Isegoría. Revista de Filosofía moral y política
N.º 70, enero-junio, 2024, 1344
ISSN-L: 1130-2097 | eISSN: 1988-8376
https://doi.org/10.3989/isegoria.2024.70.1344

EJEMPLARIDAD Y MORALIDAD. SOBRE EL ESPÍRITU Y LA LETRA DE LA IMITACIÓN: EJEMPLOS Y EJEMPLARIDAD PÚBLICA / EXEMPLARITY AND MORALITY. ON THE SPIRIT AND LETTER OF IMITATION: EXAMPLES AND PUBLIC EXEMPLARITY

ARTÍCULOS

Una redefinición de la ética mimética a través del libro X de La república de Platón: hacia una ontología estética

A redefinition of mimetic ethics through book X of Plato’s Republic: towards an aesthetic ontology

Paula Pita

Universidad Autónoma de Madrid

https://orcid.org/0009-0005-2794-1278

Resumen

En consonancia con la detracción noseológica de la disciplina estética, tradicionalmente la definición de la mímesis ha sido caracterizada bajo la forma de la imitación. Sin embargo, a lo largo de estas líneas trataré de señalar dos puntos clave para una nueva comprensión de la mímesis que, desde Platón, permitirá la reconstrucción de una posible ontología estético-ética. En primer lugar, a través de la definición de la mímesis como mito. En segundo lugar, a partir del tratamiento de la mímesis como producción sensible. Para ello, la propia estructura del libro X de La república será un objeto clave de análisis, proporcionando las aristas que develan una renovación política mimética basada en directrices ideales como condición de posibilidad de la inmortalidad del alma.

Palabras clave: 
palabra clave: mímesis; política; ética; pensamiento; mito; ontología.
Abstract

In consonance with the noseological detraction of the aesthetic discipline, traditionally the definition of mimesis has been characterized in the form of imitation. However, along these lines I will try to point out two key points for a new understanding of mimesis that, since Plato, will allow the reconstruction of a possible aesthetic-ethical ontology. First, through the definition of mimesis as myth. Secondly, on the basis of the treatment of mimesis as sensible production. To this end, the very structure of Book X of The Republic will be a key object of analysis, providing the edges that reveal a mimetic political renewal based on ideal guidelines as a condition of possibility of the immortality of the soul.

Keywords: 
Mimesis; Aesthetics; Ethics; Sensibility; Myth; Ontology.

Recibido: 28  junio  2023. Aceptado: 19  septiembre  2023. Publicado: 30  junio  2024.

Cómo citar este artículo/Citation: Pita, Paula (2024) "Una redefinición de la ética mimética a través del libro X de La república de Platón: hacia una ontología estética". Isegoría, 70: 1344. https://doi.org/10.3989/isegoria.2024.70.1344

CONTENIDO

1. INTRODUCCIÓN

 

1.-Y, por cierto -dije- que tengo en la mente muchas otras razones para suponer que la ciudad que fundábamos es la mejor que pueda darse; pero lo afirmo sobre todo cuando pongo mi atención en lo que toca a la poesía (Paltón, La república, 595a)1En las citas subsiguientes al libro X de La república se incluye únicamente entre paréntesis la referencia a las secciones correspondientes..

Tradicionalmente, el libro X de La república de Platón ha sido analizado como un compendio claramente escindido en dos partes que no tienen nada que ver entre sí2También en esta misma edición, Platón (1992): La república, Barcelona: Altaya, José Manuel Pabón y Manuel Fernández-Galiano así lo interpretan.. La primera de ellas alude a la manida expulsión de los poetas miméticos de la polis. La segunda a la inmortalidad del alma con la consecuente posibilidad de una vida futura asumiendo la perennidad de esta. En contraste con las referencias que podemos encontrar a la mímesis poética en el resto de los libros de La república, especialmente en los libros II y III, el libro X presenta un tratamiento especial del concepto de mímesis (Halliwell, 2021, p. 45Halliwell, S. (2021) The Aesthetics of Mimesis: Ancient Texts and Modern Problems, Princeton: University Press Princeton / Oxford.). Un desprecio sin igual opuesto a las consideraciones negativas, pero reconducibles, apreciables en otros pasajes. ¿Cuál es la naturaleza de este cambio en la consideración platónica para acabar sentenciando la expulsión de los poetas y por qué esta no tiene algo que ver con la inmortalidad del alma?

