ISEGORÍA. Revista de Filosofía moral y política, N.º 68
enero-junio 2023, e16
ISSN-L: 1130-2097 | eISSN: 1988-8376
https://doi.org/10.3989/isegoria.2023.68.16

ARTÍCULOS

La técnica como forma de estar bien en el mundo: consideraciones en Ortega y Blumenberg*Este artículo se enmarca en el Proyecto de investigación «La ‘Tercera España’: génesis y usos públicos de un concepto político (1936-2020)», (PID2020-114404GB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación

Technique as a way of being well in world: considerations in Ortega and Blumenberg

Esmeralda Balaguer García

Universidad Complutense de Madrid
Facultad de Ciencias Políticas y Sociología

https://orcid.org/0000-0002-5633-0565

Resumen

A partir del contexto que la crisis de la modernidad delimita, la función de la técnica ha sido objeto de controversia en el pensamiento del siglo XX. Esta aportación pretende dar cuenta de la concepción que Ortega y Blumenberg tuvieron de la técnica y de cómo se articula esa idea en su filosofía. A su vez, también pretende establecer los puntos de unión que existen en las ideas sobre la técnica que ambos filósofos defendieron en tanto que estas ideas tienen validez para pensar hoy nuestra realidad. La comprensión de la técnica como el medio propio del ser humano para la realización de su proyecto vital y para su autoafirmación ofrece una mirada positiva frente a discursos que demonizan la técnica.

Palabras clave: 
Ortega; Blumenberg; técnica; bienestar; razón histórica.
Abstract

In the context of the crisis of modernity, the function of technique has been the subject of controversy in twentieth-century thought. This contribution aims to expose the Ortega and Blumenberg’s conception of technique and how this idea is articulated in their philosophy. At the same time, it also aims to establish the points of union that exist in the ideas about technique that both philosophers defended insofar as these ideas are valid for thinking about our reality today. The understanding of technology as the human being’s own means for the realisation of his life project and for his self-affirmation offers a positive outlook in the face of discourses that demonise technology

Keywords: 
Ortega; Blumenberg; Technique; Comfort; Historical reason.

Recibido: 11  mayo  2022. Aceptado: 12  enero  2023.

Cómo citar este artículo/Citation: Balaguer García, Esmeralda (2023) “La técnica como forma de estar bien en el mundo: consideraciones en Ortega y Blumenberg”. Isegoría, 68: e16. https://doi.org/10.3989/isegoria.2023.68.16

CONTENIDO

EL CONTEXTO DE LA TÉCNICA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

 

Hacia 1944, cuando la «cuestión judía» se había convertido en un problema que iba más allá de la emigración y evacuación forzosa de los judíos de Alemania, dos filósofos pertenecientes a la Escuela Fráncfort, Adorno y Horkheimer escribían en el «Prólogo» a Dialéctica de la Ilustración que se habían propuesto comprender por qué humanidad se hundía «en un nuevo género de barbarie».1 Adorno y Horkheimer, 2016, p. 51. Este creciente hundimiento tenía diversas consecuencias: una provenía del propio germen autodestructivo que la noción de progreso ilustrada llevaba dentro de sí; la otra, derivada de esta primera, tenía que ver con la aplicación de una razón instrumental que buscaba las formas más sofisticadas de la técnica disponible para variados fines, entre ellos, la destrucción y aniquilación de una minoría social.

Sin adelantar mucho la historia y volviendo a nuestro marco, con la Ilustración se inicia en el mundo moderno un proceso de secularización, al que Blumenberg aludía en su obra Legitimación de la Modernidad (1988),2Véase en concreto la primera parte de la obra en la que se analiza el concepto de «secularización» desde su historia. Puede encontrarse una traducción al español en: Blumenberg, Hans, La legitimación de la Edad Moderna, 2008. que transforma todos los ámbitos de la vida humana y que da lugar a una desmitificación del mundo, en términos de Max Weber. Horst Stuke, en su entrada a la voz «Aufklärung» («Ilustración»), para el Geschichtliche Grundbegriffe. Historisches Lexikon zur politisch-sozialen Sprache in Deutschland que editaron Otto Brunner, Werner Conze y Reinhart Koselleck, anotaba que «en el curso de esta ‘desmitificación’, la Ilustración se afana por convertir la educación de la persona en una razón autoconsciente y en una forma de vida ética autónoma, determinada no por la tradición y la verdad de una religión positiva, sino por la razón y por la verdad sobre Dios, el mundo y la persona».3La voz «Ilustración» está traducida al español en: Stuke, Horst, Koselleck, Reinhart, y Gumbrecht, Hans Ulrich, Ilustración, progreso, modernidad, trad. de Josep Monter Pérez, estudio introductorio de Faustino Oncina Coves, Madrid, Trotta, 2021, pp. 39-40.

La Revolución Francesa y las «corrientes espirituales ilustradas» asentaron las ideas esenciales de libertad, derechos fundamentales, igualdad ante la ley, soberanía, progreso y avances tecnológicos. Lo constitutivo de la Modernidad, dice Koselleck en Futuro pasado, es sentir ese nuevo tiempo como el tiempo de la aceleración promovida por el progreso. El siglo XX abre un horizonte de crisis de los valores de la modernidad: crisis de la razón pura y del pensamiento científico como anunciaba Nietzsche; crisis del modelo social y de las certezas y valores tradicionales, sostenía Zweig; crisis de la idea de progreso, crisis del liberalismo y surgimiento de nuevas ideologías (democracia, socialismo democrático, anarquismo, fascismo) analizaba Sartori; y surgimiento de la sociedad de masa de la que nos hablaba Ortega.

La filosofía de Ortega es una respuesta a esta crisis de la modernidad. Esta crisis la apuntaba por vez primera en 1923 en El tema de nuestro tiempo. En este libro el filósofo anunciaba que la razón vital, que también era razón histórica, era la superación de la razón pura idealista que la Modernidad había sostenido desde Descartes. La razón físico-matemática era insuficiente para el ser humano, pues esta había fracasado en su intento por comprender los problemas humanos queriendo buscar un ser fijo, su naturaleza, en las cosas. El ser del hombre es dinámico, cambiante, no-eleático, es aristotélicamente energéia, de modo que se precisaba de la aurora de una nueva razón que se hiciera cargo del ser del hombre en tanto que un ser ejecutivo que tiene un quehacer, que siempre está haciéndose. Esa razón era la razón vital, que, a su vez, es también histórica, porque el hombre nunca es el primer hombre, sino que comienza la andadura de su existencia en una determinada altura del tiempo, cargando a sus espaldas con las ruinas de la historia.

En otros escritos posteriores, enmarcados por la guerra y por la experiencia del exilio, como «Apuntes sobre el pensamiento, su teúrgia y su demiurgia» (1941), En torno a Galileo (1933) o La idea de principio en Leibniz y la evolución de la teoría deductiva (1947) Ortega insistía en que el fracaso de la razón físico-matemática había conducido a una crisis de creencias4Sobre cómo las crisis de creencias dan lugar a crisis históricas y sobre la articulación de las «ideas» y las «creencias» en la filosofía de Ortega véase En torno a Galileo e «Ideas y creencias» en Ortega y Gasset, José, Obras Completas, Madrid, Taurus / Fundación José Ortega y Gasset, 2004-2010, tomo VI y V respectivamente. En adelante, serán citadas con el nombre del escrito, el tomo y la página. en tanto que los avances tecnológicos habían desatendido lo humano.5La literatura, que amplía la experiencia de la vida en tanto que, siguiendo a C. S. Lewis, puede ser comprendida como logos, nos ofrece una mirada privilegiada de los cambios que van aconteciendo en la historia. En 1818 la escritora británica Mary Shelley publicaba el mito del Prometeo moderno, Frankenstein. El personaje que aparece en este libro es una creación aberrante del dominio y avance de la técnica. El hombre Frankenstein constituye el modelo de aquel ser cuya técnica deshumanizada lo desarraiga de la posibilidad de pertenecer a una comunidad. Esta obra, escrita a principios de la revolución industrial, es una metáfora del peligro de un desarrollo técnico deshumanizado que aspira a ser la mano de Dios y deja entrever un nuevo tipo de configuración del mundo que Ortega entre otros calificarían como «era de la técnica».

