ISEGORÍA. Revista de Filosofía moral y política, N.º 69
julio-diciembre 2023, e20
ISSN-L: 1130-2097 | eISSN: 1988-8376
https://doi.org/10.3989/isegoria.2023.69.20

ARTÍCULOS

Recordar a Kropotkin. Contra el factor competencia*Este artículo forma parte del proyecto de investigación La contemporaneidad clásica y su dislocación: de Weber a Foucault [Referencia PID2020-113413RB-C31. Ministerio de Ciencia e Innovación, 2021-2025. IPs: José Luis Villacañas Berlanga y Rodrigo Castro Orellana].

Remember Kropotkin. Against the competition factor

Rodrigo Castro Orellana

Universidad Complutense de Madrid

https://orcid.org/0000-0003-4308-8295

Resumen

El artículo se inicia con un análisis acerca de la relación que Hayek establece entre los fundamentos del liberalismo clásico y las teorías darwinianas. De esta manera, identificamos un campo semántico que resultaría decisivo para una genealogía del factor competencia, reconociendo a este último como la hipótesis principal que fundamenta la naturalización del capitalismo. A partir de esto ofrecemos una revisión y actualización de la célebre obra El apoyo mutuo de Kropotkin con el objetivo de invalidar desde una perspectiva histórica la comprensión de la sociedad como un territorio de lucha salvaje entre los seres humanos por la subsistencia.

Palabras clave: 
Competencia; liberalismo; darwinismo; naturaleza; cooperación; Kropotkin.
Abstract

The article begins with an analysis of the relationship that Hayek establishes between the foundations of classical liberalism and Darwinian theories. In this way, we identify a semantic field that would be decisive for a genealogy of the competence factor, recognising the latter as the main hypothesis underpinning the naturalisation of capitalism. On this basis we offer a revision and update of Kropotkin’s famous work Mutual aid with the aim of invalidating from a historical perspective the understanding of society as a territory of savage struggle between human beings for subsistence.

Keywords: 
Competition; Liberalism; Darwinism; Nature; Cooperation; Kropotkin.

Recibido: 17  julio  2023. Aceptado: 10  septiembre  2023.

Cómo citar este artículo/Citation: Castro Orellana, Rodrigo (2023) "Recordar a Kropotkin. Contra el factor competencia". Isegoría, 69: e20. https://doi.org/10.3989/isegoria.2023.69.20

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

 

Este artículo nace de un pasaje del libro Neoliberalismo como teología política, donde José Luis Villacañas afirma que «el neoliberalismo es una política de subjetivación que usa la evidencia del capitalismo como naturaleza»1 Villacañas, 2020, p. 187. . La importancia de esta afirmación reside en que nos permite comprender la autopresentación del neoliberalismo como un poder divinificado, invisible e indivisible que determina por completo el mundo de la vida (lebenswelt). Algo que equivale a situarnos en una escena parecida al inicio de la evolución cultural, cuando los seres humanos se encontraban desprovistos todavía de mediaciones reflexivas y enfrentaban la naturaleza como si fuese una realidad absoluta, regida por una fuerza terrorífica en donde la vida solamente podía asegurarse mediante la lucha salvaje y fratricida. El triunfo del neoliberalismo, en tanto que «absolutización del mundo económico como esfera única de sentido»2 Ibid., p. 182. , implica precisamente una desaparición de los recursos culturales que nos deberían permitir tomar distancia de esta naturalización del capitalismo para, de ese modo, experimentarlo solo como una forma de la experiencia entre otras muchas posibles. Si esto último no sucede y el «realismo capitalista»3Véase: Fisher, 2018. 5 se impone, entonces nos acercamos más a la barbarie que al progreso civilizatorio. De ahí la importancia de una historización radical de los principios y reglas que organizan la naturalización del orden neoliberal, entre los cuales se encuentra el imperativo de la competencia. Es decir, la idea de que los seres humanos estaríamos inmersos en una lucha radical por la subsistencia y que el mercado no sería más que la manifestación de este primado de un interés exclusivo por la vida individual.

En las próximas páginas pretendo ofrecer algunos apuntes sobre lo que se podría calificar como una genealogía del factor competencia. Esto me conducirá a intentar mostrar, en primer lugar, la importancia que el darwinismo ha tenido para el desarrollo de algunas de las construcciones conceptuales de la contemporaneidad clásica4El concepto de contemporaneidad clásica procede de los trabajos de José Luis Villacañas. Se entiende por tal la época que estudió Max Weber en los años 20 cuya consumación reside en el desarrollo del Estado de Bienestar, el cual incorporaría dimensiones normativas básicas y una autoconciencia social impulsada por las ciencias sociales como compensación ante el mundo de la vida tecnificado.. En este contexto observaremos una serie de elaboraciones teóricas que nos muestran un campo semántico donde el darwinismo opera, al mismo tiempo, como resultado y agente de diversas y contrapuestas ideas políticas y económicas. Se trata de un espacio en que se está disputando cuál sería la lectura correcta de la obra del naturalista inglés. Aquí se confrontarán las obras de Thomas Henry Huxley y Piotr Kropotkin como un ejemplo de tales debates, centrando el análisis en la noción de competencia. Por último, desplegaré un comentario crítico de la obra del autor ruso El apoyo mutuo con el objetivo relativizar la centralidad histórica de la hipótesis de la lucha por la subsistencia. De este modo espero brindar un conjunto de reflexiones que permitan identificar y problematizar algunos de los argumentos filosóficos que se hallan implícitos en la naturalización contemporánea del neoliberalismo.

1. LA MANO INVISIBLE DEL TIEMPO

 

Uno de los principales teóricos del pensamiento neoliberal, Friedrich von Hayek, otorga una enorme relevancia a las supuestas similitudes que existirían entre el argumento de Smith sobre la «mano invisible» del mercado y el mecanismo de selección natural propuesto por Darwin en su explicación de la evolución de las especies. En ambos casos, la competencia entre los homo economicus o la lucha entre los organismos individuales tendrían consecuencias o efectos imprevistos. La producción de riqueza sería el resultado de los intercambios entre sujetos movilizados por el interés propio mientras que el desarrollo adaptativo de las formas de vida constituiría una derivación de la lucha por la subsistencia. Según el autor austríaco, el supuesto filosófico que subyace en todo esto involucra una orientación fundamental para el pensamiento. Esta clave decisiva tendría que ver con que las estructuras que ordenan la realidad no provendrían de una ratio directiva que opera «desde arriba», sino que emergerían espontáneamente a partir de los propios fenómenos. Dentro del aparente caos de las intenciones egoístas que atraviesan a los seres humanos se encontraría de un modo articulado la promoción inconsciente del interés de la sociedad. Asimismo, en medio de la diversidad inabarcable de la naturaleza actuaría silenciosamente el mecanismo de la selección natural. En este último sentido, un pasaje de El origen de las especies (On the origin of species) puede ser ilustrativo:

Metafóricamente, puede decirse que la selección natural está buscando cada día y cada hora por todo el mundo las más ligeras variaciones; rechazando las que son malas; conservando y sumando todas las que son buenas, trabajando silenciosa e insensiblemente, cuandoquiera y dondequiera que se ofrece la oportunidad, por el perfeccionamiento de cada ser orgánico en relación con sus condiciones orgánicas e inorgánicas de vida. Nada vemos de estos cambios lentos y progresivos hasta que la mano del tiempo ha marcado el transcurso de las edades y entonces, tan imperfecta es nuestra visión de las remotas edades geológicas, que vemos solo que las formas orgánicas son ahora diferentes de lo que fueron en otro tiempo5 Darwin, 2004, p. 109. .