La historia de la filosofía occidental ha transmitido un marco de pensamiento platónico basado en la ausencia de una ontología estética con una fuerte preminencia hacia un campo epistemológico y metafísico, siendo la teoría de las ideas el centro de explicación que definía por exclusión la actividad mimética de la ciudad. En las siguientes líneas propongo una revisión de dicha tradición postulando una redefinición del concepto de mímesis mediante la estructura del libro X de La república, aludiendo a pasajes imprescindibles de esta y de otras obras para refrendar dicha hipótesis. La aceptación de este estudio no solo implica la existencia fáctica de una ontología estética en la obra platónica, sino una redefinición de lo que entendemos por filosofía.

En consonancia con la detracción noseológica de la disciplina estética, la definición de la mímesis ha sido caracterizada bajo la forma de la imitación. La propia estructura de los razonamientos platónicos está fundada de una manera antimimética, patente en la caracterización ideal de la mejor praxis política diseñada en La república donde la poesía no debe tener finalmente lugar alguno. Platón insiste en una renovación política basada en directrices ideales que permitan una reconfiguración de toda la ciudad porque esta renovación mimética es, verdaderamente, la condición de posibilidad de la inmortalidad del alma. Lo cual configura una ligazón estrecha entre las dos partes del libro X de La república.

2. LA MÍMESIS ES MITO

 

¿Podrás decirme lo que es en conjunto la imitación? Porque yo mismo no comprendo bien lo que esta palabra quiere significar (595c).

El autor Luc Brisson representa una posición dominante que afirma el nacimiento de la filosofía a partir de una ruptura con la tradición mítica precedente. Otras interpretaciones (Peris, 2018, p. 108Peris Bautista, Guillermo (2018): “Ausencia y verosimilitud: sobre la mímesis platónica en contexto histórico”, Thémata, (58), Sevilla, pp. 107-118. https://doi.org/10.12795/themata.2018.i58.06) han defendido que es un error atribuirle a Platón esta intención de ruptura, siendo lo verdaderamente relevante la estructura metafísica sobre la cual basa su consolidación de los discursos verdaderos.

Sin embargo, lo que deseo postular es que el paso del mito al logos, el mito representado por los poetas y el logos por los filósofos, consiste precisamente en utilizar mito como sinónimo de mímesis, siendo el propio salto del mito al logos una creación platónica necesaria para la teoría de las ideas. Una teoría sin aterrizaje práctico que no puede encontrar realización en Platón, pues no existe una posibilidad real que permita la producción de dicho salto, aseveración que hoy podemos hacer gracias a Kant.

Un mito, señala Brisson (2005, p. 35)Brisson, Luc (2005): Platón, las palabras y los mitos: ¿cómo y por qué Platón dio nombre al mito?, Madrid: Abada., muestra autonomía en relación con la realidad a la que este remite. Es decir, existe una separación artificial entre realidad y ficción en la que Platón se basa para conformar las bases metafísicas de su teoría. Dicha escisión es recogida históricamente desde un campo ontológico (alma/cuerpo), hacia una esfera epistemológica (grados de conocimiento) para terminar, por último, con una expresión plena en un campo político, es decir, en la expulsión de los poetas de la polis con el establecimiento del gobierno del rey filósofo. No obstante, el sistema platónico está construido a la inversa: la expulsión de los poetas de la polis permite el establecimiento de la existencia ontológica de una única verdad epistemológica. Platón no parte del bien como idea suprema, sino de la negación de lo existente para establecer esa idea suprema. La expulsión de los poetas en la primera parte del libro X de La república es el destierro de la mímesis, que, efectivamente (Soares, 2013, p. 32Soares, Lucas (2013): “La significación ética de la mímesis poética en la República de Platón y su influencia en la estética de Gadamer y Badiou”, Cuadernos de filosofía, (60), Buenos Aires, pp. 27-42.), comprometería toda la base de la teoría de las ideas con la reproducción de la creación mítica.

