones adorniana y benjaminiana de constelación resulta fundamental para calibrar adecuadamente el potencial teórico de la dialéctica negativa. No en vano, pese a presentar la noción de constelación en general siguiendo las ideas de Benjamin, Adorno se desvincula de las «investigaciones según su propio contenido metafísicas» y propone acudir a «un sabio de mentalidad tan positivista como Max Weber» para abordar la cuestión de la «constelación en la ciencia» y mostrar «cómo podrían abrirse los objetos mediante una constelación» (Adorno, 2005: 158Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Puesto que aprehender un fenómeno en su determinación concreta requiere que sea considerado a partir de las propiedades que le confiere su conexión con los otros fenómenos, resulta evidente que «la investigación, al menos la de un objeto social, deviene falsa allí donde se limita a las dependencias dentro de su ámbito que fundamentaron el objeto, e ignora la determinación de este por la totalidad» (Adorno, 2005: 158Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Esto no implica una suerte de investigación integral y exhaustiva de todas las interconexiones y determinaciones, sino, más bien, la puesta en relación de todo hecho analizado con la sociedad como un todo.15Fredric Jameson (1990: 58-60) ha visto esta doble exigencia de Adorno al enfatizar el vínculo entre reificación conceptual y cosificación social, mostrando por qué la presentación no es el único modo de «movilizar el concepto» y se hace necesaria la referencia permanente a la totalidad. Por eso señala esa referencia como solución específica de Adorno al problema de pensar contra el concepto a través del concepto (Jameson, 1990: 26). Solamente al nivel de la totalidad puede captarse la lógica social que opera determinando cada uno de los fenómenos. La constelación, entonces, permite reconstruir aquello sin lo cual la ciencia social no podría dar verdadera cuenta de sus objetos.

Ahora bien, la prohibición de afirmar positivamente la totalidad como entidad tiene su expresión también respecto a la constelación. Esta desmiente la ilusión de sistema que emerge cuando se establecen vínculos sistemáticos y referencias cruzadas entre un abanico de conceptos, por cuanto resalta el carácter no vinculante, y hasta cierto punto circunstancial, de la yuxtaposición de conceptos (Jameson, 1990: 50Jameson, F. (1990). Late Marxism. Adorno, or, The Persistence of the Dialectic. Londres/Nueva York: Verso.). La negativa a hipostasiar la totalidad a costa de los fenómenos particulares analizados se condensa en la premisa de que «el todo que la teoría expresa está contenido en lo individual por analizar» (Adorno, 2005: 54Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Esto es lo que lleva a Adorno a mantener la vinculación benjaminiana entre la noción de constelación y la noción de mónada, aunque insistiendo siempre en aquella referencia al todo social que echaba en falta en Benjamin.16«El objeto se abre a una insistencia monadológica que es consciencia de la constelación en que está: la posibilidad de inmersión en lo interno ha menester de eso exterior» (Adorno, 2005: 160). En última instancia, Adorno propone una mirada micrológica concentrada en lo singular que no renuncie a la perspectiva del todo y sea capaz de ir más allá de los hechos inmediatos.17«La inmersión en lo singular, la inmanencia dialéctica intensificada al extremo, ha menester, como momento suyo, de la libertad, que la pretensión de identidad recorta, de salirse del objeto. […] En la práctica cognitiva, en la disolución de la indisoluble, el momento de tal trascendencia del pensamiento se evidencia el hecho de que, en cuanto micrología, solo dispone de medios macrológicos» (Adorno, 2005: 37). Esta tesis es la que ha llevado a Benzer (2011: 44-46) a proponer una lectura de Minima Moralia como sociología. Recuperando la influencia que tuvieron autores como Siegfried Kracauer o Georg Simmel a la hora de dirigir la mirada sociológica hacia la vida cotidiana y los actos sociales aparentemente anodinos, Benzer (2011: 42) destaca el esfuerzo adorniano por llevar a cabo una «sociología de lo ínfimo» capaz de detectar la manera en que la mediación del principio de intercambio afecta a aquellos aspectos de las relaciones humanas aparentemente más alejados de los factores más determinantes del comportamiento social. Esa doble articulación sería la única capaz de ofrecer un conocimiento concreto a partir de los conceptos abstractos con que se busca captar los elementos particulares.18«Sin el concepto genérico esas dependencias [limitadas al ámbito que fundamenta el objeto] ocultan la más real de todas, la de la sociedad, y las res singulares que el concepto tiene bajo de sí no pueden compensarla adecuadamente. Pero ella únicamente aparece a través de lo singular y es así como, a su vez, el concepto se transforma en el conocimiento determinado» (Adorno, 2005: 159).

Si la objetividad social tiene que aparecer en lo singular es porque en cuanto totalidad es irrepresentable (Adorno, 2005: 37Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Lo fundamental es no concluir de ello que no se trata de una objetividad real. Adorno (2005: 162)Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal. recoge así el sentido de la noción marxiana de «objetividad espectral», resaltando la necesidad de no obviar sus efectos únicamente porque estos no puedan vincularse inmediatamente con un hecho que los cause. Por ello, la otra noción clave del «método» adorniano de las constelaciones es la mediación. En lo que se refiere a su importancia a la hora de calibrar el potencial teórico de la dialéctica negativa para las ciencias sociales, hay que destacar dos sentidos fundamentales. El primero viene dado porque la idea de mediación es lo que permite entender el modo en que se objetiva la lógica social imponiendo su heteronomía sobre los sujetos (Adorno, 2005: 164Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Ahora bien, si la totalidad no puede ser afirmada como sistema ni como entidad, tampoco cabe pensarla como un agente. La noción de mediación resulta fundamental para reemplazar las interpretaciones mecanicistas de la causalidad social. La tendencia totalizante de la autonomización de la objetividad social supone que el modo en que la sociedad como totalidad determina cada uno de los fenómenos no puede identificarse con una acción que se ejerce sobre ellos, sino más bien como una presencia constante, una fuerza omnipresente.19«A fin de cuentas, hay una medida de sistema -el lema social es “integración”- que, en cuanto interdependencia universal de todos los momentos, sobrepasa el discurso de la causalidad como anticuado; vana es la búsqueda de qué debe haber sido la causa en el seno de una sociedad monolítica. Únicamente esta misma sigue siendo la causa. La causalidad se ha retraído, por así decir, a la totalidad; en medio de su sistema se hace indiscernible» (Adorno, 2005: 247-248, traducción corregida). La noción de mediación permite analizar el modo en que la objetividad social produce efectos ampliando el sentido de la tradicional categoría de causa para captar un tipo de determinación diferente.20«La infantil diferenciación entre causa profunda y ocasión externa tiene a favor que por lo menos designa crudamente el dualismo de la inmediatez y la mediación: las ocasiones son lo inmediato, las llamadas causas más profundas lo que media, lo que se propaga, lo que incorpora los detalles» (Adorno, 2005: 279).

