ISEGORÍA. Revista de Filosofía moral y política, N.º 69
julio-diciembre 2023, e10
ISSN-L: 1130-2097 | eISSN: 1988-8376
https://doi.org/10.3989/isegoria.2023.69.10

ARTÍCULOS

Biopolítica y razón de fuerza mayor en Eduardo Nicol

Biopolitics and force majeure reason in Eduardo Nicol

Jorge Enrique Linares Salgado

FFyL, Universidad Nacional Autónoma de México

https://orcid.org/0000-0003-1877-5675

José Manuel Iglesias Granda

Instituto de Filosofía, CSIC, España

https://orcid.org/0000-0002-2219-7647

Resumen

En la obra de Nicol existe una concepción original de biopolítica que difiere de las teorías más conocidas. Parte de una concepción de la humanidad caracterizada por la tensión entre «comunidad histórica» y «especie natural»; y plantea una diferencia sustancial entre el mundo de la cultura-técnica-libertad vs. naturaleza biológica y necesidad. Nicol sostiene que en nuestra era la libertad humana decae, ya que la humanidad se está reduciendo a comportarse como una especie natural en lucha por su supervivencia ante la posibilidad de un colapso civilizatorio. Por ello, formula una concepción de biopolítica que no solo consiste en un mecanismo para imponer control biológico sobre poblaciones humanas, pues descubre una nueva dimensión biopolítica surgida del predominio de la «razón de fuerza mayor», razón sistemática de extrema necesidad, que surge como consecuencia del posible colapso civilizatorio que se extiende globalmente, y que ha sido desencadenada por la expansión del poder tecnológico y la destrucción ecológica. El desenlace de este colapso sería un impensable retroceso de la humanidad al nivel de una especie biológica en lucha por su supervivencia colectiva, con la consecuente pérdida de fines históricos y decisiones libremente elegidas. Se analizan estas tesis críticamente y se evalúa su validez y sus consecuencias teóricas.

Palabras clave: 
Biopolítica; razón de fuerza mayor; colapso civilizatorio; tecnología; especie humana.
Abstract

In Nicol’s work exists an original conception of biopolitics that differs from the best-known theories. It proceeds from a conception of humanity characterized by the tension between “historical community” and “natural species”; and proposes a substantial difference between the world of culture-technology-liberty vs. biological nature and necessity. Nicol argues that in our era human freedom is declining, as humanity is being reduced to behaving as a natural species struggling for its survival in the face of the possibility of civilizational collapse. Therefore, he formulates a conception of biopolitics that not only consists of a mechanism to impose biological control over human populations, but also discovers a new biopolitical dimension arising from the predominance of the “reason of force majeure”, a systematic reason of extreme necessity, which emerges because of the possible civilizational collapse that is spreading globally, and which has been triggered by the expansion of technological power and ecological destruction. The outcome of this collapse would be an unthinkable regression of humanity to the level of a biological species struggling for its collective survival, with the consequent loss of historical purposes and freely chosen decisions. Those theses are critically analyzed, and their validity and theoretical consequences are evaluated.

Keywords: 
Biopolitics; Reason of force majeure; Civilizational collapse; Technology; Human species.

Recibido: 27  marzo  2023. Aceptado: 17  septiembre  2023.

Cómo citar este artículo/Citation: Linares Salgado, Jorge Enrique e Iglesias Granda, José Manuel (2023) “Biopolítica y razón de fuerza mayor en Eduardo Nicol”. Isegoría, 69: e10. https://doi.org/10.3989/isegoria.2023.69.10

CONTENIDO

1. INTRODUCCIÓN1Este artículo es un fruto de la estancia de investigación de José Manuel Iglesias Granda en la Universidad Nacional Autónoma de México entre los meses de enero y abril de 2023.

 

El objetivo de este artículo es demostrar que en la obra de Eduardo Nicol (1907-1990) existe una propuesta distinta de la idea común de biopolítica. Su teoría difiere de los planteamientos más conocidos y aporta un enfoque original de la cuestión al vincularla con un hipotético colapso civilizatorio y el advenimiento de lo que Nicol denomina «razón de fuerza mayor». Argumentaremos por qué sus ideas, a pesar de ser deudoras de un cierto dualismo tradicional de corte platónico y judeocristiano, pueden resultar un aporte novedoso para comprender otra dimensión de la biopolítica no descubierta hasta ahora, y para reflexionar sobre uno de los desafíos más graves para la humanidad: la amenaza de un colapso civilizatorio en el futuro próximo2Para otros estudios sobre la dimensión política del pensamiento de Nicol véase Linares, 2008, pp. 237-292; Sánchez Cuervo e Iglesias Granda, 2023; Iglesias Granda, 2023.

Procederemos, primeramente, aclarando la significación del concepto de «biopolítica», analizando brevemente su historia y centrándonos en Michel Foucault. Enseguida, exploraremos críticamente la distinción entre las ideas de «especie humana» y «comunidad histórica» (presente en Nicol, 1972Nicol, E. (1972), El porvenir de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México., 1980Nicol, E. (1980), La reforma de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México.), para luego discutir la noción singular de biopolítica que Nicol propone como dimensión mundana en la que se expresa la razón de fuerza mayor. Argumentamos cómo efectivamente existe una biopolítica que se desprende de dicha razón de fuerza mayor en el contexto político, tecnológico y ecológico que plantea la amenaza de un posible colapso civilizatorio y la aparición de nuevos regímenes totalitarios «ecofascistas». Por último, explicaremos por qué esa amenaza existencial provocaría la disolución de la comunidad histórica; es decir, una impensable negación de la historia como dimensión propiamente humana.

2. LA BIOPOLÍTICA, UN ENFOQUE PARA COMPRENDER LO POLÍTICO A PARTIR DEL DOMINIO SOBRE EL CUERPO BIOLÓGICO

 

El concepto de «biopolítica» ha gozado de una relevancia indiscutida en la filosofía contemporánea. Fue Michel Foucault, en la década de los setenta, quien recuperó y replanteó este concepto otorgándole la proyección teórica que lo llevaría a modificar profundamente el espectro de la filosofía política. Podría decirse que el hallazgo fundamental de Foucault se basó en comprender las principales problemáticas del ámbito político a partir de las categorías del control político sobre la vida humana y el cuerpo de cada persona, convirtiendo a la vida en el marco teórico fundamental para comprender y dar explicación de los fenómenos políticos.

El pensador francés propone un cambio de paradigma en la filosofía política. Si tradicionalmente el ejercicio del poder era entendido como soberanía sobre un territorio, el paradigma biopolítico implica precisamente el desplazamiento de la categoría de «tierra» o de «territorio» por la de vida (de poblaciones humanas). La biopolítica sería, para Foucault, el ejercicio del poder y el control sobre la vida de los individuos y las poblaciones. La vida corporal se convertiría en objeto fundamental del poder en cuanto este comenzaría a ejercerse a partir de la protección y cuidado, pero también del dar la muerte, el disciplinamiento y la represión sobre el cuerpo, a partir de lo que Foucault llamó «técnicas de saber y de poder». O sea, tecnologías tendentes a «invadir el cuerpo, la salud, las maneras de alimentarse y alojarse, las condiciones de vida, el espacio entero de la existencia» (Foucault, 2007b, p. 174Foucault, M. (2007b), Historia de la sexualidad I: la voluntad de saber, Siglo XXI, Buenos Aires.). Estas tecnologías quedan representadas para el filósofo francés por el concepto de «norma» (Foucault, 2007aFoucault, M. (2007a), Nacimiento de la biopolítica, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires. ). En este sentido, Foucault utiliza el concepto de «biopolítica» como una herramienta para comprender tanto la génesis como el funcionamiento del marco de racionalidad política instituido por la gubernamentalidad, primero liberal y luego neoliberal.

Ahora bien, como señala Roberto Esposito (2007)Esposito, R. (2007), Bíos. Biopolítica y filosofía, Amorrortu, Buenos Aires., el planteamiento foucaultiano no es el primero en lo que a biopolítica se refiere. Aunque es cierto que el desarrollo teórico elaborado por el pensador francés no tiene parangón, la noción ya había sido acuñada bastante antes y había sido, además, objeto de diversas interpretaciones. Esposito distingue tres bloques principales de autores, todos ellos diferenciados y sucesivos en el tiempo. Cada uno de estos bloques estaría, en su opinión, caracterizado por un enfoque diferente: el organicista, el antropológico y el naturalista. Y todos ellos influirían en la concepción de Foucault, la cual vendría a constituir una suerte de replanteamiento y deconstrucción crítica de la biopolítica (Esposito 2007, p. 27Esposito, R. (2007), Bíos. Biopolítica y filosofía, Amorrortu, Buenos Aires.).