… no hemos de admitir en ningún modo poesía alguna que sea imitativa; y ahora paréceme a mí que se muestra esto mayormente y con más claridad, una vez analizada la diversidad de las especies del alma (…) todas esas obras parecen causar estragos en la mente de cuantos las oyen si no tienen como contraveneno el conocimiento de su verdadera índole (595b).

La obsesión de Platón, extensible como vemos especialmente a Aristóteles y acuciantemente patente siglos más tarde con la modernidad filosófica, por fundamentar el conocimiento como saber científico, es decir, como un saber demostrable, universalizable, necesario prácticamente e infalible teóricamente, ya nos da una de las primeras claves que han lastrado, y que siguen lastrando, una nueva forma de concebir la disciplina filosófica. Platón se presenta, sin dudas, como la piedra de toque clave desde la que empezar a desenmascarar tal asunto.

El mito es ambivalente (Brisson, 2005, pp. 103 y 104Brisson, Luc (2005): Platón, las palabras y los mitos: ¿cómo y por qué Platón dio nombre al mito?, Madrid: Abada.): real e irreal al mismo tiempo. Es identificación (Soares, 2013, p. 30Soares, Lucas (2013): “La significación ética de la mímesis poética en la República de Platón y su influencia en la estética de Gadamer y Badiou”, Cuadernos de filosofía, (60), Buenos Aires, pp. 27-42.), es eficaz, hechiza, encanta, predomina en su existencia la parte apetitiva del alma. El imitador es un técnico de lo sensible, un jugador de lo real. Una actividad poco seria para Platón, demasiado increíble para imponerse como la única realidad posible: “- ¡Ea, pues! Atiende a esto otro: el que hace una apariencia, el imitador, decimos, no entiende nada del ser, sino de lo aparente. ¿No es así?” (601c).

El efecto del mito, que es el efecto de la mímesis, es demoledor, la formación en sus artes supone conformación de identidades masivas de un no ser monstruoso. Así da comienzo el antropomorfismo racionalista que hoy vertebra nuestra cultura. Sustancializa el mundo, detiene el devenir de la sangre verbal, impone el orden de un mito autodenominado logos con el objetivo de descalificar cualquier otro discurso posible. La misma doctrina platónica no es susceptible de la verificación que el propio Platón reclama, convirtiéndose en un mito inverificable transmitido de generación en generación. Una precisión relevante a este respecto es distinguir entre ficción y falsedad. Una ficción no es necesariamente un engaño, la propia República platónica es una ficción y no por ello debería ser catalogada como falsa. El propio Platón admite grados de imitación posible:

… si han de imitar, que empiecen desde niños a practicar con modelos dignos de ellos, imitando caracteres valerosos, sensatos, piadosos, magnánimos y otros semejantes; pero las acciones innobles no deben ni cometerlas ni emplear su habilidad en remedarlas, como tampoco ninguna otra cosa vergonzosa, no sea que empiecen por imitar y terminen por serlo en realidad (395d).

Prohibir la mímesis es condición necesaria para el proyecto platónico porque aquello que está en cuestión en La república es el orden de lo real. El mito modifica el tono de la certeza de la vida en aquella alma que lo escuche. Pero condenar la mímesis contraponiéndola a un modelo eidético inverificable convierte la propuesta de Platón en un proyecto artístico político conformado desde esa misma producción sensible condenada. Las líneas donde se juega la propuesta antimimética de Platón no solo remiten, pues, a un campo estético, sino a un terreno ontológico y epistemológico.

La creación del arte en la Grecia clásica marca el alumbramiento de un dispositivo formal culturalmente construido. Este hecho genera en paralelo la reacción, que denominaré a partir de ahora reacción platónica, de suplantar la posibilidad de lo sensible creando una metafísica racionalista occidental que tendrá recorrido, como señalaba con anterioridad, hasta Immanuel Kant. Aunque pueda parecer paradójico, era un hecho la valoración positiva de los artistas en la Grecia clásica, siendo la reacción platónica lo que cambia por completo esta jerarquía de valores. Ya en la primacía de lo bueno en Platón como tribunal encontramos una preeminencia ética que pasa secundariamente por un tribunal político, aunque se precise la indisociabilidad de dichos términos. En la Grecia clásica no hay una distinción entre ética y política, los modelos inteligibles son morales; la belleza y la felicidad son conceptos políticos, siendo dicha maleabilidad política una denuncia necesaria a la mímesis mítica ante la posibilidad de la misma de develar artificiosamente el carácter ficticio del organicismo platónico como único modelo divino posible para alcanzar la felicidad (500e).

