ISEGORÍA. Revista de Filosofía moral y política, N.º 65
julio-diciembre 2021, e25
ISSN-L: 1130-2097 | eISSN: 1988-8376

LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA EN CHARLES TAYLOR COMO FUNDAMENTO DE UNA FILOSOFÍA ANTROPOLÓGICA

PHILOSOPHICAL ANTHROPOLOGY IN CHARLES TAYLOR AS A BASIS FOR AN ANTHROPOLOGICAL PHILOSOPHY

Diego Alonso Picarzo Jiménez

https://orcid.org/0000-0002-6260-2942

Rodríguez García, Sonia E. Buscando significados, reencantando el mundo. Ética, política y religión en Charles Taylor. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: SB Editorial; México DF: Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), 2020, 1ª ed., 275 pp.

El libro de la profesora Rodríguez García es el primero de la serie Medea. Una colección con vistas a difundir y divulgar distintas aportaciones que tanto mujeres como hombres han incorporado a sus reflexiones e investigaciones con el fin de generar instrumentos y herramientas que promuevan la paz, la armonía, la igualdad de géneros y la lucha contra cualquier tipo de violencia.

La obra representa todo un homenaje póstumo al filósofo y eterno profesor Javier Muguerza Carpintier que, junto con Javier San Martín Sala, codirigió la tesis doctoral de la autora.

El texto de la Dra. Rodríguez se encuentra estructurado en cuatro partes -“Buscando significados”, “Ética”, “Política” y “Religión”- perfectamente diferenciadas e interconectadas entre sí. Comienza el texto con una introducción en la que aparecen marcadas las intenciones del trabajo, acabando en “Conclusiones”, donde expone los logros, así como el cumplimiento de las intenciones iniciales. Esta estructura dota a la obra de una organización y sistematización temática y argumental que ayudan al lector -neófito o avanzado- a una lectura cómoda y agradecida. Esta lectura cómoda no le resta ni un ápice a la excelente calidad y profundidad filosófica e investigativa que la autora despliega en el texto. Escrito en un lenguaje filosófico preciso, nada críptico o hermético, con un tono cercano y cotidiano, Sonia E. Rodríguez consigue enganchar al lector desde sus primeras páginas, invitándole a descubrir con ella el mundo filosófico y las principales categorías y preocupaciones de Taylor.

En esta investigación la autora descubre una perspectiva poco conocida en la producción de Taylor, sobre esta perspectiva se articula el texto. Sonia E. Rodríguez defiende que la filosofía del canadiense es en esencia una antropología filosófica que acaba siendo toda una filosofía primera. El resultado filosófico de ello supondrá la superación de la epistemología como filosofía primera haciendo recaer este peso en el plano antropológico y sobre él acceder a las condiciones trascendentales que posibilitan la epistemología y sus navegaciones en torno a la ética, la política y la religión.

En la primera parte “Buscando significados”, la autora nos presenta la vida, contexto histórico, preocupaciones, etapas e influencias filosóficas, además del método de trabajo del quebequés.

En la obra, la autora destaca la crítica que Taylor efectúa en su pensamiento filosófico y que conforma la base sobre la que levanta su edificio filosófico. Posteriormente, la profesora Rodríguez nos muestra cómo el autor irá reconociendo y encontrando las condiciones de posibilidad de la vida humana, lo que el propio autor denomina las condiciones invariables de la variabilidad humana, estructuras esenciales que conducen al hombre al desarrollo de su identidad y de su autointerpretación. Una vez establecidas estas condiciones, la autora examinará exhaustivamente la filosofía de Taylor en las tres siguientes partes de su libro: “Ética”, “Política” y “Religión”, para desde ellas comprender al ser humano dentro del mundo, proyecto que ocupará toda la vida del filósofo.

El texto muestra a un filósofo, Taylor, que concibe al hombre como sujeto encarnado que confiere por medio del lenguaje un significado al mundo y con ello un significado a su vida. Una vida cargada de intenciones que implica y requiere necesariamente de correlato moral. Para la autora, Taylor no es un filósofo que se mueva en el campo teorético del pensamiento, sino que lo trasciende haciendo de su investigación especulativa una filosofía práctica en cualesquiera de los campos abordados. Desde el momento en que no concibe al hombre en abstracto sino como sujeto concreto que hace y padece, la filosofía del autor adquiere, sin duda, un sesgo de necesaria aplicabilidad real.

