ISEGORÍA. Revista de Filosofía moral y política, N.º 64
enero-junio,  2021, e26
ISSN-L: 1130-2097 | eISSN: 1988-8376

El esfuerzo de la responsabilidad

The effort of responsibility

Patricio Mena Malet

Universidad de La Frontera, Temuco, Chile

https://orcid.org/0000-0001-5936-8641

Copyright: © 2021 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia de uso y distribución Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0).

Tomás Domingo Moratalla (Ed.). Paul Ricoeur: voluntad de responsabilidad. Cuidar la vida, cuidar la ciudad. 10 textos de Paul Ricoeur sobre ética, política y responsabilidad. Madrid: Dykinson, 2020, 166 pp.

La publicación de Paul Ricœur: voluntad de responsabilidad. Cuidar la vida, cuidar la ciudad, texto editado por Tomás Domingo Moratalla, constituye un gran aporte a los estudios de la filosofía ricœuriana y, en particular, al itinerario de su ética. Esto por varias razones que es necesario enumerar: en primer lugar, este libro nos da entrada a textos del filósofo francés de difícil acceso o, incluso, inéditos. Se pueden encontrar, entonces, textos de juventud, que no por ello son menos lúcidos, así como de madurez; conferencias dirigidas a un público amplio y que asumen las exigencias de una mayor claridad en su expresión sin ceder, sin embargo, al rigor propio al que acostumbra Ricœur a entregarse en la escritura de sus ensayos. Lo que el lector hallará en esta compilación son textos vivos de circunstancias, es decir, que apuntan a ellas, que nacen de estas, al tiempo que ponen la mira en su carácter problemático: son escritos para los cuales las circunstancias dan que pensar, que pensar en ellas y más allá de estas, para así examinar, explorar, las posibles articulaciones que les son propias, pero que no siempre son evidentes, así como las tensiones que las animan y que exigen aclaraciones. Así, cada uno de estos ensayos, respondiendo a unas situaciones particulares, siendo dirigidos cada vez a un público particular (por ejemplo, en el caso de las conferencias aquí compiladas), vienen a aportar respuestas vivas, esto es, respuestas que no resuelven problemas, sino que se hunden en ellos con la lucidez y sensibilidad propias de pensar hermenéutico, que abren las puertas al diálogo y también al conflicto de las interpretaciones. Y, de este modo, este libro, breve en su composición, nos da, sin embargo, una gran y amplia semblanza del trabajo filosófico de Paul Ricœur, pues nos recuerda que este ponía gran atención a la ciudad, a la comunidad y a sus conflictos, que era, por tanto, un pensador comprometido y militante, con convicciones a las que buscaba darle su sitio, su lugar crítico, sin abandonar jamás la tarea de pensar y de reconocer en dicho acto una responsabilidad ineludible. Este libro, entonces, no solo pone a nuestra disposición textos y respuestas vivas, sino que también nos muestran un pensador vivo que se ha tomado en serio aquella máxima socrática que dice que una “vida no examinada no vale la pena de ser vivida”. Esta consigna, que moviliza al filósofo, puede ser, tal vez, un hilo, entre otros, que permite reunir la lectura de cada uno de estos textos compilados, y a partir de la que los conceptos de responsabilidad, cuidado, vida y ciudad, podrían ser también pensados.

Mas, antes de continuar por esta vía, es preciso indicar otra razón que permite reconocer el valor que tiene este libro aquí presentado. Hemos dicho ya que la lectura que se nos propone nos permite reconocer a un pensador vivo que responde a las inquietudes de su tiempo, pero, también, encontraremos en este libro a un pensador que, o comienza a sembrar las primeras semillas de su pensamiento, o que vuelve sobre este -ya articulado, sistematizado, maduro- y lo retoma, lo resume, pero, y sobre todo, avanza un paso más, ahora con un lenguaje más directo, más simple, tal vez, pero igual de riguroso: “dice lo que no dice, lo que no llega a decir en las grandes obras”, en palabras del editor. Bajo esta perspectiva, no hay que engañarse y pensar que estos textos menores -por su contexto de emergencia, por el público al que estaba destinado, por su extensión, etc.-, por ser tales, no tienen nada nuevo que aportar. Es todo lo contrario. Por otro lado, como ya lo indicábamos, hay textos que vieron la luz antes que las grandes obras de nuestro autor, siendo retomados en ellas. Que nos baste mencionar, entre todos los escritos contenidos en este libro, aquel de juventud (1936) que trata sobre el riesgo, el riesgo de decidir, de elegir, etc., y que entronca luego con las descripciones a las que se entrega Ricœur sobre estas cuestiones en el tomo primero de su Philosophie de la volonté (1950), o, que luego podrán ser sopesadas a la luz de la pequeña ética que desarrolla en su obra de madurez, Soi-même comme un autre (1990). Es muy cierto que dicho texto, “El riesgo”, es brevísimo y no se trata sino de un escrito de circunstancia, pero, a pesar de ello, y sin querer exagerar al respecto, se puede señalar que en él comienza a germinar la filosofía ética de Ricœur, la que no abandonará algunas de las sentencias que allí se dejan leer, incluso, si luego serán retomadas críticamente y enmarcadas en una reflexión de tipo fenomenológico-hermenéutica, serán del todo reivindicadas en obras posteriores. Este ejemplo extraído de esta compilación, tan bien pensada por su editor, alumbra, a mi juicio, el impacto que esta obra puede llegar a tener: alimentar, nutrir y esclarecer un itinerario filosófico denso y sin concesiones, que asumió los diversos rodeos y desvíos que se le presentaban, para ganar lucidez sobre su época, su situación y los desafíos con los que esta interpela al filósofo. En estos escritos se dejan oír los ecos de una filosofía que no se entiende ella misma, sino asumiendo la responsabilidad de pensar el tiempo presente. Estos ensayos, sin excepción, no solo nos aclaran algunos de los grandes hilos de las obras de Ricœur, pues las retoman a su modo y con un lenguaje más directo y simple, sino que también dejan ver la responsabilidad del filósofo ante la ciudad, ante el otro, ante aquello que es fuente de inquietud y que, por lo mismo, demanda su interrogación.