La estructura empleada para conseguir este modelo pasa también por la propia estructura de la transmisión de este mito platónico. Platón hace filosofía con mitos, condenando la escritura pese a las innovaciones formales que trae consigo. Su enseñanza está fundamentalmente pensada para una comunicación oral. Esta condena es el modo de obrar en la construcción política del libro X de La república: la prohibición de la estructura mimética repetitiva, aprehendida acríticamente, a la par que el uso de la misma para labrar las aristas base de su proyecto. Si la escritura es condenada, ¿cómo realizar una distinción efectiva entre el mito que Platón pretende dejar atrás y el discurso verdadero que desea fundamentar? Gracias a la inexistencia de la escritura el mensaje emitido se torna indisociable del emisor, lo cual nos sitúa en una coordenada distinta desde la que leer este libro X.

La metamorfosis de la palabra es una apariencia ilusoria en contraposición con la verdad, de lo contrario desmentir ontológicamente la apuesta de los sofistas es inviable. El mito de la caverna, aunado siempre al “simulacro” la “imagen” la “apariencia” (Halliwell, 2021, p. 28Halliwell, S. (2021) The Aesthetics of Mimesis: Ancient Texts and Modern Problems, Princeton: University Press Princeton / Oxford.), en definitiva, a la mímesis, da cuenta de este hecho. El ser humano solo puede estar dentro en la caverna, en ese mundo todo son ficciones y nada puede conocerse. Existen ficciones mejores o peores, pero desde una posición corpórea es imposible acceder a la verdad, siendo imperativo imitar lo verdadero en lugar de las sombras neblinosas de lo falso. La filosofía debe ser pues estrictamente racional, prepararse para la muerte quiere decir prepararse para la muerte de la copia mientras las ideas son objeto de pensamiento. Con la premisa de que esta muerte se cumpla de una manera efectiva, es necesario detener la copia de la copia, porque serían alumbrados otros modos de vivir incompatibles con la teoría de Platón. Otras formas existenciales que mermarían nuestra conciencia, sumergiéndonos en el olvido de que la vida es sencillamente falsa.

Tal y como se ha reproducido durante siglos, en la cultura antigua la disciplina estética es sencillamente una disciplina inexistente porque, de algún modo, esta es contradictoria con la propia tradición socrática, platónica y aristotélica. El conocimiento sensible es engañoso, razón por la cual no es un verdadero conocimiento. Las sensaciones no pueden constituirse como ciencia porque conocer significa saber las causas, y siendo lo sensible particular, y siendo la ciencia universal, es evidente que de lo particular no hay ciencia. Una ciencia, entonces, que lleve el nombre de estética no puede ser tal cosa. La república es la transcripción política jerárquica de la región de lo inteligible sobre lo sensible, donde la belleza, y esto está muy presente en El Banquete, queda ligada de manera absoluta al bien eidético, despreciando lo somático, lo cual implica una diferencia epistémica implícita entre conocer y opinar que es hoy absolutamente contemporánea.

… si quieres tomar un espejo y darles vueltas a todos los lados: en un momento harás el sol y todo lo que hay en el cielo; en un momento, la tierra, en un momento, a ti mismo y a los otros seres vivientes y muebles y plantas y todo lo demás de que hablábamos. -Sí, dijo-; en apariencias, pero no existentes en verdad (596e).

En el libro X queda plasmado el intento de toda una filosofía: el paso del mito al logos, de la sensibilidad real a la suprasensibilidad necesaria para que la propia realidad desaparezca. La hipótesis de fondo es que, si valoramos fuera del marco racionalista propuesto por Platón la propia filosofía platónica, toda la teoría platónica es estética. De hecho, el abismo entre mímesis y racionalidad (Escobar, 2014, p. 196Escobar Moncada, J. (2014) “Mímesis en Platón y Adorno”, Eidos, 20, Bogotá, pp. 173-220. https://doi.org/10.14482/eidos.20.5912) va a ser condición de posibilidad de la existencia de la racionalidad misma.