El enfoque organicista se caracterizaría por asimilar lo político, y su manifestación más acabada: el Estado, con un organismo viviente. Así pues, lo político dejaba de ser una superación de lo natural, siendo entendido aquel como una continuación de este (Esposito 2007, pp. 27-32Esposito, R. (2007), Bíos. Biopolítica y filosofía, Amorrortu, Buenos Aires.). En este contexto, la biopolítica aparecía con una doble misión: por un lado, la de reconocer los riesgos que podrían amenazar al cuerpo político y, por el otro, la de preparar los mecanismos de defensa para hacerles frente.

El enfoque antropológico está caracterizado por un evidente sesgo humanista orientado al gobierno de las fuerzas naturales y elementales de la vida a partir de principios o fuerzas espirituales. Edgar Morin (su principal teórico) se centra en la confluencia de los motivos infra-políticos de la subsistencia humana con aquellos supra-políticos y filosóficos relativos al sentido de la vida. Su biopolítica se torna más bien en una suerte de onto-política que, frente a la incapacidad del capitalismo y el entonces vigente socialismo para guiar a la población mundial a un incremento de la calidad de vida, ayude a revertir la tendencia economicista y productivista del género humano. Morin (2003)Morin, E. (2003), El método 5. La humanidad de la humanidad, Cátedra, Madrid. insiste en pensar la unidad compleja de la identidad humana en la triada individuo-comunidad política-especie.

La etapa naturalista de estudios biopolíticos se caracteriza por la referencia persistente y directa a la esfera de la evolución humana como parámetro privilegiado de determinación política. La política se encontraría directamente conformada por lo biológico de tal forma que esta debería ser interpretada desde el ámbito natural, entendido como su fundamento y causa última. De esta manera, los acontecimientos sociales no tendrían causas históricas complejas, sino que responderían a dinámicas evolutivas de la especie humana, quedando, así, todas las actitudes humanas reducidas a modalidades animales instintivas.

Ante este panorama, Esposito considera que la propuesta foucaultiana constituye la elaboración conceptual más compleja y decisiva en torno a la biopolítica, la cual superaría todas las anteriores, siendo capaz de articular de una manera mucho más elaborada y sólida las relaciones entre lo biológico y lo histórico, entre lo biológico y lo político. La cuestión es, para Foucault, que la vida se convierte en la instancia clave desde la que se debe entender las dinámicas históricas, sociales y políticas, principalmente desde la modernidad en adelante.

3. LO BIOLÓGICO EN LA OBRA DE NICOL: COMUNIDAD HISTÓRICA Y ESPECIE HUMANA

 

Nicol sostiene en varias de sus obras (1953Nicol, E. (1997) [1953], La vocación humana, CONACULTA, México., 1972Nicol, E. (1972), El porvenir de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México., 1977Nicol, E. (2013) [1977], La idea del hombre, 2ª versión, Fondo de Cultura Económica, México., 1980Nicol, E. (1980), La reforma de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México.) una concepción dualista entre naturaleza y cultura, y una visión espiritualista del ser humano, al que considera radicalmente distinto del resto de los seres vivos. Reafirma la idea de que la humanidad ha sobrepasado a la naturaleza y ha creado un mundo sobre-natural, como lo planteaba Ortega y Gasset (Meditación de la técnica, 1932). En La vocación humana (1953), aparece este texto que data de 1947:

[…] el principio vital del hombre no es un principio biológico. Lo específico del hombre no es su potencialidad de vida biológica, sino la potencialidad de vida espiritual que se monta sobre el acto de su vida biológica. El hombre es el ser natural en acto que tiene una vida espiritual en potencia (Nicol, 1997, p. 46Nicol, E. (1997) [1953], La vocación humana, CONACULTA, México.).

Desde esta visión dicotómica, Nicol concibe la vida y la evolución biológicas como ajenas al espíritu, contrarias a la libertad e inaccesibles a la razón humana. Esta concepción de lo biológico como vida nuda, dirigida por un instinto ciego es un resabio del dualismo judeocristiano y platónico. Nicol expone una idea que ameritaría más argumentación: que los seres humanos han superado -misteriosamente- su condición biológica mediante el uso de la razón y han conformado una dimensión distinta de vida: la historia, que implica el desarrollo del orden ético-político variable y diverso. Estas tesis no solo apelan a la diferencia entre zoé (vida biológica) y bíos (vida autoconsciente) que proviene de la tradición aristotélica; Nicol supone, además, que la humanidad ha dejado de ser una especie natural, gracias a la técnica y la creación de mundos históricoculturales que expresan las diversas ideas del hombre en el tiempo (Nicol, 1977, cap. 1Nicol, E. (2013) [1977], La idea del hombre, 2ª versión, Fondo de Cultura Económica, México.). Nicol reproduce este mito orteguiano de la humanidad allende lo natural y biológico3Una reseña de Meditación de la técnica publicada por Nicol en mayo de 1940 da cuenta de que el filósofo catalán estaba al tanto de las ideas de Ortega y Gasset al respecto de la técnica. Además, por otro lado, la reseña manifiesta como el propio Nicol tendía ya, desde ese momento, a llevar a su extremo el dualismo orteguiano inherente al mito de la humanidad allende lo natural. Efectivamente, Nicol comparte con Ortega que el ser humano se hace a sí mismo y trasciende lo natural a partir de la transformación técnica del mundo. Sin embargo, el catalán considera que la acción humana no se limita únicamente a esa transformación sino también a la ejercida interiormente sobre el propio yo, cultivando la intimidad personal. De esta forma, Nicol defiende ya en esta tempranísima publicación como el ámbito de la mismidad humana trasciende lo natural y constituye una nueva esfera sobre-natural cuyo desarrollo debe llevarse a cabo ya incluso al margen de la técnica. «[…] la acción no es solo esta transformación. También lo es la que yo ejerzo sobre mí mismo -y que no indicaron Ortega ni Stern- transformando o elaborando o simplemente buscando mi propia intimidad. Y para esta acción no podemos decir que existe técnica, ni que ella misma sea técnica, si nos acomodamos a la definición de técnica como PRAXIS. Es más, ella consiste justamente en rechazar el quehacer técnico» (Archivo Eduardo Nicol Franciscá, Carpeta 141, folios 13168-13170, Archivo Histórico de la UNAM). .

Empero, lo sorprendente es que Nicol descubrirá que, merced al predominio de una inusitada «razón de fuerza mayor», la humanidad puede perder su ropaje espiritual-cultural para retornar a ser una especie animal, regida por los instintos ciegos e inconscientes de la naturaleza. Sin embargo, veremos -también de la mano de nuestro autor- que este retroceso es, a su vez, imposible. Así pues, Nicol intuye que la capa espiritual e intelectual de la humanidad es contingente y podría degradarse, ya que, sin las vocaciones libres y la diversidad histórica, ella no es más que una especie desmesurada, que ha destrozado su «nicho biológico» y que ahora lucha por su supervivencia en un planeta devastado.

Nicol asegura que la inteligencia suplió al instinto en la historia humana, pero ¿cómo fue esto posible? Tal parece un proceso mágico o sobrenatural. Es el resultado del equívoco de tomarse en serio la metáfora orteguiana de que la técnica es «sobre-naturaleza», porque no existe ni puede existir, en rigor, nada sobrenatural ni en la humanidad ni en ninguna otra especie. La comunidad espiritual-cultural no es producto de otra sustancia distinta a la corporalidad biológica, es el resultado de la integridad de la naturaleza humana producto de la evolución¸ que es bio-cultural, biológica e histórica al mismo tiempo. Nicol afirma que una «comunidad» humana no puede ser equiparable a una colmena, pero no comprendemos aún a cabalidad la racionalidad propia de otras especies4Esa visión mecanicista está hoy superada por la biología contemporánea. Suponemos que la humanidad es superior porque es autoconsciente de su racionalidad (aunque no en todos los casos), pero no sabemos a ciencia cierta si otras especies también lo son..