En «Apuntes sobre el pensamiento […]» Ortega hacía notar que el pensamiento había sufrido dos grandes crisis: una de ella era una crisis de fundamentos, pues la matemática, la lógica y la física se habían dado cuenta del problematismo que abrían sus principios fundamentales; y la otra era una crisis de la actitud del hombre ante el pensamiento mismo. El siglo XIX se había constituido sobre la base de la fe en la razón como vigencia colectiva. La fe era efectiva porque la razón parecía resolver los problemas materiales; sin embargo, Ortega apuntaba que había fracasado en la resolución de los problemas morales y sociales que todo ser humano siente «como últimos y decisivos».6«Apuntes sobre el pensamiento, su teúrgia y su demiurgia», VI, pp. 6-9.

Seis años después, en La idea de principio en Leibniz […] reafirmaba que la razón histórica era el nuevo método para hacerse cargo de la filosofía y de la historia. El modo de pensar iniciado en Grecia hacía 2800 años había llegado a su fin porque su razón mantenía olvidada la importancia de la vida. Primum vivere deinde philosophare. Su razón histórica es primero vital, porque solo una razón enraizada en la vida, y toda vida es siempre su historia, puede aportar una perspectiva de comprensión de la realidad más cercana a la verdad.

La razón histórica, que volvía la mirada sobre la vida, podía humanizar a la técnica desde la que toda vida se va haciendo en el ritmo mismo que es el vivir. Marcos Alonso hace notar que a Ortega le interesa el momento histórico que abre la Modernidad porque el proyecto de vida que se está ejecutando a partir de la aplicación de la técnica científica es el responsable de su mundo presente. Es más, Alonso afirma que Ortega tiene que llevar a cabo «una genealogía de la Modernidad que la relativice y muestre sus grietas y deficiencias».7 Alonso, 2021, pp. 126-127.

Hans Blumenberg, por su parte, construirá su filosofía en torno a la idea de que en la Edad Moderna se ha producido una merma del orden. El principio de organización teológico por el que se había regido el mundo hasta el siglo XVIII entraba en crisis y dejaba de ser válido, trayendo consigo una quiebra del orden vigente o, en palabras de Ortega, un periodo de crisis histórica en el que las creencias básicas se ponen en cuestión. La merma del orden supone una ruptura con la tradición legada por los padres intelectuales y, al mismo tiempo, el nacimiento de un orden nuevo que, para el filósofo alemán, se basa en un proceso de autoafirmación del ser humano en el mundo por medio de la acción técnica.

Ante la merma del orden que produce la caída de las garantías teológicas, como señala Gonzalo Manzullo, la técnica, para Blumenberg, es un mecanismo de mediación para la comprensión del mundo y para construir el horizonte de expectativas del actuar humano.8 Manzullo, 2021, p. 124.

José Luis Villacañas sostiene que Blumenberg era un ilustrado decepcionado, que había apostado por una genuina fenomenología de la historia que mostrara que la historia no puede pensarse en términos de progreso. Este había sido el gran error de los ilustrados, creer con fe ciega en la teoría del progreso sin ser conscientes de la dificultad que supone transmitir el legado intelectual de padres a hijos de forma efectiva.9 Villacañas, 2013.

Los valores de la ilustración se quebraban y el orden constituido hasta el momento empezaba a desvanecerse. En esta situación de naufragio la filosofía trata de dar un nuevo sentido a la realidad. Para Blumenberg, esto acontece gracias a la técnica, que lejos de alienar al ser humano le otorga la capacidad de construir un nuevo mundo basado en su autoafirmación. Por ello, el filósofo afirmaba que la técnica es «un elemento constitutivo de la Edad Moderna».10 Blumenberg, 2013, p. 108. La técnica es el nuevo modo que tiene el hombre de relacionarse con la naturaleza para reobrar sobre la realidad y autocomprenderse en relación con el medio que le rodea.

En oposición a este escenario en el que la técnica se suma como un factor más de la decadencia de Occidente,11Recuérdese que en 1918 Oswald Spengler publicaba Der Untergang des Abendlandes. Umrisse einer Morphologie der Weltgeschichte (La decadencia de Occidente) y en 1931, dos años antes de que Ortega impartiera su curso de verano en Santander sobre Meditación de la técnica, veía la luz su obra Der Mensch und die Technik. Beitrag zu einer Philosophie des Lebens (El hombre y la técnica. Contribución a una filosofía de la vida) en la que Spengler presentaba una visión determinista de la técnica ligada a su noción de decadencia. Ortega y Spengler no comparten su visión de la técnica. Para ahondar más en esta cuestión véase el estudio de Piro, 2013, pp. 43-58. Ortega y Blumenberg ofrecieron una reflexión positiva de la misma, entendiendo esta como una parte inseparable del hombre, casi como si se tratara de un órgano del cuerpo. González Quirós apunta que Ortega rompía con la «concepción heredada» de la técnica, según la cual los pensadores del siglo XX habían hecho una caracterización humanamente negativa de la técnica; en cambio, Ortega tenía una idea de la técnica en transición que navegaba desde la tradición para oponer la noción de la técnica como aquel mecanismo que permite al hombre vacar a sí mismo.12 González Quirós, 2006, p. 102.

Blumenberg y Ortega coinciden en que la técnica solo es comprensible en relación con el mundo de la vida, o en palabras del filósofo español, vertebrada y enraizada en la vida de cada cual. El desarrollo de la técnica tiene que vincularse a la presencia de las humanidades en la educación de los individuos.13Al respecto Javier Echeverría ha presentado una reflexión interesante. Echeverría sostiene que el espacio que han abierto las nuevas tecnologías de la información hacia finales del siglo pasado es un nuevo espacio social en tanto que podemos entenderlo como una «sobresociedad», haciéndose eco del concepto orteguiano de «sobrenaturaleza» que viene a designar esa otra piel que el ser humano fabrica con la técnica para satisfacer unas necesidades que le permiten vivir mejor. Lo interesante es que apunta que esa «sobresociedad» o sociedad de la información puede sentirse como amenazante (de hecho, así se sigue sintiendo todavía, piénsese en el problema de la vulnerabilidad digital), de modo que para compensar esa incertidumbre del avance tecnológico Echeverría apela al humanismo. Véase Echeverría, 2000, p. 30. Para los romanos, el concepto humanitas designaba una serie de comportamientos ejemplares que apuntaban al centro de lo humano. Sin la práctica de esos estudios humanistas, el ser humano, en tanto que individuo y en tanto que perteneciente a una comunidad, estaba condenado a perderse y a vivir en la barbarie. Cicerón había sostenido que en los studia humanitatis ac litterarum el ser humano conquistaba su humanidad. En este sentido las humanidades tienen un cariz pedagógico. Un uso de la técnica no conducido por este gusto de las bonae litterae que afirmaba Cicerón se convierte en un arma de dominación y poder. Las humanidades y los estudios culturales son aquel lazarillo que conduce la técnica para el bienestar de la propia vida.

Ortega afirmaba que lo que Cicerón calificó de humanitas se denominó en el siglo XIX como Kultur o Civilisation. La salvación de una Europa destruida y fragmentada no radicaba en la demonización de la técnica, sino en una recuperación de las humanidades y de los estudios culturales para conducirla. La comprensión de la técnica que tanto Ortega como Blumenberg presentaron es una suerte de «compensación» ortopédica de la vida, en términos de Odo Marquard.14Véase Marquard, 2001.

Si retomamos nuestra historia, la relación de Ortega y Blumenberg fue inexistente en vida; sin embargo, la constelación de pensamiento es la misma para ambos. Es más, Ortega influyó en los maestros de Blumenberg. Menciono esto porque su comprensión de la técnica en un momento de fuerte «crisis histórica»15Sobre las crisis históricas véase En torno a Galileo, VI y Zamora, Javier, «La razón histórica», Guía Comares de Ortega y Gasset, ed. de Javier Zamora Bonilla, Granada, Comares, 2016. es similar. Poner de manifiesto esta relación es una tarea significativa para alumbrar un contexto convulso como lo fue el periodo de entre guerras. Es posible que Blumenberg no leyera los escritos de Ortega sobre la técnica; sin embargo, lo que ambos dicen de este concepto es, por momentos, casi lo mismo.