La interpretación que Hayek realiza de este pasaje no le otorga la importancia debida a la expresión que encabeza la cita y que alude a un sentido metafórico que la selección natural tendría para Darwin, algo sobre lo cual volveremos más adelante. El pensador austríaco se detiene más bien en la idea de una mano del tiempo que sería invisible y que trabajaría perfeccionando a los seres orgánicos, un planteamiento que asimila en cierta medida al liberalismo económico de Smith. Pero esto no significa que Hayek considere al autor de La riqueza de las naciones (The wealth of nations) como una especie de precursor de la evolución biológica o del darwinismo social. Se trata de advertir que Smith despliega un concepto del mercado y la sociedad de acuerdo a una lógica evolutiva que se caracteriza por identificar la génesis espontánea de los procesos económicos e institucionales, negando el valor de cualquier plan racional previamente diseñado que los haga posibles6 Bellolio, 2019, p. 10. . Hayek subraya la familiaridad entre este punto de vista y el análisis darwiniano porque le permite defender una reflexión antropológica que, en la misma medida que subordina al ser humano a las leyes de una naturaleza soberana, naturaliza el poder del mercado excluyendo la hipótesis de que pueda existir un sujeto soberano de la economía. Este planteamiento, como señala Foucault en Nacimiento de la biopolítica (Naissance de la biopolitique), sería la maldición que la economía política formuló desde su fundación contra el principio de soberanía: no se puede conocer ni gobernar la totalidad del proceso económico7 Foucault, 2007, p. 326 ss. .

En cualquier caso, lo que más me interesa destacar en este punto tiene que ver con la hipótesis histórico-conceptual que sostiene la argumentación del economista austríaco. Me refiero a la idea desplegada en su libro Los fundamentos de la libertad (The constitution of liberty) de que el principal ascendiente intelectual del trabajo de Darwin se encuentra en la Ilustración escocesa del siglo XVIII. Es decir, en autores como Hume, Smith, Hutcheson, Reid o Ferguson y en su crítica al supuesto de que el hombre poseería «atributos morales e intelectuales que le facilitan la transformación deliberada de la civilización»8 Hayek, 2014, p. 133. . Frente a este estricto racionalismo filosófico se impondría una comprensión evolutiva de la historia como una costosa y compleja acumulación de experiencias, de ensayos y errores, generación tras generación. Danilevsky, en su monumental crítica de 1885 al darwinismo, va todavía más allá de la historia conceptual que traza Hayek. La competencia por la subsistencia descrita por Darwin sería «una doctrina puramente inglesa basada en la línea de pensamiento británico que se extiende desde Hobbes a Malthus pasando por Adam Smith»9 Gould, 1988, p. 17. El comentario pertenece a la obra Darwinismo de Nikolai Danilevsky. Véase Vucinich, 1989. . El planteamiento de la selección natural derivaría, entonces, de la teoría política hobbesiana de la guerra de todos contra todos, de la teoría económica smithiana centrada en la competencia espontánea y del problema de la población formulado por Malthus.

Esta referencia a Smith y Malthus también la podemos encontrar en la obra del historiador de la ciencia Georges Canguilhem, el cual observa que el principio de que la «naturaleza actúa por sí sola», de que hay que «dejarla hacer», caracteriza también al modelo evolutivo de Darwin y Wallace. En el caso concreto del malthusianismo, la conexión tendría que ver con el concepto de «lucha por la vida», una consecuencia que dicha teoría considera inevitable dada la disminución de los recursos alimentarios en la fase de crecimiento poblacional propia del capitalismo industrial. Darwin, por tanto, estaría componiendo algo así como una «sociología de la naturaleza» al trasladar las imágenes de la ciudad hacinada, de la hambruna y del conflicto a la contienda por la supervivencia dentro del medio natural entre los organismos vivos. De todo lo cual, según Canguilhem, podría concluirse algo muy importante. La teoría de Darwin evidenciaría que las ciencias sociales no solamente se han servido de modelos procedentes de la biología, sino que también ha sucedido a la inversa10 Canguilhem, 2009, p. 115. . Ellas mismas los han producido para las ciencias naturales. Esta filiación inesperada de los saberes científicos, en una dirección no convencional, solamente puede comprenderse si sustituimos la interpretación de la historia de las ciencias como un simple encadenamiento lineal de teorías por la historia discontinua de los conceptos con sus mediaciones institucionales y sus transferencias de significado entre nociones de distintos campos o disciplinas. De este modo, en la misma medida que el concepto de norma supone el desplazamiento de un término fisiológico al campo patológico11 Canguilhem, 1966., o el concepto de reflejo implica un trasvase semántico entre el saber físico de la óptica del s. XVIII y la teoría del movimiento muscular12 Canguilhem, 2011., las categorías evolutivas de «lucha por la subsistencia» y «selección natural» procederían de un terreno externo a la biología.

La teoría darwiniana ilustra, entonces, las complejas transmutaciones de significación que se producen entre espacios epistemológicos diferenciados y que tienen al concepto como su vehículo principal. Algo que, en este caso, se pone de manifiesto en su dependencia de una racionalidad política y económica previa, cuya connotación no es todavía propiamente biológica. Sin embargo, esta historia efectiva, material y discontinua del campo conceptual darwiniano, que evidencia una sociologización de la naturaleza, debe necesariamente ser completada con una historia del momento en que tal configuración alcanzaría su consistencia y se generarían aplicaciones y usos heterogéneos, es decir, cuando asistimos por ejemplo a una naturalización de la sociedad que deriva de la propia teoría. Dentro de esta segunda instancia, se inscribe la historicidad del concepto de competencia como determinación de la vida.