Lo que sí es certero es que, gracias a nuestra capacidad neurobiológica evolutiva, nuestra forma de interrelación específica es: individuo / comunidad histórico-cultural. Pero esta estructura de relación no es, en ningún sentido, sobre-natural; por ello no podemos oponer historia y naturaleza, técnica y vocaciones libres, instinto y razón. Nicol señala que es errónea la idea clásica de que el humano es un animal «degenerado por la inteligencia», que las ganancias históricas de la humanidad no representaron pérdidas biológicas de la especie y que «la comunidad no es inferior a la especie, ni el trabajo es inferior al instinto» (Nicol, 1972, p. 72Nicol, E. (1972), El porvenir de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México.). Pero tampoco se puede decir, en sentido inverso, que la comunidad histórica sea ontológicamente distinta y superior a la especie natural.

Las características de la comunidad humana que Nicol enfatiza5Estas son: variabilidad temporal y diversidad mundano-cultural, identidad y memoria individual y colectiva, previsión y planeación anticipatoria, ahorro, cálculo y acción técnicas, organización social por medio de instituciones, ideologías políticas, religiosas, jurídicas, pedagógicas, capacidades de aprendizaje-enseñanza. forman parte de nuestra naturaleza bio-cultural y dependen de nuestro aparato neurocognitivo y de las funciones de nuestro cuerpo. Nicol describe más bien el empobrecimiento actual de la capacidad de variar las formas históricas de la humanidad, que él interpreta como un retroceso hacia la especie natural que, supuestamente, habíamos abandonado. Pero lo que revela es la uniformidad mundial impuesta por un sistema tecnológico que ha unificado a todos en la lucha por la subsistencia:

Comunidad e individuo son términos de una relación sui generis, estrictamente humana, irreductible a la relación individuo-especie. Es una relación dialéctica, que varía en la historia y que es, en verdad, clave de la historia. […] el comportamiento de la especie no es histórico ni dialéctico: la lucha por la sobrevivencia es una acción unívoca y uniforme. […] Si la necesidad […] sigue forzando la marcha histórica, este proceso que se inicia en nuestro siglo producirá una sustitución de la comunidad por la especie. […]

El mundo unificado ya no es mundo: no ha sido unificado por un proyecto cultural. El sujeto que lo habita no es la humanidad histórica, sino la especie, la cual prescinde para su fin de variantes culturales, y de comunicaciones y lazos entre culturas. La especie puede alcanzar su fin aunque sus miembros se despedacen. El resultado del proceso podría ser la sustitución de los fines históricos […] por el único fin de la continuidad específica o natural (Nicol, 1972, pp. 58-59Nicol, E. (1972), El porvenir de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México.).

Esta concepción dualista de la especie y la historia humanas ofrece muchos problemas de interpretación: ¿podemos, en todo caso, retornar a un estado pre-histórico, pre-cultural, para ser una mera especie natural, como lo imagina Nicol? Pero ¿cómo y cuándo la especie se transformó o «recibió» lo espiritual y se separó del resto de la naturaleza? Nicol da una respuesta: alrededor de la adolescencia individualmente, y colectivamente desde que hay historia (ello significa autoconciencia de la historicidad); esto es, cuando una persona o una colectividad comienzan a reflexionar sobre el problema de su propia identidad y de su origen. No basta el desarrollo del lenguaje y el despliegue de funciones cognitivas que se dan en los primeros años de vida de los individuos y en los albores de la especie humana, sino que el salto por encima de la naturaleza biológica requiere, en opinión de Nicol, del pensamiento autoconsciente y del ejercicio de vocaciones libres que se sitúan más allá de las necesidades naturales. En esta visión espiritualista y antropocéntrica, las demás especies animales no poseen historia ni espíritu, ni se pueden liberar de las determinaciones naturales que hacen su vida monótona y sin diversidad; es decir, los demás animales no desarrollan vocaciones libres:

Todas las potencias o posibilidades biológicas del animal están determinadas de antemano en el plan de la estructura y el plan funcional. […] Por el contrario, el plan de vida humano, el plan vocacional, solo empieza a elaborarse cuando ya los otros planos orgánicos de vida están cumplidos o completos, y solo está la reiteración de las funciones y su decaimiento hasta la muerte. La vida humana individual no se inicia con el nacimiento, así como la vida histórica no se inicia sino cuando el hombre introduce novedades no biológicas en el mundo (Nicol, 1997, p. 46Nicol, E. (1997) [1953], La vocación humana, CONACULTA, México.).

Pero ¿cuáles son dichas «novedades no biológicas» que caracterizan al ser humano? ¿Las producciones técnicas y artísticas, el orden político y jurídico, la literatura y la historia, la moralidad, la filosofía? De cualquier modo, todo ello solo puede ser realizado a partir de sus capacidades neurocognitivas y corporales; es decir, desde su propia naturaleza biológica y no pueden ser pensadas, hoy en día, como sobre-naturales en ningún sentido. No obstante, esta crítica no invalida el núcleo del descubrimiento de Nicol el cual radica en que toda herencia histórico-cultural es vulnerable, y en que la humanidad puede volverse amnésica, inexpresiva y demencial mediante la reducción a la mera subsistencia.

La intuición nicoliana del ocaso de la libertad y de la muerte de las vocaciones libres es aguda y hay que tomarla en serio. Si las vocaciones sucumbieran significaría que la razón humana se habría eclipsado, como pensamiento autoconsciente y autónomo. La causa de dicho fenómeno que Nicol describe en El porvenir de la Filosofía (1972Nicol, E. (1972), El porvenir de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México.) no consiste en que volvamos a ser una simple especie, porque nunca hemos dejado de serlo. Lo que sí parece muy probable es que, si la necesidad se impone como lo primario y la lucha por la sobrevivencia se vuelve única alternativa para toda la humanidad, sería resultado de un declive civilizatorio; se trataría de una catástrofe moral y política como cuando en una situación de desastre natural y escasez plena se derrumba el orden jurídico-político.

Sin conexión evidente con los desarrollos teóricos previos de la biopolítica, Nicol utiliza las categorías de «especie humana» y «necesidad natural» como opuestas a la libertad ontológica y comunidad histórica (1972Nicol, E. (1972), El porvenir de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México., 1977Nicol, E. (2013) [1977], La idea del hombre, 2ª versión, Fondo de Cultura Económica, México., 1978Nicol, E. (1978), La primera teoría de la praxis, Instituto de Investigaciones Filológicas-UNAM, México, 1980Nicol, E. (1980), La reforma de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México., principalmente) y las relaciona con el surgimiento y expansión de la razón de fuerza mayor (RFM), dando lugar a una reflexión original que, no obstante, presenta similitudes con diversos significados de la biopolítica. La RFM destruiría la capa espiritual-cultural de la humanidad (y con ello su autoconciencia histórica) para hacer resurgir los instintos de supervivencia de la especie como los únicos que pueden enfrentar la apremiante necesidad natural globalizada.

Según Nicol, la razón pragmática sustituyó a la razón teórica en lo que a la directiva de los procesos históricos y culturales se refiere. Esto generó una civilización moderna caracterizada por una incuestionable mejora material de las condiciones de vida y un creciente poder de intervención en la naturaleza. Lo cual se iría traduciendo progresivamente en un aumento de la población mundial hasta niveles exponenciales. Aumento que ya había comenzado a ser leído como una amenaza a las puertas del siglo XIX por autores como Malthus (en su Ensayo sobre el principio de población de 1798); y que en el siglo XX volvió a preocupar de manera insistente a la intelectualidad mundial, apareciendo múltiples ensayos de gran relevancia como La bomba poblacional(1971) de Paul R. EhrlichEhrlich, P. R. (1971), The population bomb, Ballantine Books, Nueva York. .

