ISEGORÍA. Revista de Filosofía moral y política, N.º 65
julio-diciembre, 2021, e07
ISSN-L: 1130-2097 | eISSN: 1988-8376
https://doi.org/10.3989/isegoria.2021.65.07

El camino nostálgico hacia el reconocimiento de sí

The nostalgic path to recognition of oneself

Jorge Montesó-Ventura

Centre d’Estudis Antropològics ACAF

https://orcid.org/0000-0002-0970-9652

Resumen

La nostalgia refiere a ese dolor por la imposibilidad de recuperar un pasado cuyo recuerdo provoca una sensación de dicha reconfortante y que, sin embargo, nos atrae sin remedio. Ello nos aboca a una tendencia reiterada a la rememoración en busca de ese espacio de familiaridad, de sentido, que sabemos perdido, aunque confiamos que redimible. En este artículo analizaremos esta posibilidad de reencuentro que, en su expresión, posibilita un potencial reconocimiento de sí, esto es, una oportunidad para reafirmar la continuidad pasado-presente que refuerza el despliegue de un proyecto de vida hoy, de cara a un futuro.

Palabras clave: 
Nostalgia; reconocimiento; recuerdo; pasado; residuo; continuidad.
Abstract

Nostalgia refers to that painful experience due to the impossibility of recovering a past whose memory provokes a feeling of comforting happiness and which, nevertheless, inevitably attracts us. This leads us to a reiterated tendency to remember in search of that space of familiarity, of sense, which we know is lost, although we trust that it’s still redeemable. In this article we will analyze this possibility of reencounter that, in its expression, enables a potential recognition of oneself, that is, an opportunity to reaffirm the past-present continuity that reinforces the unfolding of a life project today, looking at the future.

Keywords: 
Nostalgia; Recognition; Memory; Past; Remainder; Self-continuity.

Recibido: 22  marzo  2021. Aceptado: 15  julio  2021.

Cómo citar este artículo/Citation: Montesó-Ventura, Jorge (2021) “El camino nostálgico hacia el reconocimiento de sí”. Isegoría, 65: e07. https://doi.org/10.3989/isegoria.2021.65.07

CONTENIDO

1. INTRODUCCIÓN

 

Desde su instauración en 1688,1 Hofer, J.Disertatio medica de nostalgia. Typis Iacobi Bertschii, Basilea, 1688. el concepto “nostalgia” ha pretendido dar nombre a un estado de ánimo complejo, de variada expresión, familiarizado con la añoranza y que, pese a su breve historia, se ha visto notablemente mediado según las relaciones mantenidas con fenómenos como los de enfermedad, identidad o pertenencia, incluso según el criterio estético y cultural de cada época. Puesto que ya se ha hecho en otros lugares, y de manera bastante exhaustiva, no nos detendremos aquí en el análisis conceptual del término y en sus variaciones históricas,2Sobre un análisis conceptual de lo nostálgico ver: Boym, S.El futuro de la nostalgia. Antonio Machado, Madrid, 2015; Scheuchzer, J. J. “De nostalgia”. De Bononiensi Scientiarum et Artium Instituto atque Academia Commentarii, 1, 1731, pp. 307-313; Starobinski, J. “The Idea of Nostalgia”. Diogenes 54, 1966, pp. 81-103; Rosen, G. “Nostalgia: A Forgotten Psychological Disorder”. Clio Medica 10/1, 1975, pp. 28-51; Castelnuovo-Tedesco, P. “Reminiscence and nostalgia: The pleasure and pain of remembering”. En Greenspan, S. I. y Pollack, G. H. (Eds.). The course of life: Psychoanalytic contributions toward understanding personality development III: Adulthood and the aging process. Government Printing Office, Washington DC, 1980, pp. 104-118. Sobre un estudio histórico donde apreciar cómo se ha ido modificando el significado de la nostalgia ver: Bolzinger, A.Histoire de la nostalgie, Campagne première, París, 2006 o Dodman, Th.What Nostalgia Was: War, Empire, and the Time of a Deadly Emotion, Chicago Press, Chicago, 2018. aunque sí deberemos establecer un mínimo anclaje, una acepción básica de consenso, que sirva para implantar un horizonte de compresión sobre el que movernos y alcanzar, como aquí pretendemos, esa experiencia que saque a la luz la intencionalidad de la que se desprende la motivación o tendencia a la acción para “(re)encontrar(se)” y, si cabe, (re)conocerse en ese camino hacia el propio pasado. En otras palabras, trataremos de analizar la nostalgia con la intención de acentuar de ella la capacidad que alberga para tender o buscar en el pasado el reencuentro con uno mismo en ese contexto distinto del actual, permitiéndonos el referido juego de identidades/diferenciaciones propio del reconocimiento, en este caso, de sí.3 Ricoeur, P.Caminos del reconocimiento. Trotta, Madrid, 2005, pp. 71 y sig.

Por tanto, sin entrar a analizar el contexto de su creación y sus posteriores translocaciones semánticas, en tanto lo que aquí nos interesa es la vivencia emocional y motivacional a la que alude el término y sus posibilidades para el reconocimiento, esbozaremos un breve análisis, de base fenomenológica, especialmente referenciando estudios precedentes que nos sirvan de pie -pues analizar un estado anímico como el nostálgico sobrepasaría la capacidad del presente artículo- con el fin de obtener una imagen concreta de la experiencia, o posibles experiencias, que vive el sujeto cuando se ve afectado por lo que hemos venido a llamar “nostalgia”.

Y eso que hemos venido a llamar “nostalgia” -lo desarrollaremos en adelante- refiere básicamente a la experiencia de un estado de ánimo, en concreto de un temple, que se vive en forma de dolor o duelo -algos (ἄλγος)- causado por el anhelo de regresar -nóstos (νόστος)- a un tiempo pasado, recordado, y por ello, actualmente perdido. A grandes trazos, la nostalgia referencia fundamentalmente a esa tristeza melancólica que origina el recuerdo de una dicha perdida,4 Real Academia Española, Diccionario de la lengua española (23ª ed.). Espasa, Madrid, 2014, [en línea]: https://dle.rae.es/nostalgia?m=form generalmente relacionada con la idea del hogar, de uno que quizá nunca haya existido,5 Boym, S. “Nostalgia and its discontents”. The Hedgehog review, 2017, p.7. Cuando aludimos al hogar que ya no es o que nunca ha sido, en tanto podemos anhelar un lugar mitológico -el paraíso sin ir más lejos- hay que recordar que no fue hasta el siglo XX, alterado por el romanticismo, que el concepto “nostalgia” se revistió de un tono de abstracción suficiente como para abandonar la referencia a lugares físicos -una patria alejada pero existente- y tendió a referir elementos más episódicos, privatizándose, interiorizándose, apelando a recuerdos cada vez más autobiográficos. (Roth, M. “Returning to Nostalgia”. En Nash, S. (Ed.). Home and its dislocation in nineteenth-century France. Suny Press, Albany, 1993, pp. 25-45). Esto pone en relieve el dinamismo que acompaña al concepto a lo largo de su existencia. pero que, por perdido, ahora añoramos. Para conseguirlo, pues, el sujeto se deberá a la rememoración, al uso del recuerdo, lo que expone la problematicidad misma del deseo que esconde, ya que el nostálgico es en todo momento consciente de la imposibilidad de su cumplimiento más allá del propio recuerdo. Como veremos, ese pasado que anhela, aún vinculado a un territorio o fenómeno existente, es, en tanto pasado, estrictamente irrecuperable tal y como lo recuerda, precisamente esta problematicidad es la que le genera dolor, dolor por tener que asumir esa ausencia de algo que sin embargo permanece o queda a través de su recuerdo, dolor por la pretensión de representar la cosa ausente sin que ello signifique que pueda hacerlo -el tan analizado ajuste entre la eikón y la “huella” del recuerdo-.6Esto nos mete de lleno en la problematicidad de la memoria en la que, pese a referenciarla por motivos argumentales, no nos vamos a detener por evidentes cuestiones de espacio. Sobre ello, apelamos a autores que van desde Platón y Aristóteles en la antigüedad, hasta autores más actuales como Husserl, Bergson o Ricoeur, por citar los más destacados.

A su vez, en cambio, y esto es significativo para nuestra propuesta, expone motivos para la propensión7Muchos analistas han visto en la nostalgia algo más que un complejo melancólico -prejuicio muy asociado al origen clínico de su concepto- encontrando un factor de motivación para articular comportamientos proyectivos. Ver: Sedikides, C. y Wildschut, T. “Past forward. Nostalgia as a motivational force”. Trends in cognitive sciences. 20/5, 2016, pp. 319-321. que guarda en segunda instancia y que motivan la hipótesis principal del presente artículo: el mero hecho de intentar redimir un atisbo de esa dicha mediante evocación, pese al potencial dolor anunciado, concede un halo de esperanza -perecedero- por la posibilidad de reencontrarse en ella y, por tanto, de hallar el recuerdo de sí mismo, en distintas circunstancias de las actuales. En otras palabras, esta búsqueda retrospectiva promete la oportunidad de hallarse a sí mismo y de poder reconocerse en el encuentro, con la inherente posibilidad de comparar y coser la continuidad pasado-presente de modo que permita mantener o reforzar el sentido de proyecto a la propia vida.

En definitiva, encontramos cómo la nostalgia, más allá de su condición afectiva, se reviste con este acento de cierta utilidad, sino terapéutica, al menos sí participante de la conservación o establecimiento del sentido de vida, una sensación relevante para quienes, por distintos avatares, se han visto privados de él -sea por procesos migratorios, desplazamientos, pérdidas personales, traumas, etc.-.8Existen bastantes estudios, experimentales, que avalan los efectos beneficiosos de trabajar la nostalgia con la intención de curar heridas del pasado. Sobre las causadas por los cambios drásticos en espacios urbanos, ver: Adams D. y Larkham, P. “Walking with the ghosts of the past: Unearthing the value of residents’ urban nostalgias”, Urban Studies, 53/10, 2016, pp. 2004-2022. Sobre cómo trabajar la nostalgia en poblaciones de desplazados: Cuya Gavilano, L. “Internal Migration, the Publishing Industry, and Transnational Identities in Two Peruvian Writers”, Revista hispánica moderna, 69/1, 2016, pp. 1-16; Sobre traumas y discontinuidades: Milligan, M. J. “Displacement and identity discontinuity: The role of nostalgia in establishing new identity categories”. Symbolic Interaction 26, 2003, pp. 381-403) o McAdams, D., et al. “When bad things turn good and good things turn bad: Sequences of redemption and contamination in life narrative, and their relation to psychosocial adaptation in midlife adults and in students”. Personality and Social Psychology Bulletin 27, 2001, pp. 472-483. Sobre ello incidiremos en el presente artículo, sobre cómo la nostalgia se ofrece como camino de posibilidad para el reconocimiento de sí y en qué modos.

