La cuestión de los comunes ha adquirido especial relevancia en la actualidad. En este artículo se analizan las dificultades a la hora de abordar la multitud de significados del término y la diversidad de acercamientos al mismo. Esta revisión conceptual pretende señalar las tensiones existentes entre distintas perspectivas, así como acotar nuestro campo de estudio, para proponer un cambio de foco que visibilice el sesgo androcéntrico de los discursos ético-políticos de la modernidad. Por último, se destaca la importancia del cuidado como eje de todo proyecto común que tenga en cuenta la vulnerabilidad humana.
The question of the commons has become particularly relevant today. This article analyses the difficulties in addressing the multitude of meanings of the term and the diversity of approaches to it. This conceptual review aims to point out the tensions between different perspectives as well as to delimit our field of study, in order to propose a change of focus that makes visible the androcentric bias of the ethical and political discourses of modernity. Finally, the importance of care as the axis of any common project that takes into account human vulnerability is highlighted.
La cuestión de los comunes se convierte en un término clave para explicar el panorama actual cuando, en 1990, Elinor Ostrom recibe el Premio Nobel de Economía por su estudio de los bienes comunes
de 2008. La discusión en torno a los comunes no solo está presente en el ámbito político, filosófico, sociológico, económico y jurídico, se ha convertido, además, en un potente punto de partida para muchas de las reivindicaciones actuales que se niegan a adoptar la lógica de privatización inherente a los sistemas neoliberales de principios del siglo XXI. Las respuestas a las demandas que nos plantean las sociedades de emergencia
Una de las principales dificultades que tenemos que abordar es la multitud de significados que tiene el término, en gran medida, por la dispersión y diversidad de acercamientos que son posibles. Nuestro primer objetivo es acotar el ámbito de reflexión sobre los comunes. Para ello realizaremos una revisión conceptual desde un punto de vista interdisciplinar que nos permitirá destacar los principales enfoques y las tensiones existentes entre las diversas teorías.
Una vez sentado el marco sobre el que se han centrado estas elaboraciones conceptuales, proponemos, de un lado, ampliar la perspectiva; de otro, un cambio de mirada. En este sentido, en la segunda parte del artículo, realizaremos una revisión de los discursos inherentes a los modelos políticos emergentes en la modernidad. Este cambio de mirada, que pasa, ineludiblemente, por desvelar la mirada androcéntrica constitutiva de los discursos, nos permite trasladar el centro de atención a la radical vulnerabilidad humana y su correlato, la importancia del cuidado como auténtico eje vertebrador de todo proyecto común.
Uno de los principales desafíos que debemos afrontar cuando abordamos el tema de los comunes, es de carácter conceptual. Nos encontramos ante un fructífero entramado de sinonimias -comunes, procomunes, bienes comunes - y una multiplicidad de ámbitos de reflexión -filosofía política, economía, sociología, ciencias jurídicas-. El ámbito de estudio desde el que se inicia la reflexión sobre los comunes conlleva cierta modificación conceptual que es necesario aclarar. Además, la diversidad terminológica y semántica afecta no solo a los comunes sino también a conceptos como la libertad, la igualdad, la democracia o el terrorismo. De ahí que tantos debates aún sigan abiertos, y más en tiempos de claroscuro, como diría Antonio Gramsci. Ello es clave a la hora de analizar las propuestas políticas concretas de transformación social y trazar hipótesis sobre un posible cambio de modelo.