Nicol es uno de quienes profundizan en dicha preocupación. El filósofo catalán observa cómo el régimen de vida moderno que parecía haber fortalecido la presencia del ser humano en el planeta, podía ser la raíz de un peligro existencial sin parangón en la historia. La excesiva demanda de recursos de una población creciente exponencialmente tanto en número como en necesidades no podrá ser satisfecha durante mucho tiempo por un planeta con claros límites rebasados, y cada vez más explotado y empobrecido. Por tanto, la humanidad estaría condenada a un futuro incierto, de seguir en ese tren de vida ya insostenible en nuestra era. Hay que señalar que Nicol no está solo en este diagnóstico y que su discurso bien podría entenderse en el contexto de una auténtica preocupación y movilización mundial, reflejada de manera rigurosa por el conocido Informe del Club de Roma (1972Nicol, E. (1972), El porvenir de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México.) sobre los límites de crecimiento económico y tecnológico -publicado en el mismo año que el ensayo de Nicol a este respecto- y canalizada institucionalmente en la primera cumbre mundial de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente: La cumbre de Estocolmo de 1972. Pero no solo eso, sino que las ideas de Nicol también podrían situarse en el más amplio contexto de una nueva ola de la conciencia ecologista, surgida hacia la década de los sesenta, que comenzaba a virar el eje de las movilizaciones ambientalistas de la protección de ecosistemas hacia la prevención de la amenaza de extinción de la propia especie humana.

4. EL ADVENIMIENTO DE LA RAZÓN DE FUERZA MAYOR Y EL RETROCESO DE LA COMUNIDAD HISTÓRICA HACIA LA ESPECIE HUMANA

 

Nicol expone su descubrimiento de la razón de fuerza mayor en el marco de este diagnóstico de amenaza existencial para la especie y, consiguientemente, la vincula en una estructura dialéctica con las ideas de comunidad histórica «sobre-natural» vs. «especie biológica», y vocaciones libres vs. necesidad natural y acción técnica. Nicol centra dichas ideas al hilo de un concepto reduccionista de especie biológica para argumentar las consecuencias del surgimiento del régimen mundial de la RFM. Sin embargo, este enfoque a todas luces desactualizado no anula la audacia de Nicol al poner el foco de atención en que toda herencia histórico-cultural es vulnerable, y en que la humanidad puede volverse amnésica, inexpresiva y demencial mediante la reducción a la mera subsistencia.

Más que hablar de «razón de fuerza mayor», parece mejor utilizar el concepto «régimen de la razón de fuerza mayor» que es, propiamente, aquello que Nicol está definiendo y diagnosticando. Según el DRAE, entre otras muchas acepciones, un régimen es el «conjunto de normas por las que se rige una institución, una entidad o una actividad»6Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: https://dle.rae.es/r%C3%A9gimen Así, el régimen de la RFM consiste en una nueva forma de normar una sociedad que se rige por una situación forzosa de una necesidad inapelable, ante la que no queda ninguna salida más que la acción técnica por fuerza mayor7En el lenguaje jurídico una situación de fuerza mayor es imprevisible e inevitable, por lo que las personas e instituciones quedan eximidas de responsabilidad si hay una situación de FM. No basta con que algo sea fortuito o azaroso para que la responsabilidad quede dispensada. Por ejemplo, el accidente de la planta nuclear de Chernóbil fue inevitable pero no era imprevisto. El Estado soviético, y no solo los operadores de la planta, tenía que haber previsto la posibilidad, aunque fuese baja, de un accidente de tal magnitud si fallaban los sistemas de emergencia y de monitoreo de la temperatura del reactor. Después del accidente en una prueba de seguridad, fue necesario apagar el fuego y enfriar el reactor para luego construir una enorme coraza de acero y hormigón, el «sarcófago»; fue una acción de necesidad regida por la RFM que implicó el sacrificio de cientos de miles de reservistas jóvenes del ejército rojo y de bomberos ucranianos, ya que fueron severamente dañados por la extrema radiación.. El régimen de la RFM se opone (y amenaza con suprimir) al régimen de la verdad8Cfr. Concepto de «régimen de la verdad» basado no en las verdades de la ciencia ni en verdades reveladas, sino en la capacidad de apelar al ser y compartir la realidad común mediante la razón desinteresada que se da a los otros (Nicol, 1980, cap. VII). que había logrado instaurar la razón filosófica, la razón que da razón, en su afán desinteresado y vocacional de revelar las verdades y compartir la realidad mediante el logos.

Nicol discutió en uno de sus seminarios de la UNAM en mayo de 19759Archivo Eduardo Nicol Franciscá, Carpeta 13, folios 1802-1803, Archivo Histórico de la UNAM. Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, UNAM. un suceso que fue noticia mundial para aclarar a qué se refería con la idea de RFM. Pone como ejemplo el caso de los supervivientes de los Andes que se vieron obligados (por «fuerza mayor») a comer la carne de sus compañeros que perecieron en el accidente del avión en que viajaban en octubre de 197210Era un avión militar de la fuerza aérea uruguaya que transportaba hacia Santiago de Chile a 5 tripulantes y 40 pasajeros, 19 de ellos de un equipo juvenil de rubgy. El avión se estrelló en la cordillera andina el 13 de octubre del 1972, en la frontera entre Argentina y Chile. Lograron sobrevivir solo 16 personas después de 72 días de resistencia. Cfr. en Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Vuelo_571_de_la_Fuerza_A%C3%A9rea_Uruguaya . El ejemplo es revelador porque indica que la práctica de antropofagia no se deriva en ese caso de una decisión libre, aunque sí consciente y plenamente racional (calculada y meditada). Los sobrevivientes saben que, ante la ausencia de cualquier otra cosa comestible en las gélidas montañas, en una situación de plena escasez, tienen que comer la carne humana para poder resistir el mayor tiempo posible. Saben que si no comen morirán irremediablemente por hipotermia e inanición. Se ven forzados por la necesidad natural; saben racionalmente que no tienen alternativa, que es una disyuntiva entre la antropofagia o la muerte segura. Por eso Nicol comenta en ese seminario que el horizonte que delimita como única alternativa a la RFM es precisamente la muerte, individual o colectiva. Así que la decisión de los supervivientes de los Andes es racional pero no libre; es calculada y ordenada metódicamente, pero no hay otra opción; hacen todo lo que es necesario para sobrevivir, de hecho, es todo lo que pueden hacer, pues no disponen de energía para mucho más que responder a la necesidad vital; pero no lo pueden hacer con libertad y creatividad, más que un simple rito para los fallecidos, porque no hay alternativa.

Siguiendo este símil, la RFM nos obliga a obedecer el mandato de asegurar la supervivencia mediante las razones técnicas y pragmáticas, meramente instrumentales. La humanidad nunca había estado amenazada de muerte hasta el momento en el que se cierne el posible colapso de la civilización tecnológica, esa es la novedad histórica. Ante un inevitable enfrentamiento a la necesidad natural no hay remedio ni posibilidad de otra opción, excepto el suicidio colectivo, que sería paradójicamente un acto de libertad. En efecto, algunos supervivientes de campos nazis de exterminio, como Primo Levi11Cfr. Primo Levi, Si esto es un hombre,1947. , relataban que los prisioneros, en su afán de supervivencia en la más precaria condición de necesidad, ni siquiera podían pensar en el suicidio, porque ese es un acto de libre voluntad.

La RFM surge en una era en que lo necesario se impone por fuerza ante lo libre, y por eso Nicol sostiene que en el régimen de la RFM la técnica se vuelve cada vez menos creativa e inventiva, y cada vez más forzosa y violenta. Esa es la biopolítica de la RFM: coacciona y obliga a los humanos a dirigir todos sus esfuerzos racionales para enfrentar solamente las necesidades naturales, apartándose de sus libertades vocacionales históricas. El problema es que, según Nicol, no hemos caído en la cuenta del surgimiento del imperio de la RFM; actuamos cada vez más sometidos a dicha razón, sin reparar en que vamos perdiendo la libertad de deliberar y decidir entre diversas opciones y, por ello, la comunidad histórica sucumbe porque pierde diversidad de formas de vida y se uniforma técnicamente por necesidad de supervivencia.

La amenaza existencial a la que se ve sometida la vida humana implica, para Nicol, una transformación decisiva: la negación de la historicidad. Así pues, Nicol dibuja un nuevo régimen de existencia determinado por la necesidad de gestionar de la manera más eficaz los recursos de cara a asegurar la sobrevida. Pero no desde una voluntad política claramente orientada a imponerse frente a otras posibles; sino más bien desde una situación de ciega necesidad capaz de subsumir cualquier instancia o poder político. La biopolítica de la RFM no tiene detrás un artífice ni un grupo de poder que planea y controla; al contrario, es anónima, no la posee nadie, tampoco se puede decir que los humanos la comprendan o la formulen con conciencia, «ni siquiera tiene nombre», como dice Nicol.