Estos rasgos que la categoría de totalidad y la noción de mediación introducen en el sentido epistemológico que Adorno atribuye a las constelaciones no afectan a su similitud con los tipos ideales weberianos. La lectura de Honneth, sin embargo, no ofrece los necesarios matices para distinguir con precisión los puntos de convergencia de la diferencia que separa ambos enfoques. La coincidencia detectada por Adorno se sitúa en la distancia entre las investigaciones sociológicas de Weber y sus postulados epistemológicos nominalistas basados en una comprensión subjetivista del conocimiento. Lo que plantean los estudios sociológicos de Weber es que los conceptos utilizados para aprehender los hechos sociales, incluso si se reconocen como herramientas subjetivas carentes de toda entidad objetiva, han de adecuarse a las determinaciones que impone aquello que quiere captarse (Adorno, 2005: 158Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). El nominalismo weberiano tendría el efecto de posicionarse contra la «práctica científica usual» (Adorno, 2005: 159Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.) que construye al principio las definiciones con las que va a proceder a la conceptualización y clasificación de los fenómenos. Su énfasis en el carácter subjetivo de sus definiciones no cambia el hecho de que estas son «no solo fijaciones conceptuales, sino antes bien intentos de, mediante la reunión de conceptos en torno al central buscado, expresar a qué remite este en lugar de circunscribirlo a fines operativos» (Adorno, 2005: 159-160Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

El concepto de racionalidad muestra esta dimensión de la sociología weberiana. Adorno (2019: 6)Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press. lo relaciona con el «espíritu objetivo» hegeliano, porque su desvinculación de la psicología habilita el análisis el cálculo como base del mecanismo social. Al expresar qué es lo que hace que una persona actúe socialmente de determinada manera, pone en conexión el comportamiento subjetivo y aquellas dinámicas objetivadas que lo condicionan.21Como se ha señalado a propósito de la idea de historia natural, este es un aspecto decisivo de la filosofía social de Adorno en general y de su perspectiva sociológica en particular. La atención a la mutua determinación del sujeto y el objeto es la única forma de salvar tanto la dicotomía rígida como la disolución precipitada en busca de la unidad: «La polaridad de sujeto y objeto aparece fácilmente como una estructura por su parte no-dialéctica, en la cual debe tener lugar toda dialéctica. Pero ambos conceptos son categorías de la reflexión surgidas, fórmulas para algo no unificable; no algo positivo, no estados de cosas primarios, sino absolutamente negativos, expresión únicamente de la no-identidad. A pesar de todo, la diferencia entre sujeto y objeto no cabe por su parte simplemente negarla. Ni son una dualidad última ni tras ellos se oculta una unidad suprema. Se constituyen mutuamente tanto como, en virtud de tal constitución, se separan» (Adorno, 2005: 167). Se trata de una categoría que permite comprender el comportamiento social desde sí mismo, es decir, especificando justamente el carácter social y no únicamente su dimensión individual, sin utilizar conceptos externos a partir de las similitudes entre fenómenos y sin recurrir a las motivaciones subjetivas de los individuos (Adorno, 2019: 5Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.). Si se atiende a que esto es precisamente lo que expresa la noción weberiana de comprensión, se entiende que la afinidad señalada por Adorno se mueve más bien en línea con el rechazo al reduccionismo de la explicación, siguiendo con el lenguaje weberiano, que con una suerte de interpretación superficial de los fenómenos como plantea Honneth. De lo que se trata es de mantener la premisa de que no se actúa socialmente en tanto seres psicológicos, sino a partir de las funciones y los roles que configuran el medio en que interactúan los actores sociales.

El intento de captar lo social también en sus mecanismos objetivos separa a Weber de una sociología que se contenta con afirmar los fenómenos únicamente en sus rasgos fácticos y relega los conceptos al ámbito de la idealidad. Si bien el método de los tipos ideales de Weber puede considerarse positivista en el sentido de que «describe los conceptos que utiliza como meras herramientas auxiliares sin independencia de cualesquiera hechos, pues su objetivo es simplemente medirlos para estructurarlos, por lo que pueden ser abiertamente descartados cuando sea necesario, como él mismo reconoce abiertamente» (Adorno, 2019: 4Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.), también en este punto la propia investigación sociológica le obliga a ir constantemente más allá de la mera facticidad.22 Adorno (2019: 8-9) pone el ejemplo de la transformación de la norma en la racionalidad burocrática como algo que no puede ser captado en los hechos mismos y requiere un análisis al nivel de las estructuras históricas y las formas sociales objetivas y dinámicas. No se trata entonces de un posicionamiento tan ateórico como pudiera parecer. Incluso en la metodología más explícitamente antiteórica, cuando se deja guiar por su objeto de estudio, la sociología se ve forzada a proponer una construcción teórica acerca de la sociedad. En el caso de Weber, esta construcción está implicada en la tesis de la bureaucratisation du monde, donde la racionalización se convierte en categoría central de la tendencia general de la sociedad hacia el permanente avance en el desarrollo del cálculo como mecanismo social (Adorno, 2019: 7Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.).23A la hora de analizar esta tendencia, además, Weber se vería obligado a utilizar la perspectiva dialéctica que había rechazado explícitamente en su posicionamiento contra el materialismo dialéctico. Aquello que nombran sus tipos ideales exige contemplar los conceptos como «algo autónomo que muestra tendencias de movimiento en sí mismos» (Adorno, 2019: 8). El cambio de los propios fenómenos -por ejemplo, la autoridad carismática que deviene dominación tradicional-, requiere admitir un momento procesual, tanto de los hechos como de las categorías, que no puede ser captado teóricamente si no es de manera dialéctica. Estas tendencias no son hechos que puedan ser objetivamente determinados, por lo que exigen reconocer en los tipos ideales rasgos explícitamente teóricos. La construcción de tipos ideales responde a la necesidad de tratar con un espacio teórico que el positivismo tachaba de metafísico. Lo que destaca Adorno (2019: 2-3)Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press. del método weberiano es el alejamiento en la práctica de la tendencia a rechazar toda teoría sustantiva y a hacer gala de un nominalismo extremo en el cual todo lo que no sea una investigación específica de hechos, y pretenda recurrir a categorías referidas al movimiento histórico en su conjunto, ha de ser descartado. Esto quiere decir que más que un problema de introducción de supuestos previos, como señala Honneth, lo que Adorno plantea es que el propio objeto de estudio exige que una ciencia de la sociedad no pueda desentenderse del pensamiento teórico. Es una tesis que se enmarca en la reivindicación adorniana de la autonomía de la teoría,24«De hecho, con lo que estamos lidiando aquí es el aspecto que ya he mencionado a propósito de la autonomía de los elementos teóricos. En este punto, siento que la argumentación científico-social del positivismo es, en el mejor de los casos, altamente inconsistente. Por un lado, se concede la necesidad de formar teorías por oposición al mero descubrimiento de hechos, pero, por el otro, el desarrollo de las reflexiones teóricas se tolera únicamente como una formulación de hipótesis que después puede ser realizada descubriendo los hechos. Por decirlo dialécticamente -incluso los positivistas se encuentran a veces en una dialéctica-, algo es supuestamente necesario, puesto que no es posible deshacerse de ello, y simultáneamente superfluo, porque, según este punto de vista, una vez que la hipótesis ha sido realizada, una vez que se prueba verdadera o se refuta, puede ser descartada; es decir, desde esta perspectiva, se vuelve a revertir la autonomía de la teoría como expresión de algo en la sociedad que no se limita a la constatación de hechos individuales» (Adorno, 2019: 13) como trabajo de reflexión que debe acompañar a las investigaciones propiamente empíricas, pero que no puede justificarse únicamente por estas.25 Renault (2018) se ha servido de esta perspectiva de Adorno para reivindicar su importancia para la teoría social. Su argumento es que el sentido que Adorno le otorga a este tipo de reflexión en el doble enfrentamiento con el abandono de la teorización por la sociología empírica de su época y la pretensión filosófica de tratar el mundo social independientemente de las ciencias sociales supone un proyecto legítimo que permite además subvertir las divisiones disciplinares entre filosofía y ciencias sociales. Esta concepción adorniana de la teoría social se opondría particularmente a una concepción como la de Honneth precisamente en la vocación interdisciplinar y en el rechazo a constituirse como una subdisciplina filosófica con objetivos propios y con una perspectiva normativa que se acerca más a la filosofía política que al intento de unificar y explicitar el conocimiento producido por las ciencias sociales (Renault, 2018: 57). Lo que está en juego es la crítica de Adorno a las dos tendencias que identifica con el esfuerzo positivista por asentar la validez del conocimiento a costa de aquello que se quiere conocer: el formalismo y el nominalismo. En el primer caso se cuestiona la búsqueda de validez a través de una primacía metodológica que conduce a la indiferencia con respecto al objeto (Adorno, 2005: 290) o incluso al sometimiento a la forma del método de aquello que se quiere descifrar (Adorno, 2005: 184). En el segundo caso se alerta de que el énfasis en la negación de todo aquello que no sea empíricamente verificable corre el riesgo de perder de vista justamente lo que está determinando los hechos (Adorno, 2005: 163). La primacía del método se traduce en una deshistorización del análisis de la sociedad que prescinde de los elementos que caracterizan expresamente la especificidad de la sociedad contemporánea. Al mismo tiempo, una filosofía social que no admite objetividad alguna que vaya más allá de las relaciones intersubjetivas se ciega ante determinaciones no inmediatas como las leyes de la sociedad y su movimiento. En ambos casos se obtendría una objetividad del conocimiento que sacrifica la objetividad real que coacciona a los individuos (Adorno, 2005: 277-278). Lo que busca evitar Adorno es que la reflexión sobre la sociedad, en su esfuerzo por dotar de un fundamento teórico o normativo al trabajo científico desde la filosofía social, acabe en una absolutización de fundamentos antropológicos, como sucede en el caso de Honneth o Habermas (Maiso, 2010: 200-202), o de invariantes históricas, como se ha señalado a propósito también de los trabajos de John Rawls (Renault, 2018) o John Searle (Renault, 2016).