Antes de adentrarnos en este desafío conceptual, abordaremos la reflexión sobre los comunes según se ha ido conformando a lo largo de los siglos. Esto nos permite, por un lado, evidenciar que nos hallamos ante un debate de largo recorrido (si bien, adecuadamente minimizado cuando no silenciado por los regímenes propietaristas); por otro, si convenimos con Thomas Piketty en que la desigualdad no es económica o tecnológica, sino ideológica y política
Al tratar las formas de conceptualizar ¿nuevos? modelos de organización de lo humano, partimos de la necesidad de estudiar su genealogía. El estudio de su relación con los modelos hegemónicos y el diálogo presente-pasado es fundamental para no caer en el adanismo. Desde la antigüedad las distintas civilizaciones se caracterizaron por ser mayoritariamente sociedades con una estructura socioeconómica basada en el sector agrario
La eliminación de la explotación colectiva de las tierras comunales en Europa para sustituirla por los cercamientos -
El avance del siglo XVIII se revela en que la propia ley se convierte ahora en el vehículo del robo de las tierras del pueblo, aunque los grandes arrendatarios también emplean, de paso, sus pequeños métodos privados en independientes. La forma parlamentaria del robo es la de las
David Harvey ha descrito estos procesos como de “acumulación por desposesión”, caracterizados por «la mercantilización y privatización de la tierra y la expulsión forzosa de las poblaciones campesinas; la conversión de diversas formas de derechos de propiedad -común, colectiva, estatal, etc.- en derechos de propiedad exclusivos; la supresión del derecho a los bienes comunes…»
Siguiendo esta tradición, pero prestando especial atención al papel de las mujeres en estas economías del bien común -algo olvidado por el androcentrismo de la mayoría de los historiadores y sobre lo que volveremos en este trabajo- Silvia Federici analiza las luchas de resistencia ante la desposesión ya desde tiempos feudales
En 1902 Piotr Kropotkin escribe sobre la ayuda mutua y la cooperación como claves para el desarrollo humano y social:
…la práctica de la ayuda mutua y sus desarrollos sucesivos han creado las condiciones mismas de la vida en sociedad en la que al hombre se le posibilitó el desarrollo de sus artes, conocimiento e inteligencia; y que los períodos en que las instituciones basadas en la tendencia de la ayuda mutua alcanzaron su mayor desarrollo fueron también los períodos del mayor progreso en artes, industria y ciencia.
En este sentido, conocía bien las alternativas económicas y de organización puestas en marcha a lo largo del siglo XIX, inspiradas en el pensamiento socialista y anarquista. Se trataba de lograr la supervivencia de la clase trabajadora urbana o rural en un entorno laboral más humano a través de experiencias cooperativas basadas en la igualdad, la justa distribución y el derecho a disponer de tiempo para el ocio y la educación. Mucho se ha escrito sobre los falansterios propuestos por Charles Fourier como unidades de producción, consumo y residencia, las cooperativas puestas en marcha por Robert Owen, o experiencias de vivienda social como el familisterio de Jean-Baptiste Godin. Muchas de estas propuestas ligadas al socialismo ‘utópico’ se extendieron también por el continente americano. En Rusia arraigaron con especial fuerza las formas de organización comunal defendida por los
Desde la irrupción de las políticas económicas neoliberales hemos asistido en las últimas décadas a sucesivos intentos de ‘reformar’ y ‘humanizar’ la economía llamada de libre mercado, así como de paliar sus efectos más devastadores en la población. Nos referimos a las propuestas de economistas que introducen modelos y prácticas más éticas aplicadas a la economía en general, al mundo de las finanzas y al de la empresa, pero sin cuestionar los fundamentos del citado modelo. Es el caso del premio Nobel Amartya Sen
El modelo económico neoclásico y su concepción de la economía como una ciencia positiva sin vinculación con lo ideológico y político, ha permeado en nuestras sociedades. Así mismo, ha influido incluso en muchos de sus críticos ya sean liberales de “rostro humano” o incluso algunos neokeynesianos. Nos preguntamos si es posible separar los valores y la subjetividad de una sociedad del modelo económico que la rige. El igualitarista liberal John Rawls nos habla de una distribución justa de la riqueza a través de la metáfora de la “posición original”
En las últimas décadas, la ética aplicada a la economía ha tenido un amplio desarrollo. A principios del siglo XXI han surgido aportaciones centradas en la “economía del bien común”, como las de Christian Felber
Por otra parte, ha surgido un pensamiento económico alternativo cuyos planteamientos van teniendo mayor aceptación, especialmente después de la crisis de 2008. Son aquellas posturas que beben del feminismo, el ecologismo y de las teorías del decrecimiento, así como de la tradición marxista, y parten de una crítica profunda y radical al paradigma económico imperante. La premio Nobel Elinor Ostrom