Blumenberg escribió una breve reseña sobre un libro que reunía algunos escritos del filósofo español bajo el título Pasado y porvenir del hombre actual,16Los textos que se incluyeron en este volumen fueron «Pasado y porvenir del hombre actual» (1951), «Fragmentos de Origen de la Filosofía» (1953) y «Apuntes sobre el pensamiento, su teúrgia y su demiurgia» (1941). publicado póstumamente en 1962 en Revista de Occidente.17El manuscrito puede encontrarse en el Archivo de la Deutsches Literaturarchiv de Marbach, con la signatura HS.2003.0001. Este libro, en su versión española, incluyó las dos conferencias que Ortega impartió en el Coloquio de Darmstadt en 1951 a propósito de la técnica.18En el Coloquio de Darmstadt, que reunió a arquitectos e intelectuales europeos para pensar cómo asentar las bases de una nueva configuración del espacio tras la II Guerra Mundial, Ortega coincidió con Heidegger, que presentó la conferencia «Bauen, Wohnen, Denken» («Construir, habitar, pensar»). La edición alemana del libro orteguiano que Blumenberg leyó no incluye las conferencias sobre la técnica, sino otros textos de Ortega acerca de la naturaleza de la filosofía y del hombre en tanto que ser histórico.

En el marco de este contexto, la intención de esta aportación es la de poner de manifiesto la vinculación existente entre el pensamiento de Ortega y de Blumenberg a propósito de su comprensión de la técnica y la de analizar y categorizar la idiosincrasia que estos filósofos atribuyeron al fenómeno técnico presente en la vida humana.

La ecdótica que envuelve los textos que he estudiado es significativa, pues en todos los casos se trata de conferencias o cursos que se dirigen a un oyente académico. En el caso de Ortega, sus reflexiones en torno a la técnica empiezan en los años 30 y se consolidan durante el periodo de exilio. Los tres textos que permiten esclarecer el carácter de la técnica son: el curso «Meditación de la técnica» que impartió en la Universidad de Verano de Santander en 1933, la conferencia «Ensimismamiento y alteración» impartida en 1939 en la Sociedad de Amigos del Arte de Buenos Aires y la conferencia que impartió en 1951 en el Coloquio de Darmstadt, «El mito del hombre allende a la técnica».

Historia del espíritu de la técnica de Blumenberg recoge, por un lado, dos trabajos póstumos de los años 60 que se encontraron en una carpeta archivada por él mismo con las siglas GT (Geistesgeschichte der Technik) y, por otro, dos conferencias que impartió en un congreso de historiadores en Friburgo en 1962. Ernst Müller hace notar que en dicho congreso diferentes corrientes, entre ellas, la historia social y la historia estructural, se habían impuesto al historicismo defendido por Friedrich Mainecke. Blumenberg, que no pertenecía a ninguna de estas corrientes de la histórica, presentó una conferencia provocadora que pretendía abordar los «Problemas metodológicos de una historia espiritual de la técnica». La técnica no era el objeto de estudio del historicismo y la historia del espíritu era la antítesis de la historia social. Es más, sigue Müller exponiendo, Blumenberg usa para su argumentación ejemplos precisos que remiten a la relación que la técnica tiene con el mundo de la vida.19 Müller, 2015, pp. 92-93. Blumenberg, al igual que Ortega, había reparado en la importancia de radicar la razón en la vida. El filósofo alemán nos advierte de la dificultad de escribir una historia del espíritu de la técnica, en el primer documento que compone la edición Historia del espíritu de la técnica.20Véase el capítulo I, «Algunas dificultades de escribir una historia del espíritu de la técnica», en Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Valencia, Pre-textos, 2013. Por ello hay que partir de un hecho fenomenológico de primer orden, la propia vida humana.

El contexto de estas conferencias es el de la catástrofe de la II Guerra Mundial y el de un mundo aparentemente deshumanizado a causa de la técnica. Frente a la actitud crítica que mantuvo Heidegger hacia la técnica, Ortega y Blumenberg vieron en ella un aparato que no solo facilita, sino que, sobre todo, posibilita la vida humana y su autocomprensión. La técnica les va a permitir a ambos hilar un discurso humanizador.

Blumenberg y Ortega coinciden en que la técnica solo es comprensible en relación con el mundo de la vida, o en palabras orteguianas, vertebrada y enraizada en la vida de cada cual.

LA TÉCNICA LEGITIMADORA DE LA MODERNIDAD

 

Ernst Müller expone que desde los años cincuenta el concepto de técnica es fundamental para la autocomprensión de su concepto «legitimidad de la Edad Moderna».21 Müller, op. cit., pp. 85. La técnica y la tecnificación han estado ligadas a los problemas filosóficos que el alemán trató en sus obras. Antonio Lastra sostiene que la lectura de Historia del espíritu de la técnica prepara la lectura de la primera y más importante afirmación del filósofo, la de una historia de autoafirmación que consiste en «una nueva comprensión de la realidad y del lugar que el ser humano ocupa en esa realidad». La técnica es la condición de la legitimación de la Modernidad,22 Lastra, 2014/1, en línea es su elemento constitutivo porque, desde un punto de vista histórico, ha generado una serie de necesidades secundarias que van más allá de la supervivencia del ser humano. En estos mismos términos hablará Ortega, entendiendo la técnica como una «sobrenaturaleza».

Consciente de la valoración negativa que la tradición europea había concedido a la técnica, Blumenberg pretendía asentar una confianza espiritual en la misma que se opusiera a esta valoración. Para ello expone sus reflexiones sobre la técnica desde una perspectiva histórica con el fin de construir una historia del espíritu de la técnica que le devuelva el valor que le corresponde.23 Blumenberg, op. cit., p. 18. Blumenberg advertía que de esta historia formaba parte «no solo el espíritu que promueve la técnica, sino incluso aquel espíritu que la técnica misma promueve».24 Ibid., p. 85.

Al inicio de sus reflexiones, Blumenberg constata que desde el análisis historiográfico la invención de la técnica es datable pues tiene como resultado las sociedades industrializadas modernas, haciéndose eco de los argumentos de Marx. ¿Qué es una historia de la técnica? Esta es la pregunta guía de su argumentación. Blumenberg señala que no se trata de una crónica de los nuevos procedimientos técnicos ni tampoco es la historia de la técnica en la historia. El filósofo advierte de la dificultad de definir esta historia de la técnica porque la crítica de la cultura «va desde una actitud de optimismo tecnológico hasta la demonización de la técnica». Ante esta circunstancia la historia de la técnica tiene que poner de manifiesto qué clase de impulsos han permitido un nuevo orden en la realidad.25Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, op. cit., p. 13 Dicho de otro modo, cuáles han sido las motivaciones para construir un nuevo estilo de vida sustentado en la técnica.

El tema de una historia del espíritu de la técnica radica en considerar si ante un nuevo orden del mundo surge en el ser humano un deseo de técnica. Ortega solía apuntar que el ser humano va haciéndose, al mismo tiempo que la comunidad va realizando su proyecto, en tanto que tiene la capacidad de anhelar y de proyectar nuevas realidades.

El paso de la Edad Media a la Edad Moderna es un proceso de volatilización de las creencias vigentes26Ortega realiza un análisis del Renacimiento a propósito de la figura de Juan Luis Vives en tanto que una época a caballo entre dos edades cuyas creencias están en un proceso de crisis. Véase «Vives», V, pp. 609-622 y «Juan Luis Vives y su mundo», IX, pp. 441-470. que abre un nuevo espacio en el que el ser humano, según apunta Blumenberg, tiene que crear un nuevo orden para lograr su autoafirmación. La técnica cumple esa función autoafirmadora. No es que la merma del orden produzca la aparición de la técnica, pues momentos de crisis histórica o merma del orden ha habido a lo largo de la historia, sino que es el proyecto de autoafirmación humano, ese impulso erótico, que propone el deseo y que en este caso se da en la particularidad de la Edad Moderna, el que da razón de que esta es una necesidad de esta época en una historia del espíritu de la técnica.

Blumenberg propone abordar el problema de la técnica desde dos enfoques: el primero entiende la técnica como un producto humano en tanto que «la tecnicidad se halla enraizada en la naturaleza del hombre y es, por tanto, tan antigua como el hombre mismo»; el segundo, entiende la técnica como un fenómeno histórico y no solo incluye en su enfoque el anterior, sino que lo trasciende, pues la técnica no queda reducida a la «funcionalidad instrumental de asegurar existencialmente y satisfacer las necesidades elementales del hombre».27Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, op. cit., p. 108.