Si en el problema de la introducción de supuestos previos lo que se está perdiendo de vista es el momento necesario de la autonomía de la teoría, en la acusación de estilizar los fenómenos, Honneth procede a una asimilación poco matizada entre las constelaciones y los tipos ideales. El énfasis en la composición es ciertamente un elemento que Adorno destaca como aspecto con la constelación.26«Más esencial es sin duda aquello para lo que Weber emplea el término componer, que para el cientificismo ortodoxo sería inaceptable. Por supuesto, al hacerlo meramente tiene a la vista el lado subjetivo, el procedimiento del conocimiento. Pero con las composiciones en cuestión podría suceder algo parecido a lo que sucede con su análogo, las musicales. Subjetivamente producidas, estas solo están logradas allí donde la producción subjetiva desaparece en ellas. El contexto que esta crea -precisamente la “constelación”- se hace legible como signo de la objetividad: del contenido espiritual. Lo semejante a la escritura de tales constelaciones es la conversión en objetividad, gracias al lenguaje, de lo subjetivamente pensado y juntado» (Adorno, 2005: 159). No obstante, también especifica claramente que las definiciones, que han de componerse a partir de «las componentes singulares extraíbles de la realidad histórica» (Adorno, 2005: 159Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.), no pueden considerarse un resultado último y definitivo de la investigación social. No solo porque con ello vuelve a darse el problema de la reificación de la realidad histórica. También para evitar justamente la estilización. Adorno (2019: 106-107)Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press. critica a Weber el momento en que la aplicación metodológica de los tipos ideales se convierte en un modo de medir los hechos que deja que las definiciones tomen un lugar prioritario respecto a la inmersión en lo fáctico.27Un ejemplo de esto es la crítica a la definición del capitalismo en función de la racionalidad del cálculo, «haciendo abstracción de la relación entre clases que se reproduce mediante el canje de equivalentes» (Adorno, 2005: 160). Adorno rechaza la estilización de la sociedad capitalista que produce el tipo ideal weberiano al excluir de su definición el conflicto social interno a la racionalidad del cálculo. La teorización que va más allá de los hechos mismos no se lleva a cabo alejándose de estos, ni aislando elementos particulares, sino sumergiéndose en las concreciones que permiten moverse más allá de lo inmediatamente fáctico (Adorno, 2019: 11Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.). La prohibición de formar un sistema que explique todos los fenómenos sociales también opera aquí a la hora de utilizar los modelos individuales construidos para mostrar la estructura social micrológicamente en el análisis concreto y particular de los fenómenos (Adorno, 2019: 78Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.).

Esta interpretación del «método» de las constelaciones muestra una perspectiva que no implica una ruptura radical con el trabajo de las ciencias sociales. El hecho de que Adorno (2005: 158)Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal. explícitamente plantee que el potencial de la constelación cabe extraerlo más del propio trabajo científico que de la filosofía demuestra que su objetivo no pasa tanto por proponer una reforma teórica de calado para las ciencias sociales como una crítica inmanente de las tendencias positivistas que detecta en la sociología. En este sentido, la afinidad de su planteamiento con el trabajo de Edward P. Thompson y David Harvey permite entender dicha crítica inmanente como un intento de rehabilitar el materialismo histórico como programa viable para el análisis de las sociedades contemporáneas, tanto en sus aspectos particulares como en su tendencia general.

Tanto en Miseria de la teoría (Thompson, 1981Thompson, E. P. (1981). Miseria de la teoría. Barcelona: Crítica.) como en Justice, Nature and the Geography of Difference (Harvey, 1996Harvey, D. (1996). Justice, Nature and the Geography of Difference. Cambridge/Oxford: Blackwell.), ambos autores han ofrecido una síntesis de sus perspectivas metodológicas en oposición a planteamientos coincidentes con aquellos contra los que combatía filosóficamente Adorno. En el caso de Thompson, su clásica disputa con Louis Althusser y Karl Popper ofrece una reflexión sobre la investigación histórica que construye un marco teórico contra el marxismo constituido como prima philosophia y contra el empirismo formalista.28Esto plantea una evidente afinidad con la perspectiva de Adorno en Dialéctica negativa, donde a la crítica al carácter formalista y nominalista del positivismo se suma el distanciamiento respecto del marxismo que hace de la objetividad social una nueva afirmación conceptual que se impone sobre los hechos para explicarlos desde sí misma. Esta es la crítica fundamental de Adorno a una concepción del materialismo que se convierte en una mera inversión externa del idealismo hegeliano, conservando su núcleo fundamental allí donde cree haberlo superado con la primacía de los procesos histórico-sociales. Adorno (2005: 19) sostiene que convertir la inversión materialista en la estructura filosófica del objeto de conocimiento supone una hipóstasis de carácter dogmático. Su objetivo es recordar el carácter efímero de la dialéctica para evitar tanto su afirmación real como su conversión en un método que olvide que la contradicción está en la cosa. Ambos momentos apuntarían a una positivización del saber que obvia que el momento negativo de la dialéctica quiere dar cuenta de que borrar la apariencia de inmediatez implica penetrar en el objeto y no simplemente negar su apariencia (Adorno, 2005: 155). La coincidencia con Thompson en este sentido se muestra en la idea de que dicha penetración en el objeto no busca tanto un núcleo irreductible de verdad como su carácter histórico. Igual que Thompson, Adorno busca prevenir la confusión de lo histórico con la necesidad de una ley: Comprender el proceso que el objeto acumula en sí (Adorno, 2005: 158) supone mostrar al mismo tiempo su dinámica y su carácter contingente, de tal modo que en lo devenido se aprecie la marca de su caducidad, no de su necesidad. Por su parte, Harvey (1996: 6-7)Harvey, D. (1996). Justice, Nature and the Geography of Difference. Cambridge/Oxford: Blackwell., además de oponerse también a aquellos procedimientos empiristas y matematizantes que rechazan la dialéctica por su perspectiva totalizante, despliega los fundamentos de su práctica teórica frente al exceso de fluidificación antimetafísica del postestructuralismo.29También en este caso es posible plantear una analogía entre la crítica que formula Harvey contra lo que denomina postestructuralismo y la crítica desplegada por Adorno contra la ontología fundamental heideggeriana. En ambos casos se trata de matizar el momento en que la crítica a la primacía del concepto se convierte en una forma de escudarse tras «la indeterminación como coraza mítica» (Adorno, 2005: 81) y reclamar que la diferencia no se convierta en un nuevo principio afirmativo que acabe convergiendo, incluso como principio no identitario, en una nueva identidad absoluta (Adorno, 2005: 105). Peter Dews (1995: 31-33) desarrolla un argumento similar acerca de cómo es posible extrapolar esta crítica al pensamiento heideggeriano para distinguir la dialéctica negativa de la deconstrucción.