3. LA MÍMESIS COMO REPRODUCCIÓN DE LO SENSIBLE

 

Dos perspectivas han sido señaladas en el tratamiento de la mímesis por parte de Platón (Bozal, 1987, p. 74Bozal, Valeriano (1987): Mímesis: las imágenes y las cosas, Madrid: La balsa de la medusa.), la referente a la esfera educativa y la condena a las artes opuestas a cualquier conocimiento racional, aunque posteriormente en Las Leyes 566a aluda a un posible uso de ellas en la educación bajo fuertes parámetros racionales. Sin embargo, estas dos perspectivas son indiscernibles. Mímesis es una palabra que ha sido traducida como imitación, o, en su defecto, como representación (Escobar, 2014, p. 175Escobar Moncada, J. (2014) “Mímesis en Platón y Adorno”, Eidos, 20, Bogotá, pp. 173-220. https://doi.org/10.14482/eidos.20.5912). Imitación de la naturaleza o representación de la misma por parte de un actor o narrador. Así, las principales interpretaciones de la misma han sido encauzadas hacia la opacidad de la diferencia entre lo imitado y el imitador, como si con el concepto de mímesis se buscara una simple copia o una férrea representación indiscernible. Sin embargo, esta óptica no explicaría la dureza de Platón contra la poesía, ni su relevancia en la educación griega, ni, finalmente, el supuesto impacto de la mímesis en la realidad sensible.

Sin embargo, “mímesis” no se puede traducir por imitación (Jiménez, 2019, p. 128Jiménez, J. (2019) Crítica del mundo imagen, Madrid: Tecnos.). Tampoco por mera representación. Esto supone otro de los grandes equívocos paradigmáticos en los análisis platónicos. Mímesis es traducida como imitatio por los latinos, no obstante mímesis quiere decir representación de lo sensible. Hablamos de la configuración de un significado cuando hablamos de mímesis, de la realidad inequívoca de una creación: la mímesis es una técnica: téchne mimetiké.

Y si la mímesis es una técnica, ¿qué habilidad o destreza desarrolla el imitador cuando la practica si no es la posibilidad de moldear lo sensible, el saber hacer transformador de lo real? Como sabemos, esta práctica deviene para Platón en mito autorreferencial sin verificación posible, que es precisamente la estructura de toda la propuesta filosófica que él mismo nos plantea. Lo denominado entonces como imitación, que es realmente una técnica de producción sensible, ni explica, ni describe, ni conoce lo real, crea la apariencia reproductible imponiendo falsamente dicha creación como verdadera:

“Bien lejos, pues, de lo verdadero está el arte imitativo; y según parece, la razón de que lo produzca todo está en que no alcanza sino muy poco de cada cosa y en que esto poco es un mero fantasma. Así decimos que el pintor nos pintará un zapatero, un carpintero y los demás artesanos sin entender nada de las artes de estos hombres; y no obstante, si es un buen pintor podrá, pintando un carpintero y mostrándolo desde lejos, engañar a niños y hombres necios con la ilusión de que es un carpintero de verdad (598c).

Esta denuncia de irrealidad es una creación del propio Platón. Es Platón quien da forma al discurso sobre la mímesis, hasta el punto de determinar hoy nuestra manera de entender el arte y la filosofía (Escobar, 2014, p. 184Escobar Moncada, J. (2014) “Mímesis en Platón y Adorno”, Eidos, 20, Bogotá, pp. 173-220. https://doi.org/10.14482/eidos.20.5912). La consecuencia de dicha creación es ese mito que destituye la realidad como paréntesis, siendo este específicamente el input para desestimar lo corpóreo. Paideía (παιδεία) etimológicamente viene de país (παῖς); el juego de la niñez, el país de la niñez. En cierto sentido, no podremos salir de la minoría de edad si no dejamos atrás lo sensible para Platón: “La escucharemos, por tanto, convencidos de que tal poesía no debe ser tomada en serio, por no ser ella misma cosa seria ni atenida a la verdad” (608b).