Cabe preguntarse, entonces, por el hilo que da coherencia a esta edición de textos propuesta por Tomás Domingo Moratalla. Ciertamente, y tal como lo indica el título de esta compilación, su tema central es la responsabilidad. Mas es preciso agregar que aquello que se subraya en la lectura de esta edición es, tal como lo propone el título de este libro, la voluntad de responsabilidad, voluntad de quererse y de reconocerse responsable. De este modo, los textos que aquí se reúnen no solo interrogan lo que es la responsabilidad, sus alcances y sus límites, sino que, precisamente, por ser muchos de ellos de circunstancias, dejan ver del filósofo francés cómo intenta responder ante ellas, siempre de modo crítico, es decir, estableciendo distinciones, delimitaciones, respecto de aquello que llama a la responsabilidad; también se puede reconocer el gesto propiamente ético-hermenéutico, de tomar la justa distancia para poder así ponderar mejor para decidir. Y, entonces, “voluntad de responsabilidad” puede ser entendido, conforme a los textos aquí reunidos, como aquel gesto filosófico de Ricœur que consiste en preguntarse qué significa asumir la responsabilidad de la fragilidad, el otro, la ciudad, la esfera pública, etc., de un modo crítico, sin arrebato, pero sin demora tampoco. Pero aún es necesario reforzar con mayor nitidez qué es lo que aporta hablar aquí de voluntad de responsabilidad, antes que de sola responsabilidad. Ya hemos destacado algunos elementos, relevemos ahora el siguiente: voluntad de responsabilidad puede apuntar también al esfuerzo que es preciso hacer para reconocerse responsable, respondiente de lo que nos demanda. Si somos capaces de responsabilidad, de reconocernos agentes de nuestras acciones, de reivindicarlas, por ejemplo, la asunción de dicha responsabilidad demanda ciertamente de un esfuerzo que es del todo fundamental. Dicho esfuerzo es correlativo de aquella demanda socrática, reivindicada por nuestro autor, de examinar la vida para que valga la pena vivirla. Toda la filosofía de la responsabilidad, que los textos reunidos aquí despliegan -y que será desarrollada en obras como Lo justo-, se halla sustentada por el ejercicio filosófico, que Ricœur expone a un público no filosófico en muchas ocasiones, que consiste en intentar ganar y aportar lucidez sobre lo interpelante y responsabilizante.