El enfoque de Thompson (1981: 17-21)Thompson, E. P. (1981). Miseria de la teoría. Barcelona: Crítica. se concentra especialmente en la necesidad de pensar constantemente en la mutua determinación del objeto en cuanto ser social y el sujeto en cuanto conciencia social a través de la noción de experiencia.30No es otra la noción filosófica que plantea Dialéctica negativa como mediación entre el ideal del conocimiento científico objetivo y el reconocimiento de la importancia que en ello tiene el sujeto (Adorno, 2005: 48-49). La experiencia es también lo que sostiene el criterio del sufrimiento como impugnación de la identidad (Adorno, 2005: 191). Este es el otro aspecto clave de esa «sociología de lo ínfimo» (Benzer, 2011: 42-43) que se apoya en la reflexión acerca de situaciones de la vida cotidiana para localizar en ellas la mediación social. Esto es lo que le lleva a exigir un diálogo abierto e ininterrumpido entre la investigación empírica y la necesaria elaboración conceptual, negando al mismo tiempo la autosuficiencia del método respecto de las propiedades determinadas del objeto a conocer y la inmediatez del significado de los hechos ausente el marco teórico que habilita su interpretación (Thompson, 1981: 31-38Thompson, E. P. (1981). Miseria de la teoría. Barcelona: Crítica.). Ambas cuestiones constituyen el núcleo del modelo teórico que propone Adorno en Dialéctica negativa cuando reclama la primacía del objeto sin renunciar a la apropiación activa por parte del sujeto que conoce. También en esto Thompson sigue la tesis adorniana de la composición. Aunque comparte con Adorno la necesidad de optar siempre por el objeto en la tensión entre este y el procedimiento que valida su conocimiento, reconoce que la investigación historiográfica requiere cierta producción de los propios hechos en la medida en que están implicados en redes causales, procesos e interrelaciones que solo pueden ser descifradas en su vinculación más amplia con una totalidad conceptual que no es ni modelo artificioso ni verdad acabada, sino conocimiento en desarrollo (Thompson, 1981: 84Thompson, E. P. (1981). Miseria de la teoría. Barcelona: Crítica.). De lo que se trata es de prevenir cualquier posicionamiento de la teoría por encima de la realidad objetiva. Por eso el concepto es pensado como una forma necesariamente abierta y sometida a un procedimiento dialéctico de confrontación con la determinación objetiva a-teórica. Igual que Adorno, Thompson (1981: 78)Thompson, E. P. (1981). Miseria de la teoría. Barcelona: Crítica. enfatiza el carácter elástico de unos conceptos que califica como expectativas más que como reglas o modelos. La reflexión thompsoniana acerca de la investigación histórica persigue el mismo objetivo que la reflexión filosófica sobre la no-identidad: hacer que el concepto sea capaz de integrar dentro de sí lo procesual y lo contingente.31«La utopía del conocimiento sería abrir con conceptos lo privado de conceptos, sin equipararlo a ellos» (Adorno, 2005: 21).

En el caso de Harvey, la movilización de la dialéctica, como forma de traducir cuerpos de conocimiento acumulado por diferentes estructuras de investigación, se conjuga con la importancia que atribuye a no dejarse llevar por una excesiva priorización de la comprensión ontológica del mundo en términos de flujos y procesos (1996: 7Harvey, D. (1996). Justice, Nature and the Geography of Difference. Cambridge/Oxford: Blackwell.). Se hace necesario prestar también cuidadosa atención a las «permanencias» que constituyen tanto las condiciones materiales concretas como aquellas objetivaciones que otorgan solidez y significado a las vidas (Harvey, 1996: 8Harvey, D. (1996). Justice, Nature and the Geography of Difference. Cambridge/Oxford: Blackwell.). El uso dialéctico de los conceptos como forma de romper la tendencia a considerar las relaciones, instituciones y formaciones de la vida cotidiana como productos acabados, en lugar de procesos en formación, plantea una forma ambiental de interpretar la historia que busca señalar la relación dinámica y cambiante entre naturaleza y cultura. En esta forma de teorizar acerca de la «producción del espacio» como una forma concreta de «producción general de la naturaleza» (Harvey, 1996: 10Harvey, D. (1996). Justice, Nature and the Geography of Difference. Cambridge/Oxford: Blackwell.), buscando situar el materialismo histórico-geográfico en el equilibrio entre naturalización y constructivismo, reaparece la problemática adorniana de la historia natural. Lo importante es no hacer concesiones ni a la reificación teórica ni a la proscripción del trabajo de las ciencias factuales (Adorno, 2005: 82-83Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). En este sentido, la manera en que Harvey considera los límites del concepto, a la hora incorporar la experiencia viva, deja entrever una importante coincidencia con el modo en que Adorno piensa la insuficiencia de las categorías. La negativa a considerar las abstracciones teóricas de manera independiente de la vida política y social es una forma de elevar esa categoría de experiencia al ámbito teórico, destacando su máxima relevancia para la producción de conocimiento.32En la presentación que hace Harvey del trabajo de Raymond Williams como influencia directa en su perspectiva llega a una formulación acerca de la importancia del sufrimiento como criterio de la teoría idéntica al planteamiento adorniano: «[Raymond Williams] insiste una y otra vez en que no deberíamos olvidar nunca la brutal fealdad de las realidades de la experiencia vivida de los oprimidos. No deberíamos estetizar o teorizar tales realidades vividas fuera de su existencia como dolores y pasiones sentidas. Hacerlo es minimizar o incluso perder la cruda rabia contra la injusticia y la explotación que alimenta buena parte del impulso por el cambio social» (Harvey, 1996: 37). A esto se refiere Adorno (2005: 28) cuando postula el sufrimiento como expresión de la objetividad o cuando sitúa en la conexión entre la experiencia somática y el conocimiento la convergencia entre teoría y crítica (Adorno, 2005: 191).

El otro aspecto en que la investigación de Harvey se muestra perfectamente coincidente con la propuesta de Dialéctica negativa tiene que ver con el necesario recurso a la totalidad a la hora de analizar elementos particulares. Desde la prioridad otorgada a la perspectiva procesual y relacional, Harvey (1996: 49-51)Harvey, D. (1996). Justice, Nature and the Geography of Difference. Cambridge/Oxford: Blackwell. también plantea que la pregunta por la génesis y la atención a la contradicción reclama la integración de tales elementos en totalidades constitutivas como única alternativa a la reificación teórica. Lo decisivo es que igualmente advierte que ello no puede hacerse a costa de negar la singularidad y que la naturaleza contradictoria de lo constituido por múltiples procesos también exige la descomposición de los objetos de análisis en niveles totalizantes y escalas micrológicas (Harvey, 1996: 51-53Harvey, D. (1996). Justice, Nature and the Geography of Difference. Cambridge/Oxford: Blackwell.). Se trata de identificar un número restringido de procesos subyacentes que simultáneamente unifican y diferencian los fenómenos. Esto convierte la dialéctica en un intento de comprender las relaciones y los procesos genéticos de una multiplicidad de fenómenos y, al mismo tiempo, la emergencia de resultados altamente complejos y diversificados a partir de procesos singulares (Harvey, 1996: 58Harvey, D. (1996). Justice, Nature and the Geography of Difference. Cambridge/Oxford: Blackwell.). El recurso de Harvey a la figura de Leibniz como precursor de un pensamiento acerca de las relaciones internas de las cosas conecta con la recuperación por parte de Adorno de la perspectiva monadológica benjaminiana. Igual que este, y de manera no muy distante a Thompson, Harvey no plantea estas relaciones internas como principios productivos. Se trata más bien de entender los momentos de un proceso que debe ser reconstruido conceptual y discursivamente para captar sus cristalizaciones.33 Harvey (1996: 81-82) se refiere directamente a Adorno al exponer la necesidad de conjugar una perspectiva dinámica con la cosificación que se produce en la internalización de las fuerzas sociales y que confiere el carácter de entidad procesual con capacidad causal a la totalidad que se refleja en el fenómeno.