La pregunta definitiva que plantea la comprensión de un espíritu de la técnica a partir del segundo enfoque es la de constatar si la tecnicidad es un tema de la autointerpretación o autorealización del ser humano. Dicho de otro modo, ¿el ser humano se interpreta a sí mismo a través de la técnica? Son ineludibles las conexiones con el filósofo español. Ortega llamó a esta capacidad de inventarse a sí mismo la vida «vida inventada» en Meditación de la técnica.

Autoafirmación del ser humano significa, en palabras de Blumenberg, «un programa existencial bajo el cual el hombre arma su existencia histórica y en el cual el propio hombre se bosqueja a sí mismo cómo quiere tomar la realidad que le salga al encuentro y cómo quiere asumir sus posibilidades».28 Ibid., p. 109. Este programa que uno se inventa para sí mismo frente a las posibilidades e inconvenientes que presenta la realidad, frente al horizonte de experiencias posibles, señala Blumenberg, tiene que ver con la comprensión del mundo en su forma imperante o decadente. La «merma del orden» a la que alude el filósofo suena por todas partes al concepto de «crisis histórica» de Ortega. Merma del orden es «una transformación fundamental en el entendimiento que se tiene del mundo y en las expectativas, las valoraciones y sentidos del mismo implicados».29 Ibid., p. 109. Los periodos de crisis histórica son periodos en los que fallan las «seguridades» o creencias colectivas que conforman el mundo que nos sostiene. El ser humano recurre a la técnica para fabricar o inventar un mundo de seguridades nuevamente,30 En torno a Galileo, VI, p. 389. a pesar de que el cariz del paisaje vital tiene forma de cambio.

La superación de las crisis se da por medio de la construcción de nuevas ideas que se conviertan en creencias. Por ello, el alemán afirma que el ser humano supera «no solo las crisis que él mismo se ha deparado, sino el sistema, que se ha vuelto crítico, de su propia interpretación y de su interpretación del mundo mediante una nueva concepción».31Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, op. cit., p. 112. En este sentido entiende que la ciencia y la técnica moderna han permitido al ser humano aceptar su finitud, autolimitándose a aquellas posibilidades que son factibles para él.

Blumenberg identifica esta merma del orden con la crisis del orden espiritual que tiene lugar a finales de la Edad Media.32 Ibid., p. 113. Una merma del orden es una oportunidad de encaminar ese proceso de transformación hacia algo técnicamente disponible dentro de las posibilidades humanas. ¿Qué se entiende, entonces, por progreso? El progreso técnico no es una secuencia que se da necesariamente en la historia. Blumenberg reniega de esta idea ilustrada. El progreso técnico, en tanto que transformación de las posibilidades humanas, tiene que ver con acciones que pongan la atención en alternativas posibles33 Ibid., p. 80. que hasta entonces habían pasado desapercibidas porque no estaban en el horizonte de esperanzas y expectativas del ser humano.

La historia del espíritu de la técnica es una historia de la autoafirmación del ser humano y del tipo de vida dominante en una época de merma del orden. En esta historia Blumenberg hace constar que el lenguaje tiene una tarea fundamental. Debe utilizarse el lenguaje con propiedad para que una historia del espíritu de la técnica pueda mostrar, por medio de las determinaciones lingüísticas, cuáles son los presupuestos de la realidad circundante.34 Ibid., p. 34. No podemos olvidar que nuestro acceso al mundo es lingüístico y que la lengua, que deviene un uso social, conforma la construcción de la realidad que inventamos y tiene el poder de modificarla. La técnica carece de un lenguaje propio como las matemáticas. Hemos de poner al servicio de la técnica la lengua común y usual para legitimar la técnica como constitutiva de la Edad Moderna.

Quede de esta exposición la idea de que mediante la técnica se conforma un «nuevo carácter humano de la realidad»35 Ibid., p. 36. en tanto que el ser humano reflexiona con el lenguaje y categoriza las carencias de la naturaleza para encontrar en ellas un aliciente de su comportamiento.

El análisis de Blumenberg sobre la técnica no gira en torno a los peligros que su mal uso entraña para la supervivencia de la humanidad, sino sobre su relación moral con el ser humano, en tanto si su poder lo conduce o no a la alienación en una estela marxista.

LA TÉCNICA COMO ORTOPEDIA DE LA VIDA FRACTURADA

 

En 1935 Ortega escribía en Historia como sistema que «el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene […] historia». Esta provocadora exageración no quería significar que el hombre no tuviera realmente naturaleza, sino que el ser humano ha reducido a un mínimo en su vida las necesidades naturales e incluso las ha convertido en cultura. Lo único que tiene el hombre de naturaleza es lo que ha sido. Al hombre le resulta insuficiente la naturaleza, dice Ortega, y por eso inventa una «sobrenaturaleza» capaz de satisfacer por medio de la técnica las necesidades espirituales o intelectuales. En este sentido, Ortega articula la técnica como una necesidad existencial para adaptar el medio al individuo, para convertir la circunstancia en un lugar más habitable y favorable a su desarrollo humano.

El espíritu técnico ha estado presente en el ser humano desde el momento mismo en que imagina un mundo distinto al natural para satisfacer sus deseos. La técnica es un elemento constitutivamente humano. El ser humano es un ser técnico desde su primera incursión en el mundo. La técnica estaba en la caza, en la fabricación de utensilios para labrar la tierra, para desplazarse o vestirse, en las pinturas rupestres, que servían para advertir del peligro o para informar de las bonanzas de una tierra, en el uso del lenguaje para comunicar los pensamientos y en su paso a la escritura.36Javier Zamora y Antonio Diéguez, en su estudio introductorio a la edición de Meditación de la técnica, exponen brevemente este espíritu técnico del ser humano en la historia y hacen notar que los beneficios del uso de técnicas avanzadas en la vida cotidiana y laboral empiezan a propagarse gracias a la revolución industrial y llegan hasta nuestros días con la ventana de posibilidades que abre Internet y las nuevas tecnologías. También cabe destacar de su trabajo que presentan a Ortega como un pionero en los estudios sobre filosofía de la tecnología, pues la tarea filosófica formal de pensar las implicaciones de la técnica en la vida no llega hasta los años sesenta (Diéguez Lucena y Zamora Bonilla, 2015, pp. 9-12). Carl Mitcham también había hecho notar que Ortega fue el primer filósofo sensible al problema de la transformación tecnológica de la cultura (Véase Mitcham, 2000, p. 31).

Esta técnica se ha desarrollado y perfeccionado a lo largo de la historia y sus condiciones van más allá de las posibilidades sociales y materiales, si no que han sido, sobre todo, vitales. Dicho de otro modo, el impulso humano por desear e imaginar más ha posibilitado un desarrollo mayor de la técnica, idea que comparte Blumenberg cuando afirma que la historia del espíritu técnico surge del deseo de técnica que el ser humano tiene para su autocomprensión. El filósofo español comprendió la vida como producción: vivir es hallar medios para realizar un programa vital que trasciende los aparentes límites de un mundo ya construido. Por ello, el ser humano carga con un pasado cultural en el que se ha ido dando un proceso de autocreación por medio de la técnica.

En «El mito del hombre allende la técnica» Ortega narra que este impulso técnico del hombre aparece para «crear» un nuevo mundo. Técnica es creatio ex aliquo. Esta aspiración de crear otro mundo aparece porque el ser humano vive en un mundo originario que convenimos llamar «naturaleza» pero no pertenece a ella. Es más, este mundo natural produce en él un extrañamiento y perplejidad tal que lo convierte en un animal enfermo. Desde el punto de vista natural es de hecho un ser enfermo que intenta seguir viviendo a pesar de esa condición. El filósofo afirma que la cuestión del origen del hombre se nos ha hecho difícil y que solo una razón que se contraponga a la razón pura, esto es, una razón histórica, que no entienda al hombre como un ser estático, sino que comprenda sus vívidos movimientos, es capaz de dar cuenta de un hombre que naturalmente está enfermo y debería morir, pero por el contrario no lo hace. Platón sostiene: Ortega, tenía la conciencia de esta necesidad de la narración -esa es la operación de la razón histórica- y por ello recurrió al mito. Del mismo modo Ortega nos presenta ese origen del hombre de forma narrativa y vincula el mito del origen del hombre al mito del origen del lenguaje.37Martín señala que el mito del origen del lenguaje tiene su reescritura en términos lingüísticos en la lección XI del curso de 1949 de El hombre y la gente (Martín, 1999, p. 310).