2. EL MUNDO COMO UN ESPECTÁCULO DE GLADIADORES

 

Según Stephen Jay Gould, la idea de lucha por la subsistencia en Darwin tiene dos sentidos diferentes13 Gould, 1988., p. 18. . Por una parte, estaría la lucha que se produce entre organismos frente a la existencia de recursos limitados, lo cual conduciría directamente a la competencia y al triunfo del interés individual. Este sería un desarrollo del argumento cuantitativo y determinista de Malthus dentro de la teoría de la evolución14Véase Malthus, 2016. . Pero habría una segunda lógica de la lucha que derivaría de los obstáculos que el organismo encuentra en su relación con los rigores del medio físico y que no se relaciona con el enfrentamiento entre seres vivos de la misma especie. En este segundo caso, Darwin estaría usando la expresión «lucha» como una metáfora descriptiva de los extraordinarios esfuerzos que los organismos vivos deben desplegar para enfrentar sequías, tormentas, condiciones climatológicas súbitas y extremas, etcétera. La consecuencia de esta «lucha» contra la naturaleza no sería la competencia, sino más bien el desarrollo de otras estrategias compensatorias orientadas a la cooperación y la ayuda mutua entre los organismos vivos. A partir de este uso metafórico de la idea de lucha por la existencia, Kropotkin elaborará una interpretación antimalthusiana de Darwin.

Sin embargo, el darwinismo de finales del s. XIX radicalizó la interpretación competitiva del enfoque evolutivo hasta asumirlo como el único sentido posible e incluso otorgarle connotaciones sociales y políticas radicales. Un ejemplo importante de esta hiperbolización del «factor competencia» se encuentra en la obra de Thomas Henry Huxley, publicada en 1888, La lucha por la existencia en la sociedad humana (The struggle for existence in human society). En ella, Huxley -conocido públicamente como «el bulldog de Darwin»- afirma que «desde el punto de vista del moralista el mundo animal está más o menos en el mismo nivel que un espectáculo de gladiadores»15 Huxley, 2021, p. 28.. Las criaturas se pelean sin piedad hasta que se impone el más fuerte y no se requiere de alguien que apunte con su pulgar hacia arriba o abajo porque el combate no tiene tregua alguna.

Pero en realidad solamente al moralista le puede parecer que la naturaleza se asemeja a una arena romana, puesto que le atribuye un principio moral rector del cual esta carece. La lucha por la existencia que el moralista califica con palabras como piedad, crueldad o salvajismo, representaría en verdad «un proceso lógico materializado»16 Ibid, p. 30. donde se manifiesta que la guerra de todos contra todos constituye «el estado normal de la existencia»17 Ibid., p. 32. . Se trata, entonces, de una evidencia científica que no admitiría más que una observación objetiva y categórica. Estaríamos ante el hecho irrefutable de que formamos parte del campo de batalla que configura la naturaleza. Algo que para Huxley no solamente supone un rasgo inevitable de la vida misma, sino también la condición de posibilidad del progreso de la humanidad. Si la causa principal de la lucha por la existencia es la tendencia a la multiplicación sin límites de la población18 Ibid., p. 34 , una organización social que mejore las condiciones de salud, alimentación y bienestar de la humanidad conduciría irremediablemente a la intensificación del enfrentamiento. Esto quiere decir que la estructura de la contemporaneidad clásica como época de la industria, la igualdad y la expansión demográfica, según Huxley, no puede ser otra que la permanente maximización de la competencia. Podemos contemplar, por tanto, el orden natural y la sociedad misma como un «espectáculo de gladiadores» en donde cada organismo vivo individual se juega a cada instante la posibilidad de su subsistencia ante la amenaza inexorable del otro.

Cabe agregar que este darwinismo social, que adquirirá el carácter de teoría científica hegemónica entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, resulta convergente con el desarrollo expansivo de los Estados-Nación y sus derivaciones imperialistas y coloniales19La configuración del darwinismo social se debe en gran medida la figura del filósofo Herbert Spencer. Véase Taylor, 2007. . El progreso como lucha por la supervivencia aparece de esta manera como la dinámica propia del capitalismo en su transformación global del planeta. Todo lo cual evidencia una afinidad entre la versión huxleyana de la doctrina evolutiva de Darwin y la centralidad de la autoridad del Estado, la ideología nacionalista y sus variaciones racistas. De hecho, desde un punto de vista antropológico, como defiende Mac Laughlin, la idea dogmática de una «perversidad natural del hombre», su comprensión como criatura egoísta y competitiva, pretenden justificar la necesidad de un poder autoritario que actúe sobre los sujetos20 Mac Laughlin, 2017, p. 209. . Aunque también la hipótesis de la competencia naturalizada puede servir para reforzar el principio liberal de libertad individual ante el auge del socialismo finisecular. En este segundo caso, la racionalidad evolutiva ya no ampara el poder pastoral del Estado nación y su disciplinamiento social, sino que le da cobertura a una naturalización de los mecanismos del mercado que niegan la necesidad de un «poder - desde - arriba».

Pero tanto la lógica del darwinismo de Estado como el razonamiento del darwinismo aplicado al orden económico, pese a sus pretensiones, forman parte en último término del mismo proceso desbocado y descontrolado que caracteriza al capitalismo. En este último sentido, el pensamiento de Huxley y todos los desarrollos teórico-prácticos del darwinismo social pertenecen claramente a la constelación conceptual de la contemporaneidad clásica, cuya característica principal reside en intentar conducir u ordenar fenómenos sin límite, abiertos y crecientes como «la maquinización, automatización, fragmentación, especialización, industrialización en masa, expansión, emigración, urbanización, socialización, aceleración», etcétera21Debo estas ideas a un texto inédito de José Luis Villacañas: «Hacia un concepto de contemporaneidad clásica». . Se trataría nuevamente de ese sueño que apuesta por la efectividad normativa del concepto frente al irrebasable programa expansivo del capitalismo industrial.

3. EVITAD LA COMPETENCIA

 

A la luz de todo lo anterior, se puede comprender que el trabajo científico del pensador anarquista Piotr Kropotkin haya sido prácticamente borrado de la historia de la tradición cultural europea22 Mac Laughlin, 2017, p. 199. . Las ciencias naturales y sociales crecieron y se desarrollaron en la segunda mitad del s. XIX de la mano de una ideología «estatista», que sirvió de soporte de la actividad de la academia y de las asociaciones científicas de la época. Los geógrafos o los cartógrafos, por ejemplo, tuvieron un rol decisivo «en la formación del estado y la construcción nacional»23 Ibid., p. 195. , adquiriendo posiciones privilegiadas en las disciplinas formativas de las academias militares, logrando financiación estatal y conquistando un significativo estatus universitario. Kropotkin se hallaba fuera de este espacio institucional que subordinó el saber sobre la naturaleza a los intereses del Estado y a su vocación imperialista. No obstante, no se trataba de una posición extravagante porque, en realidad, no fueron pocos los investigadores que optaron por no integrarse a ese «establishment» académico24 Ibid., p. 199. de aquel momento. En el caso concreto del autor ruso esta heterodoxia podemos atribuirla a su posicionamiento político antiestatal, a la corriente intelectual anti-malthusiana en que se inscribe su obra y, especialmente, a una experiencia personal que lo aleja por completo del darwinismo social. Kropotkin, según Jay Gould, perteneció a una escuela rusa de naturalistas, geógrafos, literatos (Danilevsky, Chernyshevsky, Strakhov, Tolstoi) que rechazaban radicalmente la tesis de Malthus de que el factor competencia fuese determinante del mundo como resultado de una asimetría entre la limitación de recursos y el aumento de población25 Gould, 1988, p. 16. Véase Rogers, 1974.. En este contexto se esbozará una interpretación de Darwin que coloca su acento en el despliegue de estrategias de sociabilidad como única alternativa frente a la lucha del organismo contra el ambiente.