CONCLUSIONES

 

El argumento expuesto en favor de la presencia de un proyecto de filosofía social en Dialéctica negativa se ha dividido en dos partes siguiendo la identificación de las dos importantes objeciones que se han formulado contra esta interpretación. A modo de conclusiones, se recapitulan aquí las principales ideas defendidas en cada una de ellas para sostener tal argumento.

En primer lugar, la interpretación de la teoría social de Adorno desde las nociones de «autonomización de la objetividad social» y «subsunción real de la sociedad» permite cuestionar su dependencia de la teoría de la cosificación de Lukács, así como de una crítica general y transhistórica de la dominación humana de la naturaleza. Se matiza así el carácter general que tendría en Adorno la denuncia de la objetivación del sujeto y la crítica a la racionalización social. Adorno no renuncia a la posibilidad de una vida racional de los individuos en sociedad. Más bien, denuncia su imposibilidad en una organización social regida por el principio del intercambio y la mediación del trabajo como formas estructurales de la reproducción ampliada de capital. Por eso reclama una teoría social que reconozca el momento objetivado de las relaciones intersubjetivas.

En segundo lugar, calibrar la propuesta de Dialéctica negativa como marco teórico y metodológico para las ciencias sociales exige matizar la influencia de la noción benjaminiana de constelación y de los tipos ideales weberianos. Lo primero permite separar la dialéctica negativa de propuestas basadas en la limitación del trabajo conceptual y situarla en continuidad con el intento de rehabilitación del materialismo histórico como paradigma de investigación para las ciencias sociales. En este sentido, la comparación de la reflexión filosófica de Adorno con los modelos teóricos de Harvey y Thompson enfatiza la importancia que tiene para el materialismo histórico reconocer la prioridad del objeto frente al concepto y, en consecuencia, establecer mecanismos que respeten la apertura conceptual y eviten una hipóstasis de carácter teórico. Lo segundo permite delimitar la importancia concedida por Adorno a la perspectiva sociológica de Weber al situarla en relación con las tendencias positivistas de la sociología. Las similitudes que es posible trazar entre las constelaciones y los tipos ideales en lo que se refiere al reconocimiento de la autonomía de la teoría y el papel de la composición, así como la importancia concedida a la comprensión frente a la explicación, no habilitan la conclusión de que se trata de dos perspectivas metodológicas coincidentes. Antes bien, la crítica de Adorno al nominalismo y el formalismo se extienden a la consideración estrictamente subjetiva de los conceptos y al papel preponderante de la definición en la aplicación de los tipos ideales. Ambas cuestiones refutan la acusación acerca del carácter superficial, sesgado y estilizante del análisis social adorniano. La identificación de los rasgos específicos de la noción adorniana de constelación como núcleo de la propuesta teórico-metodológica de Dialéctica negativa permite reconocer la potencia de su perspectiva para constituirse como un modelo válido para investigar los procesos sociales contemporáneos.

NOTAS

 
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Este artículo ha sido elaborado a partir de la investigación realizada para redactar el ensayo del trabajo de fin de grado para la obtención del título de graduado en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y completado gracias a una beca de introducción a la investigación para estudiantes universitarios (JAEINT19_EX_0212) en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Quisiera agradecer a mis tutores en una y otra institución, Nuria Sánchez Madrid y José Antonio Zamora Zaragoza, su apoyo y sus comentarios.

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Apoyándose en el escrito tardío de Horkheimer, «Sociología y filosofía», Muñoz traza una contextualización del impulso intelectual de la teoría crítica que destaca su engarce con la «gran filosofía alemana» (1984: 150Muñoz, J. (1984). «La escuela de Frankfurt y los usos de la utopía». Lecturas de filosofía contemporánea. Barcelona: Ariel, 221-313.) como traducción inmanente de la aspiración a la realización de los ideales latentes en la filosofía. La superación de la orientación trascendentalista que habría caracterizado a la «vieja filosofía social, desde las reflexiones políticas de los griegos a los grandes textos político-teológicos de la Era Racionalista» (Muñoz, 1984: 147Muñoz, J. (1984). «La escuela de Frankfurt y los usos de la utopía». Lecturas de filosofía contemporánea. Barcelona: Ariel, 221-313.), exigía, sin embargo, lidiar con la facticidad social que determina las condiciones de dicha realización. Esto habría abierto el marco para la disputa teórica acerca del análisis de la sociedad que enfrentaría a la sociología burguesa y a la crítica de la economía política marxiana, en cuyas filas se desarrolla la propuesta de la teoría crítica, sin renunciar al proyecto de generalizarla en una nueva «filosofía crítica» (Muñoz, 1984: 153Muñoz, J. (1984). «La escuela de Frankfurt y los usos de la utopía». Lecturas de filosofía contemporánea. Barcelona: Ariel, 221-313.). También Honneth ha destacado este vínculo entre la filosofía y el análisis social como aquello que determina a un tiempo «la actualidad de la teoría crítica» y su conexión con «un legado central del idealismo alemán» (Honneth, 2009: 7-8Honneth, A. (2009). Patologías de la razón. Buenos Aires: Katz.).

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Así aparece conceptualizada en diferentes cursos y conferencias impartidas durante la década (Adorno, 1996: 48-49Adorno, Th. W. (1996). Introducción a la sociología. Barcelona: Gedisa.; 2004a: 13-14Adorno, Th. W. (2004a). «Sociedad». Escritos sociológicos I. Madrid: Akal, 9-18.; 2004b: 333Adorno, Th. W. (2004b). «¿Capitalismo tardío o sociedad industrial?». Escritos sociológicos I. Madrid: Akal 330-344.). También en Dialéctica negativa, «sociedad de canje» es uno de los términos privilegiados por Adorno (2005: 243, 283, 315, 339)Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.. El cuestionamiento que arroja sobre el énfasis weberiano en la racionalidad del intercambio de equivalentes, por aproximar demasiado el concepto de capitalismo a su «espíritu» (Adorno, 2005: 160Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.), se refiere más a la falta de articulación dialéctica del concepto que al concepto mismo. Esto se aprecia claramente en las lecciones sobre los fundamentos filosóficos de la teoría social que Adorno imparte al mismo tiempo que prepara Dialéctica negativa. En ese curso, Adorno aborda de manera manifiesta el problema del concepto de sociedad de intercambio al reconocer a su alumnado que los cambios que han tenido lugar en la sociedad de mercado ponen a prueba el uso del concepto. La tendencia a la concentración monopolista de capital, la intervención del Estado en la economía a través de subsidios de desempleo y programas de empleo público o la propia organización de los trabajadores en grandes sindicatos son transformaciones que dificultan seguir concibiendo la sociedad contemporánea sobre la base de la propiedad privada y el principio universal de intercambio (Adorno, 2019: 27-29Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.). No obstante, pese a los cambios cualitativos que ello comporta, y que es obligado reconocer, Adorno (2019: 125)Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press. sigue considerando que el intercambio es el principio fundamental que organiza la sociedad contemporánea. Lo que es necesario actualizar es el concepto liberal de sociedad de intercambio. Para ello es necesario analizar en relación con la tendencia social aquellos aspectos que la propia dinámica de la sociedad de intercambio se ha visto obligada a modificar para su supervivencia. Sobre la centralidad del concepto de intercambio en la teoría social de Adorno, escribe Zamora: «En la ley del intercambio Adorno reconoce la misma “objetividad heterónoma” expresada en el concepto de capital, que se presenta a los individuos bajo la forma de coacción. Así pues, el mundo invertido de la objetividad social autonomizada posee su fundamento en la abstracción operada por el intercambio» (Zamora, 2011: 82Zamora, J. A. (2011). «Theodor W. Adorno: Crítica inmanente del capitalismo». Muñoz, J. (ed.), Melancolía y verdad. Madrid: Biblioteca Nueva, 71-94.).