Precisamente, esta filosofía tendente a la práctica se desarrolla en la segunda parte del libro, “Ética”. En ella, la profesora Rodríguez García, nos enseña la tesis fundamental de la concepción ética-antropológica de Taylor basada en lo que el autor llama “evaluación fuerte”. Esta consideración de “evaluador fuerte” lo imbrica dentro de la red de categorías de las condiciones invariables de la variabilidad humana. Al unir estos dos elementos, el indentitario y el evaluador, se produce una síntesis entre el yo del hombre, su individualidad y su deseo de actuar bien. Esta evaluación de deseos e intenciones son el fundamento de la construcción de la propia identidad. Este modo de evaluar condiciona indefectiblemente modos de vida cualitativamente diferentes en las personas. La evaluación fuerte del sujeto es, en definitiva, una reflexión sobre su propio yo y sus deseos de actuar y de ser.

La ética de Taylor presenta tres directrices intencionales. Primera, el sentido de respeto y obligación hacia el resto de personas; segunda, nuestra percepción de lo que hace que la vida sea plena; y, tercera, la diversidad comprensiva de lo que es la dignidad. Estos ejes conducen a la idea fundamental y básica de la ética tayloriana, la auténtica autenticidad. Para ello no solo es necesario que el hombre sea un ser encarnado, sino también un ser abierto y evaluador que desarrolla su carácter e identidad dentro de una colectividad.

Destacamos que uno de los puntos fuertes del libro aparece cuando la autora descubre el paralelismo entre las posiciones éticas de Aranguren y la forma de entender la ética que desarrolla Taylor. La moral como estructura de Aranguren en Taylor correspondería con su “evaluación fuerte”. Y así la moral como contenido en Taylor representaría aquello a lo que el hombre cabe aspirar. Finalmente, la moral como actitud en Taylor representa un sentimiento de dignidad y respecto ante el carácter inconcluso y siempre menesteroso -como diría Ortega- que representa el ser hombre. Un ser siempre in via, nunca acabado y siempre por hacer que se va definiendo en cada decisión o acción.

Lo anterior nos lleva de la mano a la tercera parte, “Política”. El proyecto político de Taylor representa la aplicación práctica de sus posiciones éticas y morales. En su investigación la profesora Rodríguez muestra cómo la esfera política y la moral en Taylor representan dos dimensiones que se “co-implican” y entrelazan.

La idea de comunidad representa para el canadiense el inicio de su desarrollo político. Entiende la comunidad como el escenario en el que las personas conviven, se desarrollan y forjan sus identidades en constante diálogo de unos individuos con otros. Solo en este espacio común compartido el hombre puede vivir humanamente.

Sonia E. Rodríguez expone que Taylor ve en el liberalismo de las sociedades democráticas occidentales el ámbito y espacio político más favorable para el desarrollo de este “espacio común”, en el que la libertad juega un papel sustantivo, pues, ella es la condición necesaria que nos compromete y nos responsabiliza de nuestra “fusión” con la sociedad y su conjunto. Ahora bien, y aquí aparece un matiz en Taylor que Sonia E. Rodríguez nos aclara, lejos de partir de la tesis liberal del individualismo humano, el canadiense aboga por la comunidad como núcleo ontológico frente al atomismo que el liberalismo individualista y excluyente pueda sostener.

