ISEGORÍA. Revista de Filosofía moral y política, N.º 69
julio-diciembre 2023, r07
ISSN-L: 1130-2097 | eISSN: 1988-8376
https://doi.org/10.3989/isegoria.2023.69.res07

CRÍTICA DE LIBROS

Filosofía fresca para el siglo XXI. Reseña de: Enric Fernández Gel, ¿Hay filosofía en tu nevera? Descubre las grandes preguntas donde menos te lo esperas, Barcelona, Montena, 2023

Fresh philosophy for the 21st century. Review of: Enric Fernández Gel, ¿Hay filosofía en tu nevera? Descubre las grandes preguntas donde menos te lo esperas, Barcelona, Montena, 2023

Unai Buil Zamorano

Universidad Internacional de La Rioja

https://orcid.org/0000-0002-1582-8500

A través de las 222 páginas de este libro, Enric Fernández Gel presenta una exposición cabal y argumentada de los grandes interrogantes que atenazan la existencia del joven estudiante de filosofía y, en el fondo, de todo ser humano que caiga en la tentación de pensar. De igual modo, el autor recoge en esta publicación una reacción a las bien conocidas burlas que sufre quien manifiesta querer estudiar carreras de Letras: «¿Ya te has planteado qué quieres estudiar?»; «¿Filosofía? ¿Y qué vas a comer?» (p. 10). Pues bien, si de comer se trata, un refrigerador se suele necesitar y, por ello, en ¿Hay filosofía en tu nevera?, el Dr. Fernández Gel va desgranando los distintos ingredientes del menú filosófico con reflexiones que se originan, justamente, en torno a distintos elementos culinarios. Así, a los que no veían ni un cazo de sopa en el plato de los graduados de humanidades, Enric les echa cazo y medio. De hecho, como recuerdan las solapas del libro, el autor es youtuber también y ya ha repartido bastante estopa intelectual a su más de medio millón de suscriptores en el canal llamado Adictos a la Filosofía. A este respecto, ¿Hay filosofía en tu nevera? podría considerarse como una versión impresa de ese estilo de difusión audiovisual que caracteriza a Enric: un enfoque desenfadado, actual y riguroso.

El autor articula su exposición en 7 capítulos vertebrados todos ellos de la misma manera: varios apartados, uso de negrita para destacar lo más importante, frases gigantes entre los párrafos para recapitular lo esencial conforme se va leyendo y corolario al final de cada capítulo en forma de «post-it» estampados (el apartado llamado «resumen»). Además, para los que se queden con hambre, el congelador de Enric tiene reservas de sobra: una sección de «sigue leyendo» al final de cada capítulo ofrece bibliografía adicional referida a los temas tratados, que tienen que ver con cuestiones sistemáticas e históricas del saber filosófico. Igualmente, a lo largo de los capítulos de esta obra, van apareciendo imágenes simpáticas que sirven para dinamizar la explicación de asuntos que, pese a todo, son complejos. Asimismo, aparecen recuadros, a modo de breve excurso, como en los libros de texto, para contribuir más aún a facilitar la comprensión de los temas presentados y ampliar algunos contenidos. Tales recuadros, insertados entre los párrafos donde se está explicando el tópico de cada sección, van dando recetas extra de cocina filosófica bajo títulos como «a la sartén» o «filósofo del congelador».

En este pequeño libro, se trata de exhibir del modo más didáctico posible el objeto de la filosofía, conformado por un «océano de preguntas» (p. 7) tales como las que aparecen en la contraportada del libro: ¿Quién soy? ¿Qué es la realidad? ¿Cómo puedo comprender este mundo loco? En efecto, presente ya en tiempos de Platón y reflejado en su diálogo Gorgias, «el desdén por la filosofía (y en general por cualquier disciplina humanística) continúa vigente» (p. 9). Frente a tal escepticismo y desprecio, Fernández Gel aboga por insistir en el «amor a la sabiduría» (p. 14) como definición de la palabra ‘filosofía’ y reivindica, como objeto de este saber humano, «el conocimiento más alto, el que le ofrezca una ventana a la explicación última de todas las cosas» (p. 15). La filosofía también es, expresado en términos más coloquiales, «pensar muy fuerte sobre las preguntas más radicales que llevamos dentro» (p. 22).