2. LA NOSTALGIA, ENTRE EL RECUERDO Y LA OPORTUNIDAD

 

Así, podríamos figurar lo nostálgico como un sentir aparentemente ambivalente, ya que se fundamenta en la paradoja de desear algo que se sabe imposible y a la vez no verlo como un absurdo sino como la única salida posible para salvar aquello que queda de ese pasado en un proceso de reconocimiento desde el presente. Esta enunciación, ciertamente breve, nos permite como poco meternos ya en análisis, nos da un atisbo de lo que la nostalgia menta hoy como también del vehículo que atraviesa todo su aparecer: la presencia de un recuerdo. Pero no basta con un recuerdo cualquiera para provocar nostalgia, y con ello nos metemos ya en materia descriptiva. La nostalgia, para darse, requiere de un recuerdo que en su rememoración alcance a producir una sensación de dicha reconfortante -de otro modo no evocará nostalgia sino un estado de ánimo distinto- para lo cual deberá permitir la reparación de cierta percepción de familiaridad,9Así lo respaldan estudios como Wildschut, T., Sedikides, C. y Routledge, C. “Nostalgia - from cowbells to the meaning of live”. The Psycologist 21, 2008, pp. 20-23. de hallarse como en casa (heimlich), o en sentido contrario, permitir el alejamiento de la extrañeza (unheimlichkeit).10Unheimlichkeit etimológicamente está relacionado con la idea de no tener hogar. Gaos, en su traducción de Ser y tiempo, lo traduce como inhóspito (inhospĭtus): fuera del hogar o lugar que no ofrece buenas condiciones para albergarse. Rivera, en cambio, en su revisión (2009) prefiere el término desazón, fuera de sazón, del momento justo, de su tiempo. Ambos casos apelan a la sensación de extrañamiento por pérdida de familiaridad. En Heidegger, M. Ser y tiempo. Trotta, Madrid, 2009. Este tipo de recuerdos son en su mayoría episódicos, suelen mentar a aspectos relacionados con la infancia, seres queridos, también de la tradición, en su mayoría vinculados a la noción de hogar; recuerdos tan íntimos -independientemente de cuánto les haya afectado el olvido- que, en su aparición, pueden llegar cargados de una inusitada capacidad de translación temporal, o de sensación de translación para ser más exactos, que, por un instante, el sujeto rememorante puede alcanzar la experiencia de algo semejante a estar reviviendo el momento justo en que se produjo el suceso o percepción originaria, despertando sensaciones propias de aquel tiempo y que le suscitarán una experiencia de plenitud por esa familiaridad reencontrada.

Aunque precisamente por tratarse de una re-novación (presentificación-vergegenwärtigung) de la percepción originaria, este sabe que no es tal, pues como hemos indicado el nostálgico no pierde la referencia de su temporalidad, de estar reviviendo un acontecimiento ya pretérito. Pese a su deriva, el recuerdo no se confunde con una percepción presente, ni con una fantasía carente de posicionamiento,11Cfr. Pfänder, A. Fenomenología de la voluntad. Motivos y motivación. Avarigani, Madrid, 2011, pp. 62-63. al contrario, sabe que el recuerdo no es más que una otra-vez, como un haber-sido percibido, de una vivencia que se presenta cuasi-originariamente.12Cfr.Husserl, E. Die Bernauer Manuskripte über das Zeitbewusstsein. En Bernet, R. y Lohmar, D. (Eds.). Kluwer Academic P, Dordrecht/Boston/Londres, 2001 (Hua XXXIII, 364, 7-9). Así que, mientras recuerda y se regodea en la dicha del efímero reconocimiento del momento, es plenamente consciente de la distancia que separa el momento recordado del actual. Este (re)conocimiento subyace precisamente en la fuente del dolor, un duelo -por conciencia de finitud e irreversibilidad- que se verá incrementado por la progresiva disolución de la dicha hallada la cual, en tanto temple, empezará a desvanecerse desde el mismo instante en que se presenta.13“Las sensaciones de placer y de dolor pueden perdurar, mientras que desaparecen los caracteres de acto edificados sobre ellas. Cundo los hechos suscitadores del placer han pasado a un segundo término, cuando ya no son apercibidos afectivamente, e incluso quizá cuando ya no son objetos intencionales, la excitación placentera puede durar todavía largo tiempo”. Husserl, E. Investigaciones lógicas 2. Alianza, Madrid, 2014, §15b, p. 510.

En tanto temple,14Sobre temples anímicos ver: Husserl, E. Wahrnehmung und Aufmerksamkeit. Texte aus dem Nachlass, Vongehr, T. y Giuliani, R. (Eds.). Springer, Dordrecht, 2004 (Hua XXXVIII); también la V (§15b) de sus Investigaciones lógicas o Estudios acerca de la estructura de la conciencia, para lo que remitimos a Zirión Quijano, A. “Coloraciones emotivas y temples anímicos en los Estudios acerca de la estructura de la conciencia de Husserl”. Isegoría. Revista de filosofía moral y política 60, 2019, pp. 123-145. Quepons realiza una interesante aproximación a la nostalgia describiéndola precisamente como temple en términos husserlianos (Quepons, I. “Nostalgia y anhelo. Contribución a su esclarecimiento fenomenológico”. Open Insight 4/5, 2013, pp. 117-145). decimos, aunque su vivencia “se mantiene asida” quedando en nosotros su efecto durante un tiempo indeterminado -tiempo en el que actúa como coloración de posibles acciones yoicas-,15Ibid. p. 119. cuando la continuidad de la dicha comienza a ponerse en cuestión le sobrepone la sensación de duelo. Digamos que uno siente el frío cuando sabe que regresa al angustioso presente. Ahora bien, este frío no llega de forma abrupta sino a medida que se desvanece el efecto de la dicha redimida, como en un quiasma paulatino, lo que ofrece margen al nostálgico para actuar en consecuencia, ya que se sabe capaz de renovar su encuentro con el pasado mediante evocaciones reiteradas, capaz de estimular el remanente que permanece en el recuerdo declinante y avivarlo a pesar de sus continuos y transformadores acaeceres. He aquí un elemento significativo para esa utilización interesada que venimos defendiendo de la nostalgia.

El recuerdo no es una mirada fija que sencillamente palidece, cierto que progresivamente se hunde en la oscuridad de la memoria, que se debilita, pero como advirtiese Husserl, algo de la impresión originaria subsiste en cada rememoración, recuerdo tras recuerdo, como “un acto que constantemente declina o se gradúa”16 Husserl, E. Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo. Trotta, Madrid, 2002, p. 68 (Hua X). en una corriente que se actualiza a cada mirada, con cada rememoración del suceso original, de aquí el deseo. Sin embargo, esta permanencia no evita que, a cada repetición, la impresión originaria quede expuesta a las intenciones de expectativa que impulsan el recuerdo hacia una vivencia renovada de lo que se recuerda. Estas intervienen cada vez que se actualiza la actividad perceptiva pasada, de modo que cada rememoración se convierte en una rememoración del recuerdo causado por otra rememoración previa donde la impresión “originaria”, aunque perdure, no es más que un remanente en el que “cada novedad reobra sobre lo viejo, cumple su intención prospectiva y con ello la determina”17Ibid., p. 75. exponiéndola a una modificación continuada. En suma, una experiencia acontecida, irrecuperable, que solo mantenemos a costa de aceptar el precio su continua alteración, de acarrear el peso de los cambios que se incrustan en ella provocando que lo verdadero de la impresión originaria -su autenticidad- quede cada vez más atrás.18Cfr. Hua XXXIII, 379. Enlaza esto con la idea del Andenken heideggeriano para quien el recuerdo implica siempre una destrucción, una distorsión, también un incorporar al pasado que desemboca en una transformación del mismo. Decía Husserl, “mientras más nos aproximamos a lo recordado, más tiene éste el carácter del así-fue-verdaderamente […]. Ahora bien, cuando una conciencia ya se ha liberado de este carácter de mera aproximación o mera cercanía, donde ya no hay distancia considerable, entonces puede intentarse todavía incrementar la actividad de la intención en la misma dirección, y puede suceder que un recuerdo nuevo revista a su correlato con el carácter “sin embargo sólo una aproximación” (Hua XXXIII, 379, pp. 25-35). La misma infidelidad del recuerdo respecto de la imagen originaria implica en ella, como apunta Richir (2006, p. 142), su irreductible mezcla con elementos fantásticos. Perdemos de este modo fuerza en el carácter intuitivo de la intencionalidad transversal de la retención19Cfr. Bernet, R. La vie du sujet. Recherches sur l’interprétation de Husserl dans la phénoménologie. P.U.F., París, 1994, pp. 238 y sig. y, justamente por ello, el recuerdo se expone a una fragmentación de apariencias imaginarias que dejan tras de sí un margen de oscuridad, generalidad, oscilación e incoherencia respecto del pasado.20Cfr. Ferrer, G. “Experiencia del pasado e imágenes poéticas. Edmund Husserl y Paul Celan (una lectura fenomenológica de Sprachgitter)”. Investigaciones fenomenológicas 8, 2011, pp. 180 y sig.

Con todo, este deterioro no detiene al nostálgico en su deseo, quizá incluso al contrario, pues parece que en los recuerdos que evocan nostalgia lo importante no es tanto la fidelidad al hecho originario -al suceso recordado- como al afecto que su evocación desprende, esto es, no prevalece preservar el contenido de la impresión inicial sino afianzar el sentimiento que hallarse allí provoca: su contexto afectivo, a saber, la dicha por familiaridad. Por tanto, pese a que el precio a pagar por la rememoración sea importante debido a los efectos de la presentificación, quizá no sea tan relevante para el nostálgico. Es más, precisamente por ese margen de oscuridad que deja, cuando el nostálgico toma consciencia de lo que siente y de los efectos de su intrusión en ello, se nutre y beneficia de la adecuación del hecho originario a su circunstancia actual, pues quizá la situación en su estado prístino no le resultase tan seductora como su alterado recuerdo lo es ahora, ajustado a sus expectativas presentes -a su presente en definitiva-, pues como decimos, el nostálgico nunca pierde su referencia temporal.