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«El principio del canje, la reducción del trabajo humano al abstracto concepto universal del tiempo medio de trabajo, está originariamente emparentado con el principio de identificación. Su modelo social lo tiene en el canje, y no existiría sin este; él hace conmensurables, idénticos, seres singulares y acciones no idénticos. La extensión del principio reduce el mundo entero a algo idéntico, a una totalidad» (Adorno, 2005: 142-143Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

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«La tendencia inmanente a la expansión e independización de la administración como simple forma de dominio explica difícilmente, por sí sola, el tránsito de aparatos administrativos, en el viejo sentido de la palabra, a los del mundo administrado; su entrada en ámbitos antes no administrados. Podría ser responsable de ello la expansión de la relación de trueque sobre la totalidad de la vida con la creciente monopolización. El pensar en equivalentes produce por sí mismo, en la medida en que una racionalidad, emparentada en principio con la racionalidad administrativa, como lo es la conmensurabilidad de todos los objetos, da lugar a su subsumibilidad bajo reglas abstractas» (Adorno, 2004c: 117Adorno, Th. W. (2004c). «Cultura y administración». Escritos sociológicos I. Madrid: Akal, 114-136.). La misma idea aparece en Dialéctica negativa en relación con el problema de la razón instrumental y la cuestión de los medios y los fines: «La sociedad se ha convertido en el contexto total de funciones como el cual la pensó otrora el liberalismo; el ente es tal en relación con otro, es irrelevante en sí mismo» (Adorno, 2005: 71Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

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Así aparece reflejado en un pasaje de la clase del 23 de julio de 1964, donde Adorno (2019: 52)Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press. concreta la noción de integración mediante un ejemplo elocuente acerca del chantaje que supone la exigencia de adaptación de los trabajadores a las necesidades de la economía: el eslogan «espiral de precios» describiría una situación objetiva que obliga a los trabajadores a convertirse en socios de sus empleadores y oponentes del resto de trabajadores. Si se sustituye el término «espiral de precios» por «terciarización» o «creación de empleo», la tesis de Adorno sigue siendo siniestramente válida a la hora de describir la tendencia del proceso social capitalista mediante la noción de integración.

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La comprensión del trabajo como mediación social es lo que permite a Adorno situarlo como contenido histórico del concepto kantiano de sujeto trascendental (2005: 169-170Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.) y del concepto hegeliano de espíritu (2012: 242-243Adorno, Th. W. (2012). Tres estudios sobre Hegel. Obra completa, 5. Madrid: Akal.). Esta remisión constante de las categorías filosóficas a las dinámicas sociales como forma de vincularlas con sus condiciones históricas de posibilidad es uno de los aspectos del pensamiento filosófico de Adorno que habilitan su interpretación como filosofía social.

7

La «consolidación del principio de intercambio» y la «capitalización de todas las relaciones interpersonales» rigen el incremento de la socialización según el imperativo de la «adaptación social», pero esto no supone una reconciliación de intereses ni entre las personas ni de estas con la sociedad (Adorno, 2019: 65Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.. Las citas de obras referenciadas en idiomas distintos al castellano son traducciones propias). Por eso la tendencia a la integración produce ella misma una creciente desintegración.

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Matthias Benzer (2011: 21)Benzer, M. (2011). The Sociology of Theodor Adorno. Cambridge: Cambridge University Press. destaca la gran importancia que tiene para Adorno mostrar cómo la sociedad se objetiva al volver opaca su dimensión subjetiva y, al mismo tiempo, descifrar dicha objetivación en términos de su carácter humano e histórico y, por ende, subjetivo. Esto quiere decir que lo central para Adorno no es la denuncia de la alienación que se produce en la objetivación, sino el reconocimiento de la dualidad de la sociedad y el conflicto que ello establece entre sus dimensiones objetiva y subjetiva. De este modo, se aprecia también el sentido principal de la importante noción de historia natural que Adorno presentó como conferencia en el círculo francfortiano de la Kant-Gesellschaft en 1932: «Si la cuestión de la relación entre naturaleza e historia ha de plantearse con seriedad, solo tendrá visos de solución si se logra comprender el ser histórico en su extrema determinación histórica, allí donde es máximamente histórico, como un ser natural, o si se logra comprender la naturaleza, donde parece aferrarse más profundamente a sí misma, como un ser histórico» (Adorno, 2010: 323Adorno, Th. W. (2010). «La idea de historia natural». Escritos filosóficos tempranos, Madrid: Akal, 315-333.). Esta idea fundamental es retomada en Dialéctica negativa tras confrontar el pensamiento de Hegel con las categorías marxianas de mistificación y fetichismo (Adorno, 2005: 330Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). El fetichismo implica la necesidad de mostrar el momento activo de las cosas tanto como el momento objetivado del sujeto. La dialéctica negativa apunta a la constitución social de ambos (Bonefeld, 2012: 127Bonefeld, W. (2012). «Negative dialectics in miserable times: Notes on Adorno and social praxis». Journal of Classical Sociology, vol. 12, núm. 1, 122-134. https://doi.org/10.1177/1468795x11433701 ).

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«El análisis del capitalismo que hace Adorno consiste en esencia en el intento de inferir de las manifestaciones superficiales de nuestra forma de vida, estilizadas mediante construcciones típico-ideales, su característica subyacente, la deformación social de nuestras facultades racionales» (Honneth, 2009: 76Honneth, A. (2009). Patologías de la razón. Buenos Aires: Katz.).

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Esta diferencia de énfasis se aprecia con claridad en el hecho de que el poder cognoscitivo de la nominación no es, para Adorno, más que una esperanza que guía la apuesta por la pluralidad conceptual: «La deficiencia interminable en todos los conceptos obliga a citar a otros; surgen ahí aquellas constelaciones que son las únicas a las que ha pasado algo de la esperanza del nombre» (2005: 59Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Adorno alerta de que «incluso en Benjamin los conceptos tienen propensión a disimular autoritariamente su conceptualidad» e insiste en que «solo los conceptos pueden realizar lo que el concepto impide» (2005: 59Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

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«El momento unificador sobrevive sin negación de la negación, aunque también sin entregarse a la abstracción como principio supremo, debido a que de los conceptos no se avanza al concepto más general en un proceso escalonado, sino que se presentan en constelación. Esta ilumina lo específico del objeto, que es indiferente o molesto para el procedimiento clasificatorio. Un modelo de esto es el proceder del lenguaje. Este no ofrece un mero sistema de signos a las funciones cognitivas. Allí donde se presenta esencialmente como lenguaje, donde se convierte en representación, no define sus conceptos. A estos su objetividad se la procura por medio de la relación en que pone a los conceptos, centrados en torno a una cosa. Sirve con ello a la intención del concepto de expresar por completo aquello a lo que se refiere. Solo las constelaciones representan, desde fuera, lo que el concepto ha amputado en el interior, el plus que él quiere ser tanto como no puede serlo» (Adorno, 2005: 156Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

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«Darse cuenta de la constelación en que está la cosa significa tanto como descifrar la que él porta en sí como en cuanto algo devenido. […] A la historia del concepto solo puede liberarla un saber que tenga también en cuenta la posición histórica del concepto en su relación con otros […]. El conocimiento del objeto en su constelación es el del proceso que este acumula en sí» (Adorno, 2005: 157-158Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

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Emmanuel Renault (2016)Renault, E. (2016). «Critical Theory and Processual Social Ontology». Journal of Social Ontology, vol. 2, núm. 1, 17-31. https://doi.org/10.1515/jso-2015-0013 argumenta que el modo en que Adorno enfatiza la génesis y la dinámica de los elementos sociales resulta un modelo más integrador para el trabajo autorreflexivo de las ciencias sociales que los modelos que ponen el énfasis en los elementos o sus relaciones, pero fracasan a la hora de dar la debida importancia a los procesos en que se configuran. Según Renault, la ontología social procesual que habilita la perspectiva adorniana puede superar la dicotomía en que se encuentran las perspectivas sustancialistas y relacionales. Tanto a nivel micro como a nivel macro es capaz de dar cuenta de que, si bien los individuos nunca se encuentran fuera de las interacciones sociales, y los roles que les imponen esas interacciones, el hecho de que contribuyan activamente a su permanencia implica que tienen la capacidad de transformarlas en el proceso de su interacción social. Lo mismo ocurre con las instituciones: existen en una red de relaciones que las transforma tanto como se transforma ella misma en el proceso.