El Surgimiento de la RFM significa el ocaso de toda política, porque su biopolítica anula cualquier alternativa. La RFM dirige y domina a la especie natural, es una inédita política sin opciones ni diversidad, es la política sin libertad, totalitaria y violenta, ni siquiera es benigna para los privilegiados en el colapso. La RFM se asimila entonces a una suerte de fuerza natural que, ante el fracaso del proyecto emancipador moderno y, sobre todo, ante la imposibilidad de una reversión de la situación, se ve obligada a restringir la acción humana quitándole su libertad ontológica. En términos de Nicol, se trata de una subsunción de lo histórico por parte de lo biológico; en términos de una perspectiva crítica con esa dialéctica naturaleza / cultura, hablamos de una merma de las cualidades tradicionalmente características de la vida biológica humana. Pero, independientemente, se trata de un régimen en el que la propia amenaza existencial no da pie a ningún tipo de actividad que trascienda la planificación eficiente de los recursos y la gestión de las poblaciones. Un nuevo régimen mundial regido por una razón totalitaria que lo controla todo y de la que nadie puede escapar.

Se dice que hay razón de fuerza mayor en lo inevitable, sobre todo en la forzosidad inherente a los hechos naturales. La naturaleza, claro está, no tiene razón: tiene fuerza. Nosotros somos quienes damos razón de su fuerza, porque esta constituye un orden, y llamamos forzosas a las medidas de acomodo que tomamos ante el imperio de la fuerza (Nicol, 1972, p. 71Nicol, E. (1972), El porvenir de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México., la cursiva es nuestra)

Así, Nicol afirma que la especie toma el control de la historia, pero clausurándola para iniciar una post-historia. Empero, el planteamiento de Nicol no implica una reducción de lo político a lo biológico, no supone que lo primero es determinado por lo segundo. Más bien, lo que explica es que la imposición de la necesidad biológica tiene causas históricas en el fracaso de los dispositivos que mantuvieron la libre diversidad humana. Es la política como hazaña de la libertad lo que ha fallado.

Pero esto significa asimismo que, a pesar de la errada dicotomía entre naturaleza y cultura anteriormente señalada, biología e historia, especie y comunidad, se encuentran en cierta medida relacionadas en el planteamiento de Nicol: el fracaso de la segunda es capaz de llevar a la primera a imponerse con su fuerza, destruyendo todos los avances culturales. La vida biológica había sido la base y condición de posibilidad de la historia humana y de todas sus manifestaciones culturales; el fracaso de la civilización tecnológica, por su incapacidad para asegurar la continuidad vital, provoca que la propia necesidad de subsistencia acabe cerrando la posibilidad para la libertad, generando así un régimen donde todas las energías deban ser conducidas por necesidad natural para asegurar la supervivencia.

Nicol plantea que la agencia humana se ve subsumida por la de la especie animal, por una suerte de fuerza semejante a la de los procesos naturales (Nicol, 1978, p. 22Nicol, E. (1978), La primera teoría de la praxis, Instituto de Investigaciones Filológicas-UNAM, México). Pero que, por otra parte, no se puede asimilar a estos, dado que su dinamismo no es semejante al de las especies animales. Aquí aparece un efecto paradójico que Nicol entrevé en su diagnóstico. El fracaso de la civilización tecnológica conduce a una situación en que la lucha por la supervivencia es lo prioritario, pero la especie humana ha perdido la capacidad de adaptarse a los ecosistemas, como lo hacen las demás especies. No subsiste ahora ningún ambiente al que podamos adaptarnos, hemos eliminado el hábitat propio de la humanidad al sustituirlo por el mundo tecnológico artefactual (que se expande globalmente). No queda tierra prometida a la que podamos regresar como especie natural12Si el colapso tecnológico aconteciera, ¿en qué hábitat podrían sobrevivir los humanos? No en las regiones polares y en la tundra, aunque son las menos contaminadas; tampoco en los desiertos, menos en las selvas arrasadas o en las zonas costeras inundadas, mucho menos en los océanos; en las pocas planicies fértiles acaso, pero se reducirían al máximo por la erosión y las sequías; quizá en los bosques templados y montañas en donde haya agua potable y recursos naturales. Algunos sueñan por eso que la humanidad podría emigrar, en un fuga post-histórica, a Marte o la Luna, pero el problema tecnológico de vivir en otro mundo no es fácil de resolver, comenzando por la falta de oxígeno y muy probablemente de agua. .

De esta manera, se daría una situación en la que la humanidad seguiría desarrollando sistemas tecnológicos del todo complejos y formidables; pero, lejos de manifestar una acción libre e inventiva, estaría sometida a un trabajo mecánico y repetitivo, únicamente orientado a gestionar los recursos necesarios para sobrevivir. Lo grave es que ni la tecnología y la política ni el instinto biológico pueden ya asegurar la supervivencia de la especie, pues, a diferencia del resto de animales13El cambio climático y la destrucción ecológica también han provocado la pérdida de hábitats para muchas especies animales. que vivirían en un equilibrio con su hábitat, el ser humano habría acabado con el propio, colocando a su especie en una situación de riesgo existencial.

En este escenario sombrío se puede comprender el conjunto de contraposiciones que Nicol va desarrollando a lo largo de su diagnóstico, en las cuales alerta también sobre el crepúsculo de la filosofía y de las vocaciones libres frente al trabajo enajenado, la diversidad característica de la acción humana frente a la uniformidad… en definitiva, advierte del ocaso de la libertad frente a la necesidad. Nicol anticipa así la desaparición de aquella acción propiamente humana que iba más allá de afrontar las necesidades inherentes a la supervivencia -acción que, tal y como previamente criticamos, concibe como meta-física o sobre-natural- y de la subsunción de la historia en una suerte de post-historia caracterizada por una inviable retracción de lo propiamente humano en el orden de lo natural. Por ello, esta post-historia puede ser nombrada era de la biopolítica de la RFM.

La crisis del régimen de la verdad impondría un retroceso: al perder su libertad proyectiva, la humanidad revertiría al estado natural, y una nueva pre-historia sucedería a la historia como post-historia. Pero la fuerza mayor de la nueva razón es una fuerza adventicia, que surge inopinadamente: no es la fuerza eterna de la razón natural (Nicol, 1980, p. 250Nicol, E. (1980), La reforma de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México.).

Sin embargo, insistimos -basados en el mismo Nicol- en que este retroceso es inviable porque, aunque los instintos básicos del ser humano (de alimentación, reproducción y lucha por la supervivencia) están intactos, ya no son suficientes para asegurar la subsistencia. Debemos afinar el diagnóstico nicoliano reflejado en la cita anterior: no es que la humanidad retorne a una vida salvaje de pura necesidad natural y ciego instinto animal, sino que, al perder sus libertades históricas y políticas, no le queda para sobrevivir más que sus instintos y capacidades corporales de siempre, mediatizados ahora por la racionalidad tecnológica (Nicol, 1972, cap. 7Nicol, E. (1972), El porvenir de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México.). Pero el riesgo existencial es que la humanidad ha sido debilitada en sus habilidades de adaptación, merced a la dependencia y subordinación a los medios de la civilización tecnológica. Por ello, nos enfrentamos ahora a una verdadera amenaza de muerte colectiva, por primera vez en la historia.

Estas paradojas de nuestra era son la consecuencia de los excesos de la civilización tecnológica que, lejos de impulsar una vuelta a la naturaleza, genera una situación en la que nuestra especie se vuelve más vulnerable e incapaz de subsistir, inapta para reponerse a los daños causados por la acción tecnológica sobre el planeta. En el horizonte del posible colapso civilizatorio, la necesidad de subsistir determinará que la acción tecnológica sea cada vez más poderosa, sirviéndose de los avances históricos de la cultura. Pero, al subsumir los logros civilizatorios, provocará un impasse en el que lo histórico se interrumpe, porque ya no es ejecutado y orientado por los seres humanos; pero tampoco se vuelve biológico en un sentido pleno de la palabra. Y es que el retorno a la especie no consiste en una vuelta a un estado de equilibrio con la naturaleza, en un regreso a una suerte de nicho ecológico; sino más bien a una situación en la que la propia especie humana menguada, y sometida a la necesidad, toma el control de la acción histórica para impedir cualquier iniciativa que no se dirija a asegurar la supervivencia.