Esta relación es la que permite abrir una reflexión sobre si el nostálgico, en su rememoración, no pretende tanto el momento pasado como sostener el dulce recuerdo (adulterado) del mismo, es decir, mantener esa conexión con su pasado, sin renunciar al presente, para recobrar la sensación de familiaridad que le conecta con sus viejas promesas, con su proyecto de vida ahora extraviado, al margen del pasado en sí, pues “la rememoración, conforme a su estructura protencional, no es tan solo conciencia intencional de un acontecimiento pasado, sino además auto-conciencia”,21Ibid., p. 176. de uno mismo a través del tiempo. Como apuntamos en nuestra hipótesis, el nostálgico mira atrás atraído por una dicha perdida, ciertamente, pero no necesariamente acude a ella solo para el regodeo, también puede hacerlo con la intención de restablecer la continuidad de su pasado recordado con un presente que, quizá, no ha llegado a ser como esperaba que fuese -de aquí su búsqueda en el pasado-, pues busca repasar su camino para advertir el momento del lapso y qué le condujo a ello, por eso esta rememoración se presenta para él también como una vía de reparación, de segunda oportunidad, una vía para andar nuevamente, y precisamente, de modo distinto. Por ello no es extraño que, más allá de cargar con su anhelo, el nostálgico actúe, pues tras la tendencia afectiva -inicialmente desposeída de voluntad de acción- puede llegar a fundamentar cierta suerte de voluntad -en tanto no son vivencias aisladas-,22“Si bien el anhelo y la voluntad no son lo mismo, ambos pueden coexistir sin contradicción en una situación. La nostalgia parece ser un caso donde hay voluntad y anhelo de manera simultánea en una misma vivencia compleja, apuntando cada uno a diferentes objetos”. Quepons, I. op. cit., p. 139. una intención que dé pie a esa otra cara de la nostalgia que aquí enfatizamos y que la presenta como una “fuerza dinámica y motivadora que permite al individuo [pese a su propensión al pasado] mirar hacia adelante y tomar medidas proactivas”.23 Sedikides, C. y Wildschut, T. op. cit., p. 319. En los últimos años, estudios experimentales sobre nostalgia vienen centrando su acento en esta capacidad reparadora y constructiva que menta a su potencial para recobrar cierta suerte de continuidad con uno mismo (Mills, M. A. y Coleman, P. G. “Nostalgic memories in dementia. A case study”. The international journal of aging and human development. 38/3, 1994, pp. 203-219).

Así, de entre los nostálgicos, es cierto que los habrá quienes sencillamente acudan al pasado buscando reposo frente a las tribulaciones del presente, dejándose llevar por esa ambrosía dichosa que, tras su evanescencia, les deja a los pies de una melancolía socorrida -a saber, quienes acuden por mera evocación (mnemé)-. Pero los habrá, en cambio, que lo hagan con un tono más interesado -anámnesis-, quienes vean en el pasado recordado un baúl -o un sepulcro- donde buscar respuestas a preguntas prescritas, esto es, dejando de encontrar por accidente para buscar, con esfuerzo y esperanza, precisamente para encontrar. En otras palabras, habrá quienes vean en la rememoración que alienta la nostalgia una oportunidad, ya no de descanso, sino de trabajo, de reflexión, de observación y análisis,24Aludimos al esfuerzo por rememoración frente al olvido que, como destaca Ricoeur (2003, p. 48 y sig.), lo acerca a la idea de preocupación, pues no todo lo que se busca se encuentra. de viajar por su memoria -y por la tradición encarnada- con un talante crítico respecto de las decisiones tomadas, de las promesas lanzadas y de los errores cometidos, de un proyecto en suma que representa el sendero que les ha conducido hasta donde hoy están, hasta lo que hoy son. Son estos los casos, como apunamos, en que la nostalgia actuará de impulso en una tendencia retrospectiva destinada a repensar, reinterpretar, afirmar o corregir un proyecto de vida en parte realizado, una tendencia que permitiría poder reconocerse a sí mismo en sus recuerdos25De aquí que Jankelévitch afirmase aquello de que el viaje del nostálgico no es tanto un viaje al hogar sino un viaje hacia uno mismo (1974, p. 302). e interceder en ellos con el fin de recuperar el vínculo consigo mismo, pues su pasado está en ellos, es su camino, como suya es la reflexión; en él son y por él han desplegado lo que estrictamente han sido y siguen siendo: su vivir.

A partir de aquí, introducida la voluntad de acción en la ecuación que permite el reconocimiento, cada cual se posicionará como mejor estime según su circunstancia, pues lo que en el fondo se juega el nostálgico no es el pasado perdido -que ya lo está- sino el presente que vive y desde el que recuerda. Si nos centramos en aquellos que acuden al pasado en busca de respuestas -anámnesis-, pues son quienes guardan la voluntad entre otras cosas de hallarse a ellos mismos, nos encontraremos con dos tendencias diferenciadas -que no categorías absolutas- que se dirimen entre quienes se toman muy en serio -algunos demasiado- eso del regreso (nóstos) e intentan restaurar las condiciones de su pasado para revivir una otra vez idéntica a la de antaño; o quienes, en cambio, les basta con asumir el dolor (algia) de la imposibilidad de semejante recuperación y se conforman con los vestigios que les restan, esto es, asumir el monumento tal y como es hoy -recuerdo- sin menospreciar los efectos que el paso del tiempo ha cultivado en ellos: una otra vez semejante. Ambas tendencias coinciden en buena medida con las desarrolladas por Boym (2015)Boym, S. El futuro de la nostalgia. Antonio Machado libros, Madrid, 2015. bajo el modo “restaurador” de recobrar el pasado que opuso al modo “reflexivo”, en alineación a su vez con la distinción kantiana del juicio. Veamos a dónde nos conducen ambos en este camino hacia el reconocimiento de sí.

3. CUANDO EL CAMINO SE ALUMBRA CON LA IDEA DEL “REGRESO”

 

En la primera de las dos tendencias -la que Boym llamó restauradora-, siendo estos nostálgicos conocedores de que su regreso al pasado es estrictamente irrealizable, eligen acudir a este -sea mediante el recuerdo o evocación por otros vestigios- para dotarse de las herramientas o conocimientos suficientes como para alterar su percepción de la actual circunstancia, o directamente su actual circunstancia, intentando reinstaurar en ella aquellos elementos del ayer que le permitan asemejarla lo más posible a ese hogar perdido que tanto anhelan.

Estos, partiendo del vestigio, tienden a defender la recuperación íntegra del entorno según la noción que conserven o alcancen a reconocer del original -de aquí su calificativo restaurador-, y lo harán sin considerar la memoria natural del pasado, es decir, el paso del tiempo. Dicho de otro modo, estos nostálgicos consideran que en los vestigios se halla una verdad a redimir la cual, más allá del desgastado substrato o de la reliquia que la guarde, en tanto verdad, trascenderá a la facticidad del mundo, conservándose más allá del olvido o de las alteraciones que el tiempo haya depositado en el substrato que la inspira. Esa verdad será determinante para ellos, y dado su supuesto estado de conservación, arrojará al nostálgico hacia un intento de replicación idéntica de la pieza según el canon conservado -que bien podrá rescatar de libros de tradiciones, de leyes, escrituras sagradas, descripciones literarias, saberes populares…-. Ignorando la distancia entre lo que realmente fue y lo que él entiende que aún debe ser,26Remitimos a los citados efectos que el paso del tiempo y las presentificaciones de las impresiones originarias provocan en el recuerdo. En caso de vestigios, es importante recordar los trabajos de Derrida sobre el mal del archivo y sus contradicciones, así como las relaciones de poder, incluso de violencia, que su referencia engendra (Derrida, J. Mal de archivo. Una impresión freudiana. Trotta, Madrid, 1997). su mirada no se centrará tanto en la aceptación de lo perdido e irrecuperable del pasado como en lo que considera que aún sigue vivo de él en sus arrinconadas o maltrechas tradiciones, una verdad de derecho redimible de entre las ruinas, una verdad legítima con la que recuperar la luz de su hogar, incluso en forma.

Precisamente por ello no tiende a reconocerse a sí mismo como nostálgico sino como defensor de ese derecho de restauración -sea el caso, y sin afán de comparación, de ciertos tipos de nacionalismo-tradicionalista o de integrismos religiosos-.27Lo podemos ver en los trabajos de Ernest Gellner: Gellner, E. Posmodernismo, razón y religión. Paidós, Barcelona, 1994 o Gellner, E. Nations and Nationalism. Blackwell, Oxford, 1983. Su objeto, de este modo, no será otro que la repetición de identidad que permita la “exacta” continuidad temporal pasado-presente de esa verdad que, supuestamente, una vez restaurada, le permitirá sentirse nuevamente bien en casa, esto es, de reconocer el momento-origen de sus promesas de modo que perviva y sea reconocido como elemento de posibilidad en el mundo actual y, con él, de sí mismo, de su proyecto de vida recuperado, adscrito a esa asunción de verdad. En resumen, su objeto será redimir aquellas condiciones que, según sus esperanzas, permitirán nuevamente desplegar su proyecto y recuperar, con él, el sentido del mismo, esto es, volver a reconocerse a sí mismo a través del reconocimiento de su entorno.

Cuando el sujeto se adscribe a una verdad tal, cuando no acepta narrar su historia de otro modo que no sea el que esa tradición o recuerdo concreto le dictan, se promete a sí mismo fidelidad, pero lo hace a partir de ese precepto externo que en algún momento se impuso a sí mismo y que actúa ahora como imperativo en su modo de hacer y en su modo de interpretar el pasado -so pena de traicionarse y perder su propia referencia, pues sus actos sí son suyos-. Este compromiso consigo mismo, como indicase Ricoeur, “consiste en una voluntad de constancia, de mantenimiento de sí, que pone su sello en una historia de vida enfrontada a la alteración de la circunstancia […]. Es una identidad mantenida a pesar de…”.28Ricoeur, P. op. cit., p. 137. Por ello, en la práctica, el restaurador opta por adecuar su circunstancia de modo que dé cabida a su forma de ver el mundo teniendo presente que su verdad no tiene por qué ser compatible con la de otros y su reconocimiento bien puede amenazar el de otros, o directamente requerir de su aniquilación -lo que sucede con muchos fundamentalismos-. Por tanto, su reconocimiento, y su esperada exigencia pública de este, debe hacerse mediante la afirmación de una fidelidad expresada a través de una pauta normativa de observancia y comportamiento respecto de una verdad externa -restaurada- que marque una línea diferencial entre él -o los suyos- y el resto, básicamente para atraer a los “iguales” que comparten intereses y se adscriben a su misma verdad, a la vez que alejar la “amenaza” de quienes no aceptan su reconocimiento. De este modo, el peso que adquiere la traición en el declinar de su proyecto fagocita el del olvido, tornándose elemento central en el reconocimiento de sí, pues este nostálgico se reconoce a sí mismo y a los suyos -en tanto extensión de sí- a través del mantenimiento del imperativo que le vincula a su pasado, a su verdad asumida. De aquí el valor de la conspiración como estrategia esencial en estos grupos tradicionalistas.