Sin embargo, hay un aspecto biográfico que resulta más decisivo todavía para entender la singularidad del punto de vista del pensador anarquista acerca de la evolución. Se trata de su propia experiencia como naturalista. Así se puede comprobar en su libro de 1902 El apoyo mutuo. Un factor de evolución (Mutual aid: A factor of evolution), cuando afirma que en sus viajes de juventud por Siberia Oriental y el norte de Manchuria «no encontró -a pesar de haber buscado atentamente sus rastros- aquella lucha cruel por los medios de subsistencia entre animales pertenecientes a una misma especie que la mayoría de los darwinistas consideraban como el rasgo predominante y característico de la lucha por la vida y el principal agente de la evolución»26 Kropotkin, 2016, p. 15. . El medio natural que observó Kropotkin durante cinco años no tiene relación alguna con el paisaje de aglomeración que dibuja Malthus. Siberia era un mundo escasamente poblado, atravesado por condiciones extremas para la vida y por catástrofes naturales que la amenazaban permanentemente27 Gould, 1988, p. 18.. Todo lo contrario de las realidades tropicales observadas por Darwin, abundantes, multitudinarias y heterogéneas; y muy distintas al contexto social británico del hacinamiento industrial donde hallaba cierta verosimilitud la teoría malthusiana. No es sorprendente, entonces, que el geógrafo ruso no hallase pruebas a favor del combate como criterio principal del éxito evolutivo. Su tesis consistirá, por el contrario, en situar el apoyo mutuo como el elemento determinante que caracteriza la selección natural y el progreso de las sociedades humanas. Esta acción cooperativa no obedecería a un sentimiento de amor o simpatía entre los organismos vivos, sino a «un instinto de sociabilidad que se ha desarrollado lentamente entre los animales y los hombres durante un proceso de evolución extremadamente largo»28 Kropotkin, 2016, p. 21 . Son las costumbres vinculadas al apoyo mutuo las que se han mostrado más exitosas en la protección frente a los enemigos o las amenazas, en la consecución de los alimentos y en la prolongación de la subsistencia29 Ibid., p. 30. .

Todo lo cual no implicaría, según Kropotkin, una refutación de Darwin. Se trataría más bien de comprender adecuadamente el sentido general y metafórico de la «lucha por la existencia»30 Idem. como un proceso que incluye la dependencia de unos seres vivientes respecto a otros. Algo que defendería el autor de El origen de las especies, pero que el darwinismo habría descartado en su interpretación excesivamente estrecha de las leyes evolutivas. La teoría de Darwin ofrecería elementos para concluir que «aquellos que son físicamente más fuertes, más astutos o más hábiles no se revelan en modo alguno como los “más aptos”, sino que lo son aquellos que mejor saben unirse y apoyarse los unos a los otros»31 Idem.. Pero el naturalista inglés no habría orientado con claridad su investigación en esta dirección, menos centrada en la lucha individual por la vida dentro de una misma especie y más focalizada en «la lucha de toda una comunidad contra los obstáculos naturales»32 Ibid., p. 31. . Esta opacidad del planteamiento darwiniano original habría abierto el espacio para el desarrollo de teorías radicales como la de Huxley, cuyo pesimismo resulta severamente cuestionado por Kropotkin. El pensador ruso no acepta que «la lucha sin cuartel» sea un «principio biológico al cual el hombre debe subordinarse» o, de lo contrario, perecer en un mundo «basado en el exterminio mutuo»33 Ibid., p. 32. . Esta forma de comprender la lucha por la existencia se hallaría tan alejada de una deducción científica como la perspectiva rousseauniana que concebía a la naturaleza como un lugar de paz y armonía que solo se vería alterado por la irrupción del ser humano.

Es lo que Kropotkin pretende demostrar en su obra El apoyo mutuo; comenzando, en primer lugar, por un estudio de los patrones de sociabilidad en los invertebrados (hormigas o abejas, por ejemplo)34 Ibid., p. 34-48. , pasando a continuación a las aves35 Ibid., p. 48-61. , para llegar finalmente a los carnívoros y sus prácticas de caza en grupo36 Ibid., p. 72. . En este recorrido, se pondría de manifiesto que en la misma medida que nos elevamos en la escala evolutiva se incrementa la conciencia de los animales y sus conductas cooperativas se consolidan, por ejemplo, a través de la reproducción, las migraciones colectivas, la defensa mutua o el juego. Esta última estructura tiene un especial interés porque muestra que la sociabilidad de los seres vivos llega incluso más allá de pautas que permiten el aprendizaje de comportamientos. El juego, en tal sentido, evidencia que no solamente hay fines utilitarios en la colaboración, sino también la expresión «de un exceso de fuerzas vitales», «de un goce de la vida»37 Ibid., p. 88. que nace del mero hecho de la vivencia en sociedad. Existiría una necesidad de aproximarse entre los organismos vivos que atraviesa la totalidad de la naturaleza y donde la sociabilidad aparece como «la mayor ventaja en la lucha por la existencia en todas las circunstancias naturales, sean estas cuales sean»38 Ibid., p. 91. . Los que saben unirse subsisten, así rezaría la verdadera ley adaptativa. Porque los miembros de una misma especie que cooperan entre sí tienen la capacidad de responder adecuadamente a las condiciones y variaciones del medio. Esto quiere decir que la lucha deriva de las exigencias que el clima y el medio imponen a los organismos vivos y no de una carencia o falta de alimentos; una lucha que solo marcaría un progreso cuando la vida resiste colaborativamente y se elimina la competencia39 Ibid., p. 109. . Kropotkin estaba convencido de que la selección natural busca continuamente los medios para evitar la rivalidad destructiva y el exterminio. Pero aún más, creía que la importancia del apoyo mutuo que nos enseña la naturaleza también podría inferirse de las sociedades humanas y de su historia. En este punto, su libro El apoyo mutuo inicia un amplísimo recorrido que va desde el análisis de formas de organización como la tribu o el clan hasta el estudio del desarrollo del Estado moderno, poniendo de manifiesto que el ser humano no es ninguna excepción respecto al primado del factor cooperativo.