Podemos colegir que, en el fondo, el retroceso que Nicol señala no radica tanto en un supuesto retorno de lo humano a lo animal, sino más bien a sobrevivir como una especie que pierde autoconciencia y capacidad de adaptación a causa de la propia acción tecnológica. Una especie que se ve incapacitada para adaptarse a un ambiente natural devastado y que, por ello, genera una situación de forzosidad en la que lo humano ya no puede desarrollarse en el sentido en que tradicionalmente lo había hecho.

La situación de colapso civilizatorio dañaría irremediablemente esas capacidades evolutivas de libre acción. Nicol nos plantea que la tremenda misión que ahora tiene asignada la tecnología es insegura. Que muy probablemente la técnica actual, con todos sus poderes desplegados, es incapaz de asegurarnos la supervivencia y de afianzar la confianza en el porvenir, justamente porque ella misma ha causado un desequilibrio mayúsculo y una destrucción ecosistémica sin precedentes en la historia (Nicol, 1972, p. 73Nicol, E. (1972), El porvenir de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México.). No obstante, la tecnificación extrema de la vida es nuestra única posibilidad de luchar por la supervivencia de una especie humana desbordada, extraviada, mermada en sus capacidades espirituales y en un planeta desequilibrado.

En resumen, el retroceso al que se refiere Nicol no radica tanto en la regresión de la comunidad histórica a la vida biológica de la especie, sino en el fracaso de la civilización histórico-tecnológica que ha terminado por poner a la vida humana en una situación de peligro existencial. El concepto de especie humana que aparece vinculado al de la RFM implica, por ende, la imagen de una especie mermada y con una vulnerabilidad extrema que imposibilitan su adaptación ambiental. De ahí la situación de necesidad y forzosidad que reduce las posibilidades libres de existencia en un régimen donde todo está orientado a la pervivencia de la especie.

5. CARACTERÍSTICAS SINGULARES DE LA BIOPOLÍTICA EN LA OBRA DE NICOL

 

¿Hay entonces una biopolítica en la obra de Nicol? ¿Pueden relacionarse sus planteamientos con los de otros autores? Si tenemos en consideración a Foucault y lo que expone Esposito, es evidente que el planteamiento de Nicol difiere de todos ellos. Ello no implica, empero, que no haya paralelismos y similitudes entre las ideas de Nicol y las de los otros autores.

Las ideas de Nicol no son equiparables, en primer lugar, a los enfoques organicista y naturalista. Como vimos, el filósofo mexicano no defiende una subsunción del orden político al biológico ni tampoco que este primero deba explicarse única y exclusivamente en función del segundo. Nicol distingue en todo momento las esferas de la naturaleza y de la cultura, pero entendiéndolas como interdependientes, en el sentido de que la cultura, a partir de una póiesis libre y creativa, genera opciones que la naturaleza de por sí no lleva a cabo. En esta dirección, lo cultural y lo político no podrían entenderse en su origen como una mera derivación del orden natural pero tampoco como algo contrapuesto a él.

El régimen de la razón de fuerza mayor imposibilita la política en el sentido tradicional y da lugar a un mecanismo de gestión de la vida donde prima la racionalización y distribución altamente tecnificada. Estas acciones tecnoeconómicas se posicionan con primacía y comienzan a ser calculadas y ejecutadas por una razón que opera en la especie, pero que ya no es humana, pues no surge del pensamiento y razonamiento propiamente humano. Dice Nicol (1980, p. 248)Nicol, E. (1980), La reforma de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México.: «Una praxis que no sería auténtica praxis. Porque no sería libre; un hombre que no sería verdaderamente hombre, si perdiera esa capacidad proteica de transformarse a sí mismo, de acuerdo con sus proyectos prácticos, que era motriz de la historia». Así, la interrelación de lo biológico y lo histórico que Nicol explora es mucho más compleja que las propuestas de los organicistas y naturalistas. El orden político no es un reflejo de lo biológico, sino que ha surgido a partir de una relación dialéctica entre la humanidad y la naturaleza, entre necesidad y libertad.

Ahora bien, el régimen de la razón de fuerza mayor surge como respuesta al desequilibrio entre naturaleza y cultura, y despliega una transformación de las relaciones humanas y, por lo tanto, tiene una connotación política. Pero hay que señalar que esta bio-política difiere de la política en sentido clásico; ya no es deliberativa, dialógica, de opciones posibles y decisiones libres. Y no sería tampoco una biopolítica entendida en tanto «gobierno de la vida», tal y como lo hace Foucault, pues no persiste una racionalidad política claramente intencional ejecutada por parte de un grupo humano u otro. El régimen de la RFM ejerce el poder mediante la violencia destemplada de la forzosidad, nadie se sustrae a ella, vencedores y vencidos, propietarios y desposeídos, todos igualmente sometidos a una violencia irrefrenable por la supervivencia de la especie. Así pues, el planteamiento de Nicol difiere tanto del organicista y naturalista como del foucaultiano; pero también lo hace del humanista. Pues Nicol no plantea en ningún momento la necesidad de canalizar las fuerzas vitales de cara a una nueva política; ni, mucho menos, considera que ello sea posible. La idea de Morin de que lo espiritual puede canalizar a lo biológico no es compartida por Nicol y se encuentra prácticamente en las antípodas de su planteamiento.

¿Hay pues biopolítica en Nicol? Ya hemos repasado algunas de las propuestas más representativas de ese concepto y hemos visto que Nicol no coincide con ninguna de ellas. Sin embargo, también hemos mostrado que sus ideas con relación a la irrupción de lo biológico en la historia, en la forma de una razón que fuerza a la necesidad, tienen claras connotaciones bio-políticas.

Ahora bien, para Nicol, sería semánticamente contradictorio que el régimen de la RFM fuese un régimen político. Y es que el concepto clásico (griego) de la política que él preconiza implica el gobierno deliberado de los asuntos públicos, mientras que el régimen de la RFM apela a la mera necesidad biológica como causa última de lo político. No obstante, si tomamos lo político en un sentido más amplio que el de Nicol, podemos afirmar que la RFM implica una biopolítica precisamente porque instaura un régimen de la forzosidad ante las necesidades naturales. Todo el actuar humano, y consiguientemente la gestión de lo social y lo público, se ve reducido a un control y gestión de los recursos materiales orientado a la mera conservación de la especie, en una situación de precariedad y de escasez creciente. Ahora bien, insistimos en que no se trataría de un modus operandi orquestado por una élite que buscase imponer su dominio sobre los demás, sino más bien de un régimen impuesto por la situación de crisis y precariedad en la que se encuentra la vida humana y ante el que los diferentes intereses políticos, económicos y militares se verían completamente subsumidos. Ello no obsta para que, desde luego, sigan existiendo enormes diferencias de estatus y de poder entre los privilegiados o poderosos y los desposeídos (Font Oporto, 2022Font Oporto, P. (2022), La batalla por el colapso: crisis ecosocial y élites contra el pueblo, Comares, Granada. ). Sin embargo, todos son ulteriormente víctimas del mismo régimen. Tanto las élites que se esforzarán por mantener a toda costa sus privilegios (batalla por el colapso) como las clases más deprimidas y explotadas se encuentran igualmente mermadas y amenazadas en su humanidad. Lo único que diferenciará a ambas clases será quien sufra primeramente las consecuencias más devastadoras del colapso del que nadie podrá escapar.

6. BIOPOLÍTICA Y COLAPSO CIVILIZATORIO EN NICOL

 

Podemos aseverar que la biopolítica de la RFM nos confronta con una situación de posible colapso civilizatorio y que, en muchos sentidos, se anticipa a los diagnósticos de teóricos contemporáneos. Nicol nos revela una situación en la que el deterioro del planeta, la escasez de recursos vitales (alimentos, energía, materias primas, viviendas, transportes y seguridad) y el aumento creciente de la población mundial (con las tensiones al máximo por la migración forzada, las hambrunas y las guerras por los recursos) imposibilitarían la vida de la especie tal como había sido hasta ahora. Nicol anticipa un auténtico régimen de vida regido por la necesidad que pondría en marcha pautas de convivencia y de gobierno para un control pragmático y totalitario de los recursos y de las poblaciones. La biopolítica de la RFM tendrá que ejercer el mayor poder de control y disciplinamiento de los cuerpos y las poblaciones humanas, mediante instrumentos tecnológicos y cibernéticos, quizá mediante la inteligencia artificial.