Ortega cuenta que el primer hombre descubrió un mundo fecundo en su interior, repleto de figuras imaginarias. Este dentro hacia donde miraba tenía la necesidad de comunicarlo a otros y para ello inventó la lengua. Por eso la mirada del ser humano se dirige desde el extrañamiento y alteración exterior hacia el ensimismamiento del interior. Ortega vincula la técnica a la capacidad imaginativa -el ser humano es un ser fantástico- como un aparato ortopédico que alivia la enfermedad que padece el hombre frente al resto de animales. El lenguaje también es una creación ortopédica de la técnica para comunicar las imágenes del dentro.

Si volvemos al mito que narra Ortega, tres ideas fundamentales se desprenden de él: 1. El ser humano es un animal enfermo que sobrevive de pura casualidad, por ello crea una «sobrenaturaleza» con ayuda de la técnica.38Diéguez y Zamora señalan una tesis interesante según la cual Ortega fuerza la teoría evolucionista de Darwin cuando afirma que el ser humano no se caracteriza por adaptarse al medio, sino que es el gran inadaptado porque no encuentra su medio en ninguna parte, más bien trasforma el medio en el que se encuentra (Diéguez y Zamora, op. cit., p. 14). Antonio Diéguez especifica que el hombre, en tanto que homo faber, busca habitar un mundo tecnificado que logra por medio del ensimismamiento. La enfermedad del hombre es esta capacidad de meterse dentro de sí y ensimismarse que le permita volver al mundo de la acción tras meditar cómo operar técnicamente en él.39 Diéguez, 2015, pp. 123-124. Josep María Esquirol pone de manifiesto que la «secuencia trascendental» en este proceso de creación es la siguiente: extrañamiento-interioridad-proyecto.40 Esquirol, 2011, p. 27. La creación de un mundo técnico en el que vivir bien es un proyecto que el hombre idea en los momentos de ensimismamiento que la técnica misma le va ofreciendo a medida que ahorra esfuerzos. La técnica es el esfuerzo que hacemos para ahorrar esfuerzo;41 Meditación de la técnica, V, p. 566. 2. El ser humano encuentra una riqueza de figuras imaginarias en su interior. Frente al mundo circundante, él es capaz de meterse dentro de sí y de hacerse representaciones del mundo gracias a la potencia fantástica de su mente. El resto de animales viven alterados pues su condición de existencia se da hacia afuera, pero «cuando este animal que se convirtió en el primer hombre encontró tal riqueza en imágenes internas, la dirección de su atención realizó el más grande y patético giro desde fuera hacia dentro. Empezó a prestar atención a su interior, es decir, entró en sí mismo: era el primer animal que se encontraba dentro de sí».42«El mito del hombre allende la técnica», VI, p. 815. En Meditación de la técnica Ortega hace notar que la capacidad fantástica del hombre le permite inventarse su vida, a la que llama vida humana o bienestar. Al inventarse esta vida, se la hace y se vuelve novelista de sí mismo,43 «Meditación de la técnica», V, p. 567. por ello solo una razón histórica es capaz de dar cuenta de la vida que fue. El proyecto de vida que cada uno de nosotros inventamos pasa necesariamente por el tamiz de la elección. Estamos forzados a elegir entre los diversos proyectos que alberga nuestro interior, por eso el hombre es «un animal esencialmente elector»,44«El mito del hombre allende la técnica», VI, p. 815. que es capaz de escoger y, lo más importante, de escoger bien (piénsese en la etimología de eligere), en función de su capacidad de rememorar el pasado. La forzosidad de la elección hizo al hombre libre, afirma Ortega. La sobrenaturaleza que el ser humano se inventa y se crea nace de una disyuntiva: la necesaria y forzosa elección entre los límites de facilidades y dificultades que impone la tensión entre circunstancia y fantasía. En la medida en que cada individuo elija unos proyectos y no otros operará necesariamente el olvido, pues es el único mecanismo que permite seguir recordando y pensando; 3. Esta tercera idea no se desprende explícitamente del mito, si bien está latente en la patencia y tiene que ver con el lenguaje. El hombre tiene necesidad de decir -acto originario que aflora desde un dentro- su mundo interior. El lenguaje saca a la luz lo latente que hay en él, es expresión del mundo fantástico que alberga en sí mismo. De modo que se comprende el lenguaje como una técnica que permite al animal enfermo hacerse compresente a otros animales enfermos. La técnica lingüística auxilia al hombre para que pueda habitar un mundo conceptual en el que no se sienta enfermo.

El mito de Ortega pone de manifiesto «la victoria de la técnica: esta quiere crear un mundo nuevo para nosotros, porque el mundo originario no nos va, porque en él hemos enfermado. El nuevo mundo de la técnica es, por tanto, como un gigantesco aparato ortopédico».45Ibid., p. 817. Este mito es una imagen alegórica de toda una filosofía de la técnica contenida en el curso de verano Meditación de la técnica de 1933.

En la primera lección define la técnica de este modo: «la reforma que el hombre impone a la naturaleza en vista de la satisfacción de sus necesidades».46 «Meditación de la técnica», V, p. 558. ¿A qué necesidades se refiere? El lector ya intuirá que se trata de una serie de necesidades superfluas que aparecen cuando las básicas ya están aseguradas, ya que el ámbito de acción de la vida humana es mucho más amplio que el espectro natural. Podemos entender esto desde la contraposición naturaleza-historia: aquellas necesidades superfluas que inventamos para vivir en un mundo adaptado a nosotros con el tiempo se vuelven cultura e historia. Aclaremos entonces de qué tipo de necesidades se trata. Como el ser humano es un ser deficiente en el mundo natural, su impulso es el de estar bien en el mundo. La búsqueda del bienestar, que es lo superfluo, es una necesidad para él. Dicho de otro modo, solo lo superfluo es necesario. El impulso de producción de lo superfluo para «vivir bien» nace de una profunda insatisfacción en el hombre, que desea constantemente tener cosas que nunca ha tenido para mejorar su bienestar, así primero se desplaza a espaldas de un caballo y luego construye un ferrocarril. En este ejemplo confluyen dos características de la técnica para Ortega: el deseo de producir mayor bienestar y el ahorro de esfuerzo y tiempo de vida para invertirlo en nuevos momentos de ensimismamiento: «La técnica es la producción de lo superfluo […] que las necesidades humanas son objetivamente superfluas y que solo se convierten en necesidades para quien necesita el bienestar».47 Ibid., p. 562. Sin embargo, Ortega advierte que la técnica no es estable, varía en función de la idea de bienestar que se tenga en cada momento. De ahí la necesidad de una razón histórica que razone, entienda y piense los frutos de la técnica en su contexto y enraizados en las vidas.

Siguiendo la segunda característica de la técnica que he apuntado, los actos técnicos que el ser humano ejecuta le otorgan la posibilidad de ahorrar esfuerzo en trabajos futuros. La técnica reobra en la circunstancia con el fin de descargar al hombre de esfuerzos impuestos por ella y así gozar del tiempo ahorrado. Ese esfuerzo ahorrado que se traduce en tiempo de vida lo aprovecha el hombre para forjarse nuevas ideas y futuras acciones sobre el mundo. Es así como el hombre humaniza el mundo. Ortega expresa que esa invención de su vida que hace el hombre la llama bienestar, pues «en el hueco que la superación de su vida animal deja, vaca el hombre a una serie de quehaceres no biológicos, que no le son impuestos por la naturaleza, que él se inventa a sí mismo,»48 Ibid., p. 567. trascendiendo así la realidad natural.

En esta medida, la técnica aparece cuando el individuo tiene que realizar su proyecto vital, esto es, la inexorable tarea de realizar nuestro quehacer, por ello la vida se comprende como una fabricación de sí misma: «Vivir […], es decir, hallar los medios para realizar el programa que se es. El mundo, la circunstancia, se presenta desde luego como primera materia y como posible máquina».49 Ibid., p. 574. La idea es que la vida solo puede ejecutarse en la medida en que encontramos momentos de ensimismamiento para reobrar sobre la circunstancia desde la posibilidad técnica. Esta favorece el bienestar de la vida y la ejecución de nuestros proyectos. Mayor bienestar o mayor producción de lo superfluo es igual a mayor tiempo disponible para hacernos y fabricarnos nuestras vidas. De modo que la invención de la vida está en un estadio pre-técnico. Esto tan solo se logra con la técnica, según Ortega:

[…] porque el hombre tiene una tarea muy distinta que la del animal, una tarea extranatural, no puede dedicar sus energías como aquél a satisfacer sus necesidades elementales, sino que, desde luego, tiene que ahorrarlas en ese orden para poder vacar con ellas a la improbable faena de realizar su ser en el mundo. He aquí por qué el hombre empieza cuando empieza la técnica.50 Idem.