Lo que subyace a esta disposición es que el restaurador ignora, más o menos deliberadamente, que el hecho de romper su palabra -o de poder hacerlo- forma parte de su misma capacidad de prometer, lo que se debe a su fidelidad a lo idéntico; por esto equipara cambio con incumplimiento o variación con traición, y ello le vuelve obstinado, esclavo de sus promesas…29Ibid., pp. 119 y sig. Básicamente esto sucede cuando uno, en el uso de su libertad, delega la responsabilidad de sus elecciones -debido a la angustia que le provocan- a voces ajenas a sí, normalmente agentes grupales que, por magnitud o antigüedad, trascienden al propio individuo dotándole de la seguridad de la que adolece como individuo -especialmente en momentos de vulnerabilidad-.30Cfr. Heidegger, M. op. cit., pp. 145 y sig. Cuando uno erige un proyecto de vida sobre sillares de verdades asimiladas, las condiciones le vienen dadas. Son condiciones que por su carácter de archivo perduran inalterables al margen de los cambios que sí sufre el sujeto, ejerciendo de molde inexorable al que mantenerse asido. Este tipo de compromiso genera no pocas tensiones a la hora de seguir reconociéndose a sí mismo a través de sus gestos, alejando ese yo-ideal que pretende conservar de la realidad de aquello que prosaicamente es. Por eso necesita alterar su circunstancia, pues necesita coser la distancia que separa realidad de idealidad, y para ello, dada su condición, deberá primero reconocer su mundo reafirmando su verdad en él, para hallarse después a sí mismo en ese hogar reconstruido: para reconocerse a sí en él.

Cuando uno establece un proyecto de acuerdo a determinados archivos, el camino que se desprende se anda sobre un pavimento preestablecido, iluminado por esa verdad aceptada, lo que ofrece una aparente sensación de seguridad por caminar sobre losas ya pisadas (grund).31Sobre el concepto de fundamento (grund) y abismo (abgrund), ver: Xolocotzi, A. Fundamento y abismo: aproximaciones al Heidegger tardío. Porrua, México, 2011. Por ello, uno puede llegar a sentir que más allá de esas losas contrastadas, de las luces que en él le iluminan, solo hay tinieblas e inestabilidad, y ello le angustia, pues comprende que extraviar el camino podría llevarle no solo ante la nada ausente, sino a perder el sentido de la vida ya andada. Así, este tipo de nostálgico no dudará cuando deba dejarse seducir por una narrativa que, aunque llena de inexactitudes y vacíos remendados, le ofrezca a cambio la reposición aparente de ese entorno de familiaridad -hecho en su lengua, bajo su credo, según sus costumbres-, pues le permitirá sentir, al menos, que sigue fiel a sus promesas, viviendo según los preceptos con los que ha decidido conformar su proyecto de vida.32Qué decir que esta es, en buena medida, la base del éxito persuasivo de los grupos restauradores, una amalgama de conspiración y persuasión muy eficiente con quienes se debaten en ese cruce entre autenticidad e inautenticidad del ser. Por ello coincidimos con Ricoeur33Ricoeur, P. op. cit., p. 140. cuando advierte que quizá deba uno andar con tiento y, a pesar de ejercer la libertad de participar de cuantas verdades estime, procurar no prometerse demasiado, ser paciente con uno mismo y no obstinarse tanto con sus promesas. O como diría Eco,34Cfr. Eco, U. Apostillas a “El nombre de la Rosa”. Lumen, Barcelona, 1985.mal haría uno de tomarse demasiado en serio lo que ve… pues puede que su voluntad se convierta en voluntarismo, y su reconocimiento de sí, seducido por ese idealismo, acabe alterando tanto su mirada que se pierda uno por el camino al que se agarra a causa de ese tan anhelado espejismo de familiaridad.

4. ASUMIENDO EL DUELO PARA CAMINAR CON “LO QUE QUEDA”

 

En cambio, tras un compromiso de identidad, hallamos otra tendencia, contrapuesta, que refiere a quienes, lejos de obsesionarse con la idea del nóstos, prefieren “conformarse” con los restos mordidos -y presentes- del pasado, de un pasado posiblemente ajado y carcomido por su transitar, pero que aún perdura entre ellos rico en significados. Hablamos de quienes conocen y asumen la aporía del retorno -o de la idéntica restauración- admitiendo que lo que resta del ayer hoy solo son ruinas, ruinas cuya rehabilitación no traerá nada que no ofrezcan por ellas mismas, en su estado actual, en tanto lo que queda.35El recuerdo, en tanto rememoración de una impresión original, se construye para que esta dure en el tiempo, pero no es lo que dura, es lo que queda -y “lo que queda lo fundan los poetas”-. Aludimos, con ello, al dístico de Hölderlin, del poema Andenken, que tan a menudo comentase Heidegger y que Vattimo supo tan bien exprimir: Was bleibet aber Stiften die Dichter. Cfr. Vattimo, G. El fin de la modernidad, nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna. Gedisa, Barcelona, 2015.

Es una tendencia diametralmente opuesta a la que toma el restaurador y que cambia radicalmente el sentido de su dolor. Para estos, el dolor deja de ser causado por la frustración que provoca la insatisfacción del deseo -el anhelo por el regreso- para tornarse estrictamente en un dolor por la pérdida asumida, por la renuncia. Ello lo acerca más al duelo que al daño, por lo que se traduce más en pena que en rabia, en añoranza reconocida, en ese algia melancólica de los que, esta vez sí, y precisamente por ello, se reconocen a sí mismos como nostálgicos. Al fin y al cabo, es el duelo, en sentido estricto, lo único que de la nostalgia le pertenece al nostálgico, pues es su misma vivencia afectiva, lo único fenoménicamente a la mano y que les habla de lo que son, no de lo que querrían ser. De aquí que este tipo de nostálgicos prefieran invertir todo su esfuerzo no en el restablecimiento de una verdad dada sino en atenderse a ellos mismos, cuidando el sentimiento que les conmueve, que les afecta. Esta mirada cuidadosa, atenta, anticipa las posibilidades de reconocimiento que presta esta vía, incluso más allá de reconocerse en el dolor sentido que estimula la mirada reflexiva, pues la misma experiencia afectiva, en tanto temple que permanece en el tiempo, actúa de coloración para las acciones yoicas que caen bajo su influjo, entre otras, de sus atenciones.

Como coloración, el temple crea atmósferas atencionales,36Aludimos al concepto de atmósfera atencional de Scheler y a su ordre du coeur (Scheler, M. F. Ordo amoris. Caparrós, Madrid, 2008) que, a su vez, invoca a los trabajos de Pfänder sobre estados de ánimo (Pfänder, A. “Zur Phänomenologie der Gesinnungen“. Jahrbuch für Philosophie und phänomenologische Forschung. Hale, 1913). un ordre du coeur -o si se prefiere un sistema de intereses y preferencias que establece una determinada sensibilidad- el cual regirá el foco de nuestras miradas, estableciendo perspectivas y, por ende, posibilitando descubrimientos (alétheia).37Ver nuestro trabajo al respecto: Interés, atención, verdad. Una aproximación fenomenológica a la atención. Ed. Thémata, Sevilla, 2019, pp. 205 y sig. Nos abrimos, pues, a un tipo de verdad muy diferente de la que defiende el restaurador, de hecho no deberíamos hablar ya de verdad sino de verdades, que se darán en plural,38“¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal” (Nietzsche, 1998, p. 25). como continuos acaeceres (ereignis), en un proceso que, mirada tras mirada, vela y descubre al mismo tiempo, distorsiona (verwindung)39Cfr. Vattimo, G. op. cit., pp. 151 y sig. y posibilita apareceres de una misma cosa en un constante e inagotable desvelar abierto a todo aquel que acepte la posibilidad de narrar su historia, esta vez sí, de otros modos.

Hablamos, así, de un tipo de nostálgico que, en su reconocimiento de sí, no solo acepta sino que defiende la diferencia entre identidad y semejanza; conoce y acepta el efecto que el paso del tiempo ejerce sobre sus experiencias, pero no como algo necesariamente mutilador sino como una condición innegociable, como lo que es. Y aceptarlo les concede el beneficio de la conformidad, pues no pierden el tiempo con voluntarismos sino que para ellos el curso temporal sencillamente es, aceptan que el pasado no puede presentarse de nuevo sino solo evocado a través de una nueva presentación que, en el mejor de los casos, se asemejará a la original pero sin ignorar los cambios que dicha presentificación incorpore en ella, al contrario. La asunción de la distancia les vale para comprender su estado actual sin pervertir la presencia del vestigio, incluso llegando a utilizarla en su favor como herramienta para resarcir pertenencias y continuidades desde su posición, pues si bien defienden el pasado como irrepresentable -dado que su “hogar” está en ruinas- no por ello lo conciben como inaccesible, de aquí la posibilidad y tendencia a la rememoración en su condición de nostálgicos. Pese a reconocer el impedimento de la identidad, y aun en estado de deterioro, el vestigio sigue siendo la misma cosa que fuese antaño, y así lo reconocen, pues es lo que queda, y con ello conserva el significado declinante de lo que fuese: un residuo que perdura en su presencia como una profundidad significativa, siempre fragmentaria, pero que les permite reconocerlo:

Estamos en la edad de los objetos parciales, de los ladrillos y de los restos o residuos. Ya no creemos en estos falsos fragmentos que, como los pedazos de la estatua antigua, esperan ser completados y vueltos a pegar para componer una unidad que además es la unidad de origen. Ya no creemos en una totalidad original ni en una totalidad de destino. Ya no creemos en la grisalla de una insulsa dialéctica evolutiva, que pretende pacificar los pedazos limando sus bordes. No creemos en totalidades más que al lado. Y si encontramos una totalidad tal al lado de partes, esta totalidad es un todo de aquellas partes, pero que no las totaliza, es una unidad de todas aquellas partes, pero que no las unifica, y que se añade a ellas como una nueva parte compuesta aparte.40 Deleuze, G. y Guattari, F. El antiedipo, capitalismo y esquizofrenia. Paidós, Barcelona, 1985, pp. 47-48.