Nicol propone, por tanto, una biopolítica novedosa que constituye un diagnóstico epocal del todo acertado. El filósofo iberoamericano nos alerta de una situación en la que lo político, tal y como tradicionalmente se ha entendido, se ve disuelto. En la que desaparece todo margen de acción libre y de deliberación dialógica sobre lo posible, y en la que, cada vez más, todas las energías se subordinan a la gestión de recursos para la subsistencia. Nicol habla de una negación de la historia y describe un régimen inherentemente violento, tiránico, impersonal y racionalizado en el que todo está movilizado hacia la acción tecnificada, y en el que el individuo se somete al régimen sin poder cultivarse ni conservar las características que nos definían como humanos (Nicol, 1972, p. 168Nicol, E. (1972), El porvenir de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México.). El colapso civilizatorio sería el resultado de esa negación de la historia. Los signos de degradación ambiental y climática ya comenzaban a ser alarmantes en el momento en que Nicol escribía, así como ya lo era el crecimiento exponencial de la población que obligaba a muchos países a tomar medidas de cara a su disminución.14En el México de los setenta, el presidente Echeverría emprendió una campaña para reducir el incremento poblacional, el cual había venido siendo exponencial a lo largo del siglo XX. Curiosamente, el año crucial en la implementación de este giro político fue 1974, dos años después de la publicación de El porvenir de la filosofía (Ordorica-Mellado 2014; Welti Chanes, 2014). Por otro lado, desde los años 50 ya habían venido desarrollándose en México políticas eugenésicas y de control de la población (González Mello y Dorotinsky, 2010). Pero resulta especialmente original y audaz la relación que Nicol establece entre esta amenaza y la consolidación del nuevo régimen de RFM, a la luz de una situación de empobrecimiento de la experiencia cultural que ya era evidente en la década de los setenta.

Nicol asegura que el nuevo régimen genera la disolución de la política y la negación de la historia, pero ello implica entonces que el régimen de la razón de fuerza mayor engendrará nuevas dinámicas políticas que no se rigen desde el pensamiento y la voluntad propiamente humanos. Creará gobernanzas tecnocráticas centradas, previsiblemente, en la inteligencia artificial como nueva forma de manifestación de la RFM. El valor de la idea nicoliana de biopolítica radica en que es capaz de describir la irrupción de un nuevo sistema político destinado a garantizar su propia subsistencia. Nicol va más allá de las dinámicas de poder y de los conflictos de intereses entre las élites actuales y percibe detrás de todo eso una necesidad acuciante que condiciona y limita toda la acción humana. Dando lugar, además, a una generalización de la violencia y a una militarización de la sociedad que también anuncia lo que hoy se denomina ecofascismo15Carlos Taibo nos advierte de que parece contradictorio este término, pues solemos pensar en lo ecológico como algo positivo. El ecofascismo sería una política de Estado que, basada en la necesidad ecológica de controlar, redistribuir y reducir poblaciones humanas en medio de la creciente escasez material de recursos vitales, desencadenaría políticas neofascistas de segregación, discriminación, expulsión y exterminio masivo de personas y seres vivos. (Taibo, 2022Taibo, C. (2022), Ecofascismo: una introducción, Libros de la Catarata, Madrid. ).

En resumidas cuentas, Nicol vincula biopolítica y colapso civilizatorio (sin nombrar estos conceptos aún) al observar en la situación de crisis mundial la raíz de un nuevo régimen existencial que, en lo que a lo político se refiere, se caracteriza precisamente por una política no humana pero racionalizada y tecnificada en extremo, orientada a la gestión y administración de la supervivencia. En este sentido, su biopolítica apunta a un fundamento mucho más radical que las otras propuestas; no es cuestión de que la administración y gestión de la vida esté en la base de un sistema político con una determinada ideología, sino que la propia situación de colapso forzosamente implica una bio-política centrada en hacer solo lo posible por lograr una supervivencia humana meramente biológica, desprendida de su armadura cultural-espiritual.

[…] la distribución de los recursos técnicos y naturales, si se lograra, tal vez implantaría la equidad humana en el nivel de lo necesario, pero elevaría la cuota de exceso, uniformando en el mundo la penuria cultural y natural a la vez, comprimiendo aquella misma libertad que buscaba la equiparación (Nicol, 1972, p. 75Nicol, E. (1972), El porvenir de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México., la cursiva es nuestra).

De esta manera, cobran sentido las expresiones de Nicol que aluden a que la especie toma la directiva de la humanidad dejando de ser esta última un sujeto histórico. La especie se convierte en nueva protagonista de la historia. La propia fuerza natural de subsistencia se impone sin remedio en la forma de un régimen donde reina la necesidad. Este diagnóstico y pronóstico se parece mucho a los de los colapsólogos actuales (Servigne y Stevens, 2020Servigne, P. y R. Stevens (2020), Colapsología. Arpa, Barcelona. ), que perfilan un futuro de la humanidad caracterizado por una merma radical en todos los aspectos, sin ningún margen para la realización de una vida plena a nivel cultural, y marcados por una violencia generalizada fruto de la tensión producida por la escasez de recursos y una población precarizada.

7. CONCLUSIONES

 

Hemos tratado de argumentar que existe un enfoque novedoso de la biopolítica, prácticamente desconocido, en la obra de Nicol. El filósofo español exiliado en México vislumbró la consolidación de un nuevo régimen de existencia humana caracterizado por responder a una situación de forzosa necesidad ante la amenaza de extinción de la especie. La novedad y originalidad de su planteamiento radica en conectar la biopolítica con la amenaza de un colapso civilizatorio que no daría espacio para ningún tipo de actividad libre, orientando forzosamente todos los esfuerzos de la humanidad a garantizar su subsistencia como especie biológica. Asimismo, este nuevo régimen traería como consecuencia una inusitada negación de la historia.

Nicol percibe la amenaza de que la humanidad se vea sumida en un colapso civilizatorio y entiende como una consecuencia directa de esa situación la consolidación de una nueva forma de ejercicio del poder enfocada única y exclusivamente en garantizar la supervivencia. Así pues, el pensador catalán nos presenta la biopolítica como una manera de entender el poder mundano en el marco de una situación de máxima necesidad y vulnerabilidad de la vida, en la que todo debe ser organizado y movilizado de cara a evitar la extinción de nuestra especie. Por ello, la biopolítica de la RFM solo cobra sentido a la luz del posible colapso civilizatorio.

Así pues, Nicol no entiende la biopolítica como el modus operandi para la consolidación o imposición de una determinada racionalidad política basada en el control de la vida; sino que, para él, es la necesidad y vulnerabilidad en la que se encuentra la humanidad ante el colapso, la que genera forzosamente una nueva manera de gestionar lo político, que se ve reducido a la administración tecnificada de la vida y de los recursos para asegurar la mera supervivencia. ¿No resulta verosímil que, en un contexto de colapso, donde prime la supervivencia ante la escasez de recursos, se consoliden forzosamente dinámicas políticas de este tipo que conduzcan a una merma radical de la experiencia humana y también de los derechos y libertades más elementales? En reducida escala, eso es lo que observamos en situaciones tanto de desastres naturales y catástrofes políticas, como en las guerras modernas.

