ISEGORÍA. Revista de Filosofía moral y política, N.º 65
julio-diciembre 2021, e14
ISSN-L: 1130-2097 | eISSN: 1988-8376

LA HISTORIA DE LOS CONCEPTOS POLÍTICOS DE KOSELLECK COMO TEORÍA CRÍTICA

KOSELLECK’S HISTORY OF POLITICAL CONCEPTS AS CRITICAL THEORY

José Antonio Fernández López

Universidad de Murcia

https://orcid.org/0000-0001-8569-1290

Alfonso Galindo Hervás. Historia y conceptos políticos. Una introducción a Reinhart Koselleck. Pamplona: EUNSA, 2021, 176 pp.

No es Reinhart Koselleck (1923-2006) un desconocido para el lector español. Muchos de sus libros fundamentales han sido ya traducidos. Y diversas editoriales y revistas han dedicado numerosas páginas al gran teórico alemán de la historia. En España sobresalen los trabajos de investigación de Javier Fernández Sebastián, Faustino Oncina o José Luis Villacañas, entre otros. Y han sido traducidos igualmente los de grandes estudiosos de su obra, como Elías Palti, Giuseppe Duso o Sandro Chignola. Pero se carecía de un libro introductorio que abarcase el pensamiento del historiador de Bielefeld, lo sistematizara y ofreciera una interpretación general del mismo. Ese hueco es el que llena la obra del profesor Galindo Hervás. Nada más que por eso, hay que felicitar la iniciativa, que cubre una carencia respecto de uno de los más influyentes teorizadores de la historia.

Lo anterior obliga a dejar claro desde el inicio el perfil del libro que se reseña. No estamos ante un trabajo de investigación sobre un aspecto puntual del pensamiento de Koselleck; no se recoge en él una aportación novedosa relativa a algunos de sus vínculos teóricos o argumentos inéditos, etc. No lo pretende el autor. Su objetivo, sintéticamente enunciado en el prólogo del libro, es reconstruir y analizar la historia de los conceptos políticos a partir de múltiples obras en las que Koselleck ha desarrollado su teoría. Galindo Hervás subraya que prioriza la obra teórica del historiador sobre la directamente positiva o historiográfica, si bien reconoce que ambas son difícilmente separables (pp. 15 s.). A partir de este objetivo, el libro se estructura en cuatro partes que están al servicio de la reconstrucción y sistematización del pensamiento del historiador alemán, y más específicamente, de su semántica histórica. En palabras del autor:

En la primera [parte] se argumenta su privilegiada y extraordinaria funcionalidad como método para la crítica política. En las dos partes siguientes, se e xponen y explican lo que puede considerarse los dos aspectos que incluye la historia de los conceptos políticos: en primer lugar, una semántica histórica que se funda en una teoría de la Modernidad y que se orienta, fundamentalmente, a identificar y explicar las condiciones de posibilidad del significado de los conceptos políticos modernos, o sea, de los nuestros. En esta parte, que es la más extensa, se estudian los principales argumentos y definiciones de la obra del historiador alemán. La tercera parte reconstruye su semántica trascendental, que viene a ser una suerte de antropología de carácter especulativo que proporciona las condiciones de posibilidad de las historias entendidas tanto en el sentido de narraciones como en el de res gestae. El libro concluye con una cuarta sección dedicada a explicitar la extraordinaria dimensión normativa que encierra la metodología de la historia conceptual, la cual justifica el proponerla como un instrumento esencial para la crítica política rigurosa y la acción social responsable (p. 16).

En esta explicación de la estructura del libro se evidencia tanto la singularidad del mismo, como algunos de sus mayores méritos. Cumple ambos criterios el hecho mismo de la sistematización que logra y propone Galindo del pensamiento de Koselleck. La obra de este está redactada en una magnífica y precisa prosa (no en vano, obtuvo el Premio Sigmund Freud de Prosa Académica el año 1999), pero ello no significa que su lectura no sea exigente. La ordenación a la que Galindo somete sus tesis y argumentos facilita la distinción e identificación de las aportaciones, ideas y propuestas principales, contribuyendo a su mejor comprensión. En este sentido, estamos ante un libro que cumple con lo que promete desde su título: introducirnos a la obra y al pensamiento de Koselleck.