La misión de la técnica es dar franquía al hombre para poder vacar a sí mismo.

HACIA UNA COMPRENSIÓN COMÚN DE LA TÉCNICA EN ORTEGA Y BLUMENBERG

 

Ortega y Blumenberg advierten que solo es posible comprender el espíritu técnico desde una perspectiva humana. Para Ortega, la técnica es la oportunidad que tiene el hombre para ocuparse de realizar su auténtico ser, su quehacer, en el mundo. La técnica para Blumenberg es el medio de la autoafirmación del ser humano, que, además, hace comprensible las motivaciones de un determinado estilo de vida sustentado en esa misma técnica.

Partiendo de estas consideraciones en ambos filósofos, es posible trazar un camino común en el que la concepción de la técnica que presentan dentro de su sistema filosófico nos permita entenderla no como un instrumento externo a nuestra naturaleza humana, sino como el medio mismo en el que acontece nuestra vida. La técnica es el medio en el que habitamos, permite nuestro desarrollo físico y espiritual, pues a medida que esta técnica se sofistica nos ofrece más tiempo para regresar a los momentos de ensimismamiento.

Se puede delinear una serie de cuatro características fundamentales de la técnica en las que ambos filósofos coinciden. Presentaré dichas características a modo de sentencias.

  • 1. La técnica es un aparato ortopédico. En el «Mito del hombre allende la técnica» Ortega expone que desde un punto de vista natural el ser humano es un animal enfermo que sobrevive de pura casualidad, pues la naturaleza le resulta insuficiente. Al ser humano no le preocupa estar sin más en el mundo, sino estar bien. Por ello se crea una sobrenaturaleza con ayuda de la técnica. La técnica se constituye, pues, como la reforma que el hombre impone a la naturaleza para satisfacer sus necesidades espirituales. El ser humano es un ser que busca satisfacer lo superfluo por medio de la producción técnica para alcanzar el bienestar.

  • Blumenberg también considera que, desde una perspectiva biológica, el ser humano entra en el mundo como un ser deficientemente adaptado y equipado que ha tenido que desarrollar para su autoafirmación y para asegurarse la satisfacción de sus necesidades unos instrumentos auxiliares procedentes de la técnica.51Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, op. cit., p. 35.

  • 2. Ahora bien, como el ser humano es un ser histórico, -Ortega decía que el hombre es un animal que lleva dentro toda la historia en tanto que heredero del pasado y de la cultura de la humanidad-, la técnica, fruto del impulso poiético y creador del hombre, también es un fenómeno histórico. Esta es la segunda característica que presenta el concepto de técnica. La tesis orteguiana de que el hombre no habría sobrevivido sin ese aparato ortopédico que es la técnica y que solo es posible hacerse cargo de ella con la razón histórica fue también sostenida por Blumenberg desde dos enfoques, como expone en la primera de sus conferencias: la técnica es un fenómeno específicamente humano porque la tecnicidad está enraizada en la naturaleza misma del hombre (el Homo sapiens como Homo faber primigeniamente) y también es un fenómeno histórico.52 Ibid., pp. 107-108.

  • 3. Para qué se usa la técnica y cuándo es el momento de su desarrollo. La técnica es el esfuerzo que hacemos para ahorrar esfuerzo, sostiene Ortega en «Meditación de la técnica». Blumenberg señala que es una descarga de trabajos. Dicho de otro modo, el hombre reobra sobre la circunstancia con ayuda de la técnica para darle una forma que le favorezca y le facilite bienestar. Dedica un esfuerzo a inventar y posteriormente a ejecutar un plan de actividad que le permita asegurar la satisfacción de necesidades elementales y superfluas y, además, que le permita lograr esa satisfacción con el mínimo esfuerzo en el futuro y que le ofrezca posibilidades nuevas. Pensemos, por ejemplo, no solo en la necesidad de hacer fuego, sino además en la necesidad de crear un aparato con el que podamos hacer fuego siempre sin tener que volver al estadio primario como podría ser la fabricación de un mechero. Esto Blumenberg lo apuntó muy bien. Para él la tecnificación se muestra como el proceso en el que el ser humano se descarga de trabajos que ahora exigen su esfuerzo una sola vez.53 Ibid., p. 51 y 85

  • La necesidad de ahorrar esfuerzo está estrechamente vinculada con la capacidad fantástica que el hombre posee para proyectarse hacia el futuro. La invención técnica surge de la capacidad imaginativa que el ser humano posee y que encuentra en los momentos de ensimismamiento. Este es el «cuándo» de la técnica. El hombre busca los momentos de recogimiento interior para hacerse representaciones posibles del mundo y forjar ideas sobre la realidad que le permitan planear su acción futura en la circunstancia y, a su vez, seguir construyendo su sobrenaturaleza.

  • 4. Con el tiempo ahorrado inventamos una vida. Aunque la invención de la vida, su ideación, es pre-técnica. El hombre la inventa porque, frente al animal que vive alterado, es capaz de ensimismarse y de hacerse representaciones del mundo que le rodea y de idear otro distinto. Para Ortega, los momentos de ensimismamiento le permiten al hombre imaginar posibles proyectos de vida futuros para la realización de su auténtico ser. De modo que, este tiempo ahorrado que ofrece la técnica le facilita la invención de su propia vida y al inventársela se vuelve novelista de sí mismo. Esa vida inventada es la vida humana, entendida esta como bienestar en la circunstancia. Blumenberg también afirma que la técnica posibilita la autoafirmación del ser humano en tanto que consiste en el diseño de un programa en el que el hombre compone su existencia histórica y se dibuja a sí mismo cómo quiere tomar la realidad.54 Ibid., pp. 108-109.

La técnica es, en definitiva, la expresión práctica de las ideas que el ser humano forja para transformar el mundo exterior desde el conocimiento que tiene del mismo y también desde la fantasía y sabiduría que alberga en su mundo interior. Por tanto, la técnica es creación y esa creación no transforma solo el mundo exterior, sino que necesariamente transforma al hombre mismo, que se autoconstruye, como apuntan ambos filósofos por medio de la técnica.

En última instancia, la misión primera de la técnica es la de dar franquía al hombre para que pueda vacar a ser sí mismo, pueda inventar y narrar su vida y pueda, según Blumenberg, autoafirmarse. En cada época la técnica ofrece medios para realizar este proyecto de autocreación. Por ello, solo en el espacio ahorrado que deja la técnica es posible la teoría y esto es algo que ambos supieron ver bien.

Ambos filósofos pretendían legitimar la técnica con el fin de crear, en palabras de Blumenberg, una confianza espiritual en la misma que se sobrepusiera a la valoración negativa de la tradición europea.

La visión de la técnica que Ortega y Blumenberg presentan no es una visión desencantada con el mundo. La técnica es una suerte de compensación, recordando la filosofía de la compensación de Marquard, que humaniza al hombre, pues le permite autocrearse y autoafirmarse y, en última instancia, comprender esa vida que inventa para su subsistencia.

Nuestro tiempo, la era de la información y de las redes sociales, también nos pone en la tesitura de pensar las implicaciones de la técnica y de su aplicación en el marco de reflexión que Ortega y Blumenberg nos brindan. Cada cierto tiempo, habitualmente coincidente con épocas en las que las creencias que nos sostienen se tambalean y nos arrojan a una crisis, se siente el desarrollo técnico como un peligro o amenaza para la existencia.

La mala prensa de la que goza la técnica hoy es similar a la del siglo XX. Los medios de comunicación y una opinión pública desinformada advierten del peligro que la sociedad de la información y el ciberespacio suponen para las sociedades modernas. El constante aluvión de fake news y la amenaza a la legitimidad de los sistemas democráticos ha puesto el ojo acusador de nuestros males en el desarrollo técnico que nos incomunica, dilata las relaciones sociales y nos aboca a la constante alteración a causa del exceso de información.