Por su parte, David Harvey señala precisamente cómo la privatización y concentración de empresas y la tendencia a que estas ya no tengan una finalidad productiva sino especulativa, ha llevado a una mayor explotación de los trabajadores y trabajadoras y a la destrucción de la naturaleza
Desde una perspectiva filosófica, es importante destacar la reflexión y redefinición de la comunidad realizada por de Roberto Esposito. En
Además, al convertir la comunidad en objeto de análisis filosófico, acabamos apelando a una suerte de subjetividad que acaba operando como una individualidad más amplia, lo que desmontaría uno de los ejes vertebradores de esta concepción: la contraposición entre el paradigma comunitarista y el paradigma individualista
Esposito arremete contra la concepción de lo común que comparten la sociología organicista de la comunidad, el neocomunitarismo americano, las éticas de la comunicación, y la tradición comunista es su concepción de la comunidad como una «“propiedad” de los sujetos que une: un atributo, una determinación, un predicado que los califica como pertenecientes al mismo conjunto. O inclusive una “sustancia” producida por su unión
Esposito intenta huir del modo de pensar lo común de la filosofía política y la dialéctica inherente a este modo de proceder. Para ello, se propone encontrar un punto de partida externo. Este punto de partida lo encuentra en la etimología del concepto de
Lo que caracteriza a lo común es lo otro, lo impropio, por eso no se puede concebir la comunidad como un conjunto de individuos fusionados. No estamos ante una proliferación de individuos, no es un modo de ser
Como veremos en el tercer apartado de este artículo, el diseño institucional y político encaminado a eliminar esta deuda se plantea desde una visión androcéntrica de lo que es el ser humano y de las relaciones que establece. La pregunta que queda siempre pospuesta es ¿cómo se puede garantizar la vida desde esta inmunidad? ¿Quién hace la cena al inmune Adam Smith? Para dar respuesta a estas preguntas, hay que cambiar la mirada y entender que de la deuda que nos vincula originariamente no nos podemos inmunizar, pues es una deuda ontológica que parte de nuestra vulnerabilidad.
Una de las virtualidades de la investigación presentada por Esposito es que nos invita a percibir lo común, la comunidad, desde una perspectiva no esencialista; la comunidad no es algo que somos, no se constituye por una identidad. No requiere un sustrato ontológico sobre el que erigirse.
Este aspecto constructivista de la comunidad es compartido por la perspectiva del
La postura del
Desde la postura del
La filosofía política moderna justifica sus propuestas
Según la lectura que Esposito realiza de Hobbes, ante la amenaza que supone la
Aunque la propuesta de Rousseau parte de una visión más amable que la de Hobbes, no resulta en absoluto convincente -cierto es que es honesto en cuanto a sus pretensiones y advierte que no debemos tomar «las investigaciones que se pueden hacer sobre el tema como verdades históricas, sino tan solo, como razonamientos puramente hipotéticos y condicionales mucho más adecuados para esclarecer la naturaleza de las cosas que para mostrar su verdadero origen»
Una filosofía de la vulnerabilidad, y no solo de la amenaza de muerte, nos abre la posibilidad de pensarnos políticamente desde la dependencia que nos vincula unos a otros, desde una libertad entendida ya no como autosuficiencia sino como conquista de nuestra propia interdependencia
Si bien constatamos la distorsión e invisibilización histórica de las experiencias basadas en la cooperación y la ayuda mutua, resulta especialmente llamativo el olvido del papel desempeñado por el trabajo reproductivo y de cuidados en el desarrollo humano. La mirada androcéntrica ha recorrido los análisis presentes en todas las disciplinas, sin embargo este trabajo imprescindible e ‘invisible’ parece formar parte del contrato social y sexual que ha caracterizado la modernidad desde sus inicios
Es claro que la división sexual del trabajo existe desde tiempos remotos, sin embargo, Silvia Federici sitúa la apropiación del trabajo reproductivo y de cuidados de las mujeres en la transición del modo de producción feudal al capitalista. La expulsión de las mujeres del trabajo artesanal y del uso de las tierras comunales, así como la devaluación de su trabajo, hicieron que «
Carole Pateman entiende que los trabajos de cuidados forman parte del contrato sexual patriarcal. Respecto al trabajo no remunerado en el espacio familiar señala «solo relativamente pocas esposas de hoy son amas de casa a tiempo completo, pero el continuo fortalecimiento del ideal social del ‘ama de casa’ es un tributo al poder del contrato sexual»
Los estudios abordados desde la economía -y la economía política- crítica feminista en las últimas décadas, analizan el papel del trabajo no remunerado de cuidados en las sociedades del Estado del bienestar, un marco que permite la adopción de medidas institucionales favorecedoras de la ‘conciliación’ y la corresponsabilidad entre mujeres y hombres