El individualismo desenfrenado -de acuerdo al autor ruso- no sería más que una expresión propia de la modernidad que se encuentra ausente en el hombre primitivo, el cual se caracterizaría por desplegar sistemas de organización en pequeños clanes que cazan en común y se reparten lo obtenido entre ellos40 Ibid., p. 127. . Por supuesto que se produce enemistad entre las aldeas, pero no surgiría como consecuencia de la sobrepoblación o la competencia sino de la superstición41 Ibid., p. 133. o de prácticas ritualizadas que explican actos violentos como la guerra o el canibalismo. Ciertamente, el relato historiográfico dominante ha subrayado el papel decisivo del conflicto y el combate en los acontecimientos humanos. Pero eso, en opinión de Kropotkin, es resultado de un modo de escribir la historia que no presta atención a la vida de las masas populares, a su trabajo colaborativo en los períodos más duraderos- que son los de la paz y no los de la lucha42 Ibid., p. 159. . Se requeriría de una nueva perspectiva que registre, por ejemplo, la función fundamental que le corresponde en la historia de la humanidad a una estructura social como «la comuna aldeana»43 Ibid., p. 162. .

La «comuna aldeana» fue «una asociación para el cultivo común de la tierra, para el apoyo mutuo en todas las formas posibles, para la defensa contra la violencia y el desarrollo de los conocimientos»44 Ibid., p. 168. . Sus huellas pueden encontrarse a través de los siglos en diferentes regiones del mundo, cumpliendo además una función decisiva en la formación de las naciones europeas45 Ibid., p. 172. . La comuna aldeana, que deriva de la organización tribal como una evolución en la concepción del territorio común46 Ibid., p. 194. , adquirió posteriormente otras configuraciones en el período de los gremios medievales y con la constitución de la ciudad como espacio soberano de comunidades autónomas47 Ibid., p. 255.. Esto último representa, según el autor ruso, un hito en la unión de los seres humanos «con fines de ayuda y apoyo mutuos para el consumo y la producción y para la vida social en su conjunto (…)»48 Ibid., p. 233. . Sin embargo, finalmente la comuna aldeana entró en una fase de decadencia como consecuencia de la articulación de la Iglesia con el poder político, del desarrollo de la nobleza en las ciudades, de la opción a favor del comercio y de la industria despreciando la agricultura49 Ibid., p. 264-266. ; y, especialmente, como resultado de un cambio decisivo en las ideas que desplazó la fe en el autogobierno del grupo y en el federalismo50 Ibid., p. 268. en favor de la aceptación por parte de los ciudadanos del principio del gobernante único y de un poder desmedido en nombre de la «seguridad pública»51 Ibid., p. 269. . Se trataría, según Kropotkin, de la derrota de las ciudades libres ante el proceso de emergencia del Estado y de la destrucción de las instituciones y los hábitos en que se manifestaba el apoyo mutuo52 Ibid., p. 274. . El Estado absorbió las funciones sociales que antes descansaban en el deber de los sujetos hacia los demás, estimulando de este modo el individualismo desenfrenado53 Ibid., p. 275. y la creencia en que la felicidad depende de cada uno y no de un hecho colectivo.

Ahora bien, si el apoyo mutuo constituye un factor evolutivo y la satisfacción de intereses personales, en contra de las necesidades colectivas, representa el rasgo característico del desarrollo del Estado moderno y de la fase industrial del capitalismo, resulta inevitable concluir que las lógicas dominantes de la contemporaneidad clásica no implicarían un progreso para la humanidad, sino más bien todo lo contrario. No obstante, esto no significa que la tendencia hacia la cooperación desaparezca con la modernidad. Aquí Kropotkin reivindica una serie de experiencias que muestran cómo la herencia cultural del apoyo mutuo se ha conservado pese a todas las fuerzas destructivas que se le oponen. Apela a las masas agrícolas54 Ibid., p. 300. , al unionismo de la clase obrera55 Ibid., p. 321. , a las huelgas solidarias entre trabajadores56 Ibid., p. 320. , a la vida militante como ejemplo de abnegación y sacrificio57 Ibid., p. 322. , a las sociedades cooperativas58 Ibid., p. 324. , al asociacionismo en general59 Ibid., p. 330. , a las prácticas de colaboración entre los pobres60 Ibid., p. 339. , etcétera.

Evidentemente, en todo esto se hacen explícitas las opciones políticas del anarquista que, en cierta medida, rebasan a las del científico y que explican la incapacidad de Kropotkin para conceptualizar la posibilidad de una configuración del Estado que sea fruto de lo que él mismo denomina: «el genio social del hombre»61 Ibid., p. 198. . Para Kropotkin, la disolución del Estado no implicaría el caos ni la irrupción de la violencia porque la cooperación mutua y la sociabilidad serían elementos fundamentales en la evolución de la especie humana. La sociedad sin Estado estaría garantizada por una lógica evolutiva que sostiene el ideal social de que los seres humanos pueden coexistir en armonía sin necesidad de gobierno. El dilema, entonces, no tiene relación con una oposición entre el Estado y el individuo. Por el contrario, la afirmación radical de la libertad individual se comprende como estrictamente funcional a las formas de dominación del Estado. De tal manera que el efectivo polo de antagonismo frente a la institución correspondería más bien a la solidaridad colectiva. El autor ruso solo pudo concebir al Estado como un artefacto autoritario que materializa el axioma de la lucha competitiva por la subsistencia. No hay cabida en su pensamiento para la hipótesis de que la institución estatal pueda evolucionar incorporando el factor de la cooperación. Este concepto restrictivo y esta consideración en términos estáticos62 Esposito, 2022, p. 19. El autor italiano problematiza en esta obra un doble presupuesto erróneo: la identificación de las instituciones con el Estado y la tendencia a comprenderlas en términos estáticos como realidades sin devenir. obedece a una interpretación ideológica de la naturaleza que, en la misma medida que afirma la ley natural del apoyo mutuo, le niega un dinamismo específico a una creación humana como es el Estado. Kropotkin incurre de esta forma en un error similar al que comete el darwinismo social cuando interpreta la vocación imperialista del Estado, el racismo o la explotación de los trabajadores industriales como el resultado inevitable de la evolución competitiva63 Gould, 1988, p. 21 . La comprensión determinista de la naturaleza conduce a proyectar sobre ella y a partir de ella una idea política. En el caso del autor de El apoyo mutuo se trata de fundar la esperanza de una reforma social a partir de una naturaleza que ejercería como una especie de profesor de ética del hombre.