Al interpretar las advertencias nicolianas sobre esta inédita situación nos preguntamos qué está en juego de la naturaleza humana ante el surgimiento del régimen de la RFM. ¿Cómo luchar contra él?, ¿es todavía posible?, ¿qué papel debe desempeñar la filosofía? Una de las aún posibles maneras de luchar contra el surgimiento de la RFM puede ser el recuperar formas de vida más compatibles y armónicas con los ecosistemas y los demás seres vivos, reaprender una manera adecuada de sobrevivir abandonando las costosas estructuras materiales y modelos insostenibles de nuestra civilización tecnológico-industrial. Pero esto no implica que la humanidad pueda retornar sin más a un hábitat natural valiéndose solo de sus fuerzas corporales y sus capacidades naturales. Más allá de la lucha por la supervivencia ante una implacable necesidad natural, quizá la única vía para recuperar la condición histórica que Nicol considera amenazada, consista en volver a reconocer nuestra esencial animalidad, nuestra existencia como especie natural y nuestra pertenencia a la comunidad biótica del planeta, para dejar atrás las pretensiones ilusorias del proyecto moderno de que la humanidad puede vivir en un mundo tecnológico artificial sobrepasando a toda la naturaleza, es decir, devastándola y minando, con ello, sus propias posibilidades de supervivencia. Nos queda poco tiempo para reemprender la «lucha por la vida» y preservar nuestra condición humana.

NOTAS

 
1

Este artículo es un fruto de la estancia de investigación de José Manuel Iglesias Granda en la Universidad Nacional Autónoma de México entre los meses de enero y abril de 2023.

2

Para otros estudios sobre la dimensión política del pensamiento de Nicol véase Linares, 2008, pp. 237-292Linares, J. (2008), Ética y mundo tecnológico, Fondo de Cultura Económica, México. ; Sánchez Cuervo e Iglesias Granda, 2023Sánchez Cuervo, A. y J. M. Iglesias Granda (2023), “El pensamiento político de Eduardo Nicol: origen, promesa y fracaso de la comunidad”, Disputatio: philosophical research bulletin, vol. 12, n.º 24. https://doi.org/10.5281/zenodo.8104475 ; Iglesias Granda, 2023Iglesias Granda, J. M. (2023), “El problema de la tecnología en el pensamiento del exilio: ¿Sánchez Vázquez lector crítico de Nicol?”, Anales del Seminario de Historia de la filosofía, vol. 40, n.º 1. https://doi.org/10.5209/ashf.82122 .

3

Una reseña de Meditación de la técnica publicada por Nicol en mayo de 1940 da cuenta de que el filósofo catalán estaba al tanto de las ideas de Ortega y Gasset al respecto de la técnica. Además, por otro lado, la reseña manifiesta como el propio Nicol tendía ya, desde ese momento, a llevar a su extremo el dualismo orteguiano inherente al mito de la humanidad allende lo natural. Efectivamente, Nicol comparte con Ortega que el ser humano se hace a sí mismo y trasciende lo natural a partir de la transformación técnica del mundo. Sin embargo, el catalán considera que la acción humana no se limita únicamente a esa transformación sino también a la ejercida interiormente sobre el propio yo, cultivando la intimidad personal. De esta forma, Nicol defiende ya en esta tempranísima publicación como el ámbito de la mismidad humana trasciende lo natural y constituye una nueva esfera sobre-natural cuyo desarrollo debe llevarse a cabo ya incluso al margen de la técnica. «[…] la acción no es solo esta transformación. También lo es la que yo ejerzo sobre mí mismo -y que no indicaron Ortega ni Stern- transformando o elaborando o simplemente buscando mi propia intimidad. Y para esta acción no podemos decir que existe técnica, ni que ella misma sea técnica, si nos acomodamos a la definición de técnica como PRAXIS. Es más, ella consiste justamente en rechazar el quehacer técnico» (Archivo Eduardo Nicol Franciscá, Carpeta 141, folios 13168-13170, Archivo Histórico de la UNAM).

4

Esa visión mecanicista está hoy superada por la biología contemporánea. Suponemos que la humanidad es superior porque es autoconsciente de su racionalidad (aunque no en todos los casos), pero no sabemos a ciencia cierta si otras especies también lo son.

5

Estas son: variabilidad temporal y diversidad mundano-cultural, identidad y memoria individual y colectiva, previsión y planeación anticipatoria, ahorro, cálculo y acción técnicas, organización social por medio de instituciones, ideologías políticas, religiosas, jurídicas, pedagógicas, capacidades de aprendizaje-enseñanza.

6

Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: https://dle.rae.es/r%C3%A9gimen

7

En el lenguaje jurídico una situación de fuerza mayor es imprevisible e inevitable, por lo que las personas e instituciones quedan eximidas de responsabilidad si hay una situación de FM. No basta con que algo sea fortuito o azaroso para que la responsabilidad quede dispensada. Por ejemplo, el accidente de la planta nuclear de Chernóbil fue inevitable pero no era imprevisto. El Estado soviético, y no solo los operadores de la planta, tenía que haber previsto la posibilidad, aunque fuese baja, de un accidente de tal magnitud si fallaban los sistemas de emergencia y de monitoreo de la temperatura del reactor. Después del accidente en una prueba de seguridad, fue necesario apagar el fuego y enfriar el reactor para luego construir una enorme coraza de acero y hormigón, el «sarcófago»; fue una acción de necesidad regida por la RFM que implicó el sacrificio de cientos de miles de reservistas jóvenes del ejército rojo y de bomberos ucranianos, ya que fueron severamente dañados por la extrema radiación.

8

Cfr. Concepto de «régimen de la verdad» basado no en las verdades de la ciencia ni en verdades reveladas, sino en la capacidad de apelar al ser y compartir la realidad común mediante la razón desinteresada que se da a los otros (Nicol, 1980, cap. VIINicol, E. (1980), La reforma de la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México.).

9

Archivo Eduardo Nicol Franciscá, Carpeta 13, folios 1802-1803, Archivo Histórico de la UNAM. Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, UNAM.

10

Era un avión militar de la fuerza aérea uruguaya que transportaba hacia Santiago de Chile a 5 tripulantes y 40 pasajeros, 19 de ellos de un equipo juvenil de rubgy. El avión se estrelló en la cordillera andina el 13 de octubre del 1972, en la frontera entre Argentina y Chile. Lograron sobrevivir solo 16 personas después de 72 días de resistencia. Cfr. en Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Vuelo_571_de_la_Fuerza_A%C3%A9rea_Uruguaya

11

Cfr. Primo Levi, Si esto es un hombre,1947Levi, P. (2014) [1947], Si esto es un hombre, Península, Barcelona. .

12

Si el colapso tecnológico aconteciera, ¿en qué hábitat podrían sobrevivir los humanos? No en las regiones polares y en la tundra, aunque son las menos contaminadas; tampoco en los desiertos, menos en las selvas arrasadas o en las zonas costeras inundadas, mucho menos en los océanos; en las pocas planicies fértiles acaso, pero se reducirían al máximo por la erosión y las sequías; quizá en los bosques templados y montañas en donde haya agua potable y recursos naturales. Algunos sueñan por eso que la humanidad podría emigrar, en un fuga post-histórica, a Marte o la Luna, pero el problema tecnológico de vivir en otro mundo no es fácil de resolver, comenzando por la falta de oxígeno y muy probablemente de agua.

13

El cambio climático y la destrucción ecológica también han provocado la pérdida de hábitats para muchas especies animales.

14

En el México de los setenta, el presidente Echeverría emprendió una campaña para reducir el incremento poblacional, el cual había venido siendo exponencial a lo largo del siglo XX. Curiosamente, el año crucial en la implementación de este giro político fue 1974, dos años después de la publicación de El porvenir de la filosofía (Ordorica-Mellado 2014Ordorica-Mellado, M. (2014), “1974: momento crucial de la política de población”, Papeles de población, vol. 20, n.º 81.; Welti Chanes, 2014Welti Chanes, C. (2014), “El Consejo Nacional de Población a 40 años de la institucionalización de una política de población en México”, Papeles de población, vol. 20, n.º 81.). Por otro lado, desde los años 50 ya habían venido desarrollándose en México políticas eugenésicas y de control de la población (González Mello y Dorotinsky, 2010González Mello, R. y D. Dorotinsky (coords.) (2010), Encauzar la mirada: arquitectura, pedagogía e imágenes en México 1920-1950, UNAM, México.).

15

Carlos Taibo nos advierte de que parece contradictorio este término, pues solemos pensar en lo ecológico como algo positivo. El ecofascismo sería una política de Estado que, basada en la necesidad ecológica de controlar, redistribuir y reducir poblaciones humanas en medio de la creciente escasez material de recursos vitales, desencadenaría políticas neofascistas de segregación, discriminación, expulsión y exterminio masivo de personas y seres vivos.

BIBLIOGRAFÍA

 

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