Es aquí que la voluntad de responsabilidad adquiere sus notas particulares en su relación con el cuidado de la vida y de la ciudad. Pues, en efecto, el cuidado, el acto de cuidar, es en sí doble: por un lado, indica la atención debida a un ámbito de interés, como cuando, por ejemplo, se le indica a alguien que lea con cuidado este libro, es decir, con suma atención; pero, por otro lado, cuidado quiere decir también la ejecución de una acción que busca salvaguardar a algo o a alguien, como cuando el médico le sugiere al paciente cuidar su alimentación. Los textos, aquí reunidos, ponen en juego esa relación estrecha que hay entre responsabilidad y cuidado, en su múltiple acepción. Si, en buena parte del libro, la interrogación recae sobre el “saber”, el “alcance” y la “práctica” de la responsabilidad, esta comienza, en primer lugar, con una reflexión breve sobre la ética, el anhelo ético, bajo la cuestión del cuidado de sí, del otro y de la institución. Esta deriva por el trípode del cuidado, se podría decir, resulta tan interesante en cuanto articula su pequeña ética, desarrollada formalmente a partir de Sí mismo como otro, con, a juicio del editor, su pequeña filosofía política. Lo interesante de esta articulación es que devela a su vez, no solo una reflexión crítica sobre lo político y la política, sino también cómo estas -ética y política- están sostenidas en una antropología del hombre capaz, del ser humano capaz; así, el cuidado, como atención a sí, al otro y a las instituciones, es pensado a la luz de estos textos como acción en la ciudad, con otros y para otros. Este movimiento atencional y en la acción revela el lugar central que tiene el ser humano como sujeto capaz, pero también como paciente en la comprensión que tiene Ricœur sobre las dimensiones ético-políticas que están a la base del vivir juntos. Pero si el trípode del cuidado es central en estas reflexiones, lo es también porque a partir de él se hace explícito el carácter frágil y vulnerable del sí-mismo, del otro y de la ciudad. Se encontrarán múltiples referencias a esta cuestión en la edición de este libro. ¿Cómo hay que pensar lo frágil y lo vulnerable? Este libro nos da algunas indicaciones que complementan ya aquellas contenidas en las grandes obras del autor, particularmente en El hombre falible y en Sí-mismo como otro. Se podría decir que la fragilidad se refiere más bien a la constitución misma del ser humano como tal; este es de suyo frágil, es decir, falible, lábil, no coincidente consigo mismo; mientras que la vulnerabilidad es la forma que toma esta fragilidad en las relaciones que mantiene el ser humano con el otro, con la ciudad, con aquellas potencias vividas como resistencias para la acción, como amenazas, incluso, capaces de quebrar o impedir su despliegue y la concreción de sus finalidades. Y si no es tan fácil fundamentar esta distinción, ni tan nítidos sus límites, de todos modos, nuestro autor nos ofrece, cada vez, la ocasión para pensar sobre los alcances de la fragilidad, de la vulnerabilidad, de sus interrelaciones, de sus tensiones, si acaso esta distinción es del todo sensata. En cualquier caso, los textos aquí reunidos nos permiten pensar que la fragilidad es constitutiva del sí-mismo, ciertamente, pero también de la ciudad, y es por ello que esta también requiere nuestros cuidados.

Son muchos los temas que aquí se plantean, y cada uno de ellos es abordado por el filósofo de un modo lúcido y vigilante. Solo quisiera destacar, para finalizar, una última cuestión presentada en este libro en algunos de sus escritos. Si hay algo que destacar es que las interrogaciones ético-políticas aquí abordadas, tienen como fondo la filosofía hermenéutica de Ricœur, así como su antropología y ontología. De este modo, junto con aportar elementos para la comprensión de la articulación -y extensión- entre su “pequeña ética” y su “pequeña filosofía política”, se podrán encontrar también reflexiones sobre la sospecha, la atestación, el compromiso. Es a partir de la sensibilidad hermenéutica que nuestro autor afronta la articulación entre ética y política, sensibilidad que se traduce en el cuidado con el que considera cada una de las cuestiones puestas en juego aquí; es decir, en la lucidez que, cada vez, intenta ganar con relación a sus circunstancias y las fragilidades que lo interpelan como filósofo y ciudadano. El cuidado, como comportamiento hermenéutico, se podría indicar, revela a su vez el carácter frágil de la ética en su vínculo con la moral y con la política y lo político. Si este libro nos da que pensar, lo primero que nos ofrece, a nuestro juicio, es que el pensamiento que se apresta a reflexionar lo que significa aspirar a “una vida buena con y para otros en instituciones justas” es él mismo frágil, y no puede proceder sin comprometerse a ganar lucidez sobre su propia constitución: la relación entre sospecha y atestación, y el cariz que esta tiene en el plano práctico, alumbra, precisamente, ese tanteo, ese tacto, por el cual la reflexión debe avanzar, siempre dispuesta a mantener un diálogo abierto y crítico que esclarezca del mejor modo posible los modos como asumimos el compromiso de una vida examinada, de una vida singular y en común, de una vida anhelada al tiempo que exigida por los otros, por la ciudad, y que, no deja, a su vez, de lanzar preguntas, interrogantes -cual Sócrates- sobre cuáles son los mejores modos para asumir el cuidado y la responsabilidad por lo fragilidad y la vulnerabilidad del ser humano en la ciudad. Se trata de un libro, por consiguiente, que nos presenta al filósofo vivo, respondiendo las preguntas que se le plantean y, al mismo tiempo, lanzando otras a sus interpelantes, asumiendo el cuidado de las respuestas y llamando a sus interlocutores a hacerse cargo de un modo crítico de la gran interrogación que implica la vida en común.