Recordemos las palabras de Ortega en «Introducción al curso ¿Qué es la técnica?»: «Sin la técnica el hombre no existiría ni habría existido nunca».55«Introducción al curso ¿Qué es la técnica?», IX, p. 27 La técnica en sí misma no nos arroja a la desmoralización, a la perdición y a la barbarie. Los actos técnicos son una necesidad para el bienestar del ser humano en su circunstancia. No podemos olvidar que la técnica es consustancial a la vida. Lo decisivo es el uso que hagamos de esa técnica. Un mal uso puede conllevar peligros. Uno de los grandes desafíos que supone el desarrollo acelerado de la tecnología más puntera es que no tenemos todavía las herramientas morales y pedagógicas suficientes para adaptarnos a ellas con premura. Por ello, un mal uso de las redes sociales nos lleva a estar mirando el teléfono constantemente o a vivir a través de una pantalla. Sin embargo, esa técnica no está demonizada, sino que nos hace falta la humanitas. Tenemos que humanizar el entorno del ciberespacio y de la sociedad de la información para que el uso y desarrollo de la técnica facilite el diseño y la consecución de nuestros proyectos vitales.

La dimensión tecnológica del ser humano nos permite comprender mejor su ser social. La técnica es la ventana de posibilidades que le permite a cada ser humano ampliar el espectro de realización de sí mismo. En nuestra actualidad esa ventana de posibilidades nos abre el acceso a otros mundos, el de las redes sociales, el metaverso o los videojuegos de realidad virtual, entre otros. También habitamos estos otros mundos y lo decisivo es humanizarlos. El ciberespacio es un nuevo espacio social que hemos creado como «sobresociedad», porque la sociedad que es «sobrenaturaleza» nos resulta insuficiente para abarcar la totalidad de las posibilidades de realización humana. Nos ha sido dado un tiempo de vida breve y limitado que la técnica compensa. La forma virtual de la técnica, lejos de alejarnos de nuestros proyectos y de alienarnos, nos pone en la circunstancia de seguir afirmándonos y autocreándonos para ser los novelistas de nuestras propias vidas.

NOTAS

 
*

Este artículo se enmarca en el Proyecto de investigación «La ‘Tercera España’: génesis y usos públicos de un concepto político (1936-2020)», (PID2020-114404GB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación

1

Adorno y Horkheimer, 2016, p. 51Adorno, Theodor W., y Horkheimer, Max, Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos, trad. de Juan José Sánchez, Trotta, Madrid, 2016..

2

Véase en concreto la primera parte de la obra en la que se analiza el concepto de «secularización» desde su historia. Puede encontrarse una traducción al español en: Blumenberg, Hans, La legitimación de la Edad Moderna, 2008Blumenberg, Hans, La legitimación de la Edad Moderna, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2008. .

3

La voz «Ilustración» está traducida al español en: Stuke, Horst, Koselleck, Reinhart, y Gumbrecht, Hans Ulrich, Ilustración, progreso, modernidad, trad. de Josep Monter Pérez, estudio introductorio de Faustino Oncina Coves, Madrid, Trotta, 2021, pp. 39-40Stuke, Horst, Koselleck, Reinhart, y Gumbrecht, Hans Ulrich, Ilustración, progreso, modernidad, trad. de Josep Monter Pérez, estudio introductorio de Faustino Oncina Coves, Madrid, Trotta, 2021..

4

Sobre cómo las crisis de creencias dan lugar a crisis históricas y sobre la articulación de las «ideas» y las «creencias» en la filosofía de Ortega véase En torno a Galileo e «Ideas y creencias» en Ortega y Gasset, José, Obras Completas, Madrid, Taurus / Fundación José Ortega y Gasset, 2004-2010Ortega y Gasset, José, Obras Completas, Madrid, Taurus / Fundación José Ortega y Gasset, 2004-2010,, tomo VI y V respectivamente. En adelante, serán citadas con el nombre del escrito, el tomo y la página.

5

La literatura, que amplía la experiencia de la vida en tanto que, siguiendo a C. S. Lewis, puede ser comprendida como logos, nos ofrece una mirada privilegiada de los cambios que van aconteciendo en la historia. En 1818 la escritora británica Mary Shelley publicaba el mito del Prometeo moderno, Frankenstein. El personaje que aparece en este libro es una creación aberrante del dominio y avance de la técnica. El hombre Frankenstein constituye el modelo de aquel ser cuya técnica deshumanizada lo desarraiga de la posibilidad de pertenecer a una comunidad. Esta obra, escrita a principios de la revolución industrial, es una metáfora del peligro de un desarrollo técnico deshumanizado que aspira a ser la mano de Dios y deja entrever un nuevo tipo de configuración del mundo que Ortega entre otros calificarían como «era de la técnica».

6

«Apuntes sobre el pensamiento, su teúrgia y su demiurgia», VI, pp. 6-9.

7

Alonso, 2021, pp. 126-127Alonso, Marcos, Ortega y la técnica, Plaza y Valdés / CSIC, Madrid, 2021..

8

Manzullo, 2021, p. 124Manzullo, Gonzalo, “Secularización y modernidad en la obra de Hans Blumenberg: técnica y realidad”, Hans Blumenberg, pensador político. Lecturas a cien años de su nacimiento, de Laleff Ilieff Ricardo y Ricci Cernadas Gonzalo (dirs.), Instituto de Investigaciones Gino Germani / CLACSO, Argentina, 2021, pp. 121-137..

9

Villacañas, 2013Villacañas, José Luis, “Blumenberg: la apuesta por una ilustración tardía”, Anthropos. Cuadernos de crítica literaria y conocimiento, 239, 2013, pp. 9-20..

10

Blumenberg, 2013, p. 108Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

11

Recuérdese que en 1918 Oswald SpenglerOswald, Spengler, La decadencia de Occidente, trad. de Manuel García Morente, Espasa, Barcelona, 2011. publicaba Der Untergang des Abendlandes. Umrisse einer Morphologie der Weltgeschichte (La decadencia de Occidente) y en 1931, dos años antes de que Ortega impartiera su curso de verano en Santander sobre Meditación de la técnica, veía la luz su obra Der Mensch und die Technik. Beitrag zu einer Philosophie des Lebens (El hombre y la técnica. Contribución a una filosofía de la vida) en la que Spengler presentaba una visión determinista de la técnica ligada a su noción de decadencia. Ortega y Spengler no comparten su visión de la técnica. Para ahondar más en esta cuestión véase el estudio de Piro, 2013, pp. 43-58Piro, Pietro, “Dos meditaciones sobre la técnica: El hombre y la técnica de Oswald Spengler y Meditación de la técnica de Ortega y Gasset”, Revista Laguna, 32, 2013..

12

González Quirós, 2006, p. 102González Quirós, José Luis, “La meditación de Ortega sobre la técnica y las tecnologías digitales”, Revista de Estudios Orteguianos, 12/13, 2006, pp. 95-111..

13

Al respecto Javier Echeverría ha presentado una reflexión interesante. Echeverría sostiene que el espacio que han abierto las nuevas tecnologías de la información hacia finales del siglo pasado es un nuevo espacio social en tanto que podemos entenderlo como una «sobresociedad», haciéndose eco del concepto orteguiano de «sobrenaturaleza» que viene a designar esa otra piel que el ser humano fabrica con la técnica para satisfacer unas necesidades que le permiten vivir mejor. Lo interesante es que apunta que esa «sobresociedad» o sociedad de la información puede sentirse como amenazante (de hecho, así se sigue sintiendo todavía, piénsese en el problema de la vulnerabilidad digital), de modo que para compensar esa incertidumbre del avance tecnológico Echeverría apela al humanismo. Véase Echeverría, 2000, p. 30Echeverría, Javier, “Sobrenaturaleza y sociedad de la información: la Meditación de la técnica a finales del siglo XX”, Revista de Occidente, 228, 2000, pp. 19-32..

14

Véase Marquard, 2001Marquard, Odo, Filosofía de la compensación, trad. de Marta Tafalla, Paidós, Barcelona, 2001. .

15

Sobre las crisis históricas véase En torno a Galileo, VIOrtega y Gasset, José, Obras Completas, Madrid, Taurus / Fundación José Ortega y Gasset, 2004-2010, y Zamora, Javier, «La razón histórica», Guía Comares de Ortega y Gasset, ed. de Javier Zamora Bonilla, Granada, Comares, 2016Zamora, Javier, “La razón histórica”, Guía Comares de Ortega y Gasset, (ed.) de Zamora Bonilla Javier, Granada, Comares, 2016..

16

Los textos que se incluyeron en este volumen fueron «Pasado y porvenir del hombre actual» (1951), «Fragmentos de Origen de la Filosofía» (1953) y «Apuntes sobre el pensamiento, su teúrgia y su demiurgia» (1941).