Sin embargo, la naturaleza no da lecciones morales, ni se define por ofrecer consuelo o ratificar los proyectos e ideales de los seres humanos. Hay un extraordinario peligro en convertir el conocimiento biológico en la fuente desde la cual articular justificaciones racionales acerca de lo que debería ser la sociedad o el ordenamiento político. El darwinismo social, con su pesimismo antropológico, ha conducido a resultados devastadores. Está en la génesis del argumento decadentista y la filosofía crepuscular de la revolución conservadora de las primeras décadas del s. XX64Desde la segunda década del siglo veinte, toda una generación de intelectuales alemanes asistió con una sensibilidad dramática a los acontecimientos con que la época se presentaba ante sus ojos. La Primera Guerra Mundial, el tratado de Versalles, la expansión de la Revolución Bolchevique, el golpe de Estado de Kapp, el período inflacionario de 1919-1924, la Gran Depresión de 1929 y una serie de otros hechos, marcaron la visión del mundo como una «era de las masas» o como un imperar frenético de la racionalización técnica. Según Bourdieu, en este contexto, sectores importantes de la burguesía alemana cultivada desplegaron el tópico de la «enfermedad de la civilización» y un mensaje de exaltación del terruño como alternativa a la decadencia cultural. El sociólogo francés explica todo esto como una «revolución conservadora» que sueña con una «reintegración tranquilizadora en la totalidad orgánica» de una sociedad pre-moderna y que teme las imágenes sobre el porvenir que se anuncian en el desarrollo del capitalismo y también en la crítica marxista del mismo. Véase Bourdieu, 1991. . Se halla presente de un modo decisivo en los discursos eugenésicos y racistas. Pero, sobre todo, forma parte de una historia conceptual que explica la naturalización del capitalismo de la competencia en el mundo neoliberal. Por otro lado, el optimismo antropológico de Kropotkin se inscribe en una historia conceptual que ha pretendido pensar una región periférica y externa al Estado, donde se efectuaría la tarea de crear «otro modo de vida». Allí emergería un «pueblo nuevo», una «multitud», una «potencia poshegemónica» vinculada por el trabajo y el apoyo mutuo, sin ningún principio de autoridad y portadora de un espíritu comunitario.

No obstante, quizás todavía sea posible rescatar algo valioso que subyace en el planteamiento del pensador ruso, confundido en medio de su dependencia del esquema evolutivo darwiniano y de sus compromisos políticos anarquistas. Me refiero a realizar una lectura histórico-cultural de su libro El apoyo mutuo que asuma la historia de la humanidad como un complejo proceso de aprendizajes donde la cooperación y la solidaridad se han mostrado como aspectos claves para el logro del bienestar y la felicidad de los seres humanos. No es la naturaleza quien lo acredita, sino nuestras tradiciones, experiencias y creaciones históricas acumuladas a través de los siglos. La lucha salvaje por la existencia no es el impulso que nos mueve en el camino hacia el progreso futuro porque la negación del otro, la exclusión, la violencia y la guerra han sido las peores excrecencias de nuestro pasado. Desde este sentido histórico nos podemos oponer al factor competencia sin la necesidad de recurrir a una ley natural que lo relativice.

4. EPÍLOGO

 

Cuando Kropotkin escribió El apoyo mutuo en 1902 hizo gala de una extraordinaria erudición, utilizando las más diversas aportaciones científicas de su tiempo al servicio de la validación de la tesis cooperativa. Dentro de este marco, la teoría de la evolución era un recurso imprescindible, dotado de una enorme legitimidad en las ciencias naturales y sociales. Si esta misma empresa la hubiese acometido un siglo después, el autor ruso habría estado muy satisfecho al encontrar mayores y abundantes argumentos a favor de su punto de vista. Desde 1978, por ejemplo, hay evidencias en el campo de la paleontología acerca del papel fundamental del apoyo mutuo en nuestra historia evolutiva. Glynn L. Isaac demostró, en sus investigaciones en yacimientos de África del Este con restos de hace al menos dos millones de años que en las primeras poblaciones de homínidos protohumanos existieron pautas cooperativas de reparto alimentario65 Varea, 2016, p. 413. . Habría sido la cooperación y no la agresividad o la coacción, el elemento determinante que marcó un salto evolutivo hacia la aparición del homo sapiens66 Ibid., p. 414. .

Pero quizás la aportación científica más relevante de los últimos años en torno a esta materia se encuentra en los trabajos en el ámbito de la microbiología de Lynn Margulis. Esta científica, preocupada especialmente por el estudio de las bacterias, ha revolucionado la teoría de la evolución afirmando que la cooperación es la «vía para explicar la complejidad de los organismos»67 Ugarte Pérez, 2021, p. 511. y negando que la competencia sea el principio evolutivo fundamental. Margulis propone la simbiogénesis como motor de un proceso que sería más correcto calificar como co-evolución68 Ibid., p. 521. . Esto supondría, en primer lugar, abandonar uno de los errores principales del darwinismo: su énfasis en la comprensión del organismo vivo como un individuo separado de otros.

Margulis lo explica del siguiente modo:

… de todos los organismos que viven hoy sobre la Tierra, solo los procariotas (las bacterias) son individuos. Todos los demás seres vivos («organismos», como los animales, las plantas y los hongos), son comunidades complejas desde el punto de vista metabólico, formadas por una multitud de seres íntimamente organizados. Es decir, lo que generalmente entendemos como un animal individual, por ejemplo una vaca, es reconocible como una colección de varias entidades autopoyéticas de distintos tipos que, al funcionar conjuntamente, forman una entidad nueva: la vaca. Un «individuo» es cualquier tipo de asociación que ha evolucionado conjuntamente. Resumiendo, todos los organismos mayores que las bacterias son, de manera intrínseca, comunidades69 Margulis, 2003a, p. 287. .

Esta actividad simbiótica de las comunidades microbianas pondría de manifiesto, además, un segundo error del darwinismo que consiste en atribuir a la vida una exigencia adaptativa. Para la bióloga estadounidense, «la vida no se adapta a un ambiente pasivo» sino que, de un modo activo, «produce su propio medio y lo modifica»70 Margulis, 2003b, p. 125. . El oxígeno que respiramos, la humedad de la atmósfera o la alcalinidad del agua del mar «son el resultado del crecimiento y el metabolismo de un número incontable y siempre cambiante de bacterias, plantas y algas»71 Idem., es decir, de sistemas vivos autopoyéticos y simbióticos que modifican las condiciones del entorno.