Para estos nostálgicos, el vestigio es como un jeroglífico que cada cual ha de interpretar para sí según su actual situación, un conjunto de signos que en su descifrado obligan al sujeto a la construcción narrativa de un relato que vincula a cada uno con su pasado recordado, teniendo en cuenta sus intereses presentes, como un engarce entre dos tiempos distantes. Por eso los monumentos, sus ruinas -en tanto lo que queda- deben ser leídas en plural, porque en su expresión, como vivencia presente, se dan abiertas a las potenciales miradas. La única verdad, pues, que podemos reconocerle al recuerdo -elemento diferencial entre los dos tipos de nostálgicos- es la de ser precisamente lo que permanece más allá del olvido, lo único presente que, en su naturaleza, comporta apelar a aquello que fuimos y recuperarlo a costa de su debilidad, de su dislocación, incluso de su fragmentaria presencia. Y si, como decíamos, la rememoración no es solo conciencia intencional de un acontecimiento pasado sino además auto-conciencia, ya que seguimos buscando en las mismas aguas -íntimas- de un solo cuerpo, gracias a los vientos nostálgicos hallaremos un impulso también para el reconocimiento de sí en tanto ser en continuidad. El vestigio, el recuerdo así entendido, interpela a lo que somos mientras remite a lo que fuimos, actúa como evidencia de la existencia de un camino transitado que todavía nos pertenece, lo que revive la idea de continuidad que bien podíamos dar por perdida y que, en parte, era motivo de nuestra añoranza. Esto nos obliga a dudar sobre la radicalidad del lapso, a poner en cuestión la categoría de la ruptura con nuestro pasado que creemos volver a recuperar, aunque siempre haya estado ahí, parcialmente evocado, distorsionado y debilitado en su expresión, frente a nosotros.

Todo depende, pues, de cómo entendamos la “paseidad” del pasado.41Tomamos prestado el concepto de los ya referidos estudios sobre memoria de Ricoeur. En La memoria, la historia, el olvido. Trotta, Madrid, 2003, p. 23. Cuando entendemos el pasado como mera alteridad, algo ajeno a lo que somos -sea el caso de los restauradores, obsesionados con la desprendida impresión originaria- este es ciertamente un pasado perdido, pues fue y dejó de serlo. En cambio, si aceptamos que ese pasado forma aún parte de nosotros -pues también nosotros somos la misma persona, el mismo cuerpo (temporal)- y nos conformamos con retenerlo mediante el tamiz declinante del recuerdo, si aceptamos que lo que se desprende a cada interpelación reflexiva es una alusión a nuestra experiencia pasada, con los cambios y olvidos que le son propios, la ruptura quizá no sea tal. En otras palabras, si renunciamos a la identidad pasado-presente, a la búsqueda de un fundamento, la idea de ruptura quedará diluida, pues no se puede romper lo que ya no se tiene. El pasado como algo objetivo es irrepresentable, pero si aceptamos su debilidad y nos conformamos con una relación, en el mejor de los casos, de semejanza; si aceptamos el efecto que las expectativas y el olvido ejercen sobre la cadena de representaciones admitiendo la parcialidad de nuestros recuerdos y, con ella, la ausencia de un suelo estable (abgrund), hallaremos ese pasado aún presente en nosotros como posibilidad del devenir continuo, pues la evocación y el recuerdo son formas presentes de traer pasado y, como elementos presentes, no solo los reconoceré como propios, además se darán abiertos a las múltiples interpretaciones que de ellos hagamos, al descubrimiento y a concedernos la posibilidad de su comprensión.

Así, atender al pasado a través del reflejo de su impronta, reflexionando a partir del vestigio, nos abre a un mundo de posibilidades de reencuentro y reconocimiento que ni la pura rememoración -demasiado a merced de expectativas y anhelos que alinean el recuerdo a su favor- ni la pretensión unívoca de la restauración determinante -más preocupada por recuperar su verdad que por revisar el pasado como tal- nos permiten, pues se centra en el fenómeno en sí, tomando el vestigio por el vestigio, como lo que es, como lo que queda, incluida su inherente debilidad.

El nostálgico acude de este modo, pues, libre de prejuicios a su pasado con la esperanza de encontrar aquello que ya viviera, y lo hace sin constricciones, ya no tanto “a pesar de…” sino “contando con…”, ejerciendo su libertad para experimentar nuevos relatos de una misma experiencia. Fue Hölderlin quien dijese aquello de “lo que queda lo fundan los poetas”. En este verso se concentra el sentido de la instauración del ser mediante la palabra… pero como apuntase Aristóteles: “el ser se dice de múltiples formas”.42En Metafísica, libro 4, 2. Vattimo, a partir de la lectura heideggeriana de este poema, desentrañó aquello de que en el recuerdo hallamos lo que queda, pero se trata “de un quedar que tiene el carácter de residuo”,43Vattimo, G. op. cit., p. 80. de acaecer, y como sucede con el monumento, que también dura mediante lo que queda, este lo hace en su declinante debilitación. Cada presentificación del hecho originario será, pues, una oportunidad de “retorno” a través del recuerdo, y una oportunidad de reconocimiento de sí con la posibilidad de atender a aspectos que antaño, en miradas precedentes, quedaron velados, mudos. Volver a andar el pasado tras ese anhelo concede a quien esté dispuesto a verlo el privilegio de la mirada inagotable, la del extraño que regresa a viejos espacios de familiaridad. Algunos de ellos, quizá no todos, puede que incluso se vean tentados de asumir la responsabilidad y el privilegio de reconocerse y reinventarse a sí mismos al mismo tiempo que lo hacen, pues el mismo hecho de reconocerse será entonces un gesto de transformación, pudiendo descubrirse en su propia experimentación, en un inacabable juego de máscaras donde cada uno se torna a cada expresión un personaje de papel cambiante. Y todo ello sin desarraigo, sin miedo escénico, pues ya no habrá escenario, solo interpretación, un conjunto de centros inencontrables44“El sujeto, producido como residuo […] no está en el centro, […], sino en la orilla, sin identidad fija, siempre descentrado, deducido de los estados por los que pasa”. Deleuze, G y Guattari, F.. op. cit., p. 27. fluyendo en una realidad que oscila entre las fronteras de lo que es para poder llegar a ser de otra manera. Tal es la inspiración que ofrece lo que queda a aquellos que tratan de reconocerse a través de ese juego con el tiempo.

5. A MODO DE CONCLUSIÓN

 

De este modo, sea centrada en la idea del retorno o asumiendo la pérdida, ambas tendencias son ejemplos claros, con derivadas sociales bien opuestas, de cómo la nostalgia puede establecerse a modo de vía o camino de reencuentro y reconocimiento de sí a través de su propensión a otear el pasado. Dos ejemplos que ilustran cómo esta, más allá de su expresión emocional, se nos da como una forma de ganar oportunidad a través de la revisión de lo vivido, de reconocer lo que ya conocíamos -también a nosotros mismos- pero haciéndolo necesariamente de otro modo, desde hoy. Ya lo indicaron los estructuralistas, “el pensamiento piensa su propia historia (pasado), pero para liberarse de lo que piensa (presente), y poder finalmente pensar ‘de otra forma’ (futuro)”.45 Deleuze, G. Foucault. Paidós, Barcelona, 1987, p.155.

Hay que conceder, lo hemos apuntado, cómo esta tendencia puede ser ajena a las intenciones de muchos nostálgicos para quienes el camino hacia el pasado se limite a un recorrido meramente recreativo -fundamento de las hoy tan relevantes estéticas de inspiración nostálgica-,46No es una premisa flamante, en los 90 ya se realizaban estudios que apuntaban al peso de lo nostálgico en las elecciones comerciales: Havlena, W. J. y Holak, S. L. “The good old days: observations on nostalgia and its role in consumer behaviour”. En Holman R. H. y Solomon R. (Eds.). Advances in consumer research. UT: association for consumer research, Provo 1991, pp. 323-329; Brown, S. “Retro-marketing: yesterday’s tomorrows, today!”. Marketing intelligence & planning 17/7, 1999, pp. 363-376; Orth, U. R. y Bourrain, A. “The influence of nostalgic memories on consumer exploratory tendences: Echoes from scents past”. Journal of retailing and consumer services 15/4, 2008, pp 277-287; Muehling D. “The relative influence of advertising-evoked personal and historical nostalgic thoughts on consumer’s Brand attitudes”. Journal of marketing communications 19/2, 2011, pp. 98-113; Merchand, A. y Rose, G. M. “Effects of advertising-evoked vicarious nostalgia on Brand heritage”. Journal of business research 66, 2013, pp. 2619-2625. algo que permite a muchos disfrutar con el placer del reencuentro sin necesidad de reparar en ese reconocimiento de sí. Pero como hemos visto y defendido, los hay quienes, motivados por una consciente incomodidad con su presente -hemos mencionado ya a los migrantes, exiliados, víctimas de traumas, de pérdidas, o desesperanzados en general-, ven en la nostalgia algo más que un estado emocional sentido. Para estos, la nostalgia, mediante ese reencuentro intencionado, puede convertirse en una oportunidad para curar heridas, para reconducir proyectos, para saciar demandas y replantear o actualizar las promesas que antaño estableció como parte y motivo de vida y que ahora siente rotas, incumplidas, o quizá incluso traicionadas.47 Ricoeur, P. Caminos del reconocimiento… pp. 134 y sig. Para muchos, la nostalgia, tal y como hemos visto a través de estas dos tendencias desplegadas, puede ser incluso un camino de “salvación”.48Utilizamos aquí la acepción orteguiana de “salvación” en tanto comprensión del sentido de lo que soy, esto es, de “vivir en claridad respecto a la época en la que [a cada cual] le ha tocado vivir y respecto al proyecto que ha elegido llevar a cabo en ella” (de Salas 2013, p. 231).

Así, vemos cómo la imagen del nostálgico no tiene por qué limitarse a la del sujeto melancólico que a todas horas lamenta su pérdida, o ese ser anhelante que persigue constantemente aquello que el recuerdo le muestra desde la distancia y que no consigue recuperar. Cabe, como hemos defendido, la posibilidad de aprovechar esas miradas pretéritas, esa fuerza anímica, para dar rienda suelta a la tendencia de verse a sí mismo, una y otra vez, desde la distancia que ofrece el tiempo, y observarse, analizarse, reflexionarse y repensarse. Sea con la intención de restaurar el pasado en el presente o sencillamente de recuperar miradas para experimentar con sus significados, utilizar y aprender a manejar lo nostálgico permite alimentar una posibilidad de reencuentro donde advertir hasta qué punto cada cual sigue o puede seguir reconociéndose a sí mismo en sus recuerdos, en su pasado, hasta qué punto sigue vinculado a ellos, qué queda ahora y en qué términos de todo ello, y hasta qué punto le resulta o no beneficioso mantenerse cosido a aquel sí mismo que en algún momento quedó atrás. En todo caso, tanto si halla conexión como si no, el mero hecho de volver presente su pasado, repensándolo, permite reabrir un camino que, para muchos, puede llegar a ser de auténtico recargo o curación; un lugar donde no solo puede cosechar ideas y recuperar intenciones, sino donde redimir las bases de un proyecto para, desde ahí, establecer nuevos motivos e intenciones. Lo hemos defendido desde el comienzo y lo repetimos aquí a modo de cierre: a pesar de su tendencia al pasado, precisamente por su condición de nostálgicos, estos lo son en y desde el mismo presente que parecen querer rehuir y, no obstante la incertidumbre que les provoca, su anhelo por el pasado lo es siempre con un ojo puesto en el futuro.