No obstante, aunque en el libro sobresale el aspecto descriptivo y expositivo, el autor no se limita a sistematizar a partir de los textos del autor de Futuro pasado, sino que su perspectiva está igualmente informada por mucha de la más importante literatura crítica sobre la obra del historiador alemán. Ello se evidencia en la riqueza de la perspectiva desde la que enfoca los temas, analiza los argumentos, evalúa su pertinencia y sus límites, etc. A este respecto, es significativa la abundante bibliografía, sobre todo en castellano e italiano, que se cita y que se recoge en el listado ubicado al final del volumen.

Para lograr el objetivo que anuncia el título, Galindo pasa, sucesivamente, por justificar la extraordinaria funcionalidad crítica de la historia conceptual para con los fenómenos políticos (primera parte), las ideas y tesis fundamentales de la semántica histórica (segunda) y la semántica trascendental que ella incluye (tercera) y, finalmente, su dimensión normativa, explicando los diversos frentes en los que se refracta y ejerce (cuarta).

Dejaremos para después la valoración de la primera y la cuarta parte del libro, que son aquellas en las que la voz del autor es más explícita. La segunda y tercera son preferente y directamente expositivas. Galindo diferencia la doble alma que habita en la historia conceptual: una semántica histórica y una semántica trascendental. Y explica acertadamente la dependencia de la primera respecto de una historia social, así como el carácter especulativo y fundamentalmente reflexivo de la segunda.

La segunda parte, dedicada a la semántica histórica, es la más extensa. En ella el autor logra construir una estructura que le permite una ordenación sugerente e iluminadora de los diferentes, y en ocasiones complejos, argumentos de Koselleck sobre la naturaleza de la experiencia del tiempo histórico, las dimensiones de índice y factor encerradas en los conceptos, la tensión inherente a la relación entre historia social y conceptual, etc. Dicha estructura consiste en ocho apartados que no obedecen a un orden cronológico, sino a la lógica interna que el autor quiere imprimir a su reconstrucción. Comienza (“Orígenes y compañeros de viaje”) recreando las primeras influencias teóricas de Koselleck, los coetáneos que apuntaban a una renovación análoga de las disciplinas historiográficas, así como aquellos otros que han desarrollado enfoques diversos, aunque dentro del amplio campo de la transformación de la historia (por ejemplo, la Escuela de Cambridge). Tras ello expone y explica el que considera aporte nuclear de la historia conceptual (la convergencia entre realidad y lenguaje, experiencia y concepto), argumentado que la misma permite afirma la continuidad de la empresa teórica koselleckiana (“Historia social e historia de los conceptos”). Se detiene seguidamente en “El concepto de concepto” que maneja Koselleck, explicando, entre otras cosas, sus afinidades y divergencias con los tipos ideales weberianos, su dependencia de la constitución del sujeto burgués, así como, sobre todo, la brillante y sugerente teoría acerca de sus dimensiones de índice y factor, que Galindo considera claves para, entre otras cosas, legitimar la dimensión crítico-normativa de la historia conceptual. Los cuatro apartados siguientes identifican y estudian las claves de otros tantos elementos esenciales de la semántica histórica: la teoría de la Modernidad que desarrolla Koselleck para mostrar y justificar la emergencia de los conceptos políticos modernos (“Sattelzeit”); el surgimiento de una experiencia y una forma novedosas del tiempo, del que Galindo subraya su carácter de nuevo contexto dotador de sentido de los conceptos políticos (“El tiempo histórico”); las causas, síntomas y sentido de la experiencia privilegiada que determina dicha nueva forma temporal (destacando el alcance conservador característico del proyecto general del historiador): la aceleración (“Aceleración, prognosis, secularización”); las razones y consecuencias de la aparición de la Historia y la filosofía de la Historia (“historia/Historia”); y, por último, la relación entre crítica y revolución que Koselleck estudió en su tesis doctoral (“Crítica y crisis”). Galindo argumenta que ha querido concluir la parte dedicada a la semántica histórica con el primer libro del historiador para subrayar que, desde el inicio de su andadura intelectual, su trabajo ha estado presidido por el objetivo de mostrar la convergencia entre cambio conceptual y cambio socio-político. Así mismo, en su exposición no deja de aludir tanto a la ascendencia schmittiana de la posición de Koselleck, como al conservadurismo que le achacó Habermas.