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«[…] precisamente la tendencia creciente a la integración del sistema capitalista, cuyos momentos se entrecruzan en un contexto funcional cada vez más completo, plantea la antigua pregunta por la causa, cada vez más precaria por comparación con la constelación; no solo la teoría del conocimiento, el curso real de la historia obliga a la búsqueda de constelaciones» (Adorno, 2005: 160Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

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Fredric Jameson (1990: 58-60)Jameson, F. (1990). Late Marxism. Adorno, or, The Persistence of the Dialectic. Londres/Nueva York: Verso. ha visto esta doble exigencia de Adorno al enfatizar el vínculo entre reificación conceptual y cosificación social, mostrando por qué la presentación no es el único modo de «movilizar el concepto» y se hace necesaria la referencia permanente a la totalidad. Por eso señala esa referencia como solución específica de Adorno al problema de pensar contra el concepto a través del concepto (Jameson, 1990: 26Jameson, F. (1990). Late Marxism. Adorno, or, The Persistence of the Dialectic. Londres/Nueva York: Verso.).

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«El objeto se abre a una insistencia monadológica que es consciencia de la constelación en que está: la posibilidad de inmersión en lo interno ha menester de eso exterior» (Adorno, 2005: 160Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

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«La inmersión en lo singular, la inmanencia dialéctica intensificada al extremo, ha menester, como momento suyo, de la libertad, que la pretensión de identidad recorta, de salirse del objeto. […] En la práctica cognitiva, en la disolución de la indisoluble, el momento de tal trascendencia del pensamiento se evidencia el hecho de que, en cuanto micrología, solo dispone de medios macrológicos» (Adorno, 2005: 37Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Esta tesis es la que ha llevado a Benzer (2011: 44-46)Benzer, M. (2011). The Sociology of Theodor Adorno. Cambridge: Cambridge University Press. a proponer una lectura de Minima Moralia como sociología. Recuperando la influencia que tuvieron autores como Siegfried Kracauer o Georg Simmel a la hora de dirigir la mirada sociológica hacia la vida cotidiana y los actos sociales aparentemente anodinos, Benzer (2011: 42)Benzer, M. (2011). The Sociology of Theodor Adorno. Cambridge: Cambridge University Press. destaca el esfuerzo adorniano por llevar a cabo una «sociología de lo ínfimo» capaz de detectar la manera en que la mediación del principio de intercambio afecta a aquellos aspectos de las relaciones humanas aparentemente más alejados de los factores más determinantes del comportamiento social.

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«Sin el concepto genérico esas dependencias [limitadas al ámbito que fundamenta el objeto] ocultan la más real de todas, la de la sociedad, y las res singulares que el concepto tiene bajo de sí no pueden compensarla adecuadamente. Pero ella únicamente aparece a través de lo singular y es así como, a su vez, el concepto se transforma en el conocimiento determinado» (Adorno, 2005: 159Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

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«A fin de cuentas, hay una medida de sistema -el lema social es “integración”- que, en cuanto interdependencia universal de todos los momentos, sobrepasa el discurso de la causalidad como anticuado; vana es la búsqueda de qué debe haber sido la causa en el seno de una sociedad monolítica. Únicamente esta misma sigue siendo la causa. La causalidad se ha retraído, por así decir, a la totalidad; en medio de su sistema se hace indiscernible» (Adorno, 2005: 247-248Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal., traducción corregida).

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«La infantil diferenciación entre causa profunda y ocasión externa tiene a favor que por lo menos designa crudamente el dualismo de la inmediatez y la mediación: las ocasiones son lo inmediato, las llamadas causas más profundas lo que media, lo que se propaga, lo que incorpora los detalles» (Adorno, 2005: 279Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

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Como se ha señalado a propósito de la idea de historia natural, este es un aspecto decisivo de la filosofía social de Adorno en general y de su perspectiva sociológica en particular. La atención a la mutua determinación del sujeto y el objeto es la única forma de salvar tanto la dicotomía rígida como la disolución precipitada en busca de la unidad: «La polaridad de sujeto y objeto aparece fácilmente como una estructura por su parte no-dialéctica, en la cual debe tener lugar toda dialéctica. Pero ambos conceptos son categorías de la reflexión surgidas, fórmulas para algo no unificable; no algo positivo, no estados de cosas primarios, sino absolutamente negativos, expresión únicamente de la no-identidad. A pesar de todo, la diferencia entre sujeto y objeto no cabe por su parte simplemente negarla. Ni son una dualidad última ni tras ellos se oculta una unidad suprema. Se constituyen mutuamente tanto como, en virtud de tal constitución, se separan» (Adorno, 2005: 167Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

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Adorno (2019: 8-9)Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press. pone el ejemplo de la transformación de la norma en la racionalidad burocrática como algo que no puede ser captado en los hechos mismos y requiere un análisis al nivel de las estructuras históricas y las formas sociales objetivas y dinámicas.

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A la hora de analizar esta tendencia, además, Weber se vería obligado a utilizar la perspectiva dialéctica que había rechazado explícitamente en su posicionamiento contra el materialismo dialéctico. Aquello que nombran sus tipos ideales exige contemplar los conceptos como «algo autónomo que muestra tendencias de movimiento en sí mismos» (Adorno, 2019: 8Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.). El cambio de los propios fenómenos -por ejemplo, la autoridad carismática que deviene dominación tradicional-, requiere admitir un momento procesual, tanto de los hechos como de las categorías, que no puede ser captado teóricamente si no es de manera dialéctica.

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«De hecho, con lo que estamos lidiando aquí es el aspecto que ya he mencionado a propósito de la autonomía de los elementos teóricos. En este punto, siento que la argumentación científico-social del positivismo es, en el mejor de los casos, altamente inconsistente. Por un lado, se concede la necesidad de formar teorías por oposición al mero descubrimiento de hechos, pero, por el otro, el desarrollo de las reflexiones teóricas se tolera únicamente como una formulación de hipótesis que después puede ser realizada descubriendo los hechos. Por decirlo dialécticamente -incluso los positivistas se encuentran a veces en una dialéctica-, algo es supuestamente necesario, puesto que no es posible deshacerse de ello, y simultáneamente superfluo, porque, según este punto de vista, una vez que la hipótesis ha sido realizada, una vez que se prueba verdadera o se refuta, puede ser descartada; es decir, desde esta perspectiva, se vuelve a revertir la autonomía de la teoría como expresión de algo en la sociedad que no se limita a la constatación de hechos individuales» (Adorno, 2019: 13Adorno, Th. W. (2019). Philosophical Elements of a Theory of Society. Cambridge: Polity Press.)