Tal poesía engloba un tipo mimético concreto de producción poética, una categoría concreta de maleabilidad sensible. La mímesis admite grados porque en este mundo no hay una correspondencia esencial. El nombre no puede ser igual a la esencia (García Peña, 2008, p. 38García, Peña, I. (2008) La mímesis en los diálogos de Platón, Salamanca: Luso-Española de Ediciones.), pero siempre será mejor que la mera reproducción de la copia. Y si de la mímesis no hay salida posible, toda la teoría de Platón es mimética también, armándose en forma de modelo que salva con su existencia las apariencias presentes. Consecuentemente puede existir el arte, pero debe ser un arte ligado estrechamente al conocimiento de la verdad (Aspe, 2013, p. 177Aspe, Virginia (2013): “El concepto de mímesis en la filosofía del arte de Platón”, Tópicos, 1 (1), Ciudad de México, pp. 175-182. https://doi.org/10.21555/top.v1i1.585).

Hay así una forma de mímesis, casi una actitud hacia las formas ideales, que es correcta en contraposición al artificio accesorio del arte. Tiene que existir una correspondencia necesaria para Platón entre el mundo material en el que estamos atrapados corpóreamente y las ideas de las cuales este debe emanar. Recordemos que, para un griego, la naturaleza no tiene historia (Escobar, 2014, p. 180Escobar Moncada, J. (2014) “Mímesis en Platón y Adorno”, Eidos, 20, Bogotá, pp. 173-220. https://doi.org/10.14482/eidos.20.5912). El propio ejemplo de las tres camas del libro X (597b) explica una división de lo real basada precisamente en tres categorías: las cosas que deben su existencia natural a manos de Dios, las creadas por el ser humano a partir de la copia divina, véase un carpintero, y la copia de la copia de la copia, la mayor degradación posible, sea esta la de un simple pintor o la de un gran poeta, “la pintura y, en general, todo arte imitativo, hace sus trabajos a gran distancia de la verdad3En concreto a tres grados de distancia de la verdad, correspondientes a una visión tripartita del alma dividida entre lo racional y lo irracional. y trata y tiene amistad con aquella parte de nosotros que se aparta de la razón” (603b).

Si mímesis es reproducción de lo sensible, la técnica mimética no queda circunscrita solo al arte, siendo la premisa básica de la segunda parte del capítulo X. Sin la expulsión de la mímesis, de la posibilidad de reproducción a través de la realidad sensible, no hay una única verdad que establecer. Quedaríamos a expensas de los tintes musicales que dicen ser reales (601b), preguntándonos ¿cómo descalificar dichas palabras como meras opiniones? Este hecho también lo señala Mario Veggeti (2012)Veggeti, Mario (2012): Quince lecciones sobre Platón, Madrid: Gredos. en relación con Protágoras. ¿Cómo puede refutar Platón a Protágoras si la única realidad que existe es la sensible? En El sofista 224a vemos plasmada la actividad del sofista que utiliza el conocimiento como un bien susceptible de compraventa, siendo la creación de una verdad incontestable la única forma de denunciar dicho bien como apariencia. El arte es la prueba de la existencia de la única realidad que Platón desea eliminar agotando en la disciplina artística la maleabilidad de lo real, concepto que seguimos manejando contemporáneamente.

… pero para saber cómo es ella en verdad no hay que contemplarla degradada por su comunidad con el cuerpo y otros males, como la vemos ahora, sino adecuadamente con el raciocinio, tal como es ella al quedar en su pureza, y se la hallará entonces mucho más hermosa y se distinguirán más claramente las obras justas y las injustas (611c).

Es Platón quien instaura las bases de una racionalidad técnico-científica en la que la potencia poética solo cabe como herramienta útil al servicio de la matemática, de la medida, de la predicción de la verdadera imitación del modelo ideal. La razón es por definición exclusión de lo mimético.