Para el Dr. Fernández Gel, «aunque toda investigación filosófica ha de empezar por alguna parte, la filosofía nunca se acaba del todo» (p. 221). La búsqueda de la verdad, meta de la filosofía como conocimiento fundamental, tiene un principio específico, que no es la duda, paradigmáticamente la duda de René Descartes (explicada en el capítulo 2), sino un saber especialmente sólido y base de los demás. Tal dato de partida es el Principio de No Contradicción, enunciado por Aristóteles en su Metafísica (según explica Enric en el capítulo 3). Este principio está «presupuesto en toda demostración» (p. 61) y establece, en palabras del Estagirita, lo siguiente: «la creencia más firme es que afirmaciones contradictorias no son verdad al mismo tiempo» (citado en la p. 60). O, lo que es lo mismo, «es imposible que el mismo atributo pertenezca y no pertenezca a la misma cosa, en el mismo sentido y simultáneamente» (citado en la p. 60). Esta es la ley suprema de la realidad y del pensamiento. Todo ello implica que «el que niega el PNC [Principio de No Contradicción] tiene que presuponerlo si es que quiere decir algo con sentido y que, por ende, nadie puede refutar el PNC sin refutarse a la vez a sí mismo» (p. 61). En su versión neverística, Enric lo expresa así: «esto se cumple para todo lo que me encuentro dentro y fuera de la nevera: cada cosa es lo que es y no es lo que no es»; «¿Puede una manzana ser, simultáneamente, una no-manzana, en el mismo sentido de la palabra ‘manzana’? […] en absoluto: si fuera una no-manzana […] ya no sería una manzana, y punto» (p. 59). Verdaderamente, el filósofo reflexiona sobre lo obvio, pero tal dato está lleno de una riqueza no inmediatamente disponible de modo consciente en el refrigerador cerebral humano. Lo más importante de la realidad, con todo lo que ello implica, suele pasar desapercibido. Sin embargo, a lo largo de su dilatada historia, la filosofía ha dado pensadores que parece que han arrojado más sombras que luz en la tarea de búsqueda de la verdad o que han negado «que hay en nosotros algo que puede conocer lo real» (p. 138). En concreto, tal enfoque ha primado en la filosofía moderna (especialmente, en Hume y Kant) y, en buena medida, se ha mantenido hasta nuestros días. Ante este panorama, el autor toma partido por un tipo de corriente filosófica, opuesta a la Modernidad: «tengo claro por dónde tirar: creo que hay que recuperar esa sabiduría de los clásicos, ese convencimiento de que no estamos encerrados en nosotros mismos […] sino abiertos al mundo» (p. 138).

Así, en diálogo con la doctrina clásica del Principio de No Contradicción, Fernández Gel va abordando en sucesivos apartados los distintos núcleos especulativos que han concitado el debate de los más diversos filósofos. Temas como el cambio, el tiempo, lo permanente y lo perecedero son traídos a colación a través de las aportaciones de autores como Parménides o Heráclito en el capítulo 4. De igual modo, a la luz del supremo principio del ser y del pensar, Enric también aborda otro de los asuntos filosóficos más estudiados: la causalidad (capítulo 5). En su fridge mode, el autor introduce el tema así: «vacía la nevera […] una vez que no haya nada dentro, cierra la nevera. Espera unos segundos. Ábrela. ¿Hay cocos? No […]. Repite tantas veces como quieras: de una nevera vacía no salen cocos. De la nada, nada sale» (p. 109). Así, «todo lo que empieza a existir tiene una causa» (p. 110) y, con esta reflexión, el autor se introduce en su explicación de lo necesario y lo contingente y de otras leyes primordiales como el Principio de Razón Suficiente (véase p. 111). Finalmente, en los últimos capítulos (6 y 7), se abordan temas de hondo calado ético y antropológico como la finalidad de la vida y del mundo, la existencia del mal y la responsabilidad moral. Todos estos tópicos de discusión, ausentes en el mundo animal o vegetal y en su conocimiento y acción, tienen un punto de origen que es el núcleo de lo humano, tanto en el ser como en el obrar: la inmaterialidad. Ciertamente, «pensar, en definitiva, es llevar a cabo una actividad esencial e intrínsecamente inmaterial» (p. 193). Asimismo, «la libertad es incompatible con el materialismo» (p. 198). En este contexto temático, la relación entre filosofía y ciencia experimental pasa a un primer plano.

A la luz de todo lo anterior, puede concluirse que ¿Hay filosofía en tu nevera? representa una sintética introducción a la historia de la filosofía, a sus dilemas y a sus diversas disciplinas. En consecuencia, es un libro que resulta altamente recomendable para engrosar las filas de la bibliografía básica de cualquier asignatura humanística en la universidad, pues es una herramienta particularmente útil para acercarse a lo inútil (véase p. 23), es decir, a lo más valioso en sí mismo, que es este conocimiento sobre lo más radical de la existencia personal y de la realidad externa. Tal saber básico ofrece «una justificación racional para todas las cosas» (p. 20) y, sin embargo, «la filosofía no es ni pretende ser una ciencia productiva» (p. 24). Lo sorprendente, como recuerda Enric, es que, si se abdica de este tipo de inutilidad productiva, el sujeto abdica de sí mismo y de su independencia de criterio también, pues «la única alternativa a hacer filosofía de modo propio es estar viviendo según la filosofía de otros» (p. 25). En definitiva, ¿Hay filosofía en tu nevera? plantea una versión más radical del mandato machadiano de hacer política porque de otro modo, si no la haces tú, te la harán a ti y contra ti.