NOTAS

 
1

Hofer, J.Hofer, J. Disertatio medica de nostalgia. Typis Iacobi Bertschii, Basilea, 1688.Disertatio medica de nostalgia. Typis Iacobi Bertschii, Basilea, 1688.

2

Sobre un análisis conceptual de lo nostálgico ver: Boym, S.Boym, S. El futuro de la nostalgia. Antonio Machado libros, Madrid, 2015.El futuro de la nostalgia. Antonio Machado, Madrid, 2015; Scheuchzer, J. J.Scheuchzer, J. J. “De nostalgia”. De Bononiensi Scientiarum et Artium Instituto atque Academia Commentarii, 1, 1731, pp. 307-313. “De nostalgia”. De Bononiensi Scientiarum et Artium Instituto atque Academia Commentarii, 1, 1731, pp. 307-313; Starobinski, J.Starobinski, J. “The Idea of Nostalgia”. Diogenes 54, 1966, pp. 81-103. https://doi.org/10.1177/039219216601405405 “The Idea of Nostalgia”. Diogenes 54, 1966, pp. 81-103; Rosen, G.Rosen, G. “Nostalgia: A Forgotten Psychological Disorder”. Clio Medica 10/1, 1975, pp. 28-51. https://doi.org/10.1163/9789004418226_003 “Nostalgia: A Forgotten Psychological Disorder”. Clio Medica 10/1, 1975, pp. 28-51; Castelnuovo-Tedesco, P.Castelnuovo-Tedesco, P. “Reminiscence and nostalgia: The pleasure and pain of remembering”. En Greenspan, S. I. y Pollack, G. H. (Eds.). The course of life: Psychoanalytic contributions toward understanding personality development III: Adulthood and the aging process. Government Printing Office, Washington DC, 1980, pp. 104-118. “Reminiscence and nostalgia: The pleasure and pain of remembering”. En Greenspan, S. I. y Pollack, G. H. (Eds.). The course of life: Psychoanalytic contributions toward understanding personality development III: Adulthood and the aging process. Government Printing Office, Washington DC, 1980, pp. 104-118. Sobre un estudio histórico donde apreciar cómo se ha ido modificando el significado de la nostalgia ver: Bolzinger, A.Bolzinger, A. Histoire de la nostalgie. Campagne première, París, 2006.Histoire de la nostalgie, Campagne première, París, 2006 o Dodman, Th.Dodman, Th. What Nostalgia Was: War, Empire, and the Time of a Deadly Emotion. Chicago Press, Chicago, 2018What Nostalgia Was: War, Empire, and the Time of a Deadly Emotion, Chicago Press, Chicago, 2018.

3

Ricoeur, P.Ricoeur, P. Caminos del reconocimiento. Trotta, Madrid, 2005.Caminos del reconocimiento. Trotta, Madrid, 2005, pp. 71 y sig.

4

Real Academia EspañolaReal Academia Española, Diccionario de la lengua española ( ed.). Espasa, Madrid, 2014, [en línea]: https://dle.rae.es/ , Diccionario de la lengua española (23ª ed.). Espasa, Madrid, 2014, [en línea]: https://dle.rae.es/nostalgia?m=form

5

Boym, S.Boym, S. “Nostalgia and its discontents”. The Hedgehog review, 2017, pp. 7-18. “Nostalgia and its discontents”. The Hedgehog review, 2017, p.7. Cuando aludimos al hogar que ya no es o que nunca ha sido, en tanto podemos anhelar un lugar mitológico -el paraíso sin ir más lejos- hay que recordar que no fue hasta el siglo XX, alterado por el romanticismo, que el concepto “nostalgia” se revistió de un tono de abstracción suficiente como para abandonar la referencia a lugares físicos -una patria alejada pero existente- y tendió a referir elementos más episódicos, privatizándose, interiorizándose, apelando a recuerdos cada vez más autobiográficos. (Roth, M.Roth, M. “Returning to Nostalgia”. En Nash, S. (Ed.). Home and its dislocation in nineteenth-century France. Suny Press, Albany, 1993, pp. 25-45. “Returning to Nostalgia”. En Nash, S. (Ed.). Home and its dislocation in nineteenth-century France. Suny Press, Albany, 1993, pp. 25-45). Esto pone en relieve el dinamismo que acompaña al concepto a lo largo de su existencia.

6

Esto nos mete de lleno en la problematicidad de la memoria en la que, pese a referenciarla por motivos argumentales, no nos vamos a detener por evidentes cuestiones de espacio. Sobre ello, apelamos a autores que van desde Platón y Aristóteles en la antigüedad, hasta autores más actuales como Husserl, Bergson o Ricoeur, por citar los más destacados.

7

Muchos analistas han visto en la nostalgia algo más que un complejo melancólico -prejuicio muy asociado al origen clínico de su concepto- encontrando un factor de motivación para articular comportamientos proyectivos. Ver: Sedikides, C. y Wildschut, T.Sedikides, C. y Wildschut, T. “Past forward. Nostalgia as a motivational force”. Trends in cognitive sciences, 20/5, 2016, pp. 319-321. https://doi.org/10.1016/j.tics.2016.01.008. “Past forward. Nostalgia as a motivational force”. Trends in cognitive sciences. 20/5, 2016, pp. 319-321.

8

Existen bastantes estudios, experimentales, que avalan los efectos beneficiosos de trabajar la nostalgia con la intención de curar heridas del pasado. Sobre las causadas por los cambios drásticos en espacios urbanos, ver: Adams D. y Larkham, P.Adams D. y Larkham, P. “Walking with the ghosts of the past: Unearthing the value of residents’ urban nostalgias”. Urban Studies, 53/10, 2016, pp. 2004-2022. https://doi.org/10.1177/0042098015588683 “Walking with the ghosts of the past: Unearthing the value of residents’ urban nostalgias”, Urban Studies, 53/10, 2016, pp. 2004-2022. Sobre cómo trabajar la nostalgia en poblaciones de desplazados: Cuya Gavilano, L.Cuya Gavilano, L. “Internal Migration, the Publishing Industry, and Transnational Identities in Two Peruvian Writers”. Revista hispánica moderna, 69/1, 2016, pp. 1-16. https://doi.org/10.1353/rhm.2016.0003 “Internal Migration, the Publishing Industry, and Transnational Identities in Two Peruvian Writers”, Revista hispánica moderna, 69/1, 2016, pp. 1-16; Sobre traumas y discontinuidades: Milligan, M. J.Milligan, M. J. “Displacement and identity discontinuity: The role of nostalgia in establishing new identity categories”. Symbolic Interaction 26, 2003, pp. 381-403. https://doi.org/10.1525/si.2003.26.3.381 “Displacement and identity discontinuity: The role of nostalgia in establishing new identity categories”. Symbolic Interaction 26, 2003, pp. 381-403) o McAdams, D., et al.McAdams, D., Reynolds, J., Lewis, M., Patten, A. H. y Bowman, Ph. J. “When bad things turn good and good things turn bad: Sequences of redemption and contamination in life narrative, and their relation to psychosocial adaptation in midlife adults and in students”. Personality and Social Psychology Bulletin 27, 2001, pp. 472-483. https://doi.org/10.1177/0146167201274008 “When bad things turn good and good things turn bad: Sequences of redemption and contamination in life narrative, and their relation to psychosocial adaptation in midlife adults and in students”. Personality and Social Psychology Bulletin 27, 2001, pp. 472-483.

9

Así lo respaldan estudios como Wildschut, T., Sedikides, C. y Routledge, C.Wildschut, T., Sedikides, C. y Routledge, C. “Nostalgia - from cowbells to the meaning of live”. The Psycologist 21, 2008, pp. 20-23. “Nostalgia - from cowbells to the meaning of live”. The Psycologist 21, 2008, pp. 20-23.

10

Unheimlichkeit etimológicamente está relacionado con la idea de no tener hogar. Gaos, en su traducción de Ser y tiempo, lo traduce como inhóspito (inhospĭtus): fuera del hogar o lugar que no ofrece buenas condiciones para albergarse. Rivera, en cambio, en su revisión (2009) prefiere el término desazón, fuera de sazón, del momento justo, de su tiempo. Ambos casos apelan a la sensación de extrañamiento por pérdida de familiaridad. En Heidegger, M.Heidegger, M. Ser y tiempo. Trotta, Madrid, 2009. Ser y tiempo. Trotta, Madrid, 2009.

11

Cfr. Pfänder, A.Pfänder, A. Fenomenología de la voluntad, Motivos y motivación. Avarigani, Madrid, 2011. Fenomenología de la voluntad. Motivos y motivación. Avarigani, Madrid, 2011, pp. 62-63.

12

Cfr.Husserl, E.Husserl, E. Die Bernauer Manuskripte über das Zeitbewusstsein. En Bernet, R. y D. Lohmar (Eds.). Kluwer Academic P, Dordrecht/Boston/Londres, 2001. Die Bernauer Manuskripte über das Zeitbewusstsein. En Bernet, R. y Lohmar, D. (Eds.). Kluwer Academic P, Dordrecht/Boston/Londres, 2001 (Hua XXXIII, 364, 7-9).

13

“Las sensaciones de placer y de dolor pueden perdurar, mientras que desaparecen los caracteres de acto edificados sobre ellas. Cundo los hechos suscitadores del placer han pasado a un segundo término, cuando ya no son apercibidos afectivamente, e incluso quizá cuando ya no son objetos intencionales, la excitación placentera puede durar todavía largo tiempo”. Husserl, E.Husserl, E. Investigaciones lógicas 2. Alianza, Madrid, 2014. Investigaciones lógicas 2. Alianza, Madrid, 2014, §15b, p. 510.