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Renault (2018)Renault, E. (2018). «Théorie sociologique, théorie sociale, philosophie sociale: une cartographie critique». Sociologie, vol. 9, núm. 1, 43-59. se ha servido de esta perspectiva de Adorno para reivindicar su importancia para la teoría social. Su argumento es que el sentido que Adorno le otorga a este tipo de reflexión en el doble enfrentamiento con el abandono de la teorización por la sociología empírica de su época y la pretensión filosófica de tratar el mundo social independientemente de las ciencias sociales supone un proyecto legítimo que permite además subvertir las divisiones disciplinares entre filosofía y ciencias sociales. Esta concepción adorniana de la teoría social se opondría particularmente a una concepción como la de Honneth precisamente en la vocación interdisciplinar y en el rechazo a constituirse como una subdisciplina filosófica con objetivos propios y con una perspectiva normativa que se acerca más a la filosofía política que al intento de unificar y explicitar el conocimiento producido por las ciencias sociales (Renault, 2018: 57Renault, E. (2018). «Théorie sociologique, théorie sociale, philosophie sociale: une cartographie critique». Sociologie, vol. 9, núm. 1, 43-59.). Lo que está en juego es la crítica de Adorno a las dos tendencias que identifica con el esfuerzo positivista por asentar la validez del conocimiento a costa de aquello que se quiere conocer: el formalismo y el nominalismo. En el primer caso se cuestiona la búsqueda de validez a través de una primacía metodológica que conduce a la indiferencia con respecto al objeto (Adorno, 2005: 290Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.) o incluso al sometimiento a la forma del método de aquello que se quiere descifrar (Adorno, 2005: 184Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). En el segundo caso se alerta de que el énfasis en la negación de todo aquello que no sea empíricamente verificable corre el riesgo de perder de vista justamente lo que está determinando los hechos (Adorno, 2005: 163Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). La primacía del método se traduce en una deshistorización del análisis de la sociedad que prescinde de los elementos que caracterizan expresamente la especificidad de la sociedad contemporánea. Al mismo tiempo, una filosofía social que no admite objetividad alguna que vaya más allá de las relaciones intersubjetivas se ciega ante determinaciones no inmediatas como las leyes de la sociedad y su movimiento. En ambos casos se obtendría una objetividad del conocimiento que sacrifica la objetividad real que coacciona a los individuos (Adorno, 2005: 277-278Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Lo que busca evitar Adorno es que la reflexión sobre la sociedad, en su esfuerzo por dotar de un fundamento teórico o normativo al trabajo científico desde la filosofía social, acabe en una absolutización de fundamentos antropológicos, como sucede en el caso de Honneth o Habermas (Maiso, 2010: 200-202Maiso, J. (2010). Elementos para la reapropiación de la teoría crítica de Theodor W. Adorno. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.), o de invariantes históricas, como se ha señalado a propósito también de los trabajos de John Rawls (Renault, 2018Renault, E. (2018). «Théorie sociologique, théorie sociale, philosophie sociale: une cartographie critique». Sociologie, vol. 9, núm. 1, 43-59.) o John Searle (Renault, 2016Renault, E. (2016). «Critical Theory and Processual Social Ontology». Journal of Social Ontology, vol. 2, núm. 1, 17-31. https://doi.org/10.1515/jso-2015-0013 ).

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«Más esencial es sin duda aquello para lo que Weber emplea el término componer, que para el cientificismo ortodoxo sería inaceptable. Por supuesto, al hacerlo meramente tiene a la vista el lado subjetivo, el procedimiento del conocimiento. Pero con las composiciones en cuestión podría suceder algo parecido a lo que sucede con su análogo, las musicales. Subjetivamente producidas, estas solo están logradas allí donde la producción subjetiva desaparece en ellas. El contexto que esta crea -precisamente la “constelación”- se hace legible como signo de la objetividad: del contenido espiritual. Lo semejante a la escritura de tales constelaciones es la conversión en objetividad, gracias al lenguaje, de lo subjetivamente pensado y juntado» (Adorno, 2005: 159Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

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Un ejemplo de esto es la crítica a la definición del capitalismo en función de la racionalidad del cálculo, «haciendo abstracción de la relación entre clases que se reproduce mediante el canje de equivalentes» (Adorno, 2005: 160Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Adorno rechaza la estilización de la sociedad capitalista que produce el tipo ideal weberiano al excluir de su definición el conflicto social interno a la racionalidad del cálculo.

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Esto plantea una evidente afinidad con la perspectiva de Adorno en Dialéctica negativa, donde a la crítica al carácter formalista y nominalista del positivismo se suma el distanciamiento respecto del marxismo que hace de la objetividad social una nueva afirmación conceptual que se impone sobre los hechos para explicarlos desde sí misma. Esta es la crítica fundamental de Adorno a una concepción del materialismo que se convierte en una mera inversión externa del idealismo hegeliano, conservando su núcleo fundamental allí donde cree haberlo superado con la primacía de los procesos histórico-sociales. Adorno (2005: 19)Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal. sostiene que convertir la inversión materialista en la estructura filosófica del objeto de conocimiento supone una hipóstasis de carácter dogmático. Su objetivo es recordar el carácter efímero de la dialéctica para evitar tanto su afirmación real como su conversión en un método que olvide que la contradicción está en la cosa. Ambos momentos apuntarían a una positivización del saber que obvia que el momento negativo de la dialéctica quiere dar cuenta de que borrar la apariencia de inmediatez implica penetrar en el objeto y no simplemente negar su apariencia (Adorno, 2005: 155Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). La coincidencia con Thompson en este sentido se muestra en la idea de que dicha penetración en el objeto no busca tanto un núcleo irreductible de verdad como su carácter histórico. Igual que Thompson, Adorno busca prevenir la confusión de lo histórico con la necesidad de una ley: Comprender el proceso que el objeto acumula en sí (Adorno, 2005: 158Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.) supone mostrar al mismo tiempo su dinámica y su carácter contingente, de tal modo que en lo devenido se aprecie la marca de su caducidad, no de su necesidad.

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También en este caso es posible plantear una analogía entre la crítica que formula Harvey contra lo que denomina postestructuralismo y la crítica desplegada por Adorno contra la ontología fundamental heideggeriana. En ambos casos se trata de matizar el momento en que la crítica a la primacía del concepto se convierte en una forma de escudarse tras «la indeterminación como coraza mítica» (Adorno, 2005: 81Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.) y reclamar que la diferencia no se convierta en un nuevo principio afirmativo que acabe convergiendo, incluso como principio no identitario, en una nueva identidad absoluta (Adorno, 2005: 105Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Peter Dews (1995: 31-33)Dews, P. (1995). The Limits of Disenchantment. Londres/Nueva York: Verso. desarrolla un argumento similar acerca de cómo es posible extrapolar esta crítica al pensamiento heideggeriano para distinguir la dialéctica negativa de la deconstrucción.

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No es otra la noción filosófica que plantea Dialéctica negativa como mediación entre el ideal del conocimiento científico objetivo y el reconocimiento de la importancia que en ello tiene el sujeto (Adorno, 2005: 48-49Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). La experiencia es también lo que sostiene el criterio del sufrimiento como impugnación de la identidad (Adorno, 2005: 191Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.). Este es el otro aspecto clave de esa «sociología de lo ínfimo» (Benzer, 2011: 42-43Benzer, M. (2011). The Sociology of Theodor Adorno. Cambridge: Cambridge University Press.) que se apoya en la reflexión acerca de situaciones de la vida cotidiana para localizar en ellas la mediación social.

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«La utopía del conocimiento sería abrir con conceptos lo privado de conceptos, sin equipararlo a ellos» (Adorno, 2005: 21Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

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En la presentación que hace Harvey del trabajo de Raymond Williams como influencia directa en su perspectiva llega a una formulación acerca de la importancia del sufrimiento como criterio de la teoría idéntica al planteamiento adorniano: «[Raymond Williams] insiste una y otra vez en que no deberíamos olvidar nunca la brutal fealdad de las realidades de la experiencia vivida de los oprimidos. No deberíamos estetizar o teorizar tales realidades vividas fuera de su existencia como dolores y pasiones sentidas. Hacerlo es minimizar o incluso perder la cruda rabia contra la injusticia y la explotación que alimenta buena parte del impulso por el cambio social» (Harvey, 1996: 37Harvey, D. (1996). Justice, Nature and the Geography of Difference. Cambridge/Oxford: Blackwell.). A esto se refiere Adorno (2005: 28)Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal. cuando postula el sufrimiento como expresión de la objetividad o cuando sitúa en la conexión entre la experiencia somática y el conocimiento la convergencia entre teoría y crítica (Adorno, 2005: 191Adorno, Th. W. (2005). Dialéctica Negativa. Obra completa, 6. Madrid: Akal.).

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Harvey (1996: 81-82)Harvey, D. (1996). Justice, Nature and the Geography of Difference. Cambridge/Oxford: Blackwell. se refiere directamente a Adorno al exponer la necesidad de conjugar una perspectiva dinámica con la cosificación que se produce en la internalización de las fuerzas sociales y que confiere el carácter de entidad procesual con capacidad causal a la totalidad que se refleja en el fenómeno.

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