La economía feminista también cuenta con una genealogía propia. El siglo XIX, marcado por el auge del pensamiento y el activismo feministas, contó con las contribuciones de autoras como Caroline Dall, Harriet Martineau o Virginia Penny
Por su parte, Marilyn Waring reflexiona sobre cómo la teoría económica solo reconoce en sus análisis como actividad productiva aquella que se corresponde con la realizada por los hombres o considerada como ‘de hombres’. Poco importa que esta actividad revierta positiva o negativamente en la sociedad y en el medioambiente, o que esta sea legal o ilegal. Para la teoría económica hegemónica buena parte del trabajo realizado por las mujeres es improductivo, y ellas, personas desocupadas, ya se trate del trabajo doméstico y de cuidados en un hogar de clase media de un país desarrollado o del trabajo realizado por mujeres del medio rural de países pobres. Por ello, es ilusorio creer que la economía está libre de premisas y valores
Explica Mellor, «Solo un nuevo modelo económico que considere al mismo nivel el trabajo no remunerado y que facilite el desarrollo de la economía de subsistencia, podrá llevarnos a la sostenibilidad y parar la destrucción del ecosistema»
Por último, es conveniente resaltar que la sostenibilidad de la vida -¡y la vida misma! - no es viable si en ese cambio de mirada propuesto no se incluye una revisión del modelo andro
La reflexión en torno a los comunes y lo común cobra especial relevancia a partir de finales del siglo XX y sobre todo, desde la crisis de 2008. Esta reflexión se articula, por una parte, en torno a la necesidad de elaborar propuestas alternativas al discurso centrado en un ser humano totalmente autosuficiente e invulnerable; y por otra, frente al extendido rechazo hacia las ideas de bien común, cooperación y ayuda mutua. Prueba de ello es la abundancia de textos que inciden en el fracaso de cualquier opción basada en una ética humanista, en la redistribución de la riqueza y el acceso a los bienes comunes, lo que ha impregnado la subjetividad de nuestras sociedades especialmente a partir de los años ochenta del pasado siglo. En este trabajo se examinan tanto los debates actuales -incluidos los léxicos- como los antecedentes históricos, filosóficos y económicos en torno a los comunes. Esta revisión interdisciplinar resulta fundamental para no caer en el
De este análisis se concluye la necesidad de hacer frente a ciertos problemas surgidos al pensar sobre los comunes, como es el criterio para determinar qué es común y qué no lo es, pues lo que sea un bien, es siempre un criterio externo al propio bien, y por tanto, sujeto a múltiples intereses que exceden la naturaleza del bien. Se nos insta a no confundir lo procomún como sistema social de autogestión que nos permite abordar problemas comunes, con lo común como bien (economía), lo común como forma de gestión (propiedad común) o con el uso que se hace de los recursos (recursos de uso compartido).
Por otra parte, uno de los puntos centrales de este artículo es la necesaria crítica al androcentrismo inherente al modelo político que surge en la modernidad, no solo por partir de hipótesis excluyentes, sino, sobre todo, por ocultar sistemáticamente las necesidades de cuidado y a sus proveedoras. La situación provocada por el Covid-19 ha vuelto a poner en el centro la vulnerabilidad de la vida, la de los animales humanos, pero también la de los no humanos y la de la propia naturaleza. Desde la economía política feminista se reclama que la vida ocupe el papel central en el sistema, no un lugar periférico, deyecto, subordinado. Los cuidados son centrales en el enfoque de los comunes. Así, la teoría política feminista, una teoría crítica, señala cómo el abordaje de los distintos planteamientos y políticas en torno a los cuidados no puede ya corresponder únicamente al feminismo. La filosofía política debe asumir la filosofía de los cuidados como propia.
Por último, el texto apunta a algunas preguntas clave sobre las relaciones, no lo suficientemente bien explicitadas, entre los modelos de (auto)gestión y el Estado. ¿Excluyen los modelos de autogestión la existencia de un modelo de gestión estatal? ¿Es posible otro modelo de gestión más allá de las experiencias comunes? ¿Qué hacer con los cuidados que nadie quiere o puede realizar?
Sin duda, son cuestiones que inevitablemente conducen a la necesidad de analizar de forma interdisciplinar y no androcéntrica los citados dilemas. Nos referimos al modo de articular las propuestas de transformación social, a los debates sobre el papel del Estado, el poder constituyente y constituido, y al modo de garantizar la pervivencia de un modelo igualitario para mujeres y hombres basado en la redistribución de la riqueza y el acceso a los bienes comunes -superando lo anecdótico y puntual- frente a intereses económicos especulativos y de lucro ilimitado en un planeta finito.
Citado por
El análisis crítico de la división sexual del trabajo, su origen y propuestas de cambio, fue tratado por diferentes autoras -de tradición liberal o socialista- a lo largo del XIX y principios del XX. Ver