14

Sobre temples anímicos ver: Husserl, E.Husserl, E. Wahrnehmung und Aufmerksamkeit. Texte aus dem Nachlass, Vongehr, T. y R. Giuliani (Eds.). Springer, Dordrecht, 2004. Wahrnehmung und Aufmerksamkeit. Texte aus dem Nachlass, Vongehr, T. y Giuliani, R. (Eds.). Springer, Dordrecht, 2004 (Hua XXXVIII); también la V (§15b) de sus Investigaciones lógicas o Estudios acerca de la estructura de la conciencia, para lo que remitimos a Zirión Quijano, A.Zirión Quijano, A. “Coloraciones emotivas y temples anímicos en los Estudios acerca de la estructura de la conciencia de Husserl”. Isegoría. Revista de filosofía moral y política 60, 2019, pp. 123-145. https://doi.org/10.3989/isegoria.2019.060.08 “Coloraciones emotivas y temples anímicos en los Estudios acerca de la estructura de la conciencia de Husserl”. Isegoría. Revista de filosofía moral y política 60, 2019, pp. 123-145. Quepons realiza una interesante aproximación a la nostalgia describiéndola precisamente como temple en términos husserlianos (Quepons, I.Quepons, I. “Nostalgia y anhelo. Contribución a su esclarecimiento fenomenológico”. Open Insight 4/5, 2013, pp. 117-145. “Nostalgia y anhelo. Contribución a su esclarecimiento fenomenológico”. Open Insight 4/5, 2013, pp. 117-145).

15

Ibid. p. 119.

16

Husserl, E.Husserl, E. Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo. Trotta, Madrid, 2002. Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo. Trotta, Madrid, 2002, p. 68 (Hua X).

17

Ibid., p. 75.

18

Cfr. Hua XXXIII, 379. Enlaza esto con la idea del Andenken heideggeriano para quien el recuerdo implica siempre una destrucción, una distorsión, también un incorporar al pasado que desemboca en una transformación del mismo. Decía Husserl, “mientras más nos aproximamos a lo recordado, más tiene éste el carácter del así-fue-verdaderamente […]. Ahora bien, cuando una conciencia ya se ha liberado de este carácter de mera aproximación o mera cercanía, donde ya no hay distancia considerable, entonces puede intentarse todavía incrementar la actividad de la intención en la misma dirección, y puede suceder que un recuerdo nuevo revista a su correlato con el carácter “sin embargo sólo una aproximación” (Hua XXXIII, 379, pp. 25-35). La misma infidelidad del recuerdo respecto de la imagen originaria implica en ella, como apunta Richir (2006, p. 142)Richir, M. Fragments phénoménologiques sur le temps et l’espace. Jérôme Millon, Grenoble, 2006., su irreductible mezcla con elementos fantásticos.

19

Cfr. Bernet, R.Bernet, R. La vie du sujet. Recherches sur l’interprétation de Husserl dans la phénoménologie. PUF, París, 1994. La vie du sujet. Recherches sur l’interprétation de Husserl dans la phénoménologie. P.U.F., París, 1994, pp. 238 y sig.

20

Cfr. Ferrer, G.Ferrer, G. “Experiencia del pasado e imágenes poéticas. Edmund Husserl y Paul Celan (una lectura fenomenológica de Sprachgitter)”. Investigaciones fenomenológicas 8, 2011, pp. 169-204. “Experiencia del pasado e imágenes poéticas. Edmund Husserl y Paul Celan (una lectura fenomenológica de Sprachgitter)”. Investigaciones fenomenológicas 8, 2011, pp. 180 y sig.

21

Ibid., p. 176.

22

“Si bien el anhelo y la voluntad no son lo mismo, ambos pueden coexistir sin contradicción en una situación. La nostalgia parece ser un caso donde hay voluntad y anhelo de manera simultánea en una misma vivencia compleja, apuntando cada uno a diferentes objetos”. Quepons, I.Quepons, I. “Nostalgia y anhelo. Contribución a su esclarecimiento fenomenológico”. Open Insight 4/5, 2013, pp. 117-145. op. cit., p. 139.

23

Sedikides, C. y Wildschut, T.Sedikides, C. y Wildschut, T. “Past forward. Nostalgia as a motivational force”. Trends in cognitive sciences, 20/5, 2016, pp. 319-321. https://doi.org/10.1016/j.tics.2016.01.008. op. cit., p. 319. En los últimos años, estudios experimentales sobre nostalgia vienen centrando su acento en esta capacidad reparadora y constructiva que menta a su potencial para recobrar cierta suerte de continuidad con uno mismo (Mills, M. A. y Coleman, P. G.Mills, M. A. y Coleman, P. G. “Nostalgic memories in dementia. A case study”. The international journal of aging and human development. 38/3, 1994, pp. 203-219. https://doi.org/10.2190/ncaj-0g0l-vtq4-v1l8 “Nostalgic memories in dementia. A case study”. The international journal of aging and human development. 38/3, 1994, pp. 203-219).

24

Aludimos al esfuerzo por rememoración frente al olvido que, como destaca Ricoeur (2003, p. 48 y sig.)Ricoeur, P. La memoria, la historia, el olvido. Trotta, Madrid, 2003., lo acerca a la idea de preocupación, pues no todo lo que se busca se encuentra.

25

De aquí que Jankelévitch afirmase aquello de que el viaje del nostálgico no es tanto un viaje al hogar sino un viaje hacia uno mismo (1974, p. 302)Jankelévitch, V. L’irreversible et la nostalgie. Flammarion, París, 1974..

26

Remitimos a los citados efectos que el paso del tiempo y las presentificaciones de las impresiones originarias provocan en el recuerdo. En caso de vestigios, es importante recordar los trabajos de Derrida sobre el mal del archivo y sus contradicciones, así como las relaciones de poder, incluso de violencia, que su referencia engendra (Derrida, J.Derrida, J. Mal de archivo. Una impresión freudiana. Trotta. Madrid, 1997. Mal de archivo. Una impresión freudiana. Trotta, Madrid, 1997).

27

Lo podemos ver en los trabajos de Ernest Gellner: Gellner, E.Gellner, E. Posmodernismo, razón y religión. Paidós, Barcelona, 1994. Posmodernismo, razón y religión. Paidós, Barcelona, 1994 o Gellner, E.Gellner, E. Nations and Nationalism. Blackwell, Oxford, 1983. Nations and Nationalism. Blackwell, Oxford, 1983.

28

Ricoeur, P. op. cit., p. 137.

29

Ibid., pp. 119 y sig.

30

Cfr. Heidegger, M.Heidegger, M. Ser y tiempo. Trotta, Madrid, 2009. op. cit., pp. 145 y sig.

31

Sobre el concepto de fundamento (grund) y abismo (abgrund), ver: Xolocotzi, A.Xolocotzi, A. Fundamento y abismo: aproximaciones al Heidegger tardío. Porrua, México, 2011. Fundamento y abismo: aproximaciones al Heidegger tardío. Porrua, México, 2011.

32

Qué decir que esta es, en buena medida, la base del éxito persuasivo de los grupos restauradores, una amalgama de conspiración y persuasión muy eficiente con quienes se debaten en ese cruce entre autenticidad e inautenticidad del ser.

33

Ricoeur, P. op. cit., p. 140.

34

Cfr. Eco, U.Eco, U. Apostillas a “El nombre de la Rosa”. Lumen, Barcelona, 1985. Apostillas a “El nombre de la Rosa”. Lumen, Barcelona, 1985.

35

El recuerdo, en tanto rememoración de una impresión original, se construye para que esta dure en el tiempo, pero no es lo que dura, es lo que queda -y “lo que queda lo fundan los poetas”-. Aludimos, con ello, al dístico de Hölderlin, del poema Andenken, que tan a menudo comentase Heidegger y que Vattimo supo tan bien exprimir: Was bleibet aber Stiften die Dichter. Cfr. Vattimo, G.Vattimo, G. El fin de la modernidad, nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna. Gedisa, Barcelona, 2015. El fin de la modernidad, nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna. Gedisa, Barcelona, 2015.

36

Aludimos al concepto de atmósfera atencional de Scheler y a su ordre du coeur (Scheler, M. F.Scheler, M. F. Ordo amoris. Caparrós, Madrid, 2008. Ordo amoris. Caparrós, Madrid, 2008) que, a su vez, invoca a los trabajos de Pfänder sobre estados de ánimo (Pfänder, A.Pfänder, A. “Zur Phänomenologie der Gesinnungen”. Jahrbuch für Philosophie und phänomenologische Forschung. Hale, 1913. “Zur Phänomenologie der Gesinnungen“. Jahrbuch für Philosophie und phänomenologische Forschung. Hale, 1913).

37

Ver nuestro trabajo al respecto: Interés, atención, verdad. Una aproximación fenomenológica a la atenciónMontesó-Ventura, J. Interés, atención, verdad. Una aproximación fenomenológica a la atención. Ed. Thémata, Sevilla, 2019.. Ed. Thémata, Sevilla, 2019, pp. 205 y sig.

38

“¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal” (Nietzsche, 1998, p. 25Nietzsche, F. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Tecnos, Madrid, 1998.).

39

Cfr. Vattimo, G.Vattimo, G. El fin de la modernidad, nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna. Gedisa, Barcelona, 2015. op. cit., pp. 151 y sig.

40

Deleuze, G. y Guattari, F.Deleuze, G. y Guattari, F. El antiedipo, capitalismo y esquizofrenia. Paidós, Barcelona, 1985. El antiedipo, capitalismo y esquizofrenia. Paidós, Barcelona, 1985, pp. 47-48.

41

Tomamos prestado el concepto de los ya referidos estudios sobre memoria de RicoeurRicoeur, P. La memoria, la historia, el olvido. Trotta, Madrid, 2003.. En La memoria, la historia, el olvido. Trotta, Madrid, 2003, p. 23.

42

En Metafísica, libro 4, 2.

43

Vattimo, G. op. cit., p. 80.

44

“El sujeto, producido como residuo […] no está en el centro, […], sino en la orilla, sin identidad fija, siempre descentrado, deducido de los estados por los que pasa”. Deleuze, G y Guattari, F.Deleuze, G. y Guattari, F. El antiedipo, capitalismo y esquizofrenia. Paidós, Barcelona, 1985.. op. cit., p. 27.

45

Deleuze, G.Deleuze, G. Foucault. Paidós, Barcelona, 1987. Foucault. Paidós, Barcelona, 1987, p.155.