Cabría preguntarse cuál es la razón de que, pese a estos nuevos descubrimientos de la biología contemporánea, se siga imponiendo la verdad más ortodoxa del evolucionismo como una especie de sentido común de nuestro tiempo. La visión neodarwiniana del mundo, según Margulis, con su carácter mecanicista, ha conseguido triunfar porque resulta coherente «con los principales mitos de la civilización dominante»72 Margulis, 2003a, p. 291. : el individualismo, la explotación o la competencia. Por el contrario, una perspectiva alternativa como la teoría autopoyética nos situaría más allá del individuo y de la ley adaptativa de acuerdo a una comprensión de la naturaleza como un espacio de interconexiones. Como dijo alguna vez el biólogo Stephen Jay Gould, quizás Kropotkin no era ningún chiflado73 Gould, 1988.. En cualquier caso, la traducción política de estas nuevas teorías científicas está probablemente en curso y por ahora sus consecuencias todavía resultan impredecibles para nosotros.

NOTA

 
*

Este artículo forma parte del proyecto de investigación La contemporaneidad clásica y su dislocación: de Weber a Foucault [Referencia PID2020-113413RB-C31. Ministerio de Ciencia e Innovación, 2021-2025. IPs: José Luis Villacañas Berlanga y Rodrigo Castro Orellana].

1

Villacañas, 2020, p. 187Villacañas, José Luis. Neoliberalismo como teología política. Habermas, Foucault, Dardot, Laval y la historia del capitalismo contemporáneo. Barcelona: Ned Ediciones, 2020..

2

Ibid., p. 182Villacañas, José Luis. Neoliberalismo como teología política. Habermas, Foucault, Dardot, Laval y la historia del capitalismo contemporáneo. Barcelona: Ned Ediciones, 2020..

3

Véase: Fisher, 2018Fisher, Mark. Realismo capitalista. ¿No hay alternativa? Buenos Aires: Caja Negra, 2018.. 5 Darwin, 2004, p. 109.

4

El concepto de contemporaneidad clásica procede de los trabajos de José Luis Villacañas. Se entiende por tal la época que estudió Max Weber en los años 20 cuya consumación reside en el desarrollo del Estado de Bienestar, el cual incorporaría dimensiones normativas básicas y una autoconciencia social impulsada por las ciencias sociales como compensación ante el mundo de la vida tecnificado.

5

Darwin, 2004, p. 109Darwin, Charles. On natural selection. Londres; Penguin books, 2004..

6

Bellolio, 2019, p. 10Bellolio, Cristóbal. «La mano invisible y el relojero ciego: los límites del paralelo Smith-Darwin». Economía y política, 6 (I), 2019, pp. 5-29..

7

Foucault, 2007, p. 326 ssFoucault, Michel. Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Collège de France (1978-1979). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007..

8

Hayek, 2014, p. 133Hayek, Friedrich. Los fundamentos de la libertad. Madrid: Unión Editorial, 2014..

9

Gould, 1988, p. 17Gould, Stephen Jay. «Kropotkin was no crackpot». Natural History, Vol. 97, Nº 7, 1988, pp. 12-21.. El comentario pertenece a la obra Darwinismo de Nikolai Danilevsky. Véase Vucinich, 1989Vucinich, Alexander. Darwin in russian thought. University of California Press, 1989..

10

Canguilhem, 2009, p. 115Canguilhem, Georges. «Los conceptos de “lucha por la vida” y “selección natural” en 1858: Charles Darwin y Alfred Russel Wallace», en: Estudios de historia y filosofía de las ciencias. Buenos Aires: Amorrortu, 2009, pp. 105-118..

11

Canguilhem, 1966Canguilhem, Georges. Le normal et le patologique. París: Presses Universitaires de France, 1966..

12

Canguilhem, 2011Canguilhem, Georges. La formation du concept de réflexe aux XVIIe et XVIIIe siècles. París: Vrin, 2011..

13

Gould, 1988., p. 18Gould, Stephen Jay. «Kropotkin was no crackpot». Natural History, Vol. 97, Nº 7, 1988, pp. 12-21..

14

Véase Malthus, 2016Malthus, Thomas. Primer ensayo sobre la población. Madrid: Alianza, 2016..

15

Huxley, 2021, p. 28Huxley, Thomas Henry. La lucha por la existencia en la sociedad humana. Madrid: Antígona, 2021.

16

Ibid, p. 30Huxley, Thomas Henry. La lucha por la existencia en la sociedad humana. Madrid: Antígona, 2021.

17

Ibid., p. 32Huxley, Thomas Henry. La lucha por la existencia en la sociedad humana. Madrid: Antígona, 2021.

18

Ibid., p. 34Huxley, Thomas Henry. La lucha por la existencia en la sociedad humana. Madrid: Antígona, 2021

19

La configuración del darwinismo social se debe en gran medida la figura del filósofo Herbert Spencer. Véase Taylor, 2007Taylor, Michael. The philosophy of Herbert Spencer. Nueva York: Continuum, 2007..

20

Mac Laughlin, 2017, p. 209Mac Laughlin, Jim. Kropotkin y la tradición intelectual anarquista. Barcelona: Ariel, 2017..

21

Debo estas ideas a un texto inédito de José Luis Villacañas: «Hacia un concepto de contemporaneidad clásica».

22

Mac Laughlin, 2017, p. 199Mac Laughlin, Jim. Kropotkin y la tradición intelectual anarquista. Barcelona: Ariel, 2017..

23

Ibid., p. 195Mac Laughlin, Jim. Kropotkin y la tradición intelectual anarquista. Barcelona: Ariel, 2017..

24

Ibid., p. 199Mac Laughlin, Jim. Kropotkin y la tradición intelectual anarquista. Barcelona: Ariel, 2017..

25

Gould, 1988, p. 16Gould, Stephen Jay. «Kropotkin was no crackpot». Natural History, Vol. 97, Nº 7, 1988, pp. 12-21.. Véase Rogers, 1974Rogers, James Allen. «Russian opposition to darwinism in the nineteenth century». Isis. Vol. 65, nº 4 (diciembre 1974), pp. 487-505..

26

Kropotkin, 2016, p. 15Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

27

Gould, 1988, p. 18Gould, Stephen Jay. «Kropotkin was no crackpot». Natural History, Vol. 97, Nº 7, 1988, pp. 12-21..

28

Kropotkin, 2016, p. 21Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016.

29

Ibid., p. 30Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

30

IdemKropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

31

IdemKropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

32

Ibid., p. 31Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

33

Ibid., p. 32Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

34

Ibid., p. 34-48Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

35

Ibid., p. 48-61Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

36

Ibid., p. 72Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

37

Ibid., p. 88Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

38

Ibid., p. 91Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

39

Ibid., p. 109Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

40

Ibid., p. 127Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

41

Ibid., p. 133Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

42

Ibid., p. 159Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

43

Ibid., p. 162Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

44

Ibid., p. 168Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

45

Ibid., p. 172Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

46

Ibid., p. 194Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

47

Ibid., p. 255Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

48

Ibid., p. 233Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

49

Ibid., p. 264-266Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

50

Ibid., p. 268Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

51

Ibid., p. 269Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

52

Ibid., p. 274Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

53

Ibid., p. 275Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

54

Ibid., p. 300Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

55

Ibid., p. 321Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

56

Ibid., p. 320Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

57

Ibid., p. 322Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

58

Ibid., p. 324Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

59

Ibid., p. 330Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

60

Ibid., p. 339Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

61

Ibid., p. 198Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016..