De este modo, Taylor pretende articular un liberalismo sustantivo con los valores propios del comunitarismo en busca de una política de reconocimiento igualitario. Esta incorpora las ideas de igualdad y dignidad en lo que se conoce como política de la dignidad igualitaria, es decir, una acción política en la que no existe una jerarquización ciudadana de primera o segunda clase, sino que todos son igualmente dignos. También es parte de esta doctrina política y unido a la cuestión de la autenticidad tayloriana la política de la diferencia, es decir, aquella política que remarca que cada sujeto o grupo de sujetos tiene su propia identidad y han de ser reconocidos por el resto de sujetos ajenos a dicha identidad. Los nacionalismos son un modelo propicio que genera identidad dentro de una heterogeneidad, pero Taylor -como nos explica Sonia E. Rodríguez- se muestra muy prudente al respecto y evita confundir “nacionalismo” con “buen patriotismo”. Mientras el primero alberga en su seno el germen de la exclusión de lo diferente; el segundo, tal como lo entiende Taylor, es garante de solidaridad, fraternidad y participación. Al hilo de esto, Taylor ve, según la profesora Sonia E. Rodríguez, en la cohesión de las sociedades diversas la dovela de lo que entiende por democracia. Si bien, en Taylor al sustantivo “democracia” le acompaña el determinante “republicana”. Según la Dra. Rodríguez la democracia, para Taylor, debe garantizar tanto la libertad negativa como la positiva, de modo que el ciudadano pueda sentir que participa así en el gobierno común y en el propio autogobierno. Esta idea de libertad y de participación es, a ojos de la autora de la investigación, la verdadera propuesta y apuesta republicana de Taylor, la síntesis entre libertad y patriotismo.

Para finalizar sus navegaciones filosóficas, la Dra. Rodríguez realiza una intensa reflexión en lo concerniente al ámbito espiritual, laico y religioso en Taylor. Este trabajo lo desarrolla en la parte “Religión”. Taylor concibe la religión en clave de “trascendencia” y estima que lo que comúnmente hemos venido asociando con ello habría que entenderlo en más de una dimensión. Por ejemplo, trascendencia referida a la existencia de un sentimiento elevado que “trasciende” lo puramente humano; trascendencia como creencia en un Ser que “trasciende” lo inmanente; y trascendencia como asentimiento de que la vida no está limitada a los márgenes del nacimiento y la muerte. Estas tres dimensiones configurarían lo que Taylor entiende por religión. Ahora bien, esta postura tayloriana excluiría cualquier posibilidad de alcanzar por medios puramente humanos (inmanentes) aquello que podríamos llamar bienes superiores. Sin embargo, la religiosidad fundamentada en la trascendencia, en lo numinoso, no es para Taylor el único modo exclusivo de espiritualidad humana. Esto lleva a Taylor a considerar la espiritualidad humana como una invariable más dentro del conjunto de invariables que configura la variabilidad humana. Esta “invariable”, como defiende la profesora Sonia E. Rodríguez, conecta con nuestra condición de evaluadores fuertes y nuestra búsqueda de hiperbienes. De modo que el ámbito ético y espiritual pueden aparecer unidos, lo que habilita a reconocer en el hombre el invariable espiritual sin necesidad de asociarlo con algo más allá, con lo sagrado, con lo casi “inalcanzable”.

Para terminar esta parte la autora realiza un análisis muy pormenorizado y exhaustivo sobre la cuestión de secularización y laicización que Taylor desarrolla en diversas obras. Ante estos desafíos Taylor presenta una postura clara. El Estado, en modo alguno, debe promover la secularización de su sociedad, pero debe estar interpelado a garantizar y mantener la laicidad de y en sus instituciones.

En el libro que ha escrito, la profesora Sonia E. Rodríguez ha conseguido desarrollar un análisis descriptivo y crítico de la filosofía de Taylor desde la perspectiva de la antropología filosófica. En él se van abordando y analizando las diferentes categorías humanas, “invariables”, que la filosofía tayloriana descubre tanto en moral, política o religión. Al mismo tiempo, la autora nos muestra a un filósofo integrador, sintético, en constante diálogo entre horizontes opuestos, tratando siempre de superar las tensiones generadas por posiciones contrarias, en una suerte de vía intermedia (síntesis) en la que tengan cabida la pluralidad de posiciones dentro del espacio racional y democrático liberal actual.

El ensayo de Sonia E. Rodríguez es todo un estudio perfectamente organizado, sistematizado, crítico, sintético y no solo introductorio, sino avanzado, de la filosofía de Taylor. Resulta una obra de referencia en lengua castellana para quien desee adentrarse en un estudio de la filosofía del canadiense. Un libro abierto al diálogo filosófico tanto con Taylor como con la profesora Rodríguez. Sin duda, una obra necesaria para comprender el pensamiento occidental moderno y actual.