Concluido el periplo por la semántica histórica, el autor hace lo propio con la semántica trascendental o Histórica. En este caso, el capítulo es mucho más breve, lo que justifica por el carácter inacabado y menos elaborado de este complemento especulativo de la semántica histórica, si bien las relaciones entre ambas “no son claras” (p. 124). Los apartados que estructuran esta parte comienzan con la reconstrucción de los pares categoriales formales que dotan de contenido la antropología trascendental. En este caso, el autor se sirve de la confrontación con Gadamer para exponer el sentido y alcance de dichas categorías, así como de la noción de estructura (“Histórica y hermenéutica. Categorías y estructuras”). Continúa con la teoría de las formas de la experiencia histórica, en la que Koselleck diferencia tres modos de experiencia que se corresponden con otros tantos métodos historiográficos de representación (“Experiencia originaria, experiencia repetida, experiencia en el largo plazo”). Y concluye con un original apartado en el que eleva las reflexiones del historiador sobre la mirada de los vencidos y sobre el espacio a determinaciones trascendentales tanto de la experiencia como del conocimiento de la historia (“Los vencidos. El espacio”).

Hasta aquí una síntesis del contenido de la segunda y tercera parte. Como apuntamos al inicio, este libro incorpora una interpretación, una tesis sobre la obra de Koselleck. Aunque la misma informa toda la sistematización recreada, sin embargo, se hace explícita tanto en el prólogo, como en la primera y la cuarta partes. Desde el inicio del libro, el autor deja claro que contempla la historia conceptual no solo como “un método para la crítica política” (título de la primera parte), sino como una forma de participar en ella, en la vida pública. Posteriormente justificará tal aserto sobre todo en la doble dimensión de los conceptos políticos: índice y factor. Los tres apartados de la primera parte enmarcan la obra de Koselleck en el giro lingüístico y la concomitante transformación de las ciencias sociales y la historiografía. Pero no solo, Galindo argumenta y defiende su superioridad epistemológica y crítica, y lo hace comparándola con otra metodología historiográfica igualmente influyente y protagonista de la teoría crítica contemporánea en sentido amplio: la genealogía de Foucault (“¿Por qué la historia de los conceptos políticos?”). La primera parte concluye con un apartado en el que explícitamente desgrana las razones de la potencialidad de la historia conceptual en tanto que teoría crítica que evita tanto la imposible neutralidad axiológica, como el extremo opuesto del voluntarismo moralista inane y arbitrario.

Pero donde Galindo explicita y concreta el alcance crítico-normativo de la historia conceptual es en la última parte del libro. En dos apartados, respectivamente titulados “La indisponibilidad de la historia” y “La indisponibilidad de los conceptos”, ofrece un persuasivo argumento acerca de la aportación normativa de esta teoría, que a su juicio implica dos cosas: “una fundamentada crítica de la acción política y las instituciones, a la par que contribuye a imaginar nuevas posibilidades políticas” (p. 147). La clave es, por un lado, la mostración y defensa de la contingencia, tanto de nuestras acciones como de nuestras narraciones. La historia conceptual nos recuerda, dice Galindo, que ni cabe absolutizar la herencia histórica ni la creatividad subjetiva; que la historia no se deja encerrar ni en nuestras planificaciones ni en nuestros relatos y teorías; que hay que evitar la naturalización de nuestro lenguaje político. Pero, por otro lado, no exime de actuar y planificar, de describir y de programar, sino que también fundamenta la posibilidad de la responsabilidad, ya que demuestra que no todo es determinación estructural. Un sugerente párrafo del autor sintetiza su interpretación de la teoría de Koselleck:

frente a la disponibilidad absoluta de la historia, afirma los condicionamientos; frente a la planificación prometeica, advierte de la imprevisibilidad; frente al antagonismo irreconciliable entre experiencia y expectativa, afirma su mediación y compensación en una tradición que condiciona nuestro pensar y obrar; frente al acontecimiento instantáneo y fugaz, la estabilidad y la duración de las estructuras; frente a la ruptura, continuidad; frente a la prepotencia del sentido de la historia, responsabilidad; frente a la precipitación y crítica devastadora, ralentización y preservación (p. 152).

En suma, esta introducción al pensamiento de Reinhart Koselleck llena un hueco en el mercado y solventa con éxito lo que promete, ya que ofrece una ordenada e informada reconstrucción y sistematización de las tesis nucleares de la historia de los conceptos políticos, añadiendo, además, una persuasiva interpretación y defensa de su aportación como teoría crítica del presente.