46

No es una premisa flamante, en los 90 ya se realizaban estudios que apuntaban al peso de lo nostálgico en las elecciones comerciales: Havlena, W. J. y Holak, S. L.Havlena, W. J. y Holak, S. L. “The good old days: observations on nostalgia and its role in consumer behaviour”. En Holman R. H. y Solomon R. (Eds.). Advances in consumer research. UT: association for consumer research, Provo 1991, pp. 323-329. “The good old days: observations on nostalgia and its role in consumer behaviour”. En Holman R. H. y Solomon R. (Eds.). Advances in consumer research. UT: association for consumer research, Provo 1991, pp. 323-329; Brown, S.Brown, S. “Retro-marketing: yesterday’s tomorrows, today!”. Marketing intelligence & planning 17/7, 1999, pp. 363-376. https://doi.org/10.1108/02634509910301098 “Retro-marketing: yesterday’s tomorrows, today!”. Marketing intelligence & planning 17/7, 1999, pp. 363-376; Orth, U. R. y Bourrain, A.Orth, U. R. y Bourrain, A. “The influence of nostalgic memories on consumer exploratory tendences: Echoes from scents past”. Journal of retailing and consumer services 15/4, 2008, pp 277-287. https://doi.org/10.1016/j.jretconser.2007.06.001 “The influence of nostalgic memories on consumer exploratory tendences: Echoes from scents past”. Journal of retailing and consumer services 15/4, 2008, pp 277-287; Muehling D.Muehling D. “The relative influence of advertising-evoked personal and historical nostalgic thoughts on consumer’s Brand attitudes”. Journal of Marketing Communications 19/2, 2011, pp. 98-113. https://doi.org/10.1080/13527266.2011.560613 “The relative influence of advertising-evoked personal and historical nostalgic thoughts on consumer’s Brand attitudes”. Journal of marketing communications 19/2, 2011, pp. 98-113; Merchand, A. y Rose, G. M.Merchand, A. y Rose, G. M. “Effects of advertising-evoked vicarious nostalgia on Brand heritage”. Journal of business research 66, 2013, pp. 2619-2625. https://doi.org/10.1016/j.jbusres.2012.05.021 “Effects of advertising-evoked vicarious nostalgia on Brand heritage”. Journal of business research 66, 2013, pp. 2619-2625.

47

Ricoeur, P.Ricoeur, P. Caminos del reconocimiento. Trotta, Madrid, 2005. Caminos del reconocimiento… pp. 134 y sig.

48

Utilizamos aquí la acepción orteguiana de “salvación” en tanto comprensión del sentido de lo que soy, esto es, de “vivir en claridad respecto a la época en la que [a cada cual] le ha tocado vivir y respecto al proyecto que ha elegido llevar a cabo en ella” (de Salas 2013, p. 231De Salas, J. “Perspectiva y el método de salvación en Ortega”. En Zamora Bonilla, J. (Ed.). Guía Comares de Ortega y Gasset. Comares, Granada, 2013.).

BIBLIOGRAFÍA

 

Adams D. y Larkham, P. “Walking with the ghosts of the past: Unearthing the value of residents’ urban nostalgias”. Urban Studies, 53/10, 2016, pp. 2004-2022. https://doi.org/10.1177/0042098015588683

Aristóteles. Metafísica. Gredos, Madrid, 1987.

Bernet, R. La vie du sujet. Recherches sur l’interprétation de Husserl dans la phénoménologie. PUF, París, 1994.

Bolzinger, A. Histoire de la nostalgie. Campagne première, París, 2006.

Boym, S. El futuro de la nostalgia. Antonio Machado libros, Madrid, 2015.

Boym, S. “Nostalgia and its discontents”. The Hedgehog review, 2017, pp. 7-18.

Brown, S. “Retro-marketing: yesterday’s tomorrows, today!”. Marketing intelligence & planning 17/7, 1999, pp. 363-376. https://doi.org/10.1108/02634509910301098

Castelnuovo-Tedesco, P. “Reminiscence and nostalgia: The pleasure and pain of remembering”. En Greenspan, S. I. y Pollack, G. H. (Eds.). The course of life: Psychoanalytic contributions toward understanding personality development III: Adulthood and the aging process. Government Printing Office, Washington DC, 1980, pp. 104-118.

Cuya Gavilano, L. “Internal Migration, the Publishing Industry, and Transnational Identities in Two Peruvian Writers”. Revista hispánica moderna, 69/1, 2016, pp. 1-16. https://doi.org/10.1353/rhm.2016.0003

Deleuze, G. Foucault. Paidós, Barcelona, 1987.

Deleuze, G. y Guattari, F. El antiedipo, capitalismo y esquizofrenia. Paidós, Barcelona, 1985.

Derrida, J. Mal de archivo. Una impresión freudiana. Trotta. Madrid, 1997.

De Salas, J. “Perspectiva y el método de salvación en Ortega”. En Zamora Bonilla, J. (Ed.). Guía Comares de Ortega y Gasset. Comares, Granada, 2013.

Dodman, Th. What Nostalgia Was: War, Empire, and the Time of a Deadly Emotion. Chicago Press, Chicago, 2018

Eco, U. Apostillas a “El nombre de la Rosa”. Lumen, Barcelona, 1985.

Ferrer, G. “Experiencia del pasado e imágenes poéticas. Edmund Husserl y Paul Celan (una lectura fenomenológica de Sprachgitter)”. Investigaciones fenomenológicas 8, 2011, pp. 169-204.

Gellner, E. Nations and Nationalism. Blackwell, Oxford, 1983.

Gellner, E. Posmodernismo, razón y religión. Paidós, Barcelona, 1994.

Havlena, W. J. y Holak, S. L. “The good old days: observations on nostalgia and its role in consumer behaviour”. En Holman R. H. y Solomon R. (Eds.). Advances in consumer research. UT: association for consumer research, Provo 1991, pp. 323-329.

Heidegger, M. Ser y tiempo. Trotta, Madrid, 2009.

Hofer, J. Disertatio medica de nostalgia. Typis Iacobi Bertschii, Basilea, 1688.

Husserl, E. Die Bernauer Manuskripte über das Zeitbewusstsein. En Bernet, R. y D. Lohmar (Eds.). Kluwer Academic P, Dordrecht/Boston/Londres, 2001.

Husserl, E. Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo. Trotta, Madrid, 2002.

Husserl, E. Wahrnehmung und Aufmerksamkeit. Texte aus dem Nachlass, Vongehr, T. y R. Giuliani (Eds.). Springer, Dordrecht, 2004.

Husserl, E. Investigaciones lógicas 2. Alianza, Madrid, 2014.

Jankelévitch, V. L’irreversible et la nostalgie. Flammarion, París, 1974.

McAdams, D., Reynolds, J., Lewis, M., Patten, A. H. y Bowman, Ph. J. “When bad things turn good and good things turn bad: Sequences of redemption and contamination in life narrative, and their relation to psychosocial adaptation in midlife adults and in students”. Personality and Social Psychology Bulletin 27, 2001, pp. 472-483. https://doi.org/10.1177/0146167201274008

Merchand, A. y Rose, G. M. “Effects of advertising-evoked vicarious nostalgia on Brand heritage”. Journal of business research 66, 2013, pp. 2619-2625. https://doi.org/10.1016/j.jbusres.2012.05.021

Milligan, M. J. “Displacement and identity discontinuity: The role of nostalgia in establishing new identity categories”. Symbolic Interaction 26, 2003, pp. 381-403. https://doi.org/10.1525/si.2003.26.3.381

Mills, M. A. y Coleman, P. G. “Nostalgic memories in dementia. A case study”. The international journal of aging and human development. 38/3, 1994, pp. 203-219. https://doi.org/10.2190/ncaj-0g0l-vtq4-v1l8

Montesó-Ventura, J. Interés, atención, verdad. Una aproximación fenomenológica a la atención. Ed. Thémata, Sevilla, 2019.

Muehling D. “The relative influence of advertising-evoked personal and historical nostalgic thoughts on consumer’s Brand attitudes”. Journal of Marketing Communications 19/2, 2011, pp. 98-113. https://doi.org/10.1080/13527266.2011.560613

Nietzsche, F. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Tecnos, Madrid, 1998.

Orth, U. R. y Bourrain, A. “The influence of nostalgic memories on consumer exploratory tendences: Echoes from scents past”. Journal of retailing and consumer services 15/4, 2008, pp 277-287. https://doi.org/10.1016/j.jretconser.2007.06.001

Pfänder, A. “Zur Phänomenologie der Gesinnungen”. Jahrbuch für Philosophie und phänomenologische Forschung. Hale, 1913.

Pfänder, A. Fenomenología de la voluntad, Motivos y motivación. Avarigani, Madrid, 2011.

Quepons, I. “Nostalgia y anhelo. Contribución a su esclarecimiento fenomenológico”. Open Insight 4/5, 2013, pp. 117-145.

Real Academia Española, Diccionario de la lengua española ( ed.). Espasa, Madrid, 2014, [en línea]: https://dle.rae.es/

Richir, M. Fragments phénoménologiques sur le temps et l’espace. Jérôme Millon, Grenoble, 2006.

Ricoeur, P. La memoria, la historia, el olvido. Trotta, Madrid, 2003.

Ricoeur, P. Caminos del reconocimiento. Trotta, Madrid, 2005.

Rosen, G. “Nostalgia: A Forgotten Psychological Disorder”. Clio Medica 10/1, 1975, pp. 28-51. https://doi.org/10.1163/9789004418226_003

Roth, M. “Returning to Nostalgia”. En Nash, S. (Ed.). Home and its dislocation in nineteenth-century France. Suny Press, Albany, 1993, pp. 25-45.

Scheler, M. F. Ordo amoris. Caparrós, Madrid, 2008.

Scheuchzer, J. J. “De nostalgia”. De Bononiensi Scientiarum et Artium Instituto atque Academia Commentarii, 1, 1731, pp. 307-313.

Sedikides, C. y Wildschut, T. “Past forward. Nostalgia as a motivational force”. Trends in cognitive sciences, 20/5, 2016, pp. 319-321. https://doi.org/10.1016/j.tics.2016.01.008.

Starobinski, J. “The Idea of Nostalgia”. Diogenes 54, 1966, pp. 81-103. https://doi.org/10.1177/039219216601405405

Vattimo, G. El fin de la modernidad, nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna. Gedisa, Barcelona, 2015.

Wildschut, T., Sedikides, C. y Routledge, C. “Nostalgia - from cowbells to the meaning of live”. The Psycologist 21, 2008, pp. 20-23.

Xolocotzi, A. Fundamento y abismo: aproximaciones al Heidegger tardío. Porrua, México, 2011.

Zirión Quijano, A. “Coloraciones emotivas y temples anímicos en los Estudios acerca de la estructura de la conciencia de Husserl”. Isegoría. Revista de filosofía moral y política 60, 2019, pp. 123-145. https://doi.org/10.3989/isegoria.2019.060.08