También la palabra es imagen de la acción, apuntó Simónides. Gorgias relaciona la palabra y su uso con la techné. Forzosa y finalmente, tal y como hemos visto, la única salida argumentativa de Platón pasa por la afirmación de la existencia de un modelo que devele el mundo sensible, es decir, el mundo mimético y su reproducción como un engaño. Hecho que establece una dependencia entre las dos partes del libro X de La república. Si el conocimiento no cae del lado de las ideas, la percepción de la realidad sensible podría constituirse como un campo de juego válido, siendo la existencia del cuerpo la única empíricamente comprobada y no constituyéndose el alma como necesariamente inmortal.

Para que Platón pudiera aplicar la doctrina de las ideas a la esfera política necesitaba eliminar la sensibilidad, el elemento mutable de los asuntos humanos (Brito-García, 2020, p. 28Brito-García, Daniel (2020): “Entre Filosofía y Política. Platón en la condición humana de Hannah Arendt”, Byzantion Nea Hellás, (39), pp. 15-36. Recuperado a partir de: https://byzantion.uchile.cl/index.php/RBNH/article/view/60330). Necesitaba, en el fondo, eliminar la propia política. Por ello la idea suprema es el bien ligado indiscerniblemente a la verdad totalitaria impuesta. Esta es, de hecho, la perfecta definición de todo su sistema a partir de un principio teórico de la reminiscencia que cierra el libro X y clausura La república: conocer será recordar y las verdaderas ideas quedarán supeditadas a la inaccesibilidad en este mundo. Es lógico de esta manera que el punto de partida en la construcción de la ciudad sea la educación, que en la Grecia clásica se encuentra en manos de grandes poetas como Homero o Hesíodo. Hablar de cultura ateniense es hablar de poesía (Watts, 2014, p. 408Watts, Sandro (2014): “¿Puede hablarse de poesía filosófica en Platón?”, Eidos, 20, Bogotá, pp. 75-94.). Cuanto mayor sea el valor literario de una composición, menos podrá ser oído en la ciudad (387b) por parte de los adultos y especialmente por los niños. Esto no conlleva como sabemos una ausencia de poesía en la ciudad, esto conlleva una ausencia de poesía mimética.

Las principales afrentas de Platón con la poesía no se limitan, pues, al contenido de la misma, sino a su estructura. Lo cual afecta al arte entendido desde su caracterización primordial en la Grecia clásica, esto es; a su caracterización desde la belleza, extensible a la sensibilidad, pues hablamos de una estructura aplicable a todas las disciplinas y campos de lo social que solo encuentran una salvación metafísica. La poesía, el arte, se institucionaliza en esta época siendo la techne mimetiké como parte fundamental de la enseñanza. Las artes, la producción de imágenes, la posibilidad de transmutar y crear lo real, era el bastión educativo de toda una sociedad.

Su propio razonamiento discursivo es un ejemplo plenamente estético de tal visión, así como la obsesión por romper con la mímesis como medio de aprehensión cultural en la polis para imponer la metafísica eidética del conocimiento desde el mando político de la ciudad.

El discurso anti-mimético es antes que nada un discurso de pedagogo (…) los niños que viven en una inmediatez ingenua no mediatizada aún por el ejercicio de la razón, los oprimidos incapaces de descubrir por sí mismos los mecanismos de la alienación social que la reproducción mimética reproduce y refuerza (…) el lobo imitador persigue siempre la misma meta: corromper los corazones y alienar la razón (Schaeffer, 2002, p. 5Schaeffer, Jean Marie (2002): ¿Por qué la ficción?, España: Lengua de trapo.).

Platón arremete frontalmente contra los grandes poetas de su tiempo, indudables referentes y vectores culturales del modelo que, políticamente, desea dejarse atrás:

El poeta no sabe más que imitar, pero, valiéndose de nombres y locuciones, aplica unos ciertos colores tomados de cada una de las artes, de suerte que otros semejantes a él, que juzgan por las palabras, creen que se expresa muy acertadamente cuando habla, en metro, ritmo o armonía, sea sobre el arte del zapatero o sobre estrategia o sobre cualquier otro asunto: tan gran hechizo tiene por naturaleza esos accidentes. (…) El que hace una apariencia, el imitador, decimos, no entiende nada del ser, sino de lo aparente (601b).