62

Esposito, 2022, p. 19Esposito, Roberto. Institución. Barcelona: Herder, 2022.. El autor italiano problematiza en esta obra un doble presupuesto erróneo: la identificación de las instituciones con el Estado y la tendencia a comprenderlas en términos estáticos como realidades sin devenir.

63

Gould, 1988, p. 21Gould, Stephen Jay. «Kropotkin was no crackpot». Natural History, Vol. 97, Nº 7, 1988, pp. 12-21.

64

Desde la segunda década del siglo veinte, toda una generación de intelectuales alemanes asistió con una sensibilidad dramática a los acontecimientos con que la época se presentaba ante sus ojos. La Primera Guerra Mundial, el tratado de Versalles, la expansión de la Revolución Bolchevique, el golpe de Estado de Kapp, el período inflacionario de 1919-1924, la Gran Depresión de 1929 y una serie de otros hechos, marcaron la visión del mundo como una «era de las masas» o como un imperar frenético de la racionalización técnica. Según Bourdieu, en este contexto, sectores importantes de la burguesía alemana cultivada desplegaron el tópico de la «enfermedad de la civilización» y un mensaje de exaltación del terruño como alternativa a la decadencia cultural. El sociólogo francés explica todo esto como una «revolución conservadora» que sueña con una «reintegración tranquilizadora en la totalidad orgánica» de una sociedad pre-moderna y que teme las imágenes sobre el porvenir que se anuncian en el desarrollo del capitalismo y también en la crítica marxista del mismo. Véase Bourdieu, 1991Bourdieu, Pierre. La ontología política de Martin Heidegger. Barcelona: Paidós, 1991..

65

Varea, 2016, p. 413Varea, Carlos. «Kropotkin, Darwin y la evolución humana», en: El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016, pp. 401-418..

66

Ibid., p. 414Varea, Carlos. «Kropotkin, Darwin y la evolución humana», en: El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016, pp. 401-418..

67

Ugarte Pérez, 2021, p. 511Ugarte Pérez, Javier. Competencia o cooperación. Sobre la ideología que domina la biología. Madrid: Letra Minúscula, 2021..

68

Ibid., p. 521Ugarte Pérez, Javier. Competencia o cooperación. Sobre la ideología que domina la biología. Madrid: Letra Minúscula, 2021..

69

Margulis, 2003a, p. 287Margulis, Lynn. «Un gran dilema en biología», en: Una revolución en la evolución. Valencia: Universitat de València, 2003a, pp. 277-299..

70

Margulis, 2003b, p. 125Margulis, Lynn. «El reino animal: El malestar zoológico desde una perspectiva microbiana», en: Una revolución en la evolución. Valencia: Universitat de València, 2003b, pp. 115-140..

71

IdemMargulis, Lynn. «El reino animal: El malestar zoológico desde una perspectiva microbiana», en: Una revolución en la evolución. Valencia: Universitat de València, 2003b, pp. 115-140..

72

Margulis, 2003a, p. 291Margulis, Lynn. «Un gran dilema en biología», en: Una revolución en la evolución. Valencia: Universitat de València, 2003a, pp. 277-299..

73

Gould, 1988Gould, Stephen Jay. «Kropotkin was no crackpot». Natural History, Vol. 97, Nº 7, 1988, pp. 12-21..

BIBLIOGRAFÍA

 

Bellolio, Cristóbal. «La mano invisible y el relojero ciego: los límites del paralelo Smith-Darwin». Economía y política, 6 (I), 2019, pp. 5-29.

Bourdieu, Pierre. La ontología política de Martin Heidegger. Barcelona: Paidós, 1991.

Canguilhem, Georges. Le normal et le patologique. París: Presses Universitaires de France, 1966.

Canguilhem, Georges. «Los conceptos de “lucha por la vida” y “selección natural” en 1858: Charles Darwin y Alfred Russel Wallace», en: Estudios de historia y filosofía de las ciencias. Buenos Aires: Amorrortu, 2009, pp. 105-118.

Canguilhem, Georges. La formation du concept de réflexe aux XVIIe et XVIIIe siècles. París: Vrin, 2011.

Darwin, Charles. On natural selection. Londres; Penguin books, 2004.

Esposito, Roberto. Institución. Barcelona: Herder, 2022.

Fisher, Mark. Realismo capitalista. ¿No hay alternativa? Buenos Aires: Caja Negra, 2018.

Foucault, Michel. Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Collège de France (1978-1979). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007.

Gould, Stephen Jay. «Kropotkin was no crackpot». Natural History, Vol. 97, Nº 7, 1988, pp. 12-21.

Hayek, Friedrich. Los fundamentos de la libertad. Madrid: Unión Editorial, 2014.

Huxley, Thomas Henry. La lucha por la existencia en la sociedad humana. Madrid: Antígona, 2021

Kropotkin, Piotr. El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016.

Mac Laughlin, Jim. Kropotkin y la tradición intelectual anarquista. Barcelona: Ariel, 2017.

Malthus, Thomas. Primer ensayo sobre la población. Madrid: Alianza, 2016.

Margulis, Lynn. «Un gran dilema en biología», en: Una revolución en la evolución. Valencia: Universitat de València, 2003a, pp. 277-299.

Margulis, Lynn. «El reino animal: El malestar zoológico desde una perspectiva microbiana», en: Una revolución en la evolución. Valencia: Universitat de València, 2003b, pp. 115-140.

Rogers, James Allen. «Russian opposition to darwinism in the nineteenth century». Isis. Vol. 65, nº 4 (diciembre 1974), pp. 487-505.

Taylor, Michael. The philosophy of Herbert Spencer. Nueva York: Continuum, 2007.

Ugarte Pérez, Javier. Competencia o cooperación. Sobre la ideología que domina la biología. Madrid: Letra Minúscula, 2021.

Varea, Carlos. «Kropotkin, Darwin y la evolución humana», en: El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Logroño: Pepitas de calabaza, 2016, pp. 401-418.

Villacañas, José Luis. Neoliberalismo como teología política. Habermas, Foucault, Dardot, Laval y la historia del capitalismo contemporáneo. Barcelona: Ned Ediciones, 2020.

Vucinich, Alexander. Darwin in russian thought. University of California Press, 1989.