17

El manuscrito puede encontrarse en el Archivo de la Deutsches Literaturarchiv de Marbach, con la signatura HS.2003.0001.

18

En el Coloquio de Darmstadt, que reunió a arquitectos e intelectuales europeos para pensar cómo asentar las bases de una nueva configuración del espacio tras la II Guerra Mundial, Ortega coincidió con HeideggerHeidegger, Martin, Conferencias y artículo, trad. de Eustaquio Barjau, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1994., que presentó la conferencia «Bauen, Wohnen, Denken» («Construir, habitar, pensar»).

19

Müller, 2015, pp. 92-93Müller, Ernst, “El concepto de técnica de Blumenberg”, Hans Blumenberg: Historia in/conceptual, antropología y modernidad, (ed.) de Oncina Coves Faustino y García-Durán Pedro, Pre-textos, Valencia, 2015, pp. 85-99..

20

Véase el capítulo I, «Algunas dificultades de escribir una historia del espíritu de la técnica», en Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Valencia, Pre-textos, 2013Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

21

Müller, op. cit., pp. 85Müller, Ernst, “El concepto de técnica de Blumenberg”, Hans Blumenberg: Historia in/conceptual, antropología y modernidad, (ed.) de Oncina Coves Faustino y García-Durán Pedro, Pre-textos, Valencia, 2015, pp. 85-99..

22

Lastra, 2014/1, en líneaLastra, Antonio, reseña del libro Historia del espíritu de la técnica, en Revista de Libros de la Torre del Virrey, 3 (2014/1), en línea.

23

Blumenberg, op. cit., p. 18Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

24

Ibid., p. 85Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

25

Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, op. cit., p. 13Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013.

26

Ortega realiza un análisis del Renacimiento a propósito de la figura de Juan Luis Vives en tanto que una época a caballo entre dos edades cuyas creencias están en un proceso de crisis. Véase «Vives», V, pp. 609-622 y «Juan Luis Vives y su mundo», IX, pp. 441-470.

27

Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, op. cit., p. 108Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

28

Ibid., p. 109Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

29

Ibid., p. 109Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

30

En torno a Galileo, VI, p. 389Ortega y Gasset, José, Obras Completas, Madrid, Taurus / Fundación José Ortega y Gasset, 2004-2010,.

31

Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, op. cit., p. 112Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

32

Ibid., p. 113Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

33

Ibid., p. 80Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

34

Ibid., p. 34Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

35

Ibid., p. 36Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

36

Javier Zamora y Antonio Diéguez, en su estudio introductorio a la edición de Meditación de la técnica, exponen brevemente este espíritu técnico del ser humano en la historia y hacen notar que los beneficios del uso de técnicas avanzadas en la vida cotidiana y laboral empiezan a propagarse gracias a la revolución industrial y llegan hasta nuestros días con la ventana de posibilidades que abre Internet y las nuevas tecnologías. También cabe destacar de su trabajo que presentan a Ortega como un pionero en los estudios sobre filosofía de la tecnología, pues la tarea filosófica formal de pensar las implicaciones de la técnica en la vida no llega hasta los años sesenta (Diéguez Lucena y Zamora Bonilla, 2015, pp. 9-12Diéguez Lucena, Antonio, y Zamora Bonilla, Javier, “Ortega, filósofo de la técnica”, en Ortega y Gasset, José, Meditación de la técnica. Ensimismamiento y alteración, (ed.) de Diéguez Antonio y Zamora Bonilla Javier, Biblioteca Nueva, Madrid, 2015.). Carl Mitcham también había hecho notar que Ortega fue el primer filósofo sensible al problema de la transformación tecnológica de la cultura (Véase Mitcham, 2000, p. 31Mitcham, Carl, “La transformación tecnológica de la cultura y la crisis de los deseos”, Revista de Occidente, 228, (mayo 2000), pp. 33-52. ).

37

Martín señala que el mito del origen del lenguaje tiene su reescritura en términos lingüísticos en la lección XI del curso de 1949 de El hombre y la gente (Martín, 1999, p. 310Martín, Francisco José, La tradición velada. Ortega y el pensamiento humanista, Biblioteca Nueva, Madrid, 1999.).

38

Diéguez y Zamora señalan una tesis interesante según la cual Ortega fuerza la teoría evolucionista de Darwin cuando afirma que el ser humano no se caracteriza por adaptarse al medio, sino que es el gran inadaptado porque no encuentra su medio en ninguna parte, más bien trasforma el medio en el que se encuentra (Diéguez y Zamora, op. cit., p. 14Diéguez Lucena, Antonio, y Zamora Bonilla, Javier, “Ortega, filósofo de la técnica”, en Ortega y Gasset, José, Meditación de la técnica. Ensimismamiento y alteración, (ed.) de Diéguez Antonio y Zamora Bonilla Javier, Biblioteca Nueva, Madrid, 2015.).

39

Diéguez, 2015, pp. 123-124Diéguez, Antonio, “Mas allá del poder de la máquina. Una comparación entre la filosofía de la técnica de Ortega y la de Heidegger”, Ortega y Gasset: el imperativo de intelectualidad, (ed.) de Atencia José María, Universidad de Málaga, Málaga, 2015, pp. 117-156..

40

Esquirol, 2011, p. 27Esquirol, Josep M., Los filósofos contemporáneos y la técnica. De Ortega a Sloterdijk, Gedisa Editorial, Barcelona, 2011..

41

Meditación de la técnica, V, p. 566Diéguez Lucena, Antonio, y Zamora Bonilla, Javier, “Ortega, filósofo de la técnica”, en Ortega y Gasset, José, Meditación de la técnica. Ensimismamiento y alteración, (ed.) de Diéguez Antonio y Zamora Bonilla Javier, Biblioteca Nueva, Madrid, 2015..

42

«El mito del hombre allende la técnica», VI, p. 815.

43

«Meditación de la técnica», V, p. 567Diéguez Lucena, Antonio, y Zamora Bonilla, Javier, “Ortega, filósofo de la técnica”, en Ortega y Gasset, José, Meditación de la técnica. Ensimismamiento y alteración, (ed.) de Diéguez Antonio y Zamora Bonilla Javier, Biblioteca Nueva, Madrid, 2015..

44

«El mito del hombre allende la técnica», VI, p. 815.

45

Ibid., p. 817.

46

«Meditación de la técnica», V, p. 558Diéguez Lucena, Antonio, y Zamora Bonilla, Javier, “Ortega, filósofo de la técnica”, en Ortega y Gasset, José, Meditación de la técnica. Ensimismamiento y alteración, (ed.) de Diéguez Antonio y Zamora Bonilla Javier, Biblioteca Nueva, Madrid, 2015..

47

Ibid., p. 562Diéguez Lucena, Antonio, y Zamora Bonilla, Javier, “Ortega, filósofo de la técnica”, en Ortega y Gasset, José, Meditación de la técnica. Ensimismamiento y alteración, (ed.) de Diéguez Antonio y Zamora Bonilla Javier, Biblioteca Nueva, Madrid, 2015..

48

Ibid., p. 567Diéguez Lucena, Antonio, y Zamora Bonilla, Javier, “Ortega, filósofo de la técnica”, en Ortega y Gasset, José, Meditación de la técnica. Ensimismamiento y alteración, (ed.) de Diéguez Antonio y Zamora Bonilla Javier, Biblioteca Nueva, Madrid, 2015..

49

Ibid., p. 574Diéguez Lucena, Antonio, y Zamora Bonilla, Javier, “Ortega, filósofo de la técnica”, en Ortega y Gasset, José, Meditación de la técnica. Ensimismamiento y alteración, (ed.) de Diéguez Antonio y Zamora Bonilla Javier, Biblioteca Nueva, Madrid, 2015..

50

IdemDiéguez Lucena, Antonio, y Zamora Bonilla, Javier, “Ortega, filósofo de la técnica”, en Ortega y Gasset, José, Meditación de la técnica. Ensimismamiento y alteración, (ed.) de Diéguez Antonio y Zamora Bonilla Javier, Biblioteca Nueva, Madrid, 2015..

51

Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, op. cit., p. 35Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

52

Ibid., pp. 107-108Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

53

Ibid., p. 51 y 85Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013.

54

Ibid., pp. 108-109Blumenberg, Hans, Historia del espíritu de la técnica, trad. de Pedro Madrigal, Pre-textos, Valencia, 2013..

55

«Introducción al curso ¿Qué es la técnica?», IX, p. 27

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