4. CONCLUSIÓN

 

Platón es artífice, un generador de ideas y de la destitución de lo bello per se, un artista, un poeta que cifra dicha procreación en lo racional. Y la tradición ha fijado la vista, el foco, dentro de la visión racional que Platón nos propone, y no en la fundamentación de dicha visión racional, es decir, una fundamentación principalmente estética donde la base mimética funciona de manera metafísica, tal y como podemos comprobar en la misma estructura del libro X. Los esfuerzos para desmarcar al arte de cualquier tipo de creación certera proporcionan la clave de tal fundamentación:

En efecto, todos los buenos poetas épicos recitan todos esos bellos poemas no por una arte, sino porque están inspirados y poseídos por un dios, e igualmente los buenos poetas líricos hacen estos bellos cantos al no estar en su razón; sino que cuando se asemejan a las Bacantes que extraen miel y leche de los ríos cuando están poseídas, pero no cuando están en su sano juicio (Platón, Ión, 533d-534a).

La fundamentación filosófica platónica pasa por desecho absoluto de una realidad que se presenta como copia del mundo en sí, así que el objetivo primordial es establecer una entidad universal que sea común y determine a todas las cosas particulares (Peñuela, 2007, p. 115Peñuela, Jorge (2007): “Pensar en Platón. La problemática de lo bello contemporáneo”, Calle 14: Revista de investigación en el campo del arte, 1, Bogotá, pp. 111-126.). Sin embargo, ¿qué ciencia podría establecer tal principio? La episteme suprema, es decir, el conocimiento de las ideas en sí, no se puede producir de una manera discursiva, sino que responde a un tipo de intelección suprasensible, a una visión exterior del mundo inteligible.

¿Es esta visión una visión de corte estético? Si es así, Platón vendría a inaugurar una ligazón estrechísima, por no decir una identidad estricta, entre filosofía y mímesis, viniendo a ser el desplazamiento y la condena que este ejerce sobre ella una confirmación de tal hipótesis.

Lo que propongo precisamente es entender esa reacción platónica como una enmienda a la totalidad de la realidad sensible que pone de manifiesto el arte, así como un pensamiento directo a través de lo real que no excede ni elimina la realidad misma. Condenando el arte como copia de la copia, queda condenada la sensibilidad como copia también, instaurando un dualismo ontológico que marca la historia de la filosófica occidental. Sin embargo, a ojos contemporáneos es complejo seguir leyendo esta transición del mito al logos como un paso válido en un plano metafísico y epistemológico. Sin la existencia de un mundo suprasensible es difícil mantener la teoría platónica bajo el marco establecido por el propio Platón sin trasmutar el punto de vista de dicho análisis.

La propia mímesis implicaría de esta forma al logos, dejando de ser estos términos pares de opuestos que responden a definiciones antagónicas. El campo filosófico y el campo artístico no estarían tan alejados entre sí, siendo ciertos rigores academicistas un dique de contención ante las tensiones contemporáneas por la demarcación puramente filosófica. De aquí la insistencia platónica ante la expulsión no solo de los poetas, sino de todos aquellos que crean en la posibilidad de una mímesis, de todos los artífices de la misma. No se trata de crear la verdad para Platón, sino de buscarla. Hoy estamos en tesitura de afirmar lo contrario en la propia filosofía platónica a la par que observamos en la historia las consecuencias de dicha aseveración.

NOTAS

 
1

En las citas subsiguientes al libro X de La república se incluye únicamente entre paréntesis la referencia a las secciones correspondientes.

2

También en esta misma edición, Platón (1992)Platón (1992): La república, Barcelona: Altaya.: La república, Barcelona: Altaya, José Manuel Pabón y Manuel Fernández-Galiano así lo interpretan.

3

En concreto a tres grados de distancia de la verdad, correspondientes a una visión tripartita del alma dividida entre lo racional y lo irracional.

DECLARACIÓN DE CONFLICTO DE INTERESES

 

La autora de este artículo declara no tener conflictos de intereses financieros, profesionales o personales que pudieran haber influido de manera inapropiada en este trabajo.

DECLARACIÓN DE CONTRIBUCIÓN DE AUTORÍA

 

Paula Pita: conceptualización, investigación, redacción ‒ borrador original, redacción